La suburban del Señor
Jeanne Boren
Traducido de Jeanne Boren, "The Lord's Suburban" in The Religious Educator, vol. 7, num. 2, ed. Richard Neitzel Holzapfel (Provo: Religious Studies Center, 2006), 125-126.
Jeanne Boren es la esposa de Nelson Boren, presidente de la Misión Nueva York Norte.
Hace años asistí a una clase en el salón de bailes en el Centro Wilkinson durante la Semana de Educación en BYU. No recuerdo quien era el maestro, pero el salón estaba totalmente lleno. Durante su presentación, él quiso saber cuántos de nosotros teníamos un vehículo Suburban*. Se levantaron como un millar de manos. él entonces presentó un concepto que completamente liberó a mi alma y a mi espíritu. él habló de la forma en que "nuestra" Suburban en realidad le pertenecía al Señor y que si de verdad abrazábamos ese concepto y permitíamos que nuestra Suburban transportara a jóvenes en viajes de los Boy Scouts, en viajes al templo y en la gran cantidad de necesidades que se presentan en un barrio, podíamos dejar que fuera el Señor quien se preocupara acerca de llantas nuevas, transmisiones, y otras reparaciones. Me encantó.
Llegué a la casa y le conté la idea a Nelson mi esposo. En esas fechas, teníamos una Suburban amarilla vieja a la que siempre le fallaba algo, chico o grande. Mi papá se refería a ella como la desvencijada. Nuestros automóviles siempre estaban a la disposición del barrio, pero esta idea elevó nuestro pensamiento a otro nivel. Ahora, los kilómetros recorridos, las llantas, el desgaste ya no eran un problema solamente mío; el Señor también tenía un interés personal. Después de todo, esta era Su Suburban; yo nada más era el mayordomo. Yo tendría que encargarme del aspecto físico al mantenerla limpia y bien cuidada, pero las cosas mayores ya no me tocaban a mí. De allí en adelante, cuando el obispo o alguien más pedía usar nuestro vehículo, nos gustaba responder, "Por supuesto, es la Suburban del Señor." Con frecuencia el obispo llamaba y preguntaba, "¿Está disponible la Suburban del Señor?
Finalmente, la Suburban vieja tuvo que ser jubilada, así que compramos una nueva. En esa época yo estaba sirviendo como la Presidenta de las Mujeres Jóvenes en el barrio. Un atardecer fuimos a recoger la nueva Suburban que era de color verde, y de allí me fui directamente a la reunión de la Mutual. Al entrar a la capilla, la asesora de las Abejitas me preguntó si podría usar mi automóvil para una actividad. Mi mente gritó: "¿Qué? ¡Ni lo pienses! ¡Esta es mi Suburban! Además, se ve tan nueva y bonita y . . ."
Había sido muy fácil dejar que el Señor se preocupara de la Suburban amarilla porque ya estaba vieja y necesitaba ayuda, pero esta otra estaba nueva y estaba tan bueno-¡no necesitaba ayuda! Tuve que decidir otra vez de quién era ese automóvil. Con un suspiro hondo, lentamente le entregué las llaves.
Al final de la actividad, me entregó las llaves disculpándose. Dijo que no me habría solicitado usar el automóvil si hubiera sabido que era nuevo, y ¿por qué no se lo dije? Aunque por un momento se me olvidó que la Suburban no era mía, estuve muy agradecida de que el Espíritu me haya recordado que era del Señor y que se necesitaba para Su servicio aunque fuera nueva. Al recibir las llaves, le recordé a la Asesora que el vehículo no era mío sino del Señor.
Por supuesto, la nueva Suburban verde no se conservó nueva. Con el tiempo, también necesitó llantas nuevas y reparaciones. Que gran bendición saber que perteneció al Señor cuando estaba nueva y le seguía perteneciendo ahora que necesitaba ayuda. Con plena confianza, podía pasarle las reparaciones al Señor y dejar que él se preocupara por Su vehículo.
Cuando recibimos el llamamiento para servir en la misión, le vendimos la Suburban verde a un miembro de nuestro barrio. Unas semanas después, él fue llamado a ser el Presidente de los Hombres Jóvenes. El llamamiento pareció muy apropiado; después de todo, él era el nuevo dueño de la Suburban del Señor.
Nota: "Suburban" es la marca comercial de un automóvil cerrado que sirve para transportar personas; tiene al menos tres hileras de asientos.