La revelación

Dallin H. Oaks

Traducido de Dallin H. Oaks, "Revelation," in Sperry Symposium Classics: The Doctrine and Covenants (Provo and Salt Lake City: Religious Studies Center and Deseret Book, 2004), 10-22.

La revelación es la comunicación de Dios con el hombre. Puede ocurrir de muchas formas diferentes. Algunos profetas, como Moisés y José Smith, hablaron con Dios cara a cara. Algunas personas han tenido una comunicación personal con ángeles. Otras revelaciones han venido, según lo describió el élder James E. Talmage, "ora por sueños cuando uno duerme, ora por visiones cuando las facultades están despiertas." [1]

En sus formas más usuales, la revelación o inspiración viene por medio de palabras o pensamientos que se comunican a la mente (ver D. y C. 8:2-3; Enós 1:10), mediante una iluminación repentina (ver D. y C. 6:14-15), mediante sentimientos positivos o negativos con respecto a cursos de acción propuestos, o aun por medio de representaciones inspiradoras, como en las artes. Como lo ha declarado el Presidente Boyd K. Packer, "la inspiración viene más como un sentimiento que como sonido." [2]

Como supongo que ustedes están familiarizados con estas diferentes formas de revelación o inspiración, he decidido tratar este tema en términos de una clasificación diferente—el propósito de la comunicación. Puedo identificar ocho propósitos diferentes que se cumplen con la comunicación que viene de Dios: (1) testificar, (2) profetizar, (3) consolar, (4) elevar, (5) informar, (6) restringir, (7) confirmar, y (8) impulsar. Describiré cada uno de estos en ese orden, dando algunos ejemplos.

Mi propósito al sugerir esta clasificación y al dar los ejemplos, es persuadir a cada uno de ustedes a que busquen en su propias experiencias y concluyan que ya han recibido revelación y que pueden recibir más revelaciones, porque la comunicación de Dios a los hombres y mujeres es real. El Presidente Lorenzo Snow declaró que es "el gran privilegio de cada Santo de los últimos Días . . . tener las manifestaciones del espíritu cada día de nuestra vidas." [3]

El Presidente Harold B. Lee enseñó que "cada hombre tiene el privilegio de ejercer estos dones y estos privilegios en la conducción de sus propios asuntos; en la crianza de sus hijos en el camino que deben seguir; en el manejo de su negocio, o en lo que haga. Es su derecho el gozar del espíritu de revelación y de inspiración para hacer lo correcto, para ser sabio y prudente, justo y bueno, en todo lo que haga." [4]

Mientras examino los siguientes ocho propósitos de la revelación, espero que reconozcan el grado hasta el cual ustedes ya han recibido revelación o inspiración y que decidan cultivar este don espiritual para usarlo más frecuentemente en el futuro.

1. El Espíritu Santo testifica o revela que Jesús es el Cristo y que el evangelio es verdadero.

Cuando el apóstol Pedro afirmó que Jesucristo era el Hijo del Dios viviente, el Salvador lo llamó bienaventurado, "porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mateo 16:17). Esta preciosa revelación puede ser parte de la experiencia personal de cada buscador de la verdad, cuando se recibe se convierte en una estrella polar para guiarlo en todas las actividades de la vida.

2. Profetizar es otro propósito o función de la revelación.

Al hablar bajo la influencia del Espíritu Santo y dentro de los límites de su responsabilidad, una persona puede ser inspirada a predecir lo que pasará en el futuro.

Quien posee el oficio del profeta, vidente y revelador profetiza para la Iglesia, como cuando José Smith profetizó con respecto a la Guerra Civil (ver D. y C. 87) y cuando predijo que los Santos llegarían a ser un pueblo fuerte en las Montañas Rocallosas. La profecía es parte del llamamiento de un patriarca. Cada uno de nosotros también tiene el privilegio ocasional de recibir revelación profética que ilumine eventos futuros en nuestra vida, como el de un llamamiento que vamos a recibir. Citaré otro ejemplo, después de que nació nuestro quinto hijo, mi esposa y yo ya no tuvimos más hijos. Después de más de diez años llegamos a la conclusión de que nuestra familia ya no sería más grande, lo cual nos entristeció. Entonces un día, mientras mi esposa estaba en el templo, el Espíritu le susurró que tendría otro hijo. Esa revelación profética se cumplió más o menos un año y medio después con el nacimiento de nuestro sexto hijo, al que habíamos esperado durante trece años.

3. Un tercer propósito de la revelación es el de consolar.

Una revelación de este tipo le llegó al profeta José Smith en la cárcel de Liberty. Tras muchos meses de condiciones deplorables, él clamó en dolor y soledad suplicándole al Señor que se acordara de él y de los santos perseguidos. Esta fue la consoladora respuesta:

"Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos" (D. y C. 121:7-8).

El Señor declaró en esa misma revelación que no importaba que tantas tragedias o injusticias le sobrevinieran al Profeta, "entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien" (D. y C. 122:7).

Cada uno de nosotros conoce otros ejemplos de revelaciones de consuelo. Algunos han sido consolados con visiones de sus seres queridos fallecidos o al sentir su presencia. La viuda de un amigo me dijo que había sentido la presencia de su esposo fallecido en la cual le aseguraba su amor y preocupación por ella. Otros han sido consolados al ajustarse a la pérdida de un empleo o de un buen negocio o aun de su matrimonio. Una revelación de consuelo también puede venir como resultado de una bendición del sacerdocio, ya sea por las palabras expresadas o simplemente por el sentimiento comunicado por la bendición.

Otro tipo de revelación de consuelo es la seguridad que se recibe de que un pecado ha sido perdonado. Después de orar durante todo el día y toda la noche un profeta del Libro de Mormón registró que oyó una voz que le dijo, "Tus pecados te son perdonados y serás bendecido."

"Por tanto," escribió Enós, mi culpa fue expurgada" (Enós 1:5-6; ver también D. y C. 61:2). Dicha certeza, que llega a la persona que ha cumplido todos los pasos del arrepentimiento, brinda la seguridad de que el precio se ha pagado, que Dios ha escuchado al pecador arrepentido y de que sus pecados han sido perdonados. Alma describió ese momento como un tiempo en el que ya no se sintió "atormentado por el recuerdo" de sus pecados. "Y ¡oh que gozo, y qué luz tan maravillosa fue la que vi! Sí, mi alma se llenó de un gozo. . . . No puede haber cosa tan intensa y dulce como lo fue mi gozo" (Alma 36:19-21).

4. Relacionado muy de cerca con el sentimiento de consuelo está el cuarto propósito o función de la revelación: elevar.

En algún punto de nuestra vida cada uno de nosotros necesita ser levantado de una depresión, de una sensación de no ser adecuado, o de una corazonada, o simplemente de una mediocridad espiritual. Debido a que levanta nuestro espíritu y nos ayuda a resistir el mal y a buscar el bien, yo creo que el sentirse elevado después de leer las escrituras o de disfrutar de la música, el arte, o la literatura edificantes, es un propósito distinto de la revelación.

5. El quinto propósito de la revelación es informar.

Este puede consistir de la inspiración que le indica a una persona las palabras que debe decir en una ocasión particular, por ejemplo en una bendición patriarcal dicha por un patriarca, o en los sermones u otras palabras que se digan bajo la influencia del Espíritu Santo. El Señor le mandó a José Smith y a Sidney Rigdon que alzaran sus voces y que expresaran los pensamientos que serían puestos en sus corazones, "porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso lo que habéis de decir" (D. y C. 100:5-6; ver también D. y C. 84:85; D. y C. 124:97).

En algunas sagradas ocasiones, se ha dado información mediante conversaciones cara a cara con personajes celestiales, como en las visiones mencionadas en las escrituras antiguas y modernas. En otras circunstancias, la información necesaria se comunica mediante los suaves susurros del Espíritu. Un niño pierde una posesión atesorada, ora por ayuda, y es inspirado a hallarla; un adulto tiene un problema en el hogar, en el trabajo, o en la investigación genealógica, ora y es guiado a la información necesaria para resolverlo; un líder de la Iglesia ora para saber a quién quiere el Señor que llame para ocupar un puesto, y el Espíritu le susurra un nombre. En todos estos ejemplos—muy conocidos por todos nosotros—el Espíritu Santo actúa en Su oficio de maestro y revelador, comunicando verdades e información para la edificación y la guía de quien escucha.

La revelación de Dios sirve para todos estos cinco propósitos: testimonio, profecía, consuelo, elevar, e información. He hablado de ellos en forma breve, principalmente citando ejemplos de las escrituras. Ahora hablaré con más amplitud sobre los otros tres propósitos de la revelación, dando ejemplos de mi propia experiencia.

6. El sexto tipo o propósito de la revelación es el de restringirnos de hacer algo.

Por eso, Nefi, a la mitad de un gran sermón en el que explicaba el poder del Espíritu Santo, súbitamente declara, "Y ahora bien, . . . no puedo decir más; el Espíritu hace cesar mis palabras" (2 Nefi 32:7). La revelación que refrena es una de las formas más comunes de revelación. A menudo llega por sorpresa, aunque no hayamos solicitado revelación o guía acerca de un tema particular. Pero si estamos guardando los mandamientos de Dios y viviendo a tono con el Espíritu, una fuerza restrictiva nos apartará de las cosas que no debamos hacer.

Una de mis primeras experiencias en ser refrenado por el Espíritu sucedió un poco después de haber sido llamado como consejero en una presidencia de estaca en Chicago. En una de las primeras reuniones de presidencia, nuestro presidente de estaca propuso que nuestro nuevo centro de estaca se construyera en un lugar particular. Inmediatamente vi cuatro o cinco buenas razones por las cuales dicho lugar no era el correcto. Cuando se pidió mi opinión y consejo, me opuse a la propuesta y expresé cada una de las razones. Sabiamente, el presidente de estaca propuso que cada uno de nosotros orara al respecto durante una semana y que lo comentaríamos más en nuestra siguiente reunión. Empecé a orar sobre el asunto de forma mecánica, y de inmediato tuve la fuerte impresión de que yo estaba equivocado, que me estaba oponiendo a la voluntad del Señor y que debía dejar de oponerme a ella. No hace falta decir que fui refrenado y me uní a la propuesta de la construcción. Por cierto, la sabiduría de construir el centro de estaca en ese lugar se hizo evidente muy pronto, incluso para mí. Mis razones en contra fueron de corto alcance, y muy pronto me sentí agradecido de que se me haya restringido de confiar en ellas.

Hace algunos años en mi oficina en la Universidad de Brigham Young (BYU) tomé la pluma del escritorio para firmar un documento que se había preparado para mi firma, algo que yo hacía al menos una docena de veces cada día. Ese documento comprometería a la Universidad a seguir un cierto curso de acción que habíamos decidido tomar. Se habían realizado todas las labores necesarias, y todo parecía estar en orden. Pero cuando me disponía a firmar el documento, me sentí tan lleno de presentimientos y pensamientos negativos que lo puse a un lado y solicité que se revisara otra vez todo el asunto. Así se hizo y en unos cuantos días se conocieron nuevos datos que mostraron que el curso de acción sugerido le habría causado a la Universidad muy serios problemas en el futuro.

En otra ocasión el Espíritu vino en mi ayuda mientras preparaba un diario de un caso legal. Un diario consiste de varios cientos de opiniones de las cortes, agregándoles material explicativo así como un texto escrito por quien lo prepara. Mi ayudante y yo habíamos terminado casi todo el trabajo del libro, lo cual incluía la investigación necesaria para estar seguros que las opiniones de la corte no habían sido revertidas o anuladas. Justo antes de mandar el libro al impresor, estaba revisando el manuscrito cuando una opinión en particular me llamó la atención. Al verla tuve un profundo sentimiento de incomodidad. Le pedí a mi ayudante que verificara otra vez dicha opinión para ver que todo estuviera en orden. Él me reportó que todo estaba bien. Al hacer una revisión posterior al manuscrito ya terminado, fui detenido nuevamente en ese caso otra vez con sentimientos de incomodidad. En esa ocasión yo mismo fuí a la biblioteca. Allí descubrí en algunas publicaciones que acababan de llegar, que ese caso había revertido en una corte de apelaciones. Si esa jurisprudencia se hubiera publicado en mi diario, habría causado una vergüenza profesional muy seria. Me salvó el poder restrictivo de la revelación.

7. Una forma común de buscar revelación, consiste en proponer un curso de acción particular, y luego orar por inspiración que lo confirme.

El Señor explicó este tipo de revelación que confirma cuando Oliverio Cowdery falló en sus esfuerzos por traducir el Libro de Mormón: "He aquí, no has entendido; has supuesto que yo te lo concedería cuando tu no pensaste sino en pedirme.

"Pero he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien" (D. y C. 9:7-8).

De igual manera, el profeta Alma compara la palabra de Dios a una semilla y les dice a las personas que estudian el evangelio que si dan lugar a que la semilla sea plantada en sus corazones, la semilla ensanchará su alma e iluminará su entendimiento y empezará a ser deliciosa para ellos (ver Alma 32). Ese sentimiento es la revelación del Espíritu Santo que confirma la veracidad de la palabra.

Hace algunos años, al hablar en BYU sobre el tema "Albedrío o Inspiración," el élder Bruce R. McConkie enfatizó nuestra responsabilidad de hacer todo lo que podamos antes de buscar una revelación. él citó un ejemplo muy personal. Cuando empezó a buscar una compañera para la eternidad, él no se acercó al Señor para preguntarle con quien debía casarse. "Salí y encontré a la señorita que quería," nos dijo, "Ella era adecuada para mí; . . . parecía. . . . que así debía ser . . . [entonces] todo lo que hice fue orar al Señor y pedirle alguna guía y dirección con respecto a la decisión que había tomado." [5]

El élder McConkie resumió su consejo acerca del equilibrio entre el albedrío y la inspiración de la siguiente manera: "Se espera que usemos los dones y los talentos y habilidades, el sentido común, la capacidad de juzgar y el albedrío con que hemos sido investidos . . . Se encuentra incluido en el pedir con fe, el requisito de que primero hemos de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr la meta que queremos. . . . Se espera que hagamos todo lo que podamos, y entonces buscar una respuesta del Señor, un sello de confirmación de que hemos llegado a la conclusión correcta." [6]

Cuando era Representante Regional tuve el privilegio de trabajar con cuatro miembros del Quórum de los Doce y con otras Autoridades Generales mientras buscaban la inspiración al llamar a Presidentes de Estaca. Todos hicieron lo mismo. Entrevistaron a personas que vivían en la estaca—consejeros en la presidencia de estaca, miembros del sumo consejo, obispos, y otros que tenían experiencia en la administración de la Iglesia—les hicieron preguntas y escucharon su consejo. Al irse efectuando las entrevistas, los siervos del Señor en actitud de oración tomaron en cuenta a cada persona mencionada y entrevistada. Al terminarlas hicieron una decisión tentativa con respecto a quién sería el nuevo presidente de estaca. Esa propuesta fue presentada en oración ante el Señor. Si era confirmada, se extendía el llamamiento. Si no era confirmada, o si había alguna restricción, esa propuesta se dejaba de lado y el procesó continuaba hasta que se llegaba a una nueva propuesta y se recibía la revelación de confirmación.

Algunas veces las revelaciones de confirmación y de restricción se combinan. Por ejemplo, durante mi servicio en BYU se me invitó a dar un discurso ante una asociación nacional de abogados. A causa de que eso tomaría muchos días de preparación, era el tipo de invitaciones que declinaba rutinariamente. Al empezar a dictar una carta para declinar esa invitación en particular, me sentí restringido. Hice una pausa y reconsideré mi acción. Tomé en cuenta en qué forma podría aceptar la invitación, y cuando lo vi bajo esa luz, sentí la certera confirmación del Espíritu y supe que eso era lo que debía hacer.

El discurso que resultó, "Una Universidad Privada considera la reglamentación del Gobierno," abrió la puerta a una gran cantidad de oportunidades importantes. Fui invitado a dar ese mismo discurso ante varios grupos de prominencia nacional. Fue publicado en Vital Speeches [Discursos Vitales], en un periódico profesional, y en varios otros periódicos y libros, de los cuales se usó como una declaración significativa de los intereses de las universidades privadas en cuanto a la libertad de no estar sujetos a los requisitos del gobierno. Este discurso llevó a que BYU fuera consultada por varios grupos de iglesias pidiendo consejo con respecto a la relación adecuada entre el gobierno y los colegios asociados con iglesias. Esas consultas a su vez contribuyeron a que se formara una organización nacional de escuelas y universidades asociadas a iglesias que ha probado ser una magnífica coalición para oponerse en lo futuro a los reglamentos gubernamentales injustos o poco sabios. Al ver en retrospectiva ese evento, no tengo dudas de que esa invitación que casi rechacé fue una de esas ocasiones en las que un hecho al parecer insignificante marcó una gran diferencia.

Esas son las ocasiones en las que es vital que recibamos la guía del Señor, y esas son las veces en que la revelación vendrá a ayudarnos si es que la escuchamos y le hacemos caso.

8. El octavo propósito o tipo de revelación consiste en aquellas instancias en las que el Espíritu estimula a la acción a alguien.

Este no es un caso en el cual una persona se propone hacer algo y el Espíritu lo confirma o lo refrena. Se trata del caso en que la revelación viene sin buscarla e impulsa a la persona a que haga algo que no pensaba hacer. Obviamente, este tipo de revelación no es tan frecuente como los otros, pero su misma rareza la hace más significativa.

Un ejemplo de las escrituras se encuentra registrado en el primer libro de Nefi. Después de haber intentado obtener los registros preciosos del salón del tesoro en Jerusalén, el Espíritu del Señor le mandó que matara a Labán al encontrarlo ebrio en la calle. Esta no era la intención de Nefi y se sobrecogió y se opuso al Espíritu, pero nuevamente fue compelido a matar a Labán, y al fin obedeció a la revelación (ver 1 Nefi 4).

Los estudiosos de la historia de la Iglesia recordarán el relato de Wilford Woodruff en el cual una noche le vino la impresión de que debía mover su carromato y sus mulas lejos de una árbol. Así lo hizo, y su familia y sus animales se salvaron ya que el árbol fue derribado por un tornado que azotó treinta minutos después. [7]

Mi abuela Chasty Olsen Harris tuvo una experiencia semejante cuando era una jovencita. Estaba cuidando a unos niños que jugaban en el cauce de un río seco cerca de su casa en Castle Dale, Utah. De repente oyó una voz que la llamó por su nombre y le mandó que sacara a los niños del río y que los subiera a la orilla. Era un día despejado, y no había indicios de que fuera a llover. No vio razones para obedecer la voz así que continuó jugando. La voz le habló otra vez, apurándola. Esta vez obedeció la advertencia. Reunió a los niños muy rápidamente y corrieron hacia la orilla. Tan pronto como alcanzaron la orilla, una enorme pared de agua, que se originó en las montañas a muchas millas de distancia a causa de un chaparrón, pasó rugiendo por donde los niños habían estado jugando. De no haber sido por esa revelación impulsora, ella y los niños hubieran muerto.

El profesor Marvin Hill y yo teníamos nueve años trabajando en el libro Carthage Conspiracy [La Conspiración de Cartago] que trata acerca del juicio a los asesinos de José Smith, en el año 1845. Teníamos varios juegos de minutas del juicio; algunas tenían el nombre de su autor y otras no estaban firmadas. Las minutas más completas no estaban firmadas, pero debido a que las habíamos conseguido en la Oficina del Historiador de la Iglesia, estábamos seguros que se trataba de las minutas preparadas por George Watt, el escribano oficial de la Iglesia, que fue enviado para que registrara los procedimientos del juicio. Así lo hicimos notar en siete borradores del manuscrito de nuestro libro y revisamos todas nuestras fuentes en base a esa suposición.

Finalmente, el libro se terminó, y en unas pocas semanas mandaríamos el manuscrito final al impresor. Mientras estaba en mi oficina en BYU un sábado por la tarde, me sentí impelido a revisar un conjunto de libros y folletos que no habíamos estudiado y que estaba en una mesa detrás de mi escritorio. En la parte de abajo de una pila de 50 0 60 publicaciones distintas, encontré un catálogo impreso de las cosas que había en el Museo de Wilford C. Wood, y cuyo autor, el profesor LaMar Berrett, me había enviado un año y medio antes. Al mirar rápidamente este catálogo de los manuscritos de la Historia de la Iglesia, me fije en la página que describía el manuscrito de las minutas del juicio que le habíamos atribuido a George Watt. Esta página del catálogo decía que Wilford Wood había comprado en Illinois el original de esas minutas y le había dado a la iglesia la versión mecanografiada que habíamos obtenido en la oficina del Historiador.

De inmediato fuimos al museo Wilford Wood que se encuentra en Woods Cross, Utah, y allí conseguimos información adicional que nos permitió determinar que las minutas que creíamos que era la fuente oficial de la Iglesia, habían sido preparadas por uno de los abogados defensores. Volvimos a la Oficina del Historiador de la Iglesia y pudimos localizar por primera vez el juego original de las minutas del juicio preparadas por George Watt y que son oficiales y auténticas. El descubrimiento de estos documentos nos evitó un error muy grave en la identificación de una de nuestras principales fuentes de información y nos permitió enriquecer el contenido de nuestro libro de forma muy significativa. La impresión que recibí ese día en mi oficina es un ejemplo muy apreciado de la manera en que el Señor nos ayudará en nuestros propósitos profesionales rectos si es que calificamos para recibir las impresiones de Su Espíritu.

Poco después de empezar mi servicio en BYU, tuve otra experiencia especial con la revelación que impulsa. Como nuevo presidente, y sin experiencia, tenía muchos problemas que analizar y muchas decisiones que tomar. Por eso dependía mucho del Señor. Un día de octubre fui al Cañón de Provo para meditar en un problema particular. Aunque estaba solo y sin ningún tipo de interrupciones, me di cuenta que no me podía concentrar en el problema que me ocupaba. Otro asunto pendiente para el cual no estaba listo para analizar estaba metiéndose en mi mente: ¿Debíamos cambiar el calendario escolar a fin de terminar el semestre de otoño antes de la navidad?

Después de diez o quince minutos de esfuerzos infructuosos por eliminar este tema, comprendí qué era lo que estaba pasando. Me parecía que no era el momento de tratar el tema del calendario, y por lo mismo, no estaba buscando orientación al respecto, pero el Espíritu estaba tratando de comunicarse en este tema. Inmediatamente dediqué toda mi atención a ese asunto y empecé a registrar en una hoja de papel todas mis ideas. En unos cuantos minutos ya había anotado todos los detalles para un calendario de tres semestres con todas sus poderosas ventajas.

Regresé de prisa a la universidad y comenté el caso con mis colegas y se entusiasmaron mucho. Unos días después La Junta de Directores aprobó nuestro nuevo calendario propuesto, y publicamos sus fechas, justo a tiempo para hacerlo efectivo en el otoño de 1972. Desde entonces, he leído una y otra vez estas palabras del profeta José Smith y comprendí que tuve la experiencia que él describe: "Una persona podrá beneficiarse si percibe la primera impresión del espíritu de la revelación. Por ejemplo, cuando sentís que la inteligencia pura fluye en vosotros, podrá repentinamente despertar en vosotros una corriente de ideas, . . . y así, por conocer y entender el Espíritu de Dios, podréis crecer en el principio de la revelación." [8]

Ya he descrito ocho tipos o propósitos diferentes de la revelación: (1) testificar, (2) profetizar, (3) consolar, (4) elevar, (5) informar, (6) restringir, (7) confirmar, e (8) impulsar. Cada uno de estos se refiere a las revelaciones que se reciben. Antes de terminar, sugeriré unas cuantas ideas acerca de las revelaciones que no se reciben.

Primero, debemos entender lo que puede ser llamado como el principio de "la responsabilidad en la revelación". La casa de nuestro Padre Celestial es una casa de orden, en la cual se manda a Sus siervos a "obrar en el oficio al cual fuere[n] nombrado[s]" (D. y C. 107:99). Este principio es aplicable a la revelación. únicamente el Presidente de la Iglesia recibe revelación para guiar a toda la Iglesia. Solamente el presidente de una estaca recibe revelación para la guía especial de esa estaca. La persona que recibe revelación para el barrio es el obispo. Para la familia, es el principal poseedor del sacerdocio en la familia. Los líderes reciben revelación para sus áreas de responsabilidad. Los individuos pueden recibir revelación para guiar sus propias vidas.

Pero cuando una persona pretende recibir revelación para otra persona fuera de su propia área de responsabilidad—como el miembro de la Iglesia que clama tener revelación para dirigir a toda la Iglesia o una persona que clama tener revelación para dirigir a otra persona sobre la cual no tiene autoridad de presidencia de acuerdo al orden de la Iglesia—pueden estar seguros que tal revelación no es del Señor. "Hay señales falsas." [9] Satanás es un gran engañador, y él es la fuente de algunas de estas revelaciones espurias. Las otras son imaginarias.

Si una revelación está fuera de los límites de tu responsabilidad específica, sabes que no viene del Señor y por lo tanto no estás obligado por ella. He oído de casos en los que un joven le dijo a una señorita que debía casarse con él porque había recibido una revelación de que ella debía ser su compañera eterna. Si esta es una revelación verdadera, le será confirmada directamente a ella, si es que ella lo quiere saber. Mientras tanto, ella no tiene obligación de obedecerla. Ella debe buscar su propia guía y poner en orden su mente. El hombre puede recibir revelación para dirigir sus propias acciones, pero él no puede recibir revelación apropiada para dirigir las acciones de ella. Ella está fuera de su jurisdicción.

¿Y que de las ocasiones en las que buscamos revelación y no la recibimos? No siempre que solicitamos inspiración o revelación la recibimos. Algunas veces se demora la recepción de la revelación, y otras veces se nos permite usar nuestro propio juicio. No podemos forzar las cosas espirituales. Y así debe ser. El propósito de nuestra vida, que es obtener experiencia y ganar fe, se frustraría si nuestro Padre Celestial nos dirigiera en cada hecho, aun en cada hecho importante. Debemos tomar decisiones y experimentar sus consecuencias a fin de que desarrollemos la fe y la confianza en nosotros mismos.

Algunas veces no recibimos respuesta a nuestras oraciones, aun en las decisiones que consideramos muy importantes. Esto no quiere decir que nuestras oraciones no han sido escuchadas. Esto solo significa que hemos orado por una decisión que, por una razón u otra, debemos tomar sin la guía de la revelación. Quizás hemos pedido guía para escoger entre alternativas que son igualmente aceptables o igualmente inaceptables. Me permito sugerir que no hay una respuesta correcta o equivocada para cadapregunta. Para muchas preguntas solamente hay dos respuestas correctas o dos respuestas equivocadas. De esta forma, una persona que busca inspiración para decidir de cual de dos maneras se puede desquitar de otra persona que le hizo daño, es posible que no reciba una revelación. Tampoco la recibirá una persona que no tiene que decidir a causa de un evento futuro que se interpondrá, por ejemplo, que haya una tercera alternativa que sea claramente preferible. Una vez, mi esposa y yo estuvimos orando fervientemente para recibir guía para una decisión que parecía ser muy importante. No llegó ninguna respuesta. Se nos dejó solos para proceder en base a nuestro mejor juicio. No entendíamos el por qué el Señor no nos había ayudado con una impresión de confirmación o de restricción. No pasó mucho tiempo sin que supiéramos que no teníamos que tomar una decisión en esa cuestión ya que algo había sucedido que hizo que ya no se necesitara la decisión. El Señor no nos iba a guiar en escoger algo no necesario.

Es muy probable que una persona no reciba respuesta si busca ayuda para decidir entre dos cosas que son igualmente aceptables para el Señor. Así que, hay ocasiones en las que podemos ser igualmente útiles en dos lugares distintos. Cualquier respuesta es correcta. De igual manera, el Espíritu del Señor no nos dará revelación en asuntos triviales. Una vez en una reunión de testimonios escuché a una joven mujer que elogiaba la espiritualidad de su esposo, diciendo que él le presentaba al Señor cada pregunta que tenía. Dijo que la acompañaba a hacer las compras y que ni siquiera escogía entre dos marcas de vegetales enlatados sin que primero hiciera una oración al respecto. Esto me suena a algo indebido. Yo creo que el Señor espera que usemos la inteligencia y la experiencia que nos ha dado para que hagamos este tipo de decisiones. Cuando un miembro le pidió consejo al Profeta José Smith en cierto asunto particular, el Profeta declaró: "Es una gran cosa el pedir de las manos del Señor o el venir a Su presencia; y nos sentimos temerosos de acercarnos a él sobre asuntos de poca o ninguna importancia." [10]

Por supuesto, no siempre podemos juzgar si algo es trivial. Si parece que un asunto es de poca importancia, debemos proceder en base a nuestro propio juicio. Si la decisión es importante debido a cosas que desconocemos, tal como la invitación para hablar que comenté anteriormente, o escoger entre dos latas de vegetales cuando una contiene veneno, el Señor intervendrá y nos dará la ayuda. Cuando una decisión marcará una diferencia en nuestras vidas—sea obvia o no—y si estamos viviendo a tono con el Espíritu y buscamos su ayuda, podemos estar seguros de que recibiremos la guía que necesitamos para lograr nuestra meta. El Señor no nos dejará sin ayuda cuando una decisión sea importante para nuestro bienestar eterno.

Notas

[1] James E. Talmage, Artículos de Fe (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días, 1952), pág. 254.

[2] Boyd K. Packer, "Prayers and Answers" [Oraciones y Respuestas], Ensign, noviembre de 1979, págs. 19-20.

[3] Lorenzo Snow, en el Conference Report [Reporte de la Conferencia], Abril de 1899, pág. 52.

[4] Harold B. Lee, Stand Ye in Holy Places [Permaneced en Lugares Santos] (Salt Lake City: Deseret Book, 1974), págs. 141-142.

[5] Bruce R. McConkie, "Albedrío o Inspiración-¿Cuál?" en Speeches of the Year: BYU Devotional Addresses, 1972-1973 [Discursos del Año: Discursos en los Devocionales de BYU, 1972-1973] (Provo, Utah: Imprenta de la Universidad de BYU, 1973), págs. 107-111.

[6] Ver McConkie "Albedrío o Inspiración-¿Cual?", págs. 108, 110 y 113.

[7] Ver el libro de Matthias F. Cowley, Wilford Woodruff, History of His Life and Labors [Wilford Woodruff, Historia de su Vida y Obras] (Salt Lake City: Bookcraft, 1964), págs. 31-32.

[8] José Smith, Las Enseñanzas del Profeta José Smith, compiladas por José Fielding Smith (Salt Lake City: 1954), pág. 179.

[9] Packer, [Oraciones y Respuestas], Ensign, noviembre de 1979, págs. 19-20.

[10] José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints [Historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días], ed. B. H. Roberts, 2da ed. rev. (Salt Lake City: Deseret Book, 1957), 1:339.