Ver más allá de la hoja
Dieter F. Uchtdorf
El Presidente Dieter F. Uchtdorf es miembro de la Primera Presidencia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El siguiente discurso se pronunció en el Centro de Conferencias en Salt Lake City el 7 de marzo de 2014, en un Simposium de BYU sobre la Historia de la Iglesia .
Presidente Dieter F. Uchtdorf, © Intellectual Reserve, Inc.
Cuando recibí la invitación para participar en este simposium, sentí que era algo muy cerca de mi corazón. No estoy totalmente seguro de las razones del por qué, pero esto si sé: la historia es importante. Mantenernos anclados a las lecciones que se aprenden de la historia nos preparará para emular lo mejor de lo que es un ser humano. También nos ayuda a evitar lo peor. El filósofo e idealista alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel dijo: “Aprendemos de la historia que no se aprende nada de la historia,” y eso es apoyado por George Santayana que dijo: “Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.” [1]
Se reportó que el extinto novelista Michael Crichton dijo: “Si no conoces la historia, entonces no sabes nada. Eres una hoja que no sabe que es parte de un árbol.” [2] La historia no nos enseña solamente acerca de las hojas de la existencia, también nos enseña sobre los vástagos, las ramas, los troncos y las raíces de la vida. Y esas lecciones son importantes.
Una de las debilidades que tenemos como seres mortales es el asumir que nuestra “hoja” es todo lo que hay—que nuestra experiencia abarca a todos los demás— que nuestra verdad es completa y universal. Al pensar acerca de lo que quería hablar hoy, me pareció que la metáfora de la hoja debía ser lo principal. Encontré una antigua expresión judía que dice: “Para un gusano en un rábano, todo el mundo es rábano.” Deseo enfatizar que la verdad abrazada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se extiende más allá de las hojas, y ciertamente más allá del rábano. Se extiende más allá del tiempo y del espacio y abarca toda verdad; desde los misterios de los átomos más pequeños hasta los secretos vastos e incomprensibles que el universo presenta ante nosotros incitantemente.
El evangelio de Jesucristo abarca no solamente la verdad de lo que fue y de lo que es sino la verdad de lo que puede y será. Es la más práctica de todas las verdades. Enseña el sendero del discípulo—un sendero que puede tomar a seres mortales ordinarios y transformarlos en seres gloriosos, inmortales y sin límites—cuyo potencial está fuera del alcance de nuestra pobre capacidad de imaginación.
Ahora, esa es una verdad práctica. No podemos ponerle precio. Es una verdad del orden más alto. Estamos aquí en la tierra para buscar, descubrir y aplicar la verdad. El evangelio de Jesucristo no solamente abarca toda verdad, sino que también se especializa en el conocimiento que nos será de mayor valor en esta vida y por todas las eternidades que vendrán.
Ver Más Allá de Nuestra Hoja
Como se mencionó antes, una de las cosas que compartimos como seres humanos es creer que nuestra propia experiencia en una base verídica y adecuada desde la cual ver al resto del mundo. Por ejemplo, cuando estamos sanos, creemos que quienes conocemos están sanos y los juzgamos con esa medida. Cuando estamos enfermos, somos más dados a imaginar si otros están enfermos también. Suponemos que la hoja de nuestra existencia define al mundo.
El escritor Tolkien comenzó su famosa novela The Hobbit con estas palabras: “En un hoyo en el suelo vivía un hobbit.” [genio, duende, criatura ficticia, etc.] Si se acuerdan, Bilbo vivía en una casa confortable en Shire una aldea pequeña y apacible que festejaba la jardinería, las reuniones comunitarias, y un horario para comidas que incluía: el desayuno, un segundo desayuno, el bocadillo de las once, el almuerzo, el té por la tarde, la comida y la cena.
Bilbo estaba muy a gusto con la hoja de su vida, Y por todo ello, era muy agradable. Pero sabía muy poco de los vástagos, las ramas, los troncos y las raíces que estaban a su alrededor. Sabía muy poco de las torres lejanas, los duendes y de los árboles parlantes. Mientras más se alejaba de las comodidades de su aldea, el mundo se volvía más extraño y extraordinario.
Aunque el mundo de Tolkien era ficticio, nos puede servir como metáfora para nuestra propia experiencia. Crecí en una pequeña rama de la Iglesia en Zwickau, Alemania Oriental. Nuestro centro de reuniones era un edificio hermoso que tenía un antiguo órgano de viento. En algunas ocasiones tuve el privilegio de que se me asignara trabajar los fuelles que mandaban aire a los tubos del órgano. Mientras la congregación cantaba nuestros queridos himnos de la Restauración, yo bombeaba con todas mis fuerzas para que no le faltara el aire al órgano. Los ojos del organista me indicaban sin lugar a dudas si lo estaba haciendo bien o si debía, de inmediato, aumentar mis esfuerzos.
Me gustaba nuestro centro de reuniones con su ventana de vidrio que mostraba a José Smith de rodillas en la Arboleda Sagrada. Cuando era joven, suponía que así era la Iglesia—que lo que yo estaba viendo en Zwickau era lo que veían los miembros de la Iglesia en todo el mundo durante su experiencia dominical—que la pequeña hoja de mi experiencia era igual que la de todos los demás.
Al crecer un poco, mi familia se mudó a Frankfurt, en donde la Iglesia era un poco más grande. Allí había mas miembros. El centro de reuniones se veía diferente.
A medida que crecí estuve más expuesto a la Iglesia en sus muchas formas por todo el mundo. He adorado con los Santos de Dios en congregaciones por todo el mundo, desde la casa más humilde hasta el gran Centro de Conferencias en Salt Lake City.
Ahora ya casi son siete décadas desde que aquel niño se sentaba tras el órgano bombeando arduamente, intentando mandar suficiente aire por sus tubos a fin de que la congregación pudiera escuchar la hermosa música. He visto la Iglesia—la hoja, el vástago, la rama, el tronco y la raíz—. Aunque exteriormente la Iglesia sea diferente en las distintas áreas del mundo, puedo afirmar que su esencia y espíritu son los mismos en donde quiera que vaya. Descansa sobre el fundamento del bendito Redentor, y es guiado por la roca de la revelación. No importa cuán diferente pueda parecer la Iglesia en su forma externa a donde quiera que usted viaje, en lo interno, el Espíritu de Cristo es el mismo en cada congregación, y así es como debe ser.
Me asombra la manera en que el Espíritu transforma las vidas de las personas a pesar de sus diferentes antecedentes culturales, económicos y sociales, y guía a toda la humanidad para que abandonen al hombre natural y se alleguen a la luz, a que sientan el cambio poderoso que viene a quienes buscan la verdad de Dios. He conocido a hombres, mujeres y niños en todos los continentes que han experimentado en sus corazones este renacimiento transformador, causando que ellos “ya no ten[gan]más disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente” [3]
La Humildad Conduce al Conocimiento Espiritual
Por lo general no son los sabios ni los grandes quienes responden a las palabras de los profetas, sino los pobres de corazón, los humildes, y quienes sufren. Frecuentemente ellos son los que se acercan a su propio Cerro Onida, y abren su corazón a la palabra de Dios, y avivan sus facultades para “ejercita[r] un poco de fe”—aunque solo puedan obtener “un deseo de creer.”— [4] Algunas veces solamente se requiere la más pequeña de las semillas—apenas un deseo de creer—para que la fe brote, florezca y muestre que es buena. [5] Otras veces debemos acudir al Padre en sincera oración, con lágrimas mojando nuestras mejillas, al repetir las palabras que un padre afligido le dijo al buen Jesús, “Creo; ayuda mi incredulidad.” [6]
De pequeñas semillas, crecen árboles grandes.
De pequeños comienzos, el Señor puede obrar milagros en nuestras vidas.
De Comienzos Humildes
Nuestro Padre Celestial puede hacer que grandes cosas surjan de pequeños comienzos. De hecho, muy a menudo, esa es Su estrategia preferida.
Como ejemplo, les invito a considerar al pueblo galileo llamado Nazaret. ¿Por qué creen que nuestro Padre Celestial decidió que Su Hijo Unigénito creciera en ese pueblo relativamente insignificante en Galilea? ¿Por qué Nazaret? ¿Por qué no en Jerusalem? O en Roma?
Alfred Edersheim, un judío convertido al cristianismo, escribió acerca de esa área que “existía un desprecio general en los círculos de los rabinos por todo lo que era de Galilea.” Y que una expresión muy común era “¡Galileo—Tonto!” [7]
El pueblo de Nazaret no se menciona en el Antiguo Testamento, y Josefo tampoco habla de el. Entiendo que el Talmud enlista sesenta y tres pueblos galileos pero no menciona la ciudad de la juventud de Cristo. Cuando Natanael oyó hablar por primera vez de Jesús, mencionó una pregunta que pudo haber estado en los labios de muchos: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”[8] Pero de allí, de un pueblo pequeño alejado del camino vino la Luz del Mundo, el Salvador de la humanidad, el Redentor.
Dieciocho siglos después, en otro pueblo pequeño alejado del camino, vivió un joven que fue a una arboleda cerca de su casa con una pregunta en su corazón. Se arrodilló en oración para pedirle a Dios que le diera dirección a su vida. Palmyra estaba anidada en la parte alta del estado de Nueva York, lejos de los centros culturales e intelectuales de los Estados Unidos (ya no se diga del mundo). ¿Por qué escogió nuestro Padre Celestial a tal pueblo para revelarse al hombre?
De estos dos pueblos olvidados—Nazaret y Palmyra—surgieron dos figuras que cambiarían al mundo.
“Lo Insensato de Dios”
Por todos los registros de la historia sagrada, encontramos que nuestro Padre Celestial les enseña a Sus hijos a no poner su confianza en la sabiduría del mundo ni sobre valorar lo que el mundo tiene en gran estima. Nos enseña que “lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” [9] Sin embargo, tenemos el deseo casi irresistible de pensar que la hoja de información que poseemos representa todo lo que hay que saber. Creemos que el rábano que vemos a nuestro alrededor es la prueba de que el mundo está hecho de esa substancia.
Hacemos lo mejor que podemos con la información que tenemos a nuestra disposición para hacer presunciones y aumentar nuestro conocimiento y esa es una causa noble. Sin embargo, cuando suponemos que sabemos todo lo que hay que saber, perdemos la mira y a nuestras teorías y filosofías les faltan las ricas verdades que llenan los cielos y la tierra.
En las palabras de Orson F. Whitney, un antiguo Apóstol de la Iglesia, el evangelio “comprende toda verdad, conocida o desconocida. Incorpora toda inteligencia, pasada o futura. Ningún principio justo será revelado, ninguna verdad puede ser descubierta, ya sea en el tiempo o en la eternidad, que no pertenezca, de manera directa o indirecta, al evangelio de Jesucristo.” [10]
Nuestro Padre Celestial enseña esta lección a Sus hijos una y otra vez, les advierte contra el dejar de lado el conocimiento de Dios o rechazar su importancia. Nos enseña que no debemos suponer que lo que sabemos—lo que podemos probar y verificar— es todo lo que hay. “Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios,” [11]
Dios ve infinitamente más que nosotros. Su perspectiva es infinitamente más completa y profunda que la nuestra, “Como son los cielos más altos que la tierra, así son [Sus] caminos más altos que [nuestros] caminos, y [Sus] pensamientos más que [nuestros] pensamientos.” [12] Él tiene más información que nosotros; y un poco más de información puede hacer toda la diferencia del mundo.
Siendo que el inglés no es mi lengua natal, me gusta buscar el significado de las palabras, aún las más sencillas. Tomemos por ejemplo la palabra plane y otra palabra plane que se escribe exactamente de la misma forma. Ambas palabras tienen la misma cantidad de letras, y suenan exactamente igual. Sin embargo, hay una gran diferencia entre ellas. La primera es una herramienta manual (un cepillo) para alisar piezas de madera. La otra (un avión) es una mejor opción para un viaje trans oceánico.
Una pequeña cantidad de información adicional—y quizás un poco de contexto—causa una tremenda diferencia en nuestra capacidad de entender el significado de las palabras y el significado de las circunstancias de la vida.
Dios Escoge lo “Necio del Mundo”
En nuestro mundo de hoy, buscamos a los sabios, los ricos y bien conocidos. Honramos sus opiniones y seguimos sus investigaciones. Comparen eso a la forma en que opera nuestro Padre Celestial. A menudo Él escoge “lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte.” [13]
“Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos.
He aquí, mostraré a los gentiles su debilidad, y les mostraré que la fe, la esperanza y la caridad conducen a mí, la fuente de toda rectitud.” [14]
Él usa lo débil e insignificante para llevar a cabo Su obra. Él nos recuerda suavemente que “lo vil y lo menospreciado escogió Dios. . . . para que ninguna carne se jacte en su presencia.” [15]
Su conocimiento de la verdad es tan infinitamente superior al nuestro que Él no busca la sabiduría del mundo mientras que nosotros podríamos buscar quizás las aseveraciones de un necio pedante. Aunque el necio hable palabras con pasión y convicción; puede que le falte la información esencial.
La Necesidad de la Fe
No debemos abandonar la verdad revelada por Dios que viene de la raíz y fuente de toda rectitud y verdad. Porque en contraste, lo que vemos es la verdad de nuestra hoja.
Federico el Grande, el rey de Prusia del siglo dieciocho, fue uno de los estrategas militares más innovadores y de mayor éxito de la historia. Pero no siempre tuvo éxito. Después de su derrota en Kunersdorf, muchos de sus soldados huyeron en confusión. Se cuenta la historia de que “uno de los soldados fue llevado ante el rey quien le preguntó porqué había huido. ‘Porque le estaba yendo muy mal a Su Majestad.’
Federico pensó por un momento, y luego dijo suavemente, ‘te sugiero que te esperes una semana. Entonces, si las cosas siguen mal, huiremos juntos.’” [16]
Habrá ocasiones cuando parezca que las cosas van muy mal para la verdad de Dios y que la evidencia del mundo contradice las declaraciones de Dios. Por mi parte, he aprendido a ser paciente, sabiendo que al final las cosas saldrán bien. El reino de Dios seguirá creciendo. La verdad continuará floreciendo y creciendo por toda la tierra. Algunas veces todo lo que se necesita es un poco de fe y un poco de paciencia. Las cosas que puedan parecer imposibles por ahora, pueden llegar a ser realidades en años futuros.
El Templo en Freiberg
¿Puedo ofrecerles una experiencia personal para ilustrar esto? Ustedes bien saben que en el año 1961 la Unión Soviética empezó a construir un muro que separó la ciudad de Berlín Occidental de las áreas circundantes. Este muro fue un símbolo de la Guerra Fría y sirvió como metáfora de la separación y división del mundo comunista del mundo occidental y democrático. Uno de los efectos laterales que surgió de este aislamiento fue la mayor dificultad que tuvieron los miembros de la Iglesia en Alemania Oriental para asistir al Templo de Suiza que en esa época era el único templo en Europa.
Siete años después, en 1968, el élder Thomas S. Monson, un Apóstol del Señor Jesucristo visitó a los santos en la República Democrática Alemana, el Presidente Monson dijo acerca de esa visita:
En un día nublado y lluvioso viajé a la ciudad de Görlitz dentro de la República Democrática Alemana cerca de las fronteras polaca y checa. Asistí a la primera reunión con los miembros. Nos reunimos en un edificio pequeño y viejo. Mientras los miembros cantaban los himnos de Sión se llenó el lugar con su fe y su devoción.
Mi corazón se llenó de tristeza cuando comprendí que los miembros no tenían un patriarca, ni barrios ni estacas—sólo había ramas—. No podrían recibir las bendiciones del templo, ni las investiduras o los sellamientos. Durante mucho tiempo no había venido ningún visitante de las Oficinas Generales de la Iglesia. Los miembros no podían salir de su país; pero aún así. confiaban en el Señor con todo su corazón.
Me paré en el púlpito, y con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada por la emoción, les hice una promesa a los miembros. “Si continúan leales y fieles a los mandamientos de Dios, serán suyas todas bendiciones que disfrutan los miembros de la Iglesia en cualquier parte del mundo.” Entonces comprendí lo que había dicho. Esa noche me arrodillé y le supliqué a mi Padre Celestial: “Padre, estoy en Tu mandato; esta es Tu Iglesia. He hablado palabras que no vienen de mi sino de Ti y Tu Hijo. Cumple la promesa en la vida de este noble pueblo” [17]
En el año 1975, seis años después de la primera visita del Presidente Monson a la República Democrática Alemana, vino otra vez; fue a un hermoso lugar arriba del Río Elba cerca de Dresden y Meissen, y re-dedicó la Misión de Alemania Oriental para el avance de la obra de Dios. La siguiente es una cita de esa oración:
Concede, Padre Celestial, que los miembros aquí puedan recibir sus bendiciones patriarcales y vivan de forma tal que traigan el cumplimiento de las promesas.
Padre Celestial, abre el camino para que los fieles puedan recibir el privilegio de ir a Tu santo templo, para allí recibir sus santas investiduras y ser sellados como familias por el tiempo y toda la eternidad.
La oración dedicatoria continúa con pronunciamientos maravillosos. Si no la han leído todavía, se las recomiendo ampliamente. El Presidente Monson concluyó:
Esta mañana, entre el repicar de las campanas de las Iglesias y el canto de las aves, en este bosque que Tu has creado, nuestras almas están llenas de música y la gratitud llena nuestros corazones al reconocer ante Ti que Tu eres nuestro Padre, que para Ti todas las cosas son posibles, y que Tu evangelio ha sido restaurado en la tierra. . . .
Concede que se pueda aclarar el camino para que lleguen a esta gente los programas de la Iglesia en su totalidad, porque ellos, mediante su fe, son merecedores de tales bendiciones.
Como Tu humilde siervo, reconociendo la inspiración y revelación divina en este día, invoco por lo tanto Tus santas bendiciones sobre Tu obra y sobre Tu pueblo en la Misión Dresden de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. [18]
Cuando me enteré de estas bendiciones maravillosas de un profeta de Dios, mi corazón se llenó de gratitud hacia el Señor pero al mismo tiempo con un sentimiento de incertidumbre, casi de incredulidad. No parecía que hubiera una forma de que estas hermosas promesas hechas a nuestro pueblo pudieran cumplirse durante su vida, si acaso se cumplían. ¿Cómo se podría edificar y operar un templo en Alemania Oriental? Yo tenía fe en el Señor y amaba y reconocía al Presidente Monson como profeta, vidente y revelador. Quería que los santos en ese país tuvieran las bendiciones completas del evangelio, pero por el momento no podía ver la forma en que eso se pudiera cumplir.
Crecí en Alemania Oriental; allí es donde mi familia se unió a la Iglesia. Los antepasados de Harriet [mi esposa] vinieron de esa misma parte de Alemania. Deseábamos que se cumplieran estas promesas; pero conocíamos de primera mano los desafíos en nuestro país. ¿Era posible recibir estas bendiciones prometidas en una época de gran división política y social durante la Guerra Fría? De alguna forma me sentí como el hombre que exclamó: “Creo; ayuda mi incredulidad.” Para mi estaba muy claro que la evidencia del mundo contradecía las palabras de un Apóstol del Señor.
Como diez años después, Harriet y yo casi habíamos olvidado esta promesa profética. Un día, asistimos al Templo de Suiza y Harriet escuchó una conversación entre dos hermanas ancianas de Alemania Oriental. En ese tiempo, solamente a los ancianos se les permitía salir de la República Democrática Alemana para asistir al Templo de Suiza, ya que el régimen estaba seguro que no había riesgo de que escaparan.
Una de estas hermanas ancianas le estaba platicando a su amiga de un mensaje extraño que había recibido esa mañana. Su hijo le informó que pronto se construiría un templo en la ¡República Democrática Alemana!
Harriet me comentó que esta pobre hermana debía estar confundida o se había equivocado por tener el gran deseo de que hubiera un templo en Alemania Oriental. Sentimos lástima por estas hermanas pero a la vez sorpresa cuando les comentamos este incidente a nuestros amigos. Ni siquiera en Alemania Occidental había un templo. ¿Cómo podría la Iglesia edificar un templo en la República Democrática Alemana?
Pocos días después se anunció el Templo en Freiberg.
En junio de 1985, el Presidente Gordon B. Hinckley dedicó en Alemania Oriental el Templo de Freiberg, Alemania como una Casa del Señor. Fue el primer templo tras la Cortina de Hierro. Un templo en una tierra comunista, algo que casi todos (inclusive yo) no creímos que fuera posible durante nuestra vida.
La construcción del Templo en Freiberg es uno de los grandes milagros en la historia de la Iglesia en Europa. Es un magnífico ejemplo de cómo el Señor puede hacer posible lo imposible en cualquier parte del mundo.
La lección aquí es una de mucha importancia: Dios sabe lo que nosotros no. Lo que parece ser imposible para nosotros no es imposible para Él. Lo que nosotros mortales podemos considerar locura; puede registrarse en el libro del cielo como una realidad.
Dios es bueno y fiel, y realiza Su obra de formas que algunas veces no son comprensibles para nuestra mente mortal. Nos pide que tengamos un poco de fe, un poco de paciencia, que creamos. Nos pide que lo busquemos a Él y que creamos en Su palabra.
Estoy convencido que quienes desdeñan la realidad del cielo al final se hallarán en el lado equivocado de la historia.
La Importancia de Guardar Historias
Supongo a todos ustedes les gusta estudiar la historia. Hablarles sobre la importancia de la historia o la conservación de registros sería tanto como querer “llevar búhos a Atenas” o “llevar carbón a Newcastle” o “venderles nieve a los esquimales.”
Como una pequeña variante de lo que dije al principio, permítanme añadir: “Aquellos que no estudian historia están condenados a repetirla, y los que estudian historia están condenados a estar sin poder hacer nada mientras todos los demás la repiten.
Como ustedes saben, el 6 de abril de 1830 se le dio una revelación a José Smith el Profeta en Fayette, Nueva York. Esa revelación se dio en la organización de la Iglesia en la casa de Peter Whitmer padre. Participaron seis hombres que habían sido bautizados. Por voto unánime estas personas expresaron su deseo y determinación de organizar oficialmente la Iglesia. En esta revelación, hay una media frase que tiene gran significado para nuestros comentarios hoy. Dice: “He aquí, se llevará entre vosotros una historia” [19]
Como cinco años después, en febrero de 1835, José Smith se reunió con nueve miembros de los Doce y presentó a ese consejo un tema de mucha importancia. Les dijo que había algo que había aprendido por experiencia y que le causó un profundo pesar. Entonces mencionó:
Es un hecho [que] si ahora tuviéramos todas las decisiones que [hemos hecho] desde el principio de esta obra, sobre puntos importantes de doctrina y sus deberes, no los compartiría por ninguna suma de dinero; pero hemos sido negligentes para llevar minutas de tales cosas, pensando quizás, que no nos beneficiarían mas adelante; pero [si] las tuviéramos ahora, se aclararía casi cada punto de doctrina que pudiera surgir. Pero se ha fallado en esto y ahora no podemos mostrar—con el mismo nivel de poder y autoridad que podríamos hacerlo si las tuviéramos—a la Iglesia ni al mundo las grandes y gloriosas manifestaciones que se nos han dado, para publicarlas a todo el mundo.
José Smith les pidió a los miembros de los Doce que guardaran registro de los eventos y las decisiones importantes. Les dijo que si lo hacían, aun con cosas que pareciera que no valían la pena, que posteriormente “verían que eran de valor infinito, no solamente para sus hermanos, sino que serían un deleite para sus propias almas.” [20]
Habiendo enfatizado esto el Profeta José Smith, ahora yo les agradezco los esfuerzos que hacen para registrar la historia de la Iglesia y de su gente.
Algunas veces sentimos que nuestra vida es rutinaria y trivial. Podríamos decir ¿Que interés tendría mi vida para los demás? Ustedes, que están profundamente involucrados con el registro y la enseñanza de la historia, pueden contestar esa pregunta mejor que yo. Ustedes entienden el valor de los diarios que pudieron parecerles rutinarios y triviales a quienes los escribieron en su tiempo, pero que años después son atesorados y muy apreciados.
Les felicito por todo lo que hacen para guardar la historia de la Iglesia y por sus esfuerzos para animar a otros a guardar un registro de sus vidas y las de sus familias. Esa es una causa que es de gran importancia para la obra de Dios y para Su Iglesia.
Estoy muy agradecido por el trabajo maravilloso que se está haciendo para publicar The Joseph Smith Papers [Los Documentos de José Smith]. El aprender acerca de las luchas y los éxitos reales de los primeros miembros y líderes de la Iglesia, para mí es un proceso que promueve la fe. Necesitamos recordar siempre que la transparencia y la apertura nos libran de los efectos negativos de lo secreto y de los clichés de los rumores que promueven la fe. Jesús les enseñó a los judíos: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” [21] La transparencia y la verdad se complementan la una a la otra. “La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad.” [22]
Una Religión de Aprendizaje
Mis queridos hermanos y hermanas, una de las cosas más fascinantes de esta experiencia mortal es que hay mucho que aprender. Es un sentimiento extraordinario el pertenecer a una Iglesia que no solamente abarca toda la verdad—no importa su fuente—sino que enseña que hay mucho más por venir; que Dios “aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios.” [23] Como resultado, somos humildes a causa de la verdad que tenemos. Entendemos que nuestro conocimiento es un trabajo en progreso; que la hoja que tenemos ante nosotros es tan solo una foto microscópica, parte de un bosque infinitamente lleno de conocimiento fascinante.
Nuestro mundo pequeño—nuestra sección de experiencia—puede ser un reflejo exacto de nuestra realidad; pero, solamente es un átomo infinitesimal en el vasto universo que conoceremos eventualmente. ¡Qué concepto tan glorioso!
¿No es maravilloso el pertenecer a una Iglesia que enseña que el progreso infinito y el conocimiento eterno esperan a quienes entren al sendero del discipulado de Jesucristo y lo siguen con fidelidad y dedicación?
Les deseo lo mejor en este noble esfuerzo de buscar la aventura de registrar y aclarar la historia. No se garantiza que los caminos por los que viajamos sean fáciles o tan siquiera agradables, pero si continuamos en la búsqueda de la verdad, siempre nos llevarán de regreso a la gran verdad; nos conducirán a nuestro Padre Celestial, que es el gran historiador, el gran registrador, el gran Creador, el gran mentor y amigo. De esto testifico y les dejo mi bendición, en el nombre de Jesucristo, amén.
® 2014 por Intellectual Reserve, Inc. Reservados todos los derechos.
Notas
[1] George Santayana, Reason in Common Sense, vol. 1 de Life of Reason; Or, The Phases of Human Progress (Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1905), página 284.
[2] Michael Crichton, Timeline (Nueva York: Knopf, 1999), página 73.
[3] Mosíah 5: 2.
[4] Alma 32:27
[5] Veáse Alma 32.
[6] Marcos 9:24.
[7] Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah (McLean, VA: Macdonald, 1988), páginas 225-226.
[8] Juan 1: 46
[9] 1 Corintios 1:25.
[10] Elders’ Journal, 15 de octubre de 1906, según se citó en “World Religions (Non Christian) and Mormonism: Overview” por Spencer W. Palmer, publicado en Encyclopedia of Mormonism, editado por Daniel H. Ludlow (Nueva York: Macmillan, 1992), 4: 1589.
[11] Artículos de Fe 1: 9.
[12] Isaías 55: 9.
[13] 1 Corintios 1: 27.
[14] Eter 12: 27-28.
[15] 1 Corintios 1: 28-29.
[16] Clifton Fadiman y Andre Bernard, Bartlett’s Book of Anecdotes (Boston: Little Brown and Company, 2000), página 218.
[17] Thomas S. Monson, “Thanks Be to God,” Ensign, mayo de 1989, página 51.
[18] Oración dedicatoria y de re-dedicación para la República Democrática Alemana, hecha por el élder Thomas S. Monson cerca de Radebeul, entre Dresden y Meissen, el 27 de abril de 1975; ver http://
[19] Doctrina y Convenios 21: 1.
[20] “History of Joseph Smith,” Millenial Star, 2 de abril de 1853, páginas 242-243.
[21] Juan 8: 32.
[22] Doctrina y Convenios 96: 36
[23] Artículos de Fe 1: 9.