Ven, sígueme: recursos de aprendizaje para los jóvenes
Matthew O. Richardson
Matthew O. Richardson (matthew_richardson@byu.edu) es profesor de doctrina e historia de la Iglesia en la Universidad Brigham Young (BYU) y es miembro de la presidencia general de la Escuela Dominical.
El 12 de septiembre de 2012, La Primera Presidencia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días anunció que a partir de enero de 2013, se implementaría un nuevo plan de estudios para las organizaciones de los Hombres y Mujeres Jóvenes y para las clases de jóvenes de la Escuela Dominical. [1] Este plan de estudios conocido como Ven, Sígueme, se dio a conocer a la membresía de la Iglesia en una transmisión a nivel mundial en veintitrés idiomas. Una publicación de esta amplitud, alcance y magnitud no tenía precedente en la Iglesia y causó emoción, expectativas y preguntas.
Para entender verdaderamente la importancia del programa de estudios para los jóvenes, es necesario considerar no solamente los eventos que contribuyeron decisivamente a los cambios curriculares sino también el momento oportuno en que se efectuaron. Este punto se enfatizó en una reciente conferencia para mujeres, en la que la Presidencia General de la Sociedad de Socorro invitó a un panel integrado por un Administrador de Seminarios e Institutos, y a oficiales generales de las distintas organizaciones auxiliares para comentar las razones para el programa de estudios para los jóvenes, la forma en que se desarrolló, y la forma en que los padres y los líderes de la juventud podrían usar eficazmente ese nuevo recurso tanto en los salones de clase como en el hogar. [2] Al nuevo curso de estudios para los jóvenes se le comparó con una “tormenta perfecta”—un evento en el cual convergen diversos factores en un momento preciso en el tiempo que crean un resultado de magnitud no usual y sin precedentes—, aunque en este caso no fue destructivo sino productivo. [3] Este artículo compara el desarrollo de Ven, Sígueme a una tormenta perfecta curricular y por lo tanto toma en cuenta los esfuerzos que tienen que ver con el aprendizaje y la enseñanza del evangelio que impactaron el desarrollo del nuevo programa de estudios para los jóvenes, y luego viendo como es que dichos esfuerzos convergieron exactamente en el momento oportuno para crear las posibilidades no usuales y sin precedentes para aprender, enseñar y aplicar eficazmente el evangelio de Jesucristo.
Al considerar la publicación de Ven, Sígueme, algunos se asombran porque se pudo terminar tan pronto y como se acomodó tan bien con otros manuales relacionados como Predicad mi Evangelio, el de Énfasis en la Enseñanza y el Aprendizaje que se usa en Seminarios e Institutos, y El Modelo de Enseñanza usado en la Universidad de Brigham Young—Idaho, o aun con el reciente cambio en la edad para los misioneros. Algunos piensan que la Iglesia organizó con precisión todos los aspectos de estos eventos asombrosos desde su concepción hasta su terminación. Sin embargo, quienes han trabajado en estos proyectos y cambios, sienten que la organización desde el diseño, el tiempo de publicación y la convergencia de estos eventos fue debido a la providencia divina. Por ejemplo, en un seminario reciente para nuevos presidentes de misión, el élder David F. Evans, director ejecutivo del Departamento Misional, explicó que los cambios extraordinarios en la obra misional se han efectuado porque el Señor “ha estado delante de nosotros preparando el camino para estos tiempos extraordinarios.” Luego mencionó que cualquier comentario sobre el reciente cambio en la edad para servir en una misión no estaría completo si no se tomaba en cuenta la mano del Señor en la salida del nuevo programa de estudios para los jóvenes. Dijo: “La presentación de Ven, Sígueme: Recursos de Aprendizaje para los Jóvenes para los Hombres y Mujeres Jóvenes y para las clases de los jóvenes de Escuela Dominical, es la evidencia de que el Señor estuvo al frente del cambio de la edad para los misioneros.” El élder Evans explicó:
Hasta principios del año 2013, los misioneros entraban al campo misional con muy poca o nada de experiencia en ser maestros. Pero eso es lo que deben hacer estos jóvenes y señoritas desde el momento en que salen del CCM [Centro de Capacitación Misional] para empezar a predicar el evangelio. Presidentes y hermanas, piensen por un momento lo que el inspirado nuevo programa de estudio para los jóvenes, recién implementado, hará para la preparación de los misioneros que estarán recibiendo. Bajo este programa, los jóvenes están aprendiendo a enseñar el evangelio de corazón, y lo hacen con frecuencia. Esos jóvenes y señoritas serán misioneros mejor preparados y que enseñarán Su evangelio con confianza, testimonio y fe. [4]
Aunque estos dos acontecimientos están conectados directamente y se compaginan muy bien, originalmente, no fueron ideados para que formaran parte de un todo—al menos, no por quienes trabajaron en estos proyectos—. Cuando el élder Paul V. Johnson, comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia (SEI) y miembro de los Setenta, habló sobre el desarrollo del programa de estudios para la juventud y su relación con el cambio reciente en la edad misional, dijo que, en realidad, el nuevo manual no se preparó “en conexión con el cambio en la edad misional.” El cambio en la edad misional ni siquiera fue parte de las deliberaciones iniciales para cambiar el manual de los jóvenes. El elder Johnson dijo que el nuevo manual se desarrolló primeramente debido a que era evidente que se necesitaba hacer cambios a fin de satisfacer las necesidades cambiantes de la juventud. En retrospectiva, es obvio que el Señor estaba preparando la “tormenta perfecta,” pero al momento de su concepción y en casi todos los casos que tienen que ver con el aprendizaje y la enseñanza del evangelio a través de los años, un departamento o comité no estaba al tanto de las agendas, los calendarios, los resultados previstos, o ni siquiera los proyectos en los que estaban trabajando otros comités o departamentos—al menos no ocurrió así—sino hasta que los eventos empezaron a converger.
Aunque Ven, Sígueme se anunció en el año 2012 y se implementó en enero de 2013, este suceso fue la culminación de décadas de preparar marcos de referencia, modelos, prototipos, métodos, diseños, conceptos, énfasis y materiales curriculares que fueron creados por muchos comités, organizaciones y departamentos diferentes. En ocasiones el pensar que todas esas ideas diferentes pudieran fusionarse en un manual era echar a volar la imaginación. “No creo que esto sea una coincidencia” dijo el élder Johnson al referirse a la convergencia del nuevo manual de los jóvenes y otros eventos relacionados. “Esa es la forma en que trabaja el Señor, . . .—Es como cuando el Señor hace algo—todas las cosas se acomodan en el lugar y momento oportuno, y eso es lo que está sucediendo con esto.” [5] El reconocer la mano del Señor en la publicación de este nuevo manual para los jóvenes simplemente enfatiza el que en verdad ésta es la obra del Señor y que Su obra se “apresurar[á] en su tiempo” (D. y C. 88:73). Teniendo en mente esta perspectiva, es aparente que cada evento a lo largo del proceso—haya sido considerado un éxito o un fracaso en su época—contribuyó a la eventual fusión de ideas y esfuerzos en el momento preciso para crear un resultado no usual y sin precedentes; una “tormenta perfecta” curricular.
Cambiando los tiempos y las Tensiones
Antes del año 1961, cada organización auxiliar era considerada una institución curricular en sí misma. Por tanto, la Escuela Dominical tenía su paquete de cursos, o manuales, como los tenían la Sociedad de Socorro, Las Mujeres Jóvenes, la Primaria y los quórumes del sacerdocio. Cada manual fue ideado, desarrollado y producido de manera aislada por cada organización individual. B. Lloyd Poelman, ex-miembro de la Mesa Directiva General de la Escuela Dominical explicó: “Con el tiempo, surgió el esfuerzo de unir armoniosamente todos los programas y funciones de la Iglesia bajo la dirección del sacerdocio.” [6] El 24 de marzo de 1960, la Primera Presidencia le escribió al Comité General del Sacerdocio: “Nosotros, de la Primera Presidencia hemos sentido por años la necesidad de una correlación entre los cursos de estudio hechos por el Comité General del Sacerdocio. . . y también hemos sentido la urgente necesidad de una correlación de estudios entre las organizaciones auxiliares de la Iglesia.” [7]
Este cambio correlacionado se efectuó en abril de 1961 al formarse el Departamento de Correlación de la Iglesia para asegurar el “uso adecuado y eficaz de los recursos.” [8] Según Harold B. Lee, el objetivo primordial de la correlación de la Iglesia y los cursos de estudio era el “crear un conocimiento del evangelio, el poder de promulgarlo, la promoción del crecimiento, la fe, y un testimonio más fuerte de los principios del evangelio.” [9] Este nuevo departamento puso un final eficaz al que cada organización auxiliar creara sus propios materiales y cursos de estudio y estableció los cimientos para el desarrollo curricular para los siguientes cincuenta años.
El Departamento de Correlación estableció tres comités designados a la supervisión de los cursos de estudio para los niños, los jóvenes y de los adultos en la Iglesia. Los esfuerzos de esos comités eran guiados por el “Libro Azul,” un documento usado para correlacionar qué temas del evangelio se le enseñarían a cada grupo de edad. [10] Además, se desarrolló “una gráfica para la planificación de los cursos de estudio” que contiene diez categorías principales con 245 temas del evangelio. Esta gráfica delineó no solamente qué principios y doctrinas se enseñarían a cada grupo de edad, sino también el cuando se enseñarían. [11] Fue obvio que el preparar los cursos de estudio para la Iglesia no sería una propuesta de “prueba o error” según lo explicó Carlos E. Assay, sino más bien un proceso organizado y complicado para preparar “un estudio equilibrado, progresivo y sistemático. . . para los niños y la juventud de la Iglesia.” [12] El élder Assay ilustró los complicados detalles del proceso al explicar:
Si viéramos las gráficas para la planificación de los cursos de estudio para saber cómo y cuando se enseñaría el primer principio del evangelio—la fe en el Señor Jesucristo— sabríamos rápidamente que diecisiete lecciones se han dedicado a este principio en los cursos para los niños. Las gráficas nos indicarían también que en los cursos para los jóvenes hay veintiún lecciones que tienen este principio como el tema principal y otras ocho lecciones lo tienen con un énfasis menor. Las gráficas de planificación indican el grado de dificultad, los objetivos de la lección, los materiales de apoyo, el grupo de edad al que se dirigen, y la organización que enseña dicho principio. [13]
Del año 1961 hasta el 2010, el contenido de todos los manuales para Hombres Jóvenes, Mujeres Jóvenes y de la Escuela Dominical se determinó por el Libro Azul y las extensas gráficas para la planificación de los cursos de estudio. Aunque el contenido de los cursos de estudio para los jóvenes durante todo ese tiempo se mantuvo sin cambios esenciales, empezaron a surgir las presiones para que se consideraran cambios en los manuales.
Quizás la primera presión significativa para cambiar los cursos para los jóvenes ocurrió en el año 1980. En un esfuerzo para “dejar más tiempo a los miembros de la Iglesia para el estudio personal del evangelio, para dar servicio a los demás y para otras actividades importantes,” se presentó un nuevo horario consolidado de reuniones. [14] El nuevo horario causó incongruencias logísticas que causaron tensiones con los cursos existentes para los jóvenes. Esto se debió primordialmente a la decisión de usar los materiales de clases existentes para el nuevo horario. Por tanto, los maestros sufrían para enseñar un curso diseñado para un marco de referencia ya obsoleto. Esto fue particularmente problemático para las Mujeres Jóvenes. Antes de 1980, las Mujeres Jóvenes se reunían durante la semana en vez de hacerlo en domingo. Por tanto, muchos de los cursos de las Mujeres Jóvenes enfatizaban las actividades para el mejoramiento personal en lugar del nuevo énfasis en los “temas del domingo, o temas espirituales” que se enfocan más en la comprensión de las doctrinas de la restauración. Otro problema fue que los cursos existentes solamente tenían veintidós lecciones—menos de la mitad—de las que se necesitan para un año curricular completo. Para compensar esa diferencia, se instruyó a las líderes y maestras de las Mujeres Jóvenes para que crearan sus propias lecciones de otros materiales de la Iglesia de acuerdo a la necesidad. [15] Aún con la tensión importante creada por los cambios en el horario y el formato de las reuniones, solamente se efectuaron cambios menores en los materiales curriculares para los jóvenes durante las siguientes décadas. Sin embargo, de hecho, la tensión dificultó—pero no lo hizo imposible—ignorar la necesidad de un nuevos curso de estudios para los jóvenes.
Revitalizar la Enseñanza en la Iglesia
El élder Dallin H. Oaks explicó que para los años 1990, la Primera Presidencia empezó a enfatizar la necesidad de “revitalizar la enseñanza en la Iglesia.” Elder Oaks dijo que la Primera Presidencia desafió al Quórum de los Doce para que dirigiera ese encargo con la ayuda de los Setenta. [16] Durante esa época los líderes de la Iglesia expresaron su preocupación de que los cursos y los materiales de estudio eran muy complejos y que los programas y materiales caros impedían el crecimiento del evangelio por todo el mundo. [17] Como resultado, los líderes de la Iglesia empezaron a reducir y simplificar los cursos de estudio, los programas y los materiales.
La filosofía para desarrollar los cursos de estudio de la Iglesia también estuvo cambiando durante esa época. Por ejemplo, al preparar los programas curriculares anteriores, se sintió que los cursos deberían enfocarse primariamente en edificar y promulgar el conocimiento del evangelio. En el año 1991, el Departamento del Sacerdocio, bajo la dirección del Quórum de los Doce, empezó a cambiar ese enfoque para crear programas de estudio que “ayudaran a los individuos y a las familias a: reconocer a Jesucristo como su Salvador; a seguir Su ejemplo de servicio, amor, y rectitud; a perfeccionar sus vidas y prepararlos para hacer y guardar convenios sagrados; a recibir las ordenanzas del evangelio; y a perseverar en fidelidad a fin de disfrutar todas las bendiciones de la exaltación.” [18] Esto ocasionó el nuevo enfoque en el proceso de la enseñanza y del aprendizaje más que en diseminar información e impartir conocimiento, según se evidencia en los acontecimientos siguientes.
La Enseñanza: El Llamamiento Más Importante
La Iglesia trabajó durante varios años en la revisión de un manual del año 1978 titulado: La Enseñanza: El Llamamiento más Importante. En preparación para su nueva publicación en 1999, el élder Jeffrey R. Holland invitó a todos los miembros a “Que magnifiquemos la experiencia de la enseñanza en el hogar y en la Iglesia, y mejoremos nuestra labor para edificar e instruir.” [19] El nuevo manual La Enseñanza: El Llamamiento más Importante se convirtió en la “guía” para la enseñanza del evangelio desde entonces hasta ahora. Una de las contribuciones importantes de La Enseñanza: El Llamamiento más Importante para revitalizar la enseñanza del evangelio fue el nuevo énfasis en las funciones y las responsabilidades tanto del maestro como del alumno. Por ejemplo, La Enseñanza: El Llamamiento más Importante declara: “Al saber que las personas son responsables de aprender el evangelio, alguien podría preguntar: ¿Cuál es el papel de los maestros? Ayudar a las personas para que acepten la responsabilidad de aprender el evangelio—despertar en ellos el deseo de estudiar, entender y vivir el evangelio—y mostrarles como hacerlo.” [20]
El Énfasis en Enseñar y Aprender
Independientemente, otras entidades de la Iglesia también estaban considerando la relación entre el aprendizaje y la enseñanza. Por ejemplo, en marzo del 2000, el Consejo Ejecutivo Misional organizó un comité llamado: El Comité de Trabajo de los Programas de Estudio Misionales, para que revisaran “los diversos programas misionales para poder revitalizarlos y mejorarlos.” [21] Ese y otros comités exploraron una amplia gama de las actividades misionales, que incluyeron la preparación, la madurez, las capacidades de los misioneros jóvenes para aprender y enseñar el mensaje del evangelio. El élder Richard G. Scott, miembro del Consejo Ejecutivo Misional, le pidió a Paul V. Johnson, el comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia (SEI) que buscara la forma en que los Seminarios podrían ayudar a los jóvenes a entender mejor las doctrinas del evangelio y, a la vez, mejorar su capacidad para presentar esas doctrinas a otras personas. [22] Casi de inmediato, el SEI comenzó a explorar las maneras de mejorar tanto la enseñanza como el aprendizaje en los Seminarios e Institutos. Como resultado de esos esfuerzos, el SEI presentó en el año 2003 The Current Teaching Emphasis. Este resaltó varios nuevos enfoques y ajustes ideados “para ayudar a los estudiantes a aprender a explicar, compartir, y testificar las doctrinas y los principios del evangelio restaurado” al darles “la oportunidad de hacerlo entre ellos mismos en las clases.” [23]
Predicad Mi Evangelio
Mientras el SEI estaba implementando el Current Teaching Emphasis, El Consejo Ejecutivo Misional continuó con sus esfuerzos de evaluación de la preparación misional, la capacitación y la habilidad de enseñar el evangelio eficazmente. En el año 2002 el élder M. Russell Ballard fue asignado como el Director del Consejo Ejecutivo Misional y empezó a pedir que se llamara a “la generación más grandiosa de misioneros que haya existido en la historia de la Iglesia.” Su entusiasmo y su forma apremiante reflejaron la creciente necesidad de hacer cambios en la forma en que los misioneros aprenden y enseñan el evangelio. El élder Ballard explicó que los misioneros del futuro necesitaban estar preparados antes de que recibieran sus llamamientos. Dijo: “no podemos enviarles a una misión para que se reactiven, se reformen o para que obtengan un testimonio; simplemente no tenemos tiempo para eso.” El élder Ballard desafió fervientemente a los hombres y mujeres jóvenes a que “se superen, que estén a la altura de lo que pueden llegar a ser y que estén plenamente preparados para servir al Señor.” [24] Dos años más tarde, después de investigar, observar, poner nuevas normas misionales, de enfatizar las doctrinas del evangelio, y de subrayar la conexión entre el aprendizaje y la enseñanza del evangelio, un nuevo manual misional titulado Predicad Mi Evangelio se publicó en el año 2004.
Una Revolución Pendiente en los Cursos para los Jóvenes
Aunque los programas de estudio de los seminarios, los institutos, y de los misioneros estaban cambiando rápidamente, los cursos para los jóvenes siguieron sin cambios. Sin embargo, las cambiantes ataduras filosóficas y prácticas para desarrollar cursos, ya estaban influyendo en el Departamento de Cursos de Estudio, y empezaron a surgir algunos cambios sutiles. Por ejemplo, en agosto de 2003, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles aprobaron que se formara un comité para desarrollar y producir nuevos cursos de estudio para los quórumes del Sacerdocio de Aarón y para las Mujeres Jóvenes. [25] Aunque en el pasado se han formado muchos comités para desarrollar y escribir materiales curriculares, hubo varias cosas asociadas con este comité que son notablemente diferentes y que ilustran el enfoque cambiante al desarrollar los cursos de estudio para las organizaciones auxiliares. Este nuevo comité consistió de seis mujeres y seis hombres, siendo la primera vez que se hacía un esfuerzo de colaboración de esta magnitud entre las dos organizaciones auxiliares. También pareció que a este comité se le daría mayor amplitud y flexibilidad con sus tareas que lo que se había permitido en el pasado. Por ejemplo, cuando el comité recibió orientación del élder Jay E. Jensen, miembro de los Setenta y director del Departamento de Cursos de Estudio, y otros líderes de las organizaciones auxiliares, se les dijo que un nuevo programa de estudio para los jóvenes era esencial para satisfacer las necesidades de la juventud y para ayudarles a vencer los desafíos que enfrentan. [26] Al comité se les dijo que esa asignación exigiría más que simplemente pensar más allá del cuadro; que se requería una “revolución” en el desarrollo de cursos de estudio. [27] Tomando en cuenta el estricto proceso para desarrollar cursos de estudio que se implementó en el año 1961, este punto de vista era nuevo definitivamente. El comité tomó muy en serio este encargo y trabajaron durante tres años en un esfuerzo por crear un solo manual que sirviera para los Hombres Jóvenes y para las Mujeres Jóvenes. Entre otras cosas, el comité sugirió ideas para que se usaran las revistas y la Internet para proporcionar los materiales curriculares y asegurar que los materiales siempre serían nuevos y estarían actualizados. Sin embargo, después de tres años fue disuelto el comité sin que hubieran logrado hacer cambios tangibles a los materiales curriculares de los jóvenes. Es obvio que la revolución que se tenía en mente, no iba a ser repentina, pero al menos, los cambios en la forma de pensar acerca del desarrollo del estudio del evangelio, parecía que estaba ganando importancia.
El Modelo de Aprendizaje en BYU–Idaho
La necesidad de cambio recibió otro estímulo de la Universidad de Brigham Young en Idaho (BYU–I) y llegó sin ninguna coordinación entre el SEI, el Departamento Misional, o el Departamento de Cursos de Estudio. El 6 de junio de 2005, Kim B. Clark fue presentado como el nuevo presidente en BYU–I, y el día de su inauguración recalcó la necesidad de pensar acerca de la educación. El presidente Clark dijo: “El desafío que enfrentamos es el de crear experiencias de aprendizaje más poderosas y efectivas en las cuales los estudiantes aprendan por la fe. Esto requiere, pero no se limita a, enseñar por el Espíritu. Para aprender por la fe, los estudiantes necesitan las oportunidades para actuar. Algunas de esas oportunidades vendrán en un programa de actividades más fuerte y eficaz en el cual los estudiantes participen más ampliamente, se guíen y se enseñen unos a otros. Algunas ocurrirán en las aulas, en las que los estudiantes preparados, ejerciendo la fe, salgan más allá de la luz que ya tienen, para hablar, contribuir y para enseñarse unos a otros.” [28] Solamente dos años después de su inauguración, el presidente Clark presentó un “modelo de aprendizaje” centrado en una participación pro activa y comprometida y que posteriormente fue descrito como “un aspecto determinante de la experiencia en BYU–I.” [29] Según BYU–I “el Modelo de Aprendizaje fue creado para profundizar las experiencias de aprendizaje de los estudiantes de BYU–Idaho” al capacitarlos para “aceptar una responsabilidad mayor en su propio aprendizaje y para enseñarse unos a otros.” [30]
Capacitación a Nivel Mundial
Justo cuando el modelo de aprendizaje de BYU-I se estaba implementando, los oficiales presidentes de la Iglesia había determinado de manera independiente que la enseñanza y el aprendizaje serían el tema de la Capacitación a Nivel Mundial para el año 2007. Según el élder Holland, ésta era una indicación de la prioridad continua que los oficiales Presidentes le dan al tema del aprendizaje y la enseñanza en la Iglesia. El élder Holland explicó que: “Todos comprendemos que el éxito del mensaje del Evangelio depende de que se enseñe, se comprenda y luego se viva de tal forma que la promesa de felicidad y salvación que nos brinda pueda hacerse realidad.” [31] En la Capacitación a Nivel Mundial, el Presidente Boyd K. Packer habló sobre la necesidad de enfocarse más en el intercambio que ocurre entre el maestro y el alumno, dijo: Gran parte de la enseñanza en la Iglesia se efectúa de manera tan rígida que es un sermón. En la sala de clases no se responde bien a los sermones. Esto se hace en las reuniones sacramentales y en las conferencias. Pero la enseñanza puede ser interactiva, para que usted pueda hacer preguntas” [32] Durante la capacitación el élder Holland abundó más sobre esta relación al indicar que en la enseñanza del evangelio hay que poner primero al alumno, o como él lo explicó: “estamos enseñando a personas, no temas en sí. [33] Esta frase, prendió el interés de los alumnos y de los maestros del evangelio y llegó a ser una especie de lema para los diseñadores y elaboradores de los cursos de estudio. Hoy es muy común escuchar en casi todas los escenarios de enseñanza del evangelio algo como: “enseña a las personas, no lecciones.”
Manual de Instrucciones 2: La Administración de la Iglesia
A medida que el énfasis en la relación entre el aprendizaje y la enseñanza se habría paso hacia más proyectos y departamentos de la Iglesia, parecía que al movimiento le faltaba un apoyo institucional. Tal apoyo ayudaría a legitimizar, dirigir y hasta animar el cambio de ideas que tenían que ver con el aprendizaje y la enseñanza del evangelio en toda la Iglesia. De hecho eso sería esencial para crear un nuevo programa de estudios para los jóvenes. Los principios, las políticas y los procedimientos para administrar los quórumes y las organizaciones auxiliares de la Iglesia se encuentran en los manuales de la Iglesia. La Iglesia empezó a trabajar en el año 2007 en la actualización del Manual 2. Cuando el Manual 2: La Administración de la Iglesia se publicó en el año 2010, mostró un cambio oficial e institucional al enfatizar la relación crucial entre el aprendizaje y la enseñanza del evangelio. Por ejemplo, en manuales anteriores las instrucciones, los principios y las directrices que tenían que ver con “la enseñanza” se centraban exclusivamente en el maestro y el acto de enseñar. Como resultado, el papel del alumno y del aprendizaje fue minimizado involuntariamente. Al revisar los manuales, hubo un esfuerzo intencional para resaltar la relación entre el aprendizaje y la enseñanza. Esto dio como resultado que más de 25 referencias relativas al acto o proceso de enseñar fueran cambiadas de manera intencional para enfatizar que el aprendizaje es inseparable de la enseñanza. Por ejemplo, más que hablar acerca de “los esfuerzos para mejorar la enseñanza del evangelio” el texto del manual se cambió para que diga: “los esfuerzos para mejorar el aprendizaje y la enseñanza del evangelio.” [34] Mientras que estos cambios pueden parecer sutiles para algunos, muchos de quienes trabajaban en el nuevo programa de estudios para los jóvenes indicaron después que ese cambio institucional en el Manual 2 fue un evento importante que creo una oportunidad legítima para poder desarrollar y producir Ven, Sígueme.
El Comité Para Cursos de los Jóvenes
Los manuales de instrucciones no fueron la única evidencia del apoyo administrativo y de la motivación para cambiar la manera en que se podría enseñar el evangelio. Por ejemplo, para agosto de 2009 estaba claro que los oficiales presidentes de la Iglesia estaban fomentando eso con una renovada intensidad. En esa época, el élder Robert D. Hales fue designado por segunda vez como el director ejecutivo del Comité Ejecutivo del Sacerdocio y comentó la visión y la pasión de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce para revitalizar la enseñanza en la Iglesia y para fortalecer el compromiso y la conversión de la juventud. Tanto el élder Hales como su director ejecutivo asociado, el élder Neil A. Anderson, estaban dedicados a hacer lo que fuera necesario para impulsar esta causa. [35] El élder Neil A. Anderson le pidió al élder Bruce C. Hafen, director ejecutivo del Departamento del Sacerdocio, que formara un comité ad hoc para investigar las formas de aumentar la efectividad en los cursos de estudio para los jóvenes. Al igual que al comité formado en el año 2004, a este nuevo comité se le instruyó para que pensaran más allá del modus operandi tradicional en la elaboración de los cursos de estudio. El élder Hafen le pidió al élder Paul B. Pieper que presidiera el nuevo comité y Russel T. Osguthorpe, Presidente General de la Escuela Dominical, fue designado como el Director. Ese comité incluía a Elaine S. Dalton, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, y a David L. Beck, Presidente General de los Hombres Jóvenes. Esta fue la primera vez que los tres presidentes de las organizaciones auxiliares que atendían a los jóvenes fueron incluídos en el mismo comité para que en conjunto consideraran un nuevo manual para los jóvenes. En muy poco tiempo ya estaban participando también en ese proceso los representantes de Seminarios e Institutos y personal del Departamento de Cursos de Estudio. Al hablar acerca de la composición de este nuevo comité, Elaine S. Dalton dijo: “Tiene mucho sentido que la Escuela Dominical, los Hombres Jóvenes, las Mujeres Jóvenes, y los Seminarios, así como los padres, estén trabajando juntos. Todos estamos trabajando con los mismos jóvenes.” [36]
La Unificación en Propósito
Algo más asombroso que la composición revolucionaria de este nuevo comité, fue el profundo sentido de unidad que sintieron los participantes. David L. Beck comentó: “Hubo un sentimiento general de que debíamos avanzar juntos en esto y ver lo que podríamos hacer conjuntamente. No era que la Escuela Dominical estuviera haciendo algo, o solo las Mujeres Jóvenes, o solo los Hombres Jóvenes; . . . éste debería ser un esfuerzo colectivo. Hubo un gran poder. . . mucha unidad. A lo largo del proceso sentí que no es una sola organización sino que todos lo sentimos desde el principio, que había algo que podemos hacer colectivamente y que sería más fuerte si lo hacíamos.” [37] En enero de 2010 el comité empezó a usar los esfuerzos e ideas de las presidencias y las mesas directivas de los Hombres Jóvenes, las Mujeres Jóvenes, la Escuela Dominical, de los directores ejecutivos del Departamento del Sacerdocio, y del personal del Departamento del Sacerdocio y del Departamento de Curso de Estudios. Todos los participantes están de acuerdo en que la forma en que se desarrolló este manual fue muy diferente a los esfuerzos anteriores, y la mayoría diría que la unidad del grupo les habilitó para ver nuevas posibilidades y métodos. Elaine S. Dalton sintió que el producto de la unidad del grupo fue la habilidad de ser dirigidos por el Espíritu y la revelación. Dijo: “Lo que sucedió fue más una experiencia espiritual en la que el Espíritu Santo nos enseñó una manera totalmente diferente de hacer algo. No creo que eso hubiera sucedido si no hubiéramos tenido la unidad que sentimos.” [38] Este grupo central permaneció intacto y se reunieron casi cada semana durante los siguientes tres años.
Unidos en Consejo
La experiencia de reunir a todos los interesados en la juventud para que formaran un consejo y crearan un curso de estudios fue tan impactante que de forma natural se convirtió en un elemento importante en el diseño general de Ven, Sígueme. La guía del nuevo manual señala: “Ayudar a la juventud para que se convierta, requiere los esfuerzos combinados de los padres, los líderes, los asesores, y los maestros, incluso del seminario.” [39] David L. Beck dijo: “Hay poder en los consejos; lo sabemos y lo vimos en la implementación.” [40] Por tanto, Ven, Sígueme anima a los padres, a los líderes y especialmente a los maestros de los jóvenes a que “se reúnan en consejo al tratar las necesidades de los jóvenes.” Se les anima a encontrar maneras para abundar en lo que aprenden en el hogar, en el seminario, y en la Iglesia. Tales consejos se pueden efectuar en las reuniones de liderazgo (el consejo de barrio, el comité del obispo para la juventud, las reuniones de presidencias, o en las clases para mejorar el aprendizaje y la enseñanza del evangelio), y en reuniones informales antes o después de los servicios, o por comunicaciones electrónicas (teléfono, e-mail, etc). “Cuando los vimos cambiar de hablar acerca de las lecciones a aconsejarse acerca de cómo podemos tocar una vida” dijo Elaine S. Dalton, “allí fue cuando en realidad [reunirse en consejo] tuvo el poder.” [41]
Un Enfoque Centrado en la Conversión
La unidad del comité fue de vital importancia al empezar a considerar la estructura y el contenido del futuro manual. Hubiera sido muy fácil para cada organización auxiliar el concentrarse exclusivamente en sus propias agendas o en defender los programas ya existentes o los nuevos específicos de su organización. Pero las organizaciones auxiliares estaban intensamente concentradas en crear un fundamento singular para el programa de estudios de los jóvenes en base a los consejos de los líderes presidentes en la Iglesia. Por ejemplo, el élder Henry B, Eyring enseñó: “El evangelio puro de Jesucristo debe penetrar en el corazón de los jóvenes por el poder del Espíritu Santo.” Y explicó: “Nuestra meta debe ser que se conviertan al verdadero evangelio restaurado de Jesucristo mientras sean jóvenes.” [42] Tales declaraciones, o sentimientos, han sido comunes entre los líderes que presiden la Iglesia durante las últimas décadas. Recientemente, las autoridades presidentes han estado enfatizando el “verdadero crecimiento” más que solo el aumento en el número de miembros. “Cuando hablamos del verdadero crecimiento, dijo el élder Oaks, “hablamos de lo que sigue al bautismo de una persona en la Iglesia .” [43] Y es muy claro que lo que debe seguir es que cada persona tenga una conversión personal profunda al evangelio de Jesucristo. El élder L. Tom Perry señaló: “La conversión debe suceder dentro del alma y el corazón de cada persona.” [44]
El enfoque en el verdadero crecimiento y de la conversión personal les fue reforzado en gran manera a las Presidencias Generales de las organizaciones auxiliares cuando los élderes Robert D. Hales y Neil A. Anderson fueron llamados al Comité Ejecutivo del Sacerdocio en el año 2009. Por ejemplo, al reunirse con las presidencias de las organizaciones auxiliares, el élder Hales recalcó la necesidad de que el evangelio llegara al corazón de la gente cuando invitó a quienes estaban presentes en la reunión a que buscaran en las escrituras la evidencia de personas y pueblos que experimentaron la conversión; y les pidió que cuando la encontraran identificaran que fue lo que causó la conversión personal en cada situación. A todos los miembros de las presidencias se les pidió que reportaran sus hallazgos al élder Hales durante la siguiente semana. Esta experiencia imprimió, en todos los que estarían trabajando en el mejoramiento del aprendizaje y la enseñanza, el enfoque en el proceso de la conversión personal. Al tomar en cuenta este ejemplo, no es de sorprender que el élder Craig C. Christensen, miembro de los Setenta y en esa época el director ejecutivo del Departamento del Sacerdocio, haya dicho que uno de los factores clave en el desarrollo y la producción del nuevo curso de estudio para los jóvenes fue el liderazgo inspirado y apasionado del élder Hales. [45]
Desde el principio, el centro de Ven, Sígueme fue un enfoque intenso en la conversión personal. Russell T. Osguthorpe, el presidente general de la Escuela Dominical, dijo: “Los nuevos recursos de aprendizaje para los jóvenes tienen una meta central: ayudar a los jóvenes a convertirse al evangelio de Jesucristo.” [46] Aunque la conversión pudiera haber sido el resultado buscado de todos los manuales del evangelio en el pasado, el enfoque real de las lecciones fue mayormente el impartir conocimiento del evangelio. Con respecto al diseño del nuevo curso de estudio, Russell T. Osguthorpe dijo: “Queríamos enseñar para la conversión y no solamente aumentar su entendimiento de la doctrina. Si solamente aumentamos el conocimiento, eso no es suficiente. Es más difícil para los jóvenes salir y vivirlo a menos que estén convertidos a ella.” [47] Para octubre del 2010, el objetivo del nuevo curso de estudios se reportó como: “Ayudar a los jóvenes a que sean discípulos convertidos del Salvador durante toda la vida por medio de aprender y enseñar activamente las doctrinas del evangelio, y usarlas para enfrentar los desafíos de sus vidas diarias.” [48]
Las Doctrinas del Evangelio Restaurado: El Centro de Ven, Sígueme
Quienes trabajaron en Ven, Sígueme desde el principio acordaron enfáticamente que el nuevo curso debería ayudar a los jóvenes a satisfacer los desafíos actuales, las necesidades, y las preguntas de sus vidas diarias. Por tanto, no fue sorpresa que los títulos de los nuevos lineamientos de aprendizaje de Ven, Sígueme fueran preguntas que los jóvenes pudieran hacer. Sin embargo, en vez de confiar en las respuestas populares o en los consejos a las preguntas que tienen que ver con los asuntos contemporáneos, fue obvio que el nuevo curso de estudios para los jóvenes necesitaba un poder permanente que pudiera cambiar, facilitar y hasta apoyar las actitudes, los sentimientos, y las conductas productivas de los jóvenes. Las enseñanzas del élder Boyd K. Packer y de otros líderes impactaron las primeras deliberaciones para un nuevo curso: “La doctrina verdadera, si se comprende, cambia las actitudes y la conducta,” enseñó el élder Packer. “El estudio de las doctrinas del evangelio mejorará la conducta más rápido que un estudio sobre la conducta mejorará el comportamiento.” [49] El élder David A. Bednar también habló de este principio cuando dijo: “Como miembros de la Iglesia tendemos a enfocarnos en las aplicaciones. Pero cuando aprendemos a preguntamos ¿Qué doctrinas o principios, si se entienden, ayudarían en este desafío? llegamos a comprender que las respuestas siempre están en las doctrinas y los principios del evangelio.” Y agregó: “Siendo que la doctrina verdadera, si se entiende, cambia las actitudes y el comportamiento, entonces: ¿Qué doctrinas y principios, si se entienden, nos ayudarán a ti o a mí para vivir mas de acuerdo con lo que sabemos que es verdadero?” [50] Con este tipo de consejo profético como guía desde las primeras deliberaciones del comité y siendo la conversión personal el objetivo principal, fue obvio que la estructura y el contenido central del futuro curso de estudios para los jóvenes se enfocaría en las doctrinas básicas del evangelio de Jesucristo. Como resultado, el Comité identificó nueve doctrinas claves para que formaran el núcleo del curso: (1) La Deidad, (2) El Plan de Salvación, (3) La Expiación de Jesucristo, (4) La Dispensación, la Apostasía y la Restauración, (5) Los Profetas y la Revelación, (6) El Sacerdocio y las Llaves del Sacerdocio, (7) Ordenanzas y Convenios, (8) El Matrimonio y la Familia, y (9) Los Mandamientos. [51] En un esfuerzo sostenido para establecer una experiencia unificada para los jóvenes, Seminarios e Institutos adoptó para el año 2012 las mismas nueve doctrinas como la base para su Teaching and Learning Emphasis. [52] Tampoco es de sorprender que las mismas nueve doctrinas centrales sean el fundamento de Predicad Mi Evangelio.
Al comentar sobre la fuerza doctrinal de Ven, Sígueme, Russell T. Osguthorpe dijo: “Lo grandioso de éste [el curso] es que ellos [los jóvenes] están hablando acerca de la doctrina. . . las doctrinas centrales del reino.” [53] David L. Beck añadió: “Yo creo que una de las cosas que los Hermanos deseaban y apreciaron realmente era el poder adentrar en las doctrinas y permitir que realmente penetraran profundamente en sus corazones. En lugar de tener un curso de una milla de largo y una pulgada de profundidad, lo centramos en las doctrinas claves.” [54] Para aumentar las oportunidades para la profundidad doctrinal, Ven, Sígueme fue diseñado para enfocarse en una sola doctrina cada mes, la cual coordinaría el aprendizaje del evangelio por toda la Iglesia y en los hogares. Cada unidad doctrinal contiene más lineamientos de aprendizaje de los que se puedan enseñar en un mes, por lo que los líderes del barrio, los maestros, los padres y hasta los jóvenes deben reunirse en consejo para determinar cuales bosquejos satisfacen mejor las necesidades de los jóvenes. Este diseño brinda flexibilidad en el curso de estudios al permitir que los alumnos y los maestros usen más de una semana, si fuera necesario, en un bosquejo.
Aunque la conversión doctrinal fue el núcleo en el diseño del manual para los jóvenes, se decidió también que no debían ignorarse los propósitos de la familia, Hombres Jóvenes, Mujeres Jóvenes, Escuela Dominical y del seminario. Por ejemplo, siendo que la familia tiene la responsabilidad primordial de enseñar y preparar a sus hijos para la vida eterna (D. y C. 68:25–28), Ven, Sígueme fue diseñado intencionalmente para ser los “recursos de aprendizaje para los jóvenes” para ser usado por los padres al igual que los maestros y asesores. [55] Otras necesidades exclusivas de los jóvenes dieron forma a la estructura y el contenido de Ven, Sígueme. Por ejemplo, los lineamientos de aprendizaje de los Hombres Jóvenes dan oportunidad de dirigir los asuntos del quórum y para animar y apoyarse el uno al otro en los esfuerzos de Mi Deber a Dios. Los lineamientos de las Mujeres Jóvenes le permiten a las señoritas aprender y a vivir de acuerdo con los valores de las Mujeres Jóvenes y las normas de Para la Fortaleza de la Juventud, y avanzar con Mi Progreso Personal. Los lineamientos de la Escuela Dominical se han diseñado específicamente para dar oportunidades a los jóvenes y señoritas y a sus maestros para aprender y enseñar juntos las doctrinas y para fortalecerse unos y otros al vivirlas. Y el papel del Seminario es el ayudar a la juventud a entender, aplicar, explicar compartir y vivir los principios del evangelio que se encuentran en las escrituras.
Enseñar y Aprender: El Núcleo de Ven, Sígueme
Ya que la conversión es tan personal, el crear un “sistema único” para aprender y enseñar no sería muy eficaz para efectuar la conversión. Sin embargo, si se enfocara en los principios comunes para el aprendizaje y la enseñanza que facilitara y habilitara la conversión personal para todos, entonces tal experiencia en realidad podría cambiar vidas. La conversión no es algo que se pueda impartir o simplemente dárse a otra persona, ya que es el producto de los esfuerzos del alumno y de su libre albedrío. El élder David A. Bednar explicó:
El entendimiento espiritual con el que ustedes y yo hemos sido bendecidos, y cuya veracidad se ha confirmado en nuestro corazón, no se puede simplemente dar a nuestros hijos. El precio de la diligencia y del aprendizaje tanto por el estudio como por la fe se debe pagar para obtener y personalmente “poseer” tal conocimiento. Sólo de esa manera lo que se sabe en la mente también se podrá sentir en el corazón. Sólo de esa manera un hijo dejará de depender del conocimiento y de las experiencias espirituales de los padres y adultos y reclamar esas bendiciones para sí mismo. Sólo de esa manera nuestros hijos podrán estar espiritualmente preparados para los desafíos de la vida mortal. [56]
Esto significa que la conversión requiere que tanto el maestro como el alumno actúen sobre la doctrina de Cristo o, en otras palabras, que ejerzan su albedrío. El élder Robert D. Hales enseñó que la conversión es un “proceso” y Russell T. Osguthorpe describió a la conversión como una “búsqueda durante toda la vida para llegar a ser más como el Salvador” y no un “evento de una sola vez.” [57] Por tanto, mientras más oportunidades tengan los alumnos y los maestros para ejercer el albedrío personal; es más probable que se llegue a la conversión personal.
Al hablar acerca de Ven, Sígueme, David L. Beck dijo que el comité entendió desde el principio que las aulas y las vidas serían transformadas si se les daba poder a los jóvenes. [58] Como resultado, se determinó que todos los lineamientos del aprendizaje debían llevar a la juventud a “participar, aprender, enseñar, descubrir y compartir el evangelio;” todos actos del albedrío. [59]
Es muy interesante que algunos líderes, maestros y hasta alumnos, han llegado a la conclusión de que el nuevo curso de estudio para los jóvenes, no es solamente para aumentar la participación o para que los jóvenes participen en las aulas. Aunque el aprendizaje activo es una práctica importante, por si solo no habilita para la conversión personal al evangelio de Jesucristo. En una reunión acerca del aprendizaje y la enseñanza, el élder Bednar señaló: “Quiero ser muy claro al decir, que no estamos haciendo que haya ‘grupos de discusión,’ no estamos usando los tipos de metodologías que se usan en el educación en todas partes del mundo. No se trata de eso. Se trata del albedrío moral. Se trata de actuar y no que se actúe sobre ellos. El plan de felicidad es que podamos aprender de nuestras propias experiencias.” [60] A medida que las personas usan su propio albedrío, surgen las oportunidades para tener experiencias de aprendizaje del evangelio que sean relevantes y cambien su vida. Queda claro que cada maestro del evangelio tiene la responsabilidad de presentar las doctrinas del mensaje del evangelio (D. y C. 88:77) y que deben presentar tales doctrinas en forma tal que el Espíritu Santo pueda guiar a los alumnos a actuar en esas doctrinas (2 Nefi 33: 1–2). El élder Bednar explicó que “un maestro de pie y hablando, puede entregar mucha cosas hasta aquí [señaló a su corazón], pero no es hasta que invitamos al alumno a actuar, que éste lo empieza a invitar a que entre.” [61] Llevar una verdad del evangelio al corazón de un alumno e invitándole a que actúe sobre esa verdad es a lo que el élder Bednar llamó: “el rango completo de la enseñanza.” [62] De acuerdo con el élder Richard G. Scott, cuando un alumno acepta la invitación para actuar “es ejercer el albedrío que permite que el Espíritu Santo le comunique un mensaje personalizado y adecuado a sus necesidades personales.” Luego el élder Scott explicó: “El crear una atmósfera de participación aumenta la probabilidad de que el Espíritu enseñe lecciones más importantes de las que usted puede comunicar.” [63] Por tanto, cada guía de Ven, Sígueme fue designada intencionalmente para presentar oportunidades diferentes para que el alumno use su albedrío. Esto puede cambiar la experiencia y el resultado en el aula y en el hogar. “En lugar de un clase llena de alumnos,” señaló David L. Beck, “tenemos una clase de alumnos y todos ellos son maestros.” [64]
Mientras los participantes en el desarrollo de Ven, Sígueme, examinaban las mejores formas de enseñar el evangelio, o en otras palabras, de ayudar a los alumnos a aprender el evangelio por ellos mismos, hubo ciertas características del aprendizaje y de la enseñanza que salieron a luz rápidamente. El élder Boyd K. Packer dijo: “Cuando empezamos a analizarnos a nosotros mismos y a buscar las formas de mejorar como maestros, ¿cuál es el mejor modelo que podemos encontrar?” Y continuó: “¿Qué mejor estudio podríamos emprender que el de analizar nuestros ideales, metas y métodos y compararlos con los de Jesucristo? [65] Cuando se le preguntó a Russell T. Osguthorpe si Ven, Sígueme es solamente una nueva forma de enseñar, contestó: “Esta no es una nueva manera de enseñar, es la forma en que el Salvador enseñó el Evangelio,” [66] Elaine S. Dalton agregó: “Sabemos que la gente en la Iglesia conoce al Salvador. Saben como es. Será más fácil decir, “Ven, Sígueme.” [67] Al empezar a probar el curso de estudios, el élder Craig C. Christiensen recordó que el concepto de “enseñar como enseñó el Salvador” fue entendido muy fácilmente sin importar la cultura, el entendimiento doctrinal, o la experiencia en la enseñanza.” [68] Como resultado, “Enseñar a la Manera del Señor” llegó a ser el marco de referencia para el cómo deben enseñar para la conversión los maestros del evangelio. Tras su publicación en el año 2013, se les dijo a los maestros que su “llamamiento sagrado” era “enseñar como enseñó el Salvador” y se les prometió que al enseñar de esta manera “llevaría a la conversión; que es la meta final de [su] enseñanza. [69] A medida que se les enseña a los jóvenes a la manera del Salvador, su dedicación al evangelio aumenta al aprender y enseñar de formas significativas. “Cuando [esto] ocurre, suceden cosas asombrosas,” dijo, Craig C. Christensen al hablar de Ven, Sígueme. [70]
Resulta interesante el que quizás el mejor contenido del curso de estudios, no se encuentre para nada en los materiales curriculares. David L. Beck señaló: “Una vez que los jóvenes participan, y que se señala el aprendizaje activo, una vez que ellos empiezan a compartir con los demás sus historias y testimonios, ellos crean el contenido.” [71] Así que, en vez proveer material ilustrativo, relatos, y ejemplos en las guías de estudio, la estructura de Ven, Sígueme depende de los padres, de los maestros, y especialmente de los alumnos para que provean sus propias ilustraciones, ejemplos y relatos. Esto no quiere decir que el nuevo manual para los jóvenes carece de dirección, ayudas o sugerencias. En verdad, la estructura del curso de estudio fue elaborada cuidadosamente para invitar a las personas a que encuentren conexiones personales al entender, compartir y vivir las doctrinas del evangelio. El hermano Beck explicó: “No hemos llenado el manual con historias que vengan de Salt Lake. Hemos invitado a quienes enseñan y a quienes aprenden. . . . [a] que compartan sus relatos. Y es edificante cuando alguien dice su historia.” [72] De acuerdo con las escrituras, cuando se llama a un maestro se le promete la bendición de la enseñanza y cuando a todos (alumnos y el maestro) se les da el mismo privilegio de hablar y escuchar (D. y C. 88:122). Sin embargo, el maestro asignado, debe guiar adecuadamente. David L. Beck sugirió que aunque “Ven, Sígueme es el nombre del manual; es también el encargo para que los maestros inviten a sus estudiantes a seguirles.” Y entonces invitó a todos los maestros a “asegurarse de vivir estas doctrinas y aplicar el evangelio por completo en su vida.” [73] A medida que los padres, los líderes, los maestros, y los alumnos reconozcan la influencia del evangelio en sus propias vidas, estudien las doctrinas, y aún más importante, que vivan el evangelio, llegan a ser testigos poderosos de la verdad porque eso le permite al Espíritu Santo enseñar y testificar sin restricciones. [74]
Implementando Ven, Sígueme
Las nuevas ideas y los diseños para el manual surgieron en etapas. Para febrero de 2010 se propuso crear un acercamiento comprehensivo para el aprendizaje y la enseñanza de los jóvenes que “llegara a los corazones y a la conducta” de la juventud. [75] En agosto de 2010, se propuso un “pre-piloto” para probar un nuevo curso que se enfocaba en “ayudar a los jóvenes a ejercer su albedrío al aprender, enseñar y vivir las doctrinas del evangelio de Jesucristo.” [76] Se esperaba que esta propuesta ayudaría en el desarrollo de un diseño conceptual para un programa piloto mucho más amplio en el futuro. El “pre-piloto” se implementó en noviembre de 2010, en cuatro barrios de dos estacas en Utah. El Quórum de los Doce aprobó la propuesta nueva para el manual de los jóvenes en mayo de 2011, y se efectuó una prueba piloto en tres estacas de Estados Unidos y tres estacas internacionales. [77] En agosto del 2012, después de aprender, retocar, y probar, el manual para los jóvenes fue aprobado para su publicación a nivel mundial.
Con los cambios constantes experimentados durante los últimos años en el desarrollo curricular, no fue muy sorpresivo que la implementación de este manual único no haya seguido los modelos tradicionales. Elaine S. Dalton explicó: “No era algo que solamente repartimos, fue publicado bajo el poder del sacerdocio.” [78] Justo antes de la conferencia general de octubre de 2012, las Presidencias de Área de todo el mundo se reunieron con las presidencias generales de las organizaciones auxiliares, con los directores ejecutivos del departamento del sacerdocio, y con personal del Departamento del Sacerdocio para recibir una orientación acerca de Ven, Sígueme y capacitación sobre cómo implementarlo en su área. Las Presidencias de Área regresaron a sus respectivas áreas y orientaron a todos los Setenta de Área, quienes a su vez orientaron y capacitaron a todos los presidentes de estaca en sus respectivos consejos coordinadores. Luego, los presidentes de Estaca orientaron y capacitaron a todos los líderes de estaca y obispos, quienes a su vez, dieron orientación local y capacitación a los líderes del barrio, a los padres, y a los jóvenes. Todo esto se logró para el fin de diciembre de 2012.
Este nuevo método de implementación fue importante por varias razones. Primero, la responsabilidad por el éxito al implementar el nuevo curso recayó en los líderes del sacerdocio desde arriba hasta abajo. Como tal, sintieron la responsabilidad del éxito general del nuevo curso. Otro resultado importante de esta forma de implementación fue el que todos los líderes del sacerdocio—desde el nivel general hasta el local—estuvieron conscientes de lo que significaba el nuevo curso y como debería usarse. Esto fue de importancia particular porque todos los asuntos que tiene que ver con las organizaciones auxiliares se hacen “bajo la dirección” de un líder del sacerdocio designado. Al estar informados de los detalles del curso de estudio y de su papel y responsabilidades suplementarias, estuvieron más dispuestos y listos para capacitar a quienes están bajo su dirección.
E-Curriculum: Una Nueva Forma de Entregar Materiales
Una característica clave de Ven, Sígueme es la oportunidad de un curso de estudios progresivo y siempre actualizado. En el pasado, era muy caro producir los materiales de estudio, lo que resultaba en una producción masiva. Las cantidades dictaban la duración de un producto curricular en los anaqueles, causando que las revisiones, actualizaciones, o cambios fueran casi imposibles. Para el año 2012, estaba claro que los materiales que se crearan y se diseminaran por la Internet podrían ser efectivos en sus costos y podrían actualizarse continuamente a un costo relativamente mínimo. Sin embargo, hubo algunas preocupaciones por cuestiones de la disponibilidad de la Internet, la amplitud de la banda, los costos del equipo, y hasta con la capacidad y las habilidades de los miembros. Con el respaldo de los líderes presidentes, muy rápidamente se hizo evidente que los beneficios de la Internet eran mayores que las preocupaciones; las áreas del mundo con acceso limitado en línea, podrían recibir material impreso según lo necesitaran.
El enfoque electrónico al concebir, desarrollar, y distribuir Ven, Sígueme creó una oportunidad emocionante, enteramente nueva e invaluable en el desarrollo curricular. Esto permitió revisiones, actualizaciones y cambios inmediatos a los materiales existentes a un costo relativamente bajo. David L. Beck dijo: “en términos de relevancia, este manual no solo es relevante para las necesidades [de los jóvenes] sino que también es relevante en términos de las palabras de los profetas vivientes.” [79] Consideren, por ejemplo, que solo unos días después de la conferencia general de abril de 2013, Ven, Sígueme fue actualizado con las más importantes enseñanzas doctrinales de los profetas, videntes y reveladores. Nunca antes se han actualizado o revisado los materiales curriculares dentro de semanas, meses o aún años de su creación. Por esta razón, David L. Beck se ha referido a Ven, Sígueme como un “curso de estudios viviente para una iglesia viviente.” [80]
Conclusión
El élder John A. Widtsoe escribió en una ocasión: “La iglesia debería ser, ante todo, una gran institución de enseñanza.” [81] Casi setenta y cinco años después, aún estamos trabajando hacia esa meta elevada cuando los líderes, los maestros, y los alumnos, se esfuerzan por mejorar el aprendizaje y la enseñanza del evangelio en la Iglesia y en el hogar. Ven, Sígueme fue diseñado para ayudar a que la Iglesia y el hogar lleguen a ser grandes instituciones de enseñanza. Cuando los líderes y los maestros conocen un nuevo curso de estudios normalmente piensen en nuevos manuales y materiales. Como tal, Ven, Sígueme podría ser visto por algunos como un nuevo diseño, revisión, presentación, método o programa. Por ejemplo, una jovencita describió a Ven, Sígueme como lecciones que son “más modernas” y “relevantes.” En un tono similar, el periódico Church News calificó las lecciones como “interactivas” y dijo que a los maestros se les requería que “evolucionaran de leer manuales.” [82] Aunque ambas expresiones son verdaderas en lo esencial, Ven, Sígueme es mucho más que solamente una versión moderna de materiales curriculares caducos o de darle nueva vida a métodos viejos. Ven, Sígueme es una nueva manera de pensar acerca de la relación integrada entre el aprendizaje, la enseñanza y el vivir el evangelio de Jesucristo.
Ven, Sígueme les provee a los líderes, a los padres, a los maestros, y a los alumnos con un marco de referencia poderoso para implementar los principios que se enfatizan en este nuevo curso para sus vidas, hogares, clases (sin importar las edades o los temas)y congregaciones. Con esto en mente, los alumnos y los maestros harían bien en aceptar en su propio aprendizaje y enseñanza lo que hace que Ven, Sígueme sea tan nuevo y diferente. Así que, en vez de actuar independientemente, se pueden unir con otros maestros y líderes en un esfuerzo unido para juntarse en consejo para determinar cuales de las guías ayudarán mejor a quienes están en sus hogares y clases. Pueden trabajar juntos en apoyarse a descubrir maneras de ayudar a los alumnos renuentes, para entender a quienes enseñan, y enfrentar apropiadamente los desafíos, y mejorar el aprendizaje. Los líderes bien informados se unen al esfuerzo al habilitar y apoyar a que los maestros cumplan sus llamamientos al ayudar a otros hacia su conversión personal.
En vez de enfocarse exclusivamente en preparar y presentar “lecciones”, Ven, Sígueme ayuda a los maestros a concentrarse en las doctrinas claves del evangelio restaurado de Cristo y mostrar la forma en que esas doctrinas pueden ayudar a los alumnos a cambiar sus corazones y conducta. En lugar de concentrarse en qué harán por sus alumnos durante su experiencia juntos, los maestros que acepten Ven, Sígueme meditarán, oraran, y prepararán las cosas que los alumnos harán durante la clase. [83] En vez de darles a los jóvenes un manual de lecciones y pedirles que enseñan “una lección,” los maestros de Ven, Sígueme entienden que los jóvenes deberán enseñar cada clase de acuerdo con lo que busquen, encuentren, expliquen, y compartan con los demás durante cada clase. Los alumnos necesitan muchas oportunidades de ejercer su albedrío dentro y fuera de la clase. Necesitan asumir la responsabilidad de su propio aprendizaje. El élder Russell M. Nelson señaló esto cuando dijo: “Adolescentes, aprovechen el nuevo programa de estudio y enséñense unos a otros la doctrina de Jesucristo. Este es el momento que tienen para prepararse a fin de enseñar a los demás acerca de la bondad de Dios.” [84] Cuando los maestros y los alumnos actúan de acuerdo con sus papeles y responsabilidades, todos son “edificados de todos” (D. y C. 88:122).
Finalmente, los maestros que aceptan Ven, Sígueme se esfuerzan sinceramente para enseñar como enseña el Salvador. Prontamente aceptan la invitación del Presidente Thomas S. Monson cuando pidió: “Al enseñar a los demás, que sigamos el ejemplo del maestro perfecto, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. . . . Él instruyó a los discípulos de Su época, y a nosotros nos dijo lo mismo: “Sígueme tú” [85]
Entender como fue que se desplegó Ven, Sígueme es un testimonio de que la mano del Señor está apresurando su obra y dirigiendo a otros hacia la conversión. Vemos cómo se ha acelerado la obra en la convergencia de décadas de crecimiento, aprendizaje, ideas y experiencia precisamente en el momento justo en el tiempo para crear oportunidades para las posibilidades sin precedentes y poco usuales. Cuando los alumnos y maestros se sumerjan en estos principios, sentirán y experimentarán la paz y el poder que vienen de la conversión personal al evangelio de Jesucristo.
Notas
[1] Anuncio de la Primera Presidencia en www.lds.org/
[2] Este panel se creó para la Conferencia de Mujeres en BYU del año 2013 y lo formaron: Matthew O. Richardson, segundo consejero en la Presidencia General de la Escuela Dominical (como moderador); el élder Adrián Ochoa, miembro del Segundo Quórum de los Setenta y ex-segundo consejero de la Presidencia General de Hombres Jóvenes; Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes; Chad H. Webb, administrador de Seminarios e Institutos.
[3] Marianne Holman, “Youth Curriculum: The Lord’s Hand Is in the Timing,” Church News, 1 de junio de 2013.
[4] David F. Evans, “Line upon Line, Precept upon Precept,” Seminario para Nuevos Presidentes de Misión, 23 de junio de 2013.
[5] Citado en “Church Leaders Discuss the ‘Hastening of the Work’” por Sara Jane Weaver publicado en el Church News el 8 de enero de 2013.
[6] B. Lloyd Poelman, “Sunday School,” en Encyclopedia of Mormonism, editada por Daniel H. Ludlow (New York: Macmillan, 1992), 3:1426.
[7] “Carta de la Primera Presidencia, 24 de marzo de 1960, en “Curriculum Planning: A Brief History, 1972-1978.” Biblioteca de Historia de la Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City.
[8] Kay H. Smith, “Correlation of the Church, Administration,” en Encyclopedia of Mormonism, 1:324.
[9] Harold B. Lee, en Conference Report octubre de 1961, página 79.
[10] David B. Marsh, entrevista por Matthew O. Richardson, 15 de mayo de 2013, en poder del autor.
[11] David B. Marsh, entrevista. Dicha gráfica fue revisada nuevamente en el año 2002 y en ella se identifican 12 categorías principales y 167 temas del evangelio.
[12] Carlos E. Assay, “‘For the Perfecting of the Saints’: A Look at Church Curriculum,” Ensign, enero de 1986, páginas 16-17.
[13] Assay, “For the Perfecting of the Saints,” página 17.
[14] “Church Consolidated Meeting Schedules,” Ensign, marzo de 1980, página 73.
[15] Jay M. Todd, “Report of the Regional Representatives; Seminar,” Ensign, mayo de 1990, páginas 99-101.
[16] Dallin H. Oaks, “Gospel Teaching,” Ensign, noviembre de 1999, página 78.
[17] Smith, “Correlation of the Church, Administration,” 1:325.
[18] “La Misión del Comité Ejecutivo del Sacerdocio y del Departamento del Sacerdocio,” 5 de marzo de 1991, (no publicado) Registros del Departamento del Sacerdocio, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
[19] Jeffrey R. Holland, “Venido de Dios Como Maestro” Liahona, (con los discursos de la conferencia general de abril de 1998) Página 27.
[20] Teaching, No Greater Call (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1999), página 61.
[21] Benjamin Hyrum White, “The History of Preach My Gospel,” [La Historia de Predicad Mi Evangelio] Religious Educator 14, núm. 1 (2013): página 134.
[22] Robert Lund, entrevista por Matthew O. Richardson, 22 de mayo de 2013, en poder del autor.
[23] Randall L. Hall, “The Current Teaching Emphasis: An Update,” Sesión de Capacitación vía satélite del SEI, agosto 2003.
[24] M. Russell Ballard, “ La generación más grandiosa de misioneros ,” Liahona, noviembre 2002, página 47.
[25] “History of Proposed 2003 Aaronic Priesthood and Young Women Curriculum,” anexo I, Registros del Departamento del Sacerdocio, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
[26] La Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, Susan W. Tanner; el élder F. Melvin Hammond, miembro de los Setenta y Presidente General de los Hombres Jóvenes, y algunos miembros del Departamento de Cursos de Estudio, fueron quienes dieron la orientación.
[27] Notas personales, 2004, en poder del autor.
[28] Gilbert S. Hunsaker y H. Schmidt, “Peer Instruction: Faculty as Architects of Peer Learning Environment,” 9 de marzo de 2010. Véase también de Kim B. Clark, “Inaugural Response”, Brigham Young University–Idaho Inaugural Ceremonies, 9 de octubre de 2005.
[29] “Innovative Teaching & Learning,” Brigham Young University–Idaho.
[30] Learning Model, Brigham Young University–Idaho. Este modelo está estructurado en tres pasos: Prepararse, Enseñarse el uno al otro, y Meditar/
[31] Jeffrey R. Holland, “La enseñanza y el aprendizaje en la Iglesia,” Liahona, junio de 2007, página 59.
[32] Boyd K. Packer, “Principios de la enseñanza y del aprendizaje,” Liahona, junio 2007.
[33] Holland, “La Enseñanza y el aprendizaje en la Iglesia,” Liahona, junio 2007, página 57.
[34] Manual 2: La Administración de la Iglesia (2010) (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2010), 5.5.3 y 12.5.
[35] Craig C. Christensen, entrevista por Matthew O. Richardson el 15 de mayo de 2013, en poder del autor.
[36] Elaine S. Dalton, en “Ven, Sígueme: Curso de Estudio–Parte 1,” La Enseñanza, El Llamamiento Más Importante, episodio 47, Mormon Channel, 2013.
[37] David L. Beck, en “Ven, Sígueme: Curso de Estudio–Parte 1,”
[38] Dalton, en “Ven, Sígueme: Curso de Estudio–Parte 1,”
[39] Enseñar el Evangelio a la Manera del Salvador: Guía para “Ven, Sígueme: Recursos de Aprendizaje para los Jóvenes” (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2012) página 6.
[40] Beck, en “Ven, Sígueme—Parte 1.”
[41] Dalton, en “Ven, Sígueme: Curso de Estudio–Parte 1,”
[42] Henry B. Eyring, “We Must Raise Our Sights,” Ensign, septiembre de 2004 página 16, tomado de un discurso dado a los Maestros de Religión en una conferencia sobre el Libro de Mormón en la Universidad Brigham Young, 14 de agosto de 2001.
[43] Dallin H. Oaks, en “What is Real Growth?”
[44] L. Tom Perry en “What is Real Growth?”
[45] Craig C. Christensen, entrevista.
[46] Russell T. Osguthorpe, “Un paso más cerca del Salvador,” Liahona, noviembre 2012, página 96.
[47] Ryan Morgenegg, “New Youth Curriculum: Building faith, conversion and testimony.” Church News, 30 de diciembre de 2012, página 10.
[48] Youth Curriculum Update, 20 de octubre de 2010, en poder del autor.
[49] Boyd K. Packer, “Little Children,” Conference Report, octubre de 1986, página 20.
[50] David A. Bednar, “Act in Doctrine (Salt Lake City: Deseret Book, 2012).
[51] Enseñar el Evangelio a la Manera del Señor, páginas 14-16.
[52] Véase Gospel Teaching and Learning: A Handbook for Teachers and Leaders in Seminaries and Institutes of Religion (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2012), páginas 34-36. Al ‘Teaching Emphasis’ en vigor, presentado en el año 2003, se le cambió el nombre en el año 2009 a ‘The Teaching and Learning Emphasis.’
[53] Russell T. Osguthorpe, en “Ven, Sígueme–Parte 1.”
[54] Beck, en “Ven, Sígueme Parte–1.”
[55] Jason Swensen y Sara Jane Weaver “Teaching in the Savior’s Way” Church Leaders Introduce New Youth Curriculum.” Church News, 6 de octubre de 2012.
[56] David A. Bednar, “ Velando. . . con toda Perseverancia,” Liahona, mayo 2010 página 43.
[57] Robert D. Hales, “…Y tu, una vez vuelto, confirma a tus hermanos, ”Liahona julio de 1997; Russell T. Osguthorpe, “One Step Closer to the Savior,” página 96.
[58] Beck, en “Ven, Sígueme Parte–1.”
[59] Ven, Sígueme: Recursos de Aprendizaje para los Jóvenes, (2012), página 2.
[60] David A. Bednar, en “The Importance of Teaching in the Gospel—Parte 1,” Teaching, No Greater Call, episodio 15, Mormon Channel, 2012.
[61] Bednar, en “The Importance of Teaching in the Gospel—Parte 1.”
[62] Bednar, en “The Importance of Teaching in the Gospel—Parte 1.”
[63] Richard G. Scott, “To Learn and Teach More Effectively,” mencionado en un devocional en la Universidad Brigham Young el 21 de agosto de 2007.
[64] David L. Beck, en “Ven, Sígueme: Curso de Estudios para los Jóvenes—Parte 2.” La Enseñanza el Llamamiento Más Importante, episodio 33, Mormon Channel, 2013.
[65] Boyd K. Packer, Enseñad Diligentemente (Salt Lake City: Deseret Book, 1991), página 22.
[66] Jason Swensen y Sara Jane Weaver “Teaching in the Savior’s Way” Church Leaders Introduce New Youth Curriculum.” Church News, 6 de octubre de 2012.
[67] Dalton, en “Ven, Sígueme—Parte 1.”
[68] Craig C. Christensen, entrevista.
[69] Enseñar el Evangelio a la Manera del Señor, página 5. Harold B. Lee muestra los principios de la buena enseñanza que demostró Jesucristo en “And Ye Shall Teach,” Ensign, septiembre 1971.
[70] Craig C. Christensen, entrevista.
[71] Beck, en “Ven, Sígueme—Parte 2.
[72] Beck, en “Ven, Sígueme—Parte 2.
[73] Beck, en “Ven, Sígueme—Parte 2.
[74] Véase La Enseñanza: El Llamamiento Más Importante (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1999) páginas 12-20)
[75] “Proposal to Revise Youth Curriculum,” 25 de febrero de 2010, Registros del Departamento del Sacerdocio, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
[76] “Purpose of the Youth Curriculum Pre-Pilot,” 27 de octubre de 2010, Registros del Departamento del Sacerdocio, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
[77] Las primeras pruebas del manual se usaron en dos estacas en Utah en octubre de 2010. Después de algunos ajustes, la prueba se expandió a varias áreas: Area Salt Lake City [West], NorthWest, South East en Estados Unidos y a las áreas de Sur América, Brazil y las Filipinas en el año 2011. Para abril de 2012 se agregaron a la prueba, cuarenta y seis barrios de esas área. “Youth Curriculum Project Update,” 30 de mayo–3 de junio de 2011. Registros del Departamento del Sacerdocio, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
[78] Elaine S. Dalton, en “Ven, Sígueme—Parte 2.
[79] Beck, en “Ven, Sígueme—Parte 1.
[80] Beck, en “Ven, Sígueme—Parte 1.
[81] John A. Widtsoe, Priesthood and Church Goverment (Salt Lake City: Deseret Book, 1967), página 177.
[82] Ryan Monrgenegg, “New Youth Curriculum.”
[83] Véase Matthew O. Richardson, “El Enseñar de acuerdo con el Espíritu,” Liahona, noviembre de 2011, página 95.
[84] Russel M. Nelson, “Súbanse a la Ola,” Liahona mayo de 2013, página 45.
[85] Thomas S. Monson, “Ejemplos de Grandes Maestros,” Liahona, junio del 2007, página 80.