Un siglo de escuelas de la iglesia sud en México influenciadas por la identidad Lamantia
Barbara Morgan Gardner
Bárbara E. Morgan es profesora asistente de doctrina e historia de la Iglesia en la Universidad Brigham Young.
Desde sus inicios, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha estado interesada en proclamar el evangelio mediante la obra misional y por medio de la educación de sus miembros. Tan temprano como en el año 1831, José Smith estableció escuelas para los hijos de los miembros que vivían en Ohio. [1] La Escuela de los Profetas se estableció dos años después. [2] En el año 1837, la Secundaria de Kirtland tenía una inscripción de 145 alumnos. [3] Parley P. Pratt enseñó en una escuela de los élderes en Missouri hasta que los mormones fueron expulsados de allí a Nauvoo, y allí establecieron escuelas en cada barrio y crearon la Universidad de la Ciudad de Nauvoo. Después de la muerte del Profeta José Smith, los Santos se mudaron al oeste hasta la Gran Cuenca, construyendo escuelas en todas sus poblaciones. [4] Durante los años 1870, la Iglesia pidió que cada estaca tuviera una academia. Entre los años 1875 y 1911, se organizaron treinta y cuatro academias, una de ellas, la Academia Juárez, se inauguró oficialmente en México en el año 1897. [5] Aunque se construyó princpalmente para educar a los colonizadores mormones americanos, fue la precursora para la creación de un masivo Sistema Educativo de la Iglesia en todo México.
Desde los comienzos de la Iglesia, el enfoque del Señor en la educación fue parte central del evangelio. En julio de 1828, dos años antes de la Restauración de la Iglesia, el Señor reveló que una razón por las que habían sido preservadas las planchas, era en parte “para que los lamanitas lleguen al conocimiento de sus padres, y sepan de las promesas del Señor.” [6] Aunque no conocemos por completo la línea ancestral de los habitantes indígenas de las Américas, afirmamos que los pueblos del Libro de Mormón son parte de sus ancestros. Por lo tanto, a menudo han sido llamados “lamanitas,” y afirmamos que son herederos de las grandes promesas que se encuentran en ese libro sagrado. [7] Por tanto, no sólo se hizo necesario que los miembros de la Iglesia encontraran y bautizaran a quienes, en esa época, se consideraba que eran “lamanitas”, sino que también debían enseñarles quiénes eran y prepararlos para recibir las promesas del Señor. Siendo que los miembros sintieron la urgencia de cumplir con este mandato, una de las primeras misiones oficiales de la Iglesia, comenzó en el año 1830 con la instrucción de que Parley P. Pratt y Ziba Peterson se unieran a Oliver Cowdery y Peter Whitmer hijo, para predicar el evangelio a los “lamanitas.” [8] En el año 1845, la Iglesia publicó una proclamación, que en parte indicaba, que “a los hijos e hijas de Sión pronto se les requerirá que dediquen una parte de su tiempo para instruir a los hijos del bosque (los indios). . . . y glorificarlos como hijos e hijas de la casa real de Israel y de José” [9]
Durante el siguiente siglo, el énfasis SUD para convertir y educar a quienes percibían como lamanitas aumentaría y luego disminuiría. Sin embargo, durante las presidencias de David O. McKay y Spencer W. Kimball, dicho énfasis aumentó dramáticamente, lo que ocasionó no solamente un aumento en el número de bautismos entre ese pueblo, sino también la creación de un sistema educativo inmenso. Además de colocar a estudiantes indígenas americanos con familias Santos de los Últimos Días para que pudieran ir a la escuela, y de la creación de programas de seminario para los lamanitas en lugares muy poblados por Santos de los Últimos Días, la Iglesia también instituyó un sistema educativo internacional a gran escala para los niños y jóvenes considerados lamanitas, en las Islas del Pacífico, en Nueva Zelandia, en América Central y del Sur, y en México. Al examinar los fundamentos históricos, políticos, sociales y religiosos de mas de un siglo de existencia de la Iglesia SUD en México, este artículo tratará de mostrar la forma en que el énfasis de la Iglesia para convertir y educar a quienes sus líderes consideraban que eran “lamanitas” influyó en sus esfuerzos educativos en México.
México como un Refugio para los Mormones y como Campo Misional
Cuando los mormones escaparon de la persecución violenta y amarga en Nauvoo y comenzaron su viaje rumbo al oeste hacia las Montañas Rocallosas, no solamente salieron de un estado, sino de un país. El Tratado de Guadalupe Hidalgo entre México y los Estados Unidos no se firmó sino hasta después de que los mormones habían vivido en el Valle de Salt Lake durante más de medio año. Poco menos de cincuenta años después, algunos Santos de los Últimos Días buscarían, otra vez, refugio y colonización en México como resultado de la persecución religiosa dirigida contra quienes practicaban el matrimonio plural. México no solamente fue un lugar de refugio, lo que llevó a colonizaciones posteriores, sino que brindó un campo fértil para la obra misional, en especial entre aquellos a quienes los primeros Santos de los Últimos Días consideraban lamanitas. De hecho, desde los primeros días de la Iglesia se aceptaba ampliamente que los habitantes de México eran lamanitas.
En el año 1874, Brigham Young anunció que se acercaba el tiempo en que el evangelio debía llevarse a millones de los descendientes mexicanos de Lehi. [10] Ese tiempo finalmente llegó en el año 1876, después de muchos años de confusión política y religiosa en México conocida como La Reforma. Dicha Reforma abrió las puertas a muchas religiones cristianas, incluyendo el mormonismo. Aunque los primeros esfuerzos proselitistas fueron difíciles para los misioneros, el profeta aprobó entusiastamente sus misiones. Sin embargo, él sintió que sus esfuerzos debían centrarse en un grupo en particular y les aconsejó: “Siento que sería mejor que ustedes visiten, tanto como les sea posible, a la antigua sangre original.” [11]
El anuncio de Brigham Young llegó en una época importante en la historia mexicana, debido a que la Reforma de Benito Juárez había propiciado un orgullo renovado en la herencia indígena de los mexicanos. Como resultado, se hicieron y se mantuvieron muchos contactos con los liberales mexicanos que simpatizaban con los ciudadanos indígenas, y que apreciaban las enseñanzas contenidas en el Libro de Mormón y su posible conexión con su propio pueblo. Aprovechando este orgullo indígena recién descubierto, los primeros misioneros mormones enviaron más de quinientos copias de ‘Trozos Selectos del Libro de Mormón,’ todas conteniendo las mismas escrituras, a casi cien de las ciudades más grandes de México y a sus hombres más prominentes.
Después de regresar a casa y dar sus reportes, Brigham Young quedó impresionado e inmediatamente continuó con la obra misional y con la exploración de la tierra al enviar a nuevos misioneros. En el año 1876, se enseñó y fueron bautizados los primeros cinco miembros de la Iglesia en México. y para el año 1879, se había organizado la primera congregación en México. El 6 de abril de 1881, el Apóstol Moses Thatcher, con varios misioneros y un puñado de miembros, dedicó el país para la predicación del evangelio.
Para el año 1885, los líderes mormones ya habían conseguido terrenos en el norte de México, e inmediatamente algunas de las familias más capaces de la Iglesia empezaron a colonizar allí, ya que sus esfuerzos de veinticinco años por defender la postura de la Iglesia en cuanto al matrimonio plural habían fracasado en los Estados Unidos. Agradecidos por el refugio mexicano, pero cansados de las influencias externas, estos primeros colonos se aislaron de sus alrededores cercanos. Debido a que la educación era algo fundamental en la teología y la cultura mormonas, las escuelas se convirtieron en una prioridad principal para esos colonos. En el año 1886, Ana María Woodbury Romney empezó a enseñar a los niños en su propia casa. Y para el año 1897, ya había comenzado oficialmente la Academia de la Estaca Juárez. [12] Esos primeros colonos supieron muy poco acerca de que al establecer esas escuelas para sus propios hijos, estaban estableciendo el cimiento para fortalecer a miles de estudiantes mexicanos, y así cumplir parcialmente su llamamiento para enseñar a quienes consideraban lamanitas. Eventualmente, estos estudiantes serían instruidos, guiados y se graduarían de cerca de cincuenta escuelas SUD en toda la nación. Sin embargo, estas escuelas no llegaron de inmediato, y los miembros mexicanos, los nativos y los inmigrantes, pasaron por el fuego del refinador antes de recibir las bendiciones por sus sacrificios.
Por ejemplo, poco después de que fallaran los esfuerzos de Helaman Pratt, el Presidente de la Misión Mexicana, para unificar a los nuevos miembros mexicanos con los ya maduros en la Iglesia colonos americanos, la Misión Mexicana fue cerrada en junio de 1899, principalmente por las diferencias culturales entre ambos grupos. Cientos de recién conversos fueron dejados solos, como si fueran huérfanos, para valerse por sí mismos hasta que la misión fue re-abierta en el año 1901. [13] Con la reapertura de la misión, los nuevos misioneros que ahora hablaban el español con fluidez—versados en las leyes y la cultura mexicanas y que habían sido educados principalmente en las colonias—se dedicaron a encontrar a los primeros conversos y a continuar con los esfuerzos de conversión. Durante la siguiente década, estos misioneros no solamente bautizaron a más de mil mexicanos sino que también usaron la capacitación educativa que recibieron antes de la misión, de parte de sus familias, de la iglesia, y de la Academia Juárez, para capacitar a los conversos como líderes y ayudarles a construir un cimiento firme para las ramas recién formadas. El resultado de sus esfuerzos fue muy importante para la existencia y el crecimiento de la Iglesia cuando la inestabilidad política y social en el país requeriría que la Iglesia dependiera de sus propios miembros nativos para sobrevivir la inminente Revolución Mexicana y sus efectos a largo plazo.
Porfirio Díaz gobernó a Mexico desde 1875 hasta 1910. Cuando asumió el cargo era un líder muy popular, pero su creciente apoyo al desarrollo internacional, su favoritismo hacia la élite, y su antagonismo hacia los indios nativos resultaron en una gran discordia nacional. Eventualmente, eso llevó a la expulsión de todos los americanos, incluyendo a los cuatro mil colonos mormones en el norte de México y a todos los misioneros americanos. Recibiendo solamente visitas ocasionales de los misioneros y del presidente de la misión, la oportunidad para tener responsabilidades de liderazgo aumentó para los miembros mexicanos locales. Como resultado, los miembros locales se volvieron auto-suficientes e independientes. Aunque el progreso y el crecimiento fueron lentos, los miembros siguieron adelante. Dos miembros mexicanos que fueron bautizados en esa época y que llegaron a ser prominentes fueron Rafael Monroy, que fue el primer presidente de rama en San Marcos, Hidalgo y que se convirtió en el primer mártir de la Iglesia en México, y Bernabé Parra. que abrió la primera escuela mormona fuera de las colonias.
Dolores de Crecimiento de los Nativos Mexicanos
En muchas maneras, la madurez de la Iglesia en México fue semejante al paso de la niñez a la adultez. Junto con la mayor responsabilidad e independencia llegaron los dolores del crecimiento, las experiencias y las consecuencias. Varios acontecimientos dieron por resultado que se abriera una brecha entre muchos de los mormones mexicanos nativos (que ahora se consideraban lamanitas) y los líderes “gentiles” norteamericanos. Primero fue la nueva independencia eclesiástica, luego lamuerte de su querido presidente de Misión, el presidente Rey L. Pratt en el año 1931. Los dolores continuaron porque parecía que no había reemplazo adecuado; el orgullo nacional mexicano aumentó el deseo de ser guiados por uno de los suyos e hizo crecer el sentimiento de antagonismo hacia los americanos, a quienes culpaban de haber tomado injustamente la mitad de su país durante la guerra México-Americana. Los Santos mexicanos querían tener su propio presidente de misión mexicano para que representara a su pueblo y demostrara sus habilidades, cumpliendo aún más con el papel que percibían como lamanitas. Los líderes mormones americanos percibieron el deseo de tener un presidente de misión mexicano como una forma de apostasía y rebelión contra la autoridad general del sacerdocio. [14]
7 de agosto de 1945. Un grupo de alumnos de la escuela primaria en San Marcos, Hidalgo acompañados de sus maestros Leonor Lozano y Luis Gutiérrez. Fotografía tomada del registro llevado por el personal de la escuela primaria. (Retrato en posesión de la autora.)
Esta división llevó a cerca de diez años de conflicto interno, aproximadamente del año 1935 a 1945 pues el nacionalismo mexicano y su percepción del crecimiento y responsabilidades lamanitas se enfrentaron contra la lealtad a la autoridad de la Iglesia americana y el testimonio personal. Un miembro declaró: “Si la iglesia no nos da los medios ni abre el camino para un desarrollo completo, nunca podremos llevar adelante esta obra importante para nosotros y nuestro pueblo. Nos será imposible lograr el progreso necesario sin esta oportunidad de liderazgo.” [15] Los miembros tenían temor de que sin la experiencia adecuada nunca “florecerán como la rosa.” [16] A medida que estos y otros sentimientos similares continuaban aumentando, algunos influyentes líderes nativos mexicanos tomaron pasos más drásticos y formaron una organización separada con liderazgo nativo local, lo que condujo a la separación y excomunión (posteriormente cambiada a suspensión) de casi la tercera parte de los miembros nativos mexicanos. [17] Aunque este grupo no apoyó al liderazgo de la misión enviado desde las Oficinas Generales de la Iglesia en Utah, se consideraron miembros fieles de la Iglesia. [18]
Reconociendo la necesidad de un nuevo tipo de liderazgo, las autoridades eclesiásticas presidentes en Salt Lake City llamaron a Arwell L. Pierce para presidir la Misión Mexicana, con el encargo especial hecho por J. Reuben Clark Jr., un Apóstol y ex embajador de los Estados Unidos en México, para reunificar a la Iglesia allí. Gracias al increíble liderazgo del Presidente Pierce y a su gran amor por los mexicanos; a los esfuerzos de muchos líderes locales incluyendo a Isaías Juárez, a Julio García y a Bernabé Parra; de los líderes generales de la Iglesia y del recién sostenido Profeta, George Albert Smith (quien habló con mucho éxito para reunificar a los miembros en una Conferencia de Área Mexicana en el año 1946) la Iglesia fue reunificada otra vez. El enfoque ahora podría dedicarse al fortalecimiento de los Santos y a preparar a la nueva generación para que “flore[ciera] como la rosa,” principalmente mediante la educación, de acuerdo al modelo de la historia inicial de la Iglesia.
En el año 1944, al reconocer la necesidad de educar a sus propios hijos así como a los de otros miembros analfabetas, Bernabé Parra, un converso mexicano rico, y presidente de rama, fundó su propia escuela privada en San Marcos, Tula, Hidalgo que se localiza como a cincuenta kilómetros al noroeste de la Ciudad de México. [19] Para el año 1946, más de setenta y nueve niños estaban inscritos en esta escuela primaria. [20] A diferencia de los reportes de sus escuelas hermanas en las colonias que en el año 1942 estaban fallando al no darle al niño más de México que lo que su primo recibe de su clase de español en Salt Lake City, [21] esta escuela era mexicana de todo a todo. Celebraban el Día de la Independencia de México, enseñaba la historia mexicana, hablaban el español, e involucraban a la comunidad en toda clase de festividades mexicanas. Un año después, el Presidente Arwell L. Pierce se unió a Parra y a otros al solicitar que la Iglesia ayudara a la escuela.
La solicitud de Bernabé Parra para pedir la ayuda de los líderes de la Iglesia, no pudo ser más oportuna. David O. McKay, que era uno de los Apóstoles más antiguos, no solamente tenía antecedentes profesionales en la enseñanza, sino que además fue el primer miembro del Quórum de los Doce que hizo una gira internacional por todo el mundo. Durante un año tomó nota de las necesidades de los miembros de la Iglesia, lo que resultó, entre otras cosas, en el deseo de educar a los Santos menos privilegiados. Además al élder Spencer W. Kimball quien había sido llamado al Quórum de los Doce en el año 1943, se le había amonestado en su bendición patriarcal a que “predicara el evangelio a mucha gente, pero más especialmente a los lamanitas.” Entonces, en mayo de 1945, el Presidente George Albert Smith le asignó al élder Kimball “velar por los indios; han sido olvidados. Hágase cargo y cuide a los indios en todo el mundo.” [22] No es necesario decir que la solicitud de Bernabé Parra fue atendida. Posteriormente, en ese año en una conferencia general, el élder Kimball anunció: “Estamos viendo hacia adelante a un nuevo día en la educación en el cual nuestros lamanitas puedan recibir muchas de las ventajas que tienen nuestros propios hijos.” [23]
Durante las siguientes dos décadas, la Iglesia operó un Programa de Seminario Lamanita, comenzó el Programa de Colocación de Indios (principalmente en el oeste de Estados Unidos). Instituyó la Generación Lamanita en BYU, fundó la Universidad de la Iglesia en Hawaii, y comenzó un Sistema Educativo Internacional que llegó a estudiantes desde la primaria hasta la preparatoria en las Islas del Pacífico, en Nueva Zelandia, en Centro y Sur América y en México. Un escritor de la revista oficial de la Iglesia, Ensign (cuyo número de ese mes fue dedicado al progreso de aquellos que eran considerados lamanitas), escribió acerca de estos esfuerzos educativos: “Posiblemente lo más importante que se podría decir acerca de los programas lamanitas de la iglesia, es que están desarrollando el liderazgo y la fuerza entre los lamanitas.” y continuó: “El evangelio de Jesucristo, trae a los hombres y mujeres a un nivel más alto de su potencial, y en ninguna parte es más evidente que entre los lamanitas miembros de la Iglesia.” [24]
El crecimiento internacional de la Iglesia se estaba acelerando, y la conversión de miembros en México era extraordinaria. Entre los años 1946 y 1961, la membresía en México creció aproximadamente de cinco mil a cerca de veinticinco mil miembros. [25] Con este aumento en la membresía, especialmente entre la clase menos privilegiada, se evidenció la falta de educación y recursos entre ellos. Aunque la Iglesia apoyó y aprobó la escuela de Bernabé Parra, fue muy notorio que faltaban más recursos. Muchos miembros nativos que buscaban para sus hijos una mayor educación secular y religiosa así como la capacitación en liderazgo, la buscaron en las colonias mormonas que estaban bien establecidas en el estado de Chihuahua en el norte de México. Algunos se preguntaban el por qué no se daban a los miembros nativos los mismos recursos que se destinaban a los colonos americanos. Ya no se podía ignorar la necesidad para tener buena educación. Con el deseo de ayudar a estos nuevos conversos y a sus hijos, el presidente de la misión Mexicana, Claudio Bowman propuso que se hiciera un estudio para evaluar las necesidades de educación en México.
Las Necesidades Educativas de México
El Presidente David O. McKay formó en el año 1957 un comité para investigar la posibilidad de establecer escuelas de la Iglesia en México. nombró al élder Marion G. Romney del Quórum de los Doce, quien era el responsable de la dirección total de los programas de la Iglesia de interés especial para los lamanitas, como el director de dicho comité, con Joseph T. Bentley y Claudius Bowman (ambos eran presidentes de misión en México) como miembros del comité. [26] Estos hábiles líderes determinaron el número de estudiantes; los edificios necesarios; si era legal que la Iglesia operara instalaciones educativas en México; los respaldos políticos del gobierno, y la existencia del sistema educativo del gobierno en cada área. Los resultados de este estudio condujeron a la creación de la Sociedad Educativa y Cultural, S.C. que sería la catalizadora para construir y organizar, en la siguiente década, más de cuarenta escuelas primarias, dos secundarias adicionales, una escuela preparatoria y una escuela normal. [27]
Entre los años 1957 y 1960 hubo correspondencia constante entre los líderes eclesiásticos SUD locales, los líderes educativos en México, y las Autoridades Generales. Los principales temas tratados en dicha correspondencia fueron: las políticas del sistema educativo mexicano (que tenía fuertes influencias comunistas y ateas), [28] la compra y la propiedad de terrenos, y el reconocimiento oficial de la Iglesia por parte del gobierno. [29] En parte, como una reacción a la dominación religiosa de la Iglesia Católica, la Constitución Mexicana puso límites estrictos a todas las iglesias, incluyendo el prohibirles a las iglesias que compraran terrenos. separar la religión de la educación y exigir que los maestros evitaran el proselitismo entre los niños. [30]
Después de una extensa investigación de los recursos y las necesidades educativas, el élder Romney y Joseph Bentley recomendaron que se estableciera un gran sistema educativo privado apoyado por la Iglesia y que se formara para el otoño de 1960. También recomendaron que se construyera una escuela preparatoria la cual “bien podría ser el núcleo de un centro no solo para México, sino para todas las misiones en América Latina, en el cual se pudieran preparar los manuales para el sacerdocio y para las organizaciones auxiliares.” [31] Teniendo en mente la expansión de la Iglesia y con la necesidad de establecer lazos fuertes con el pueblo y el gobierno mexicanos, escribieron: “Aún tenemos mucho trabajo que hacer en estas tierras. . . . desarrollar nuestros programas alrededor de las culturas nativas. Para México, las historias y las ilustraciones deber salir de la historia mexicana y de las vidas de los héroes mexicanos como Benito Juárez y [Miguel] Hidalgo.” [32] El 21 de enero de 1960, la Primera Presidencia aprobó esas recomendaciones y asignó al élder Romney y a Ernest Wilkinson para que se hicieran cargo. [33]
Durante la conferencia general de octubre de ese año, en su discurso “El Día de los Lamanitas,” el élder Spencer W. Kimball reportó: “[Los lamanitas en general] están frente a una puerta abierta para la educación, la cultura, el refinamiento, el progreso y para el evangelio de Jesucristo. La Iglesia ha gastado sus millones en Hawaii y Nueva Zelandia, y en otras islas a fin de proporcionar escuelas para los jóvenes descendientes de Lehi. Por seguro, ningún descendiente debe crecer sin educación, y a las escuelas en México le seguirán escuelas en otras naciones. Ciertamente, se está reduciendo el número de los marginados, y la oportunidad está tocando a su puerta.” Y continuó: “Se ha abierto un nuevo mundo para ellos, y están aprovechando esas oportunidades. Dios bendiga a los lamanitas y apresure el día de su total emancipación de la esclavitud de años anteriores.” [34]
El Comienzo de la Educación de la Iglesia en Todo México
Bajo el nuevo consejo consultivo SUD para la educación en México y con el superintendente Daniel Taylor oriundo de las colonias mormonas (con una amplia experiencia en la educación, las leyes y la cultura mexicanas, y en quien confiaban los líderes de la Iglesia), la Sociedad construyó escuelas, capacitó y contrató a maestros, e inscribió a miles de alumnos. De hecho, para el fin del año 1969, se crearon en todo México treinta y nueve escuelas, que recibieron los nombres de “servidores civiles sobresalientes libres de la influencia religiosa.” Casi cincuenta años después al preguntársele acerca de la conexión entre la construcción de escuelas y el fortalecimiento de los lamanitas, Daniel Taylor respondió: “Las dos tenían todo en común. Estábamos ayudando a los lamanitas a “florecer como la rosa.” [35]
Debido a la alta tasa de graduación en las escuelas primarias SUD y lo inadecuado de las escuelas secundarias que tenía el gobierno, los líderes educativos de la Iglesia se ocuparon en la creación de escuelas secundarias y preparatorias con un enfoque mayor en el centro principal en la Ciudad de México. El consejo decidió que ese campus debería incluir: una escuela primaria, una secundaria, una preparatoria, y una normal (para preparar a maestros). Todos los alumnos vivirían en casas, en lugar de hacerlo en dormitorios, en el campus, a fin de brindarles un ambiente familiar, lo que permitiría que todos los estudiantes participaran junto con “padres substitutos”en la oración, el estudio de las escrituras, los quehaceres y otras actividades familiares. Este entorno les da a los estudiantes la atención y la guía personalizadas de parte de matrimonios miembros activos de la Iglesia SUD. A todos los estudiantes se les pidió que trabajaran para cubrir parte de su colegiatura.
Ceremonia de la palada inicial en el Benemérito de las Américas, el 4 de noviembre de 1963. De izquierda a derecha: Joseph T. Bentley, Ernest LeRoy Hatch, Agrícol Lozano Herrera, y el élder Marion G. Romney junto con niños de primaria, sus padres y maestros en la parte trasera. (Foto tomada del libro de registros elaborado por el personal del Benemérito y que está en poder de la autora)
En los siguientes años, las decisiones con respecto al financiamiento de las escuelas en México, especialmente el gran centro escolar que se había planificado para la Ciudad de México; se convirtieron en temas de preocupación y hasta de debate entre los Hermanos y los líderes educativos más altos en la Iglesia. Por su deseo de promover universidades de carreras cortas en zonas altamente pobladas por SUD en todos los Estados Unidos, Ernest L. Wilkinson presionó con firmeza a fin de que se asignaran los fondos para ese propósito. Otros, incluyendo al élder Boyd K, Packer (que era Asistente al Quórum de los Doce) enfatizaron que el dinero que la Iglesia gastaría en esas universidades en áreas privilegiadas, sería mejor asignarlo a lugares que creían que lo necesitaban más, como México. El élder Packer escribió una carta a la Primera Presidencia en la época en que el debate entre él y Wilkinson estaba muy inflamado y mencionó lo siguiente:
Confieso que siento una gran preocupación por la juventud menos privilegiada en la Iglesia, particularmente por aquellos que descienden de los lamanitas, y deseo incesantemente que algo se pueda hacer para darles aunque sea una magra educación. He visitado México y conozco algo de nuestras escuelas allí. En México sigue en aumento el analfabetismo. . . . El comprometer cientos de millones de dólares para dar a la juventud privilegiada de la Iglesia una educación que conseguirán de todas formas a un costo menor y más conveniente que si nosotros la proveyéramos, me parece un desafortunado uso de nuestros recursos educativos. ¿Es un error el sugerir que el testimonio del Libro de Mormón para estos niños de escasos recursos en América Latina y en otros lugares se base, al menos, en su capacidad para leer? [36]
Eventualmente, se cumplió la sugerencia del élder Packer de que el dinero se dedicara a quienes más lo necesitaran. El 4 de noviembre de 1963, después de años de investigación y de haber adquirido y preparado el terreno para la escuela propuesta, el élder Marion G. Romney del Quórum de los Doce viajó a la Ciudad de México para supervisar personalmente la ceremonia de la palada inicial para el primer edificio.
Después de los discursos pronunciados por líderes locales, Agrícol Lozano Herrera, abogado de la Iglesia y miembro del Consejo de Educación, anunció el nombre oficial de la escuela: Centro Escolar Benemérito de las Américas, en referencia a Benito Juárez, un muy conocido héroe en México. Lozano explicó que al adoptar este nombre estaban mostrando aprecio por la gran ascendencia y herencia común. Además, dicho nombre separaría a esta escuela de las escuelas católicas, que por lo general llevaban los nombres de santos.
Entonces habló el élder Marion G. Romney. Recordó su propia educación en las colonias mormonas de México, mencionó su amor por México, y animó a los niños para que aprendieran las palabras del Himno Nacional Mexicano y que amaran no solamente al himno sino que “amaran a México.” Entonces profetizó: “Esta escuela, cuya tierra estamos rompiendo hoy, está destinada a convertirse en un gran centro cultural donde se hable el español. Su influencia llegarámás allá del Valle de México. . . . Se sentirá en toda la América Latina. Cientos de miles de personas vendrán acá. Al salir de aquí, ayudarán a la nación para mejorar su educación, su cultura y su espiritualidad.” [37]
El 17 de febrero de 1964, 125 estudiantes de secundaria entraron y empezaron sus estudios en el Benemérito. Tres años después, se abrió la escuela preparatoria. Los estudiantes venían de todo México; y la mayoría eran recién conversos y pertenecían a la clase económica pobre. Participaron en una variedad de actividades extra curriculares, incluyendo la música, los deportes, y clubes académicos y cívicos. Asistieron diariamente a las clases de seminario, y por primera vez en la historia de la Iglesia, se organizó una estaca para estudiantes de preparatoria.
En el año 1967, después de mucho ayuno, mucha oración, una cantidad increíble de comunicaciones, y lo que se consideró un milagro, el gobierno mexicano concedió un permiso sin precedentes para que se estableciera una escuela normal, siempre y cuando hubiera una cantidad adecuada de escuelas primarias de la Iglesia para emplear a los maestros que se graduaran. Así, en el año 1968, la normal también se incluyó. En el año escolar 1974-1975, el número de estudiantes llegó a 2803.[38]
Evaluacion del Gobierno de las Escuelas en México y Su Potencial Profético
Representando los Ideales, por Ignacio M. Beteta y Roberto Cueva del Río. se encuentra colocado de manera prominente en la entrada del edificio deAdministración del Benemérito. Representa la necesidad de alcanzar los ideales en la vida al obtener inteligencia, poder, luz y verdad
En el año 1971, Manuel López Dávila, oficial de la Secretaría de Educación Pública de México registró: “La labor educativa de la comunidad mormona en México debe ser considerada como un ayuda efectiva en el desarrollo de la educación en nuestro país. . . . Todas las escuelas mormonas están incorporadas al sistema nacional y son reconocidas por el Ministerio de Educación [La Secretaría de Educación Pública] .” Siguiendo con el reporte, describió el entorno de los estudiantes y los maestros, “Las aulas son magníficas. Sus talleres, los laboratorios, la biblioteca, el auditorio y el gimnasio están muy bien equipados.” Y concluyó: “La comunidad mormona, organizada educacionalmente como la Sociedad Educativa y Cultural. . . . cuenta con el apoyo de los principales oficiales del Ministerio de Educación [La Secretaría de Educación Pública] debido a los objetivos y la colaboración que dicha comunidad tiene para ayudarnos a resolver [los problemas educativos en México].” [39]
En febrero de 1977, la Iglesia efectuó su conferencia más grande a la que asistieron más de 25,000 personas, muchas de las cuales era alumnos y maestros de las escuelas de la Iglesia. Esta conferencia se efectuó en la Ciudad de México. El Presidente Spencer W. Kimball, como el Profeta de la Iglesia, dio un discurso notable, cuyo impacto no puede pasarse por alto. Relató un sueño que había tenido casi treinta años antes relativo al “progreso y desarrollo” de los hijos de Lehi. “Vi al gran pueblo de los lamanitas en hogares hermosos con todas las comodidades que la ciencia puede brindar,” dijo. “Vi al pueblo de Lehi como ingenieros, y constructores. . . . los vi en importantes posiciones políticas y como como administradores del País. Vi a muchos de ustedes como jefes de gobierno. . . . [y] os vi que, como legisladores y buenos Santos de los Últimos Días, estabais en posición de ayudar a elaborar las mejores leyes en beneficio de vuestros hermanos..” Él vio a sus hijos como abogados y doctores, “velando por la salud de su gente.” Los vio como “dueños de industrias y fábricas, dueños de periódicos con su característica influencia sobre los asuntos públicos.” Vio artistas y autores cuyos escritos tenían una “poderosa influencia en las ideas del pueblo del país.” Vio a la Iglesia “crecer a pasos agigantados” y cientos de barrios y estacas organizados. Vio a los misioneros, “no en cientos sino por millares,” y un templo “lleno de hombres y mujeres.” [40]
Ya puestos los cimientos de la Iglesia y con las escuelas funcionando, este discurso fortaleció a los Santos en México y aumentó dramáticamente su búsqueda de la educación. Algunos párrafos del discurso del Presidente Kimball se imprimieron en posters, y en las agendas de los estudiantes que los aprendieron de memoria, se comentaron con las familias y en muchas actividades de la iglesia. Con referencia a su educación en la primaria de la Iglesia en el estado de Hidalgo y posteriormente en el Benemérito, y al impacto del discurso del Presidente Kimball, una ex-alumna recordó: “De estas escuelas no solamente aprendimos el conocimiento secular, sino que llegamos a unirnos como miembros de la Iglesia. Comprendimos, al estudiar el Libro de Mormón, y al leer, estudiar y hablar acerca del sueño del Presidente Kimball, que éramos un pueblo escogido con posibilidades que no conocíamos antes.” [41]
Un Cambio Drástico de la Educatión en la Iglesia
Aunque las escuelas, especialmente el Benemérito, se consideraban eficaces, se estaban preparando algunos cambios que eventualmente transformarían el sistema de escuelas de la Iglesia en México. En el año 1971, bajo la dirección de Neal A. Maxwell, el recién nombrado comisionado de educación, la Iglesia adoptó una política para “no duplicar las oportunidades educativas que ya existen.” [42] En los años finales de la década 1970, posiblemente como resultado del anuncio de la Declaración Oficial 2 que remueve “todas las restricciones con respecto a las razas que alguna vez se aplicaron al sacerdocio,” [43] y de la pobre salud del Presidente Kimball, se cambió el énfasis, de los lamanitas hacia una Iglesia mundial. Se detuvo la expansión de los programas “lamanitas.” Después de una investigación completa hecha por los líderes de la Iglesia en los primeros años 1980, determinaron que el gobierno mexicano estaba proveyendo oportunidad educativas adecuadas para la mayoría de los estudiantes de primaria y secundaria. Por tanto, en el año 1984, se cerraron todas las escuelas, con excepción de las escuelas secundaria y preparatoria de la Academia Juárez y la escuela preparatoria en el Benemérito. Dan Workman, el administrador del SEI para las escuelas de la Iglesia en México, reportó:
Estas reuniones se efectuaron simultáneamente por todo México, en las cuarenta escuelas que se iban a cerrar. Se les anunció que la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce se habían reunido, que se les dio toda la información relativa a las escuelas, y que era la voluntad del Señor que dichas escuelas se cerraran y que ahora utilizaran las escuelas públicas. Entonces a cada congregación se les pidió que apoyaran a los Hermanos en dicha decisión, y se les brindó la oportunidad de objetar. En todas las cuarenta escuelas solo hubo dos o tres que levantaron la mano para mencionar sus objeciones, y ninguna de ellas era miembro de la Iglesia. Todas eran madres. Para mí fue una gran revelación con respecto a la lealtad de las personas de México, porque nadie quería perder su escuela, pero si el profeta dijo que debían cerrarse, se debían cerrar a cualquier sacrificio. [44]
Aunque hubo una aceptación uniforme del cierre de las escuelas y abrumadoras señales de obediencia y de fe por parte de los miembros, muchos de ellos estuvieron inquietos con esa decisión. Efraín Villalobos Vázquez, quien fue uno de los primeros alumnos en la escuela en Hidalgo y posteriormente fue maestro y administrador en el Benemérito por casi treinta años, era el Administrador de la Sociedad Educativa y Cultural cuando se tomó y se anunció la decisión. Años después, reflexionando sobre sus sentimientos por el cierre de las escuelas, dijo: “No entendí esa decisión, pero supe que no había nada que pudiera hacer al respecto. Se me dijo que eso es lo que se iba a hacer, y sentí que mi única opción era alinearme con los líderes. Me gustaría que hubiéramos tomado parte en el proceso para llegar a esa decisión. Me gustaría que se hubieran considerado nuestras opiniones.” [45] Hoy en día, muchos miembros dicen que pueden ver sabiduría en el cierre de las escuelas y al aplicar dichos fondos al programa internacional de seminarios e institutos, pero en la época de la pérdida de sus escuelas, eso fue algo muy difícil de aceptar.
Aunque esos fueron tiempos difíciles para muchos miembros, no se reflejaron en el crecimiento de la membresía en México. Cuando las escuelas de la Iglesia empezaron entre los mexicanos en el año 1961, había aproximadamente 25,000 miembros. Para el año 1972, esa cantidad se había cuadruplicado a más de 100,000. Durante un período de tres días, del 7 al 9 de noviembre de 1975, el élder Howard W. Hunter del Quórum de los Doce Apóstoles creó quince estacas en el área de la Ciudad de México. Debido a estos números, los líderes de la Iglesia planificaron y dedicaron el primer templo mexicano en 1983, durante la época muy sensible del cierre de las escuelas. En el año 1993, México reconoció oficialmente a la Iglesia, permitiéndole ser propietaria de terrenos a su propio nombre—un tópico controversial que finalmente se resolvió después de casi una década de debate.— Para el año 2004, la Iglesia tendría más de un millón de miembros en México. [46]
Aunque la mayoría de las escuelas de la Iglesia se cerraron en 1984, la Academia Juárez y el Benemérito continuaron siendo influenciados por el énfasis inicial de la Iglesia en los lamanitas. De hecho, en la portada de cada cuaderno para notas académicas de los alumnos, se imprimió el discurso monumental del Presidente Kimball, recordándoles quienes son y invitándolos a cumplir con la visión del profeta. A los alumnos se les recordó constantemente su herencia lamanita por medio de posters, en los bailes, en las asambleas y en la enseñanza diaria.
Por casi un cuarto de siglo, el Benemérito y la Academia Juárez han existido como escuelas hermanas bien reconocidas y prestigiadas en México. Con una inscripción anual de mas de cuatrocientos en la Academia Juárez y más de dos mil en el Benemérito, estas escuelas han sido el hogar de miles de estudiantes. El 29 de enero de 2013, el concepto de hogar familiar para los alumnos y maestros del Centro Escolar Benemérito sufrió un cambio inesperado y dramático. Daniel Johnson, el presidente del Área México, acompañado de los élderes Russell M. Nelson y Jeffrey R. Holland y otros líderes de los departamentos misional y de educación de la Iglesia, anunciaron la conversión del Benemérito: de ser una escuela preparatoria a un Centro de Capacitación Misional, el segundo más grande en el mundo. El élder Holland declaró: “Este es un momento dramático en la historia de la Iglesia. Ustedes han vivido para ser parte de uno de los momentos más históricos en la Iglesia.” [47] Entonces, el élder Nelson profetizó: “Este lugar sagrado ayudará al país de México para que se convierta en todo lo que Dios quiere que sea. Con esa santificación, será una bendición para el mundo entero.” [48]
Cuando se le preguntó el porqué los Santos en México habían recibido tantas bendiciones durante el último siglo, incluyendo la cantidad de templos, de misiones, y escuelas, el élder Nelson respondió: “Yo creo que tiene que ver con quienes son realmente. Podemos saber quienes son realmente leyendo el Libro de Mormón. El Libro de Mormón fue escrito para los lamanitas, y el pueblo de México tiene esa tradición y la bendición de ser un pueblo creyente.” [49]
Conclusión
Al examinar los fundamentos históricos, políticos, sociales y religiosos de más de un siglo de existencia de la Iglesia en México, es claro que el énfasis de la Iglesia en los lamanitas influyó en sus esfuerzos educacionales en México. Ahora, después de casi 120 años desde que oficialmente comenzó, y después de ser la insignia para más de cincuenta escuelas en el país, la Academia Juárez es la única escuela propiedad de la Iglesia que sigue en México. Aunque esta escuela comenzó con la intención de educar a la juventud de los colonos mormones americanos, ahora el alumnado es casi totalmente de miembros nativos de México. Los maestros y los líderes de la escuela y de la comunidad están orgullosos de la excelencia académica de la escuela, con su curso de estudios bilingüe, y por el historial de crear líderes para la Iglesia, la comunidad, el gobierno y en las familias en todo México y el mundo. Según el élder Paul V. Johnson, quien fue el comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia hasta el año 2015, no existe, en este momento, la intención de cerrar la escuela. [50] Aunque el Benemérito y las otras escuelas han cumplido su misión en México, como comentó el élder Nelson: “solamente estamos en medio de la historia de México, y no sabemos lo que guarda el futuro.” [51]
Notas
[1] Milton Lynn Bennion, Mormonism and Education (Salt Lake City: El Departamento de Educación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1939), página 6.
[2] D. y C. 88: 77-78; 136-138
[3] Bennion, Mormonism and Education, página 12.
[4] Bennion, Mormonism and Education, páginas 40-49.
[5] Albert Kenyon Wagner y Leona Farnsworth de Wagner, The Juarez Stake Academy, 1897-1997; The First One Hundred Years (Juárez, Chih. México: La Academia, 1997) página 5.
[6] D. y C. 3:20.
[7] Introducción del Libro de Mormón. Para mayor información con respecto al ADN y los lamanitas, ver Gospel Topics en LDS.org bajo “DNA y Lamanite Heritage.”
[8] D. y C. 32, ver también la sección 28.
[9] Parker Pratt Robinson, editor, Writings of Parley Parker Pratt: One of the First Missionaries and a Member of the First Quorum of the Twelve Apostles of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Salt Lake City: Deseret News, 1952), página 5.
[10] E. LaMond Tullis, Mormons in Mexico: The Dynamics of Faith and Culture (Logan: Utah State University Press, 1987), página 14.
[11] Leonard J. Arrington, Brigham Young: American Moses (Nueva York: Knopf, 1985), página 383.
[12] Wagner and Wagner, The Juarez Stake Academy, 1897-1997, páginas 1-2, 6.
[13] Tullis, Mormons in Mexico, páginas 60-71.
[14] Garry R. Flake, “Mormons in Mexico: The First 96 Years,” Ensign, septiembre de 1972, página 21. Ver también de F. LaMond Tullis, Mormons in Mexico, página 137.
[15] Enrique González, citado en el Informe General de la Tercera Convención,” página 18, traducida al inglés por F. LaMond Tullis en Mormons in Mexico, página 127.
[16] D. y C. 49:24.
[17] LeRoy Hatch, Medico, autobiografía inédita, en posesión de la autora; también ver de Tullis, Mormons in Mexico, páginas 142-146, 156.
[18] Para mayor información sobre la Tercera Convención, ver de Tullis, Mormons in Mexico, páginas 137-168.
[19] Tullis, Mormons in Mexico, página 186.
[20] Historia de la Escuela, “Héroes de Chapultepec,”San Marcos, Hidalgo año 1944 y primer año de la escuela, no publicada, en posesión de la autora.
[21] Henry L. Cain, “Report of the Juarez Stake School System,” 1 de octubre de 1942, citado por Clark W. Johnson, “Mormon Education in Mexico: The Rise of the Sociedad Educativa y Cultural” (disertación doctoral, Brigham Young University, 1977), página 51.
[22] Francis M. Gibbons, Spencer W. Kimball: Resolute Disciple, Prophet of God (Salt Lake City: Deseret Book, 1995), página 380.
[23] Spencer W. Kimball, “The Lamanites,” en Reporte de la Conferencia, octubre de 1947, páginas 15-22.
[24] M. Dallas Burnett, “Lamanites and the Church,” Ensign, julio de 1971, página 33.
[25] Mormon News Roon, “Facts and Statistics: Mexico,” http://
[26] “Correspondence 1959,” Letter, december 9,1959, Joseph T. Bentley Papers, Container 3, file 5, 20th Century Western & Mormon Manuscripts, MSS 848, L. Tom Perry Special Collections, Harold B. Lee Library, Brigham Young University, Provo, UT.
[27] Notas personales de Efraín Villalobos, entregadas a la autora y siguen en su posesión.
[28] Bentley Papers, box 106, folder 9.
[29] Ver de Johnson, “Mormon Education in Mexico,” páginas 89-90, con referencia a los artículos 27 y 130 de la Constitución.
[30] Johnson, “Mormon Education in Mexico,” páginas 88-89.
[31] Harvey L. Taylor, The Story of the L.D.S. Church Schools, (1971), página 11.
[32] Taylor, L.D.S. Church Schools, página 11.
[33] Taylor, L.D.S. Church Schools, página 12.
[34] Spencer W. Kimball, “The Day of the Lamanites,” en Reporte de la Conferencia, octubre de 1960, página 37.
[35] Entrevista hecha por Bárbara Morgan a Daniel Taylor en febrero de 2013 en American Fork, Utah, en poder de la autora.
[36] De Boyd K. Packer para la Primera Presidencia, 18 de febrero de 1963. Biblioteca J. Willard Marriot de la Universidad de Utah, MS 668 Box 59, id.1
[37] Ground Breaking ceremony, Benemérito de las Américas, 4 de noviermbre de 1963, MS 2491, Church History Library.
[38] Correo electrónico de Abraham López para Bárbara Morgan enviado el 25 de abril de 2013, en poder de la autora.
[39] Tullis, Mormons in Mexico, página 198.
[40] Del Van Orden. “Emotional Farwell in Mexico,” Church News, 19 de febrero de 1977, página 3.
[41] Entrevista hecha por Bárbara Morgan a María Parra en San Marcos, Hidalgo, México en mayo de 2014, en poder de la autora.
[42] Neal A. Maxwell, “Seek Ye Learning Even by Study and Faith: Reporte del año 1971 del Comisionado de Educación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días,” 1971, M260 S451, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, página 1. Ver también de Casey Paul Griffith, “The Globalization of Latter-day Saint Education” (disertación doctoral, Brigham Young University, 2012), páginas 208-219.
[43] Doctrina y Convenios, Declaración Oficial 2.
[44] Entrevista hecha por Dale LeBaron a Dan Workman el 27 de junio de 1991, en el Utah Valley Community College, en poder de la autora.
[45] Entrevista hecha por Bárbara Morgan a Efraín Villalobos en febrero de 2013, en la Ciudad de México, en poder de la autora.
[46] “Mexico Milestones: Important Moments of Church History in Mexico,” Church News, 10 de julio de 2004, página 10.
[47] Discurso del élder Holland a los maestros y estudiantes en el Centro Escolar Benemérito de las Américas, 29 de enero de 2013, Ciudad de México, la transcripción en poder de la autora.
[48] Discurso del élder Nelson a los maestros y estudiantes en el Centro Escolar Benemérito de las Américas, 29 de enero de 2013, Ciudad de México, la transcripción en poder de la autora.
[49] Entrevista hecha por Bárbara Morgan al élder Russell M. Nelson en septiembre de 2013, Salt Lake City, en poder de la autora.
[50] Entrevista hecha por Bárbara Morgan al élder Paul V. Johnson en marzo de 2013, Salt Lake City, transcripción en poder de la autora.
[51] Entrevista al élder Nelson.;