El profeta y vidente -- 1837 José Smith y la crisis de Kirtland
Ronald K. Esplin
El año de 1837 fue muy difícil. En realidad, 1837 y 1838 probablemente fueron los dos años más difíciles en la vida y ministerio de José Smith. Mil ochocientos treinta y siete fue desastroso en lo emocional y terminó en apostasía y división. Mil ochocientos treinta y ocho en Missouri fue desastroso en lo militar y acabó en dolor y sufrimiento. [1] Estos dos años juntos comprendieron un período muy desafiante. Una de las cosas que me han impresionado al haber trabajado con The Joseph Smith Papers [Los Documentos de José Smith] es lo resistente que era José Smith. Creía en su llamamiento. Creía en las revelaciones. Y en parte debido a su fe, y tal vez también a su constitución y la fuerza de voluntad con los que nació, se pudo levantar, vez tras vez, de las cenizas de la derrota y hacer algo aún mejor. Así lo hizo después del año 1837, y 1838, en Missouri comenzó prometedor. Después del desastre físico y militar ahí, los Santos se dispersaron a Nauvoo y, en cinco cortos años, construyeron la ciudad más grande de la administración de José.
Las Lecciones de 1837
Aunque 1837 fue un año difícil, y algunas veces descorazonador, es necesario que lo entendamos. El explorarlo nos ayuda a entender a José Smith, pero también hay lecciones que podemos aprender. Una de ellas es que todos somos susceptibles a lo que puede ser llamado el ciclo de prosperidad, también conocido como la enfermedad nefita. El Presidente Brigham Young, un año después de la muerte de José Smith, dio un sermón interesante en Nauvoo, uno de los mejores antes de que se fuera al oeste, en el cual dijo en esencia que durante doce años bajo la dirección de José Smith los Santos habían sufrido adversidad y todavía estaban bien espiritualmente. A pesar de los atrasos, habían logrado sobrellevarla; hicieron lo que se tenía que hacer. Pero eso no sucedió en la prosperidad, concluyó; un año de prosperidad casi los mató. Desde la muerte de José, habían tenido algo de paz, algunos buenos tiempos, y habían sido demasiado. La adversidad, quizás, es un mejor ambiente para hacer a los Santos, Otra cosa que podemos aprender es la forma en que la adversidad prueba a los hombres y mujeres, lo que revela su carácter al hacer decisiones en circunstancias difíciles. La crisis de Kirtland del año 1837, o la apostasía de Kirtland como se le identifica algunas veces, nos costó quizás la tercera parte del liderazgo — no la tercera parte de la membresía— sino algunos de la élite, algunos de los más educados, algunos de los más prósperos. Y sucedió tan repentinamente que es una lección para todos nosotros.
Otra lección de 1837 es la importancia de tener nuestras lealtades en el lugar correcto. Hubo una guerra cultural en la Iglesia en 1837 debido a lo que José Smith estaba tratando de introducir: una nueva forma de pensar acerca de la sociedad y la religión basados en los antiguos modelos de las escrituras y en la revelación moderna. Este fue el modelo de Enoc al dirigir a su pueblo, o de Moisés cuando iba a la cabeza de los hijos de Israel, en el cual un líder religioso tenía mucho que decir acerca de la vida diaria y la forma en que se organizaba la sociedad. Ese modelo no era el estilo americano, como tampoco lo es hoy en día. El pueblo tenía que escudriñar su corazón y decidir que es lo que estaban dispuestos a hacer a petición de un líder religioso. A algunos les gustaba la “religión civil americana” que es como se le ha llamado a veces. Les gustaba la idea de que, como americanos, eran libres de hacer sus negocios durante seis días de la semana y en el séptimo día ir a la iglesia en donde un predicador les enseñaría algo de moralidad y quizás un poco de doctrina. Pero no esperaban que dicho predicador interviniera en sus políticas, sus propiedades o en su organización económica. Este era el modelo protestante, el modelo con el que habían crecido la mayoría de los primeros Santos de los Últimos Días. Sin embargo, poco a poco, José Smith estaba tratando de enseñarles el modelo de Enoc y de Moisés, de organizar a la sociedad alrededor de principios religiosos y de los líderes religiosos. Así que una de las lecciones que aprendemos es que si estamos en una situación en la cual se requiera mucho, al final tendremos que decidir en donde están nuestras lealtades. Muchas buenas personas, incluyendo algunos líderes, que se salieron por un tiempo y regresaron, tuvieron dificultades con esto. Durante un tiempo pensaron que su lealtad real estaba con lo que habían hecho como “Hijos del 76." Quisieron vivir su vida como ‘americanos’ y no como Santos de los Últimos Días o como los hijos de Israel. Piensen en estas lecciones mientras estudiamos como se desarrolla el año 1837.
Relatos Contemporáneos de Kirtland en 1837
Ha sido difícil entender 1837, y es interesante por qué tenemos este problema. José preparó un diario maravilloso desde el otoño de 1835 hasta la primavera de 1836. Terminó el 3 de abril de 1836, con la venida de Elías el profeta, de Elías y de Moisés al Templo de Kirtland. Eso cerró su mejor diario de los años 1830, aunque tenemos uno mas o menos decente para parte del año 1838 en Missouri. Pero desde principios de abril de 1836, todo 1837 y una buena parte de 1838, no tenemos un diario de José Smith. No fue sino hasta el 13 de marzo de 1838, que es cuando llegó a Far West, Missouri, que el Profeta empezó un nuevo diario.
Y no solamente no tenemos ningún diario de José Smith, tampoco tenemos de alguno de sus asociados cercanos. Así que hemos tenido dificultades para entender la historia de como fue que las cosas se cayeron en el otoño de 1836 y durante todo1837. Tenemos muchos relatos y una cantidad considerable de información, pero casi todos son recuerdos que fueron escritos mucho tiempo después. Eliza R. Snow y Lorenzo Snow escribieron posteriormente acerca de este período fundamental, y existen muchas reminiscencias en el Journal of Discourses acerca de estos días. Pero fueron escritos décadas después de los acontecimientos, y no es posible determinar, usando estos relatos, la manera en que se sucedieron los eventos. Estos relatos posteriores dan la impresión de que todos los eventos principales de esta crisis ocurrieron durante el verano de 1837, pero no fue así. Uno de los resultados de esta mala interpretación es que la apostasía se ha conectado casi exclusivamente al fracaso del banco y a las dificultades económicas, o al Pánico económico de 1837, que es como se le llamó. El fracaso del banco y sus consecuencias jugaron un papel importante, pero la realidad fue más compleja — y también más interesante— e instructiva.
En un sentido amplio, uno puede encontrar algunas de las raíces de esta apostasía tan atrás como 1834 en las secuelas del Campo de Sión. Pero las raíces inmediatas pueden ser vistas al fin del verano y en el otoño de 1836, durante la breve prosperidad de Kirtland. Aún antes de que comenzaran los problemas económicos, hubo un esfuerzo por destituir a José Smith, un escenario muy difícil de encontrar si uno lee solamente los relatos nostálgicos. Afortunadamente no se nos han dejado solamente esos. Podemos identificarlos más claramente gracias a dos fuentes contemporáneas. Una es el diario de Wilford Woodruff, quien regresó a Kirtland después de treinta meses de andar en misiones en varios lugares. Un buen escritor de su diario, llevó un registro muy importante desde el otoño de 1836 hasta el fin de mayo de 1837, cuando salió de Kirtland para ir a otra misión. En las mismas fechas en que él salió, Mary Fielding que había llegado a Kirtland con su hermano Joseph y con su hermana Mercy, comenzó una serie de cartas para Mercy, quien se había regresado a Canadá. Estas cartas coinciden por unos días con el diario de Woodruff y continúan registrando de primera mano las impresiones de ella acerca de Kirtland durante gran parte del verano, semanas después de que cesó el diario de Woodruff.
Con estas dos fuentes y unas cuantas evidencias que las corroboran,, como las demandas legales, podemos crear una cronología que nos ayude a poner en contexto los recuerdos a fin de que podamos entender mejor no solamente el como se desarrolló esto sino también el por qué. Al hacerlo, descubrimos que lo que se discutía no era simplemente la prosperidad o la declinación económicas o la quiebra del banco, aunque todo eso fue importante. El tema central para muchos era la forma en que entendían el liderazgo profético: ¿Cuál era el papel de un profeta? ¿Se esperaba que el profeta, al igual que el ministro protestante en la tradición americana, nos predicara el domingo del Libro de Mormón o de las revelaciones modernas, pero que no dirigiera a la comunidad? ¿O debía el profeta dirigir a la comunidad de Santos congregados hacia una nueva forma de organizarse, en la cual todos sus esfuerzos iban dirigidos a edificar el reino de Dios en la tierra? Este segundo modelo fue lo que Nauvoo llegó a ser. Esto era lo que José estaba empezando a enseñar y estaba tratando de implementar hasta cierto grado en Kirtland. Y esto — el papel del liderazgo profético— fue lo que dividió al pueblo.
Un Poco de 1836
Para entender 1837, debemos mencionar unos cuantos eventos de 1836. La dedicación del templo fue al fin de marzo de 1836, y el diario de José Smith se cierra unos días después, el 3 de abril. Este es el diario que nos da la mejor evidencia contemporánea de todas las experiencias espirituales conectadas con la terminación del Templo de Kirtland. Pero sabemos, por otros relatos, que las grandes manifestaciones espirituales de 1836 no se acabaron cuando se detuvo el diario. Leer el diario transmite el sentimiento de que ahora que Cristo y Moisés y Elías habían venido ¿qué más había que decir? Ese fue el clímax de la temporada de experiencias espirituales y el diario terminó con ese relato. Pero el templo y la comunidad de Santos que habían participado en estos grandes eventos todavía disfrutaron un halo que siguió por meses. El 6 de abril el templo proveyó un marco para un gran jubileo que indicaba el sexto aniversario de la organización de la Iglesia. Las experiencias espirituales y los buenos sentimientos al reunirse en la casa del Señor continuaron hasta el verano.
Fue en esta atmósfera que los miembros del Quórum de los Doce salieron de Kirtland en su misión del verano. Desde su llamamiento en 1835, los Apóstoles habían empezado el modelo de permanecer en sus casas durante el invierno, durante el cual podían atender a su familia y la granja, y pasar el verano predicando. Cuando regresaron a Kirtland en el otoño de 1836, unos pocos meses después, el escenario había cambiado dramáticamente. La reacción de Heber C. Kimball demuestra lo que significó para ellos el ver este cambio tan impactante: “Estuvimos muy tristes . . . cuando llegamos a Kirtland, y vimos el espíritu de especulación que prevalecía en la Iglesia. Parecía que el comercio y el intercambio ocupaban el tiempo y la mente de los Santos . . . Cuando salí, algunos hombres que con dificultades podían conseguir algo para comer, a mi regreso me encontré con que supuestamente, eran hombres de gran riqueza; de hecho, todo en el lugar parecía moverse en una gran prosperidad, y parecía que todos estaban dedicados a hacerse ricos.” [2]
Warren A. Cowdery, el editor del Messenger and Advocate, también comentó acerca de estos cambios. Unos meses después escribió en el Messenger and Advocate que muchos de los Santos eran “culpables de especulación feroz y sueños visionarios de riquezas y grandeza mundanal, como si el oro y la plata fueran sus dioses, y sus casas, granjas y mercaderías su única dicha o el pasaporte para ella.” [3] Ese fue un gran cambio a diferencia de la primavera de 1836 cuando los miembros del Quórum de los Doce —Brigham Young, Heber C. Kimball y otros— salieron. Es muy interesante, que cuando los Santos no tenían nada, se sintieron más cómodos con la idea de que José Smith los guiara en su desarrollo económico. Pero cuando la prosperidad les llegó brevemente y soñaron con tener prosperidad por su propio poder, y algunos tuvieron la posibilidad de hacerlo, la situación se vio diferente para muchos.
Los Hermanos Cowdery en contra de la “Tiranía”
Usaré a los hermanos Cowdery, Warren y Oliver, para demostrar la forma en que esto sucedió. Para mediados de 1837, Warren Cowdery aún escribiendo en el periódico de la Iglesia, en realidad estaba escribiendo en contra de lo que José Smith estaba tratando de hacer. Warren Cowdery argumentaba en contra de permitir que los líderes religiosos rompieran los límites americanos tradicionales: “Si así malbaratamos nuestras libertades, somos indignos de ellas.” [4] En otro lugar dijo que la tiranía eclesiástica sigue siendo tiranía, como si estuviera acusando a José Smith de ello. “Cuando un pueblo tiene confianza ilimitada en un gobernante civil o religioso, que no es sino un hombre al igual que ellos, y empieza a creer que no puede equivocarse, aumentan su tiranía y su opresión, establecen un principio de que el hombre, un pobre y frágil trozo de mortalidad, como ellos, es infalible. ¿Quien no ve en esto un principio de papismo.?” [5]
Hoy en día nos es difícil entender cuan degradante podía ser esa crítica. El papismo, el sistema católico de sacerdotes que presiden sobre la gente, era visto como lo contrario del modelo religioso en Estados Unidos. Era visto como superchería, como líderes religiosos priviligiados que se enseñoreaban sobre el pueblo. “¿Quien no ve en esto un principio de papismo y de tiranía religiosa insertado en tal orden de cosas? ¿Quien es digno del nombre de seróhombre libre si tan dócilmente entrega los derechos, los privilegios y las inmunidades de un ciudadano independiente? . . . La inteligencia del pueblo es la única garantía contra las usurpaciones de sus libertades, ya sea que esas usurpaciones vengan del poder civil o del religioso.” [6]
Oliver Cowdery fue excomulgado en 1838. Se le acusó, entre otras cosas, de virtualmente haber negado la fe al declarar que no sería gobernado en sus asuntos temporales por ninguna autoridad eclesiástica ni por cualquier revelación. En esencia se le preguntó: “Si la organización de su iglesia y sus líderes eclesiásticos le ofrecieran guiarlo para ayudarle a organizar sus vida temporal, ¿se sujetaría a esa guía?” Oliver Cowdery dijo que no lo haría. Contestó parafraseando por escrito uno de los principales cargos en su contra: “No me dejaré influenciar, gobernar o controlar, en mis intereses temporales por ninguna autoridad eclesiástica o cualquier pretendida revelación, que sea contraria a mi propio juicio.” Entonces dijo: “Siendo que ésta todavía es mi opinión solamente diré que los tres grandes principios de la libertad inglesa, como se encuentran en los libros , son ‘el derecho a la seguridad personal, el derecho de la libertad personal y el derecho a la propiedad privada,’” Y continuó: “Mi ancestro venerable estuvo entre el pequeño grupo que tocaron tierra en las rocas de Plymouth en 1620. . . . No estoy dispuesto a cambiar [sus principios americanos] por algo menos liberal, menos benevolente o menos libre.” [7]
Otros estuvieron de acuerdo en que esta era una situación central, pero la vieron desde una perspectiva muy diferente. Durante lo más álgido de la crisis de 1837, Mary Fielding, una nueva converso, expresó un punto de vista opuesto; que la crisis no era porque José Smith o la presidencia intentaran ejercer demasiada influencia, sino porque algunos de los líderes y miembros no se sujetaron lo suficiente. Ella le escribió a su hermana Mercy, “no se que es lo que el Señor tendrá que hacer con su Iglesia antes de que se sujete a ser gobernada por la Cabeza pero creo completamente que no tendremos prosperidad hasta que éste sea el caso.” [8] Wilford Woodruff y Brigham Young, entre otros, compartirían el punto de vista de Mary, no el de Oliver.
Podemos estar agradecidos de que por lo general no se nos pide hacer el mismo tipo de decisión que se le pidió hacer a Oliver Cowdery en 1837 y 1838, entre lo que el vio como sus derechos como hombre libre y su responsabilidad como Santo de los Últimos Días. Quizás esto sirva para alimentar nuestro pensamiento y decidir en donde estará nuestra lealtad si algun día organizamos comunidades de Santos en las que los líderes eclesiásticos nos ayudarán a organizar los asuntos temporales así como los espirituales; como fue el caso que estaba surgiendo en Kirtland en 1837.
Los Puntos de Vista de Wilford Woodruff acerca de los Eventos en Desarrollo
El diario de Wilford Woodruff nos ayuda a establecer una cronología que arroja luz en la forma en que se desarrollaron los eventos. También obtenemos conocimiento del poder de su reacción personal a todo esto y de lo que el comunicó de la propia experiencia de José Smith al verlo combatir el gran torbellino de desafecto, disensión y dificultad. Su relato de Kirtland empieza en noviembre de 1836 con entusiasmo y optimismo. “Pronto entramos al pueblo [de Kirtland] y pasé uno de los días más felices de mi vida al visitar Kirtland y la casa del Señor y a los Presidentes y a los élderes de la Iglesia. Fui edificado al estrechar las manos con el Presidente José Smith hijo y con otros amados santos de Dios que están llevando adelante la poderosa obra de Dios y de Israel.” [9] Describió como estuvo lleno de gozo al hacer esto y cuanto había deseado ver con sus propios ojos la casa del Señor. La construcción apenas había empezado cuando él salió, y ahora finalmente era real: “Después de pasar un poco de tiempo conversando con mis amigos, estaba por abrirse ante mi vista una escena más importante que lo que los reyes hayan visto jamás o de la cual los príncipes supieran en esta generación.” [10] Esa escena era el templo. Él describió en su diario sus sentimientos al entrar y ver los púlpitos y la mano de obra tan fina en el interior, al visitar el segundo piso y ver las momias y el Libro de Abraham, y salir y ver la imprenta y el banco — el Banco de Kirtland— el cual aún era una cosa de esperanza y promesa para los Santos.
Todo esto causó que él meditara sobre el maravilloso progreso que había ocurrido en los “dos años y medio desde que salí de Kirtland con mis hermanos en la pobreza, para ir a visitar a nuestros hermanos que estaban en tribulación en Sión. En ese entonces, nuestros hermanos en Kirtland eran pobres, despreciados y vistos. . . . con desdén y vergüenza.” [11] Y ahora, dijo, “Cómo cambió la escena, ahora contemplo una radiante alegría en cada rostro lo cual indica prosperidad y el ruido del hacha y del martillo, veo sus paredes y sus moradas recién construídas y su Banco y las tiendas y especialmente la casa de Dios.” [12] Siguió diciendo que la comunidad había sido transformada en los treinta meses que había estado fuera. No pudo haber sabido, como tampoco Heber C. Kimball y sus compañeros apóstoles ese otorño, que con excepción de la terminación del templo, mucha de esta transformación grandiosa había sucedido en unos cuantos meses.
Dos días después, Wilford Woodruff tuvo su primera experiencia de reunirse con los Santos en la casa del Señor, una experiencia emotiva y maravillosa que describió en detalle. Los élderes Parley P. Pratt y Orson Pratt del Quórum de los Doce estaban sentados en los púlpitos, pero también estaba Warren Parrish, el escribiente del diario de Kirtland de José Smith, y amigo personal de Wilford y con quien se estaba alojando. “Verdaderamente sentí deseos de agradecer a Dios porque se había verificado la promesa que me hizo de darme un lugar y un nombre dentro de su casa.” [13] También escribió que José Smith les predicó a los Santos y lo maravilloso que fue todo.
Eso fue a finales de noviembre de 1836. Dos semanas después, en otro domingo, el tono del relato de Wilford había cambiado. Ahora él sabía que no todo estaba bien en Sión. “Fui a la casa del Señor para adorar y oh, que reunión. Que se quede impresa en mi corazón para siempre como un memorial. Porque en este día el Dios de Israel reprobó duramente a este estaca de Sión (Kirtland) por medio de los Profetas y Apóstoles por todos nuestros pecados y recaídas y también fue una advertencia oportuna para que escapemos de los juicios de Dios que de otra forma caerán sobre nosotros.” [14] Wilford no mencionó cuales eran las fallas pero registró que José Smith y otros líderes de la Iglesia reprendieron directamente a los Santos y les pidieron que se arrepintieran y corrigieran sus caminos o que sufrieran las consecuencias.
Wilford Woodruff tenía el hábito, al terminar el año, de escribir un resumen de su año: a quienes bautizó, las bendiciones que había dado, cuantas millas había caminado, cuantas veces había predicado. A eso le agregaría una evaluacion. Este año él escribió: “ Ha terminado 1836. No puede ser recordado . . . La investidura de los Santos de los Ùltimos Días h[a] sido hablada por el Dios de Israel, y es suficiente para mostrar que aunque pasaren los cielos y la tierra la palabra de Dios hablada por los Profetas debe cumplirse.” [15] Al empezar el año 1837. escribió acerca de las cosas que esperaba ese año, especialmente que para el fin de año pudiera decir las grandes cosas que habían sucedido en Kirtland y en el Reino. Desafortunadamente, lo que 1837 guardaba no fue feliz para los Santos ni para José Smith.
Enero y Febrero de 1837: Una Amonestación y un Motín
El año comenzó bien para Wilford Woodruff. El 3 de enero fue llamado a ser miembro del primer Quórum de los Setenta. En sus primeras misiones él era presbítero, en misiones posteriores era élder y ahora había llegado a ser miembro de los Setenta, que habían sido organizados por la época en que salió de Kirtland en 1835. Su regreso a Kirtland le dio la oportunidad de asistir a la escuela así como a las reuniones de oración y otros servicios de adoración en el Templo de Kirtland y escuchar a José Smith y a otros hablar con optimísmo acerca de la Kirtland Safety Society. Todo estó lo apreció y lo gozó. Pero a pesar del principio muy esperanzador, para el 10 de enero el diario de Wilford cambió a un tono muy pesimista, y para el fin de enero, en el horizonte no se veían más que dificultades.
El martes 10 de enero, Woodruff escribió: “Me reuní en la Casa del Señor con el Quórum de los Setenta. . . . Tuvimos una reunión espiritual. El élder Brigham Young uno de los Doce nos dió una exhortación interesante y nos amonestó a que no murmuremos contra Moisés (o) José o los dirigentes de la Iglesia.” [16] Muy al principio, Brigham Young usó esa terminología para José Smith. José era el Moisés que el Señor les había dado. Si los Santos querían que a la cabeza hubiera un Moisés, entonces José era tal hombre. Y si ellos al igual que Brigham Young y Wilford Woodruff, querían que él hiciera lo mismo que Moisés, entonces debían estar de acuerdo con lo que José trataba de hacer. Pero hubo problemas para los miembros de la Iglesia como Oliver Cowdery que primero querían ser americanos y segundo Santos. Esta corriente oculta de murmuraciones brotó temprano en el año, mientras aún había una sensación de prosperidad. Antes de que el Banco quebrara, antes de la caída financiera, ya había comenzado la murmuración.
El domingo 15 de enero, Woodruff “asisti[ó] a una reunión en la Casa del Señor. El Presidente Rigdon predicó por medio del Espíritu y exhortó a la Iglesia a que fueran unidos para que estuvieran preparados para enfrentar las prueba y dificultades que les esperan.” [17] Había una sensación de que algo malo iba a pasar —de que deberían estar unidos— o serían destruídos como pueblo. El día diecisiete, Wilford “se reunió a la luz de las velas con los quórumes de los Setenta y fueron agraciados con una conferencia, [no fueron instrucciones, fue una reprimenda] de parte del Presidente David Whitmer.” [18] David Whitmer, el presidente de la Iglesia en Missouri, no había salido de Kirtland después de las experiencias del templo a las que había venido a participar. “Nos amonestó a que nos humilláramos delante de Dios para que su mano no cayera sobre nosotros con enojo a causa de nuestro orgullo y los muchos pecados en los que estábamos incurriendo en nuestros días de prosperidad tal como lo hicieron los antiguos nefitas y ahora parece evidente que le espera un azote a esta estaca de Sión aún Kirtland si no hay un gran arrepentimiento inmediatamente.” Wilford concluyó diciendo que “casi todos los rostros” de los líderes de la Iglesia indicaron su conformidad y aprobación de este punto de vista. Y escribió: “Qué el Señor nos prepare para enfrentar cada acontecimiento con resignación.” [19]
Aunque los Santos tuvieron más reuniones en el templo, no se dispersó la sensación de presentimiento. Para el 29 de enero, “la mayor parte del día se pasó en comunión y discursos de los Presidentes Oliver Cowdery y José Smith, hijo. JOSÉ nos bendijo en el nombre del Señor y dijo que si eramos fieles nos levantaríamos por encima de nuestras vergüenzas y penas y que seríamos liberados de las manos de nuestros enemigos,” Por supuesto, lo contrario era, que si ellos no eran fieles, no se escaparían de las dificultades inminentes. El 31 de enero, “escucharon discursos de los Presidentes J. Smith, hijo y Sidney Rigdon acerca de los negocios temporales de la Iglesia.” [20] Las Autoridades todavía esperaban recibir una gran bendición del banco, esperando salir de sus dificultades financieras, y decían que en la unidad podrían, y así sería, pasar por esto.
A pesar de estas preocupaciones, las cosas estaban yendo lo suficientemente bien en este punto, que José Smith decidió que podría salir en viaje de negocios. Sus negocios posiblemente tenían que ver con el Banco de Monroe, un banco autorizado en Michigan que la Iglesia había comprado para ayudar a sostener su banco no autorizado en Ohio. Había estado fuera solamente menos de tres semanas cuando el domingo el 19 de febrero regresó y les habló a los Santos. Wilford Woodruff no detalló lo que había ocurrido que hizo que José Smith se levantara “en el poder de Dios” para defenderse y denunciar a quienes lo traicionaron, pero por los recuerdos, sabemos qué fue lo que pasó. Mientras José Smith estaba fuera, los disidentes que no aceptaban la dirección por la que se estaba yendo la Iglesia trataron de destituir a José Smith y poner en su lugar a David Whitmer.
En la anotación en su diario correspondiente al 19 de febrero, Woodruff escribió: “Vi al Presidente JOSÉ SMITH hijo, subir al púlpito y predicar a los Santos durante varias horas en el poder de Dios. José había estado ausente de Kirtland en negocios de la Iglesia, aunque ni siquiera la mitad de lo que estuvo Moisés en el monte, y muchos fueron alborotados en su corazón y algunos otros estaban contra él al igual que los israelitas estuvieron contra Moisés. Pero cuando él se paró enmedio de ellos en el poder de Dios, como Moisés lo hizo antiguamente, fueron silenciados porque los quejosos vieron que estaba con el poder de un Profeta” [21] para defenderse a sí mismo. Una semana después, en domingo, José Smith otra vez se dirigió a la congregación de los Santos “en el poder y el espíritu de Dios.” Los problemas continuaron y él siguió adelantándose a defender el punto de vista de la presidencia de la Iglesia, tratando de ayudar a su pueblo a que llegaran a ser una comunidad, un pueblo de Dios.
Abril y Mayo de 1837: Amigos y Enemigos
Después de los problemas del invierno, las tensiones dentro de la Iglesia en Kirtland se calmaron por un tiempo, y para abril los Santos disfrutaron brevemente de tiempos mejores. En el aniversario de la dedicación del Templo de Kirtland, tuvieron un número de experiencias del templo. José presidió otra asamblea solemne para los élderes que habían estado fuera a fin de que pudieran recibir sus investiduras de poder, y Woodruff y otros de los residentes de Kirtland también gozaron de grandes experiencias. El diario de Woodruff contiene un relato conmovedor de sus sentimientos al ver a José Smith, y, al menos por un tiempo, los Santos se unieron en estas experiencias en el templo. Él se glorió en lo que vio y oyó “del corazón y la boca del profeta JOSÉ cuya alma, al igual que la de Enoc se hinchó tan amplia como la eternidad. Digo que tales evidencias presentadas de manera tan fuerte deben echar en el olvido toda partícula de duda de las mentes de los escuchas.” [22] Sin embargo, los planes que José Smith estaba presentando no hicieron eco en todos los Santos. Algunos empezaron a distanciarse de sus propósitos.
El 9 de abril hubo una serie de reuniones poderosas pero también dolorosas con respecto al banco en problemas. Con la amenaza constante de los problemas económicos, el Presidente Rigdon aconsejó a los Santos y les dijo que estuvieran unidos y les sería posible sobrellevar esto. “Sidney terminó y José se levantó y al igual que el león de la tribu de JUDÁ derramó su alma en medio de la Congregación de los Santos . . . . Sí, en el nombre de Dios él proclamó que les esperaban juicios severos a aquellas personas que habían profesado ser sus amigos. . . . pero que se habían vuelto traidores y se opusieron a la moneda [del banco] y a sus amigos lo que le ha dado poder a las manos del enemigo. . . . José expresó los sentimientos de su alma con dolor al ver la pobreza y las aflicciones. . . . de los Santos en Kirtland.” [23]
Como hombre soltero, Wilford Woodruff había servido muchas misiones; ahora planeaba casarse con el amor de su vida, Phoebe Carter, y José Smith estuvo de acuerdo en celebrar su casamiento. Pero cuando llegó la fecha señalada José había salido de Kirtland, temiendo por su vida debido a las amenazas de los disidentes y de los enemigos de fuera de la Iglesia. Sin embargo, el matrimonio se efectuó en la casa de José Smith como estaba planeado, pero el amigo y consejero de José, Frederick G. Williams efectuó el casamiento. Woodruff escribió: “No hay un hombre mas grande que José en esta generación. Los gentiles lo buscan y él es para ellos como la veta de oro escondida de la vista humana. No conocen sus principios, su espíritu, su sabiduría, sus virtudes, su filantropía, ni su llamamiento. Su mente como la de Enoc se hincha tan amplia como la eternidad. Nada menor que un Dios puede comprender su Alma.” [24]
Cerraremos esta sección con otro extracto de la vida de Wilford Woodruff —una experiencia tan difícil para él— que ni siquiera pudo escribir los detalles. Esto ocurrió el 28 de mayo en la casa del Señor.
El domingo fui a la Casa del Señor para adorar al Dios de Israel con la congregación de los Santos. . . .
El mismo espíritu de murmuración, de quejas, y de rebelión, del que hablé el 19 de febrero en este diario, no ha descansado desde entonces hasta el presente. . . . Hasta que muchos, y algunos de los que están en posiciones elevadas, se habían levantado contra José el siervo a quien Dios había levantado para dirigir a Israel. Y estaban tratando de derrocarlo y tumbarlo hasta que José se entristeciera en espíritu y no pudiera soportar tales peligros entre los falsos hermanos.
Pero sin importar esta densa nube de obscuridad que estaba sobre Kirtland, José inamovible en la causa, entró en la Congregación de los Santos, se paró en el estrado y le habló al pueblo en el nombre del Señor en su propia defensa. El Señor estaba con él por su poder y el espíritu y logró convencer a los honestos de que él permanecería y los enemigos caerían.
Sidney le siguió. . . . pero; ay, se levantó uno, que una vez fue amigo, (pero no ahora) en la negrura de su rostro y la corrupción de su corazón extendió su débil brazo y proclamó en contra de José. José actuó sabiamente en tanto que todos vieron el espíritu de su enemigo. [25]
Quien levantó su brazo contra José fue Warren Parrish, el escribiente de José, y uno de los amigos de Woodruff, quien estaba a su lado y estaba tan dolido que ni siquiera pudo escribir los detalles de esa experiencia. Simplemente dijo, “Que la memoria hable del asunto. . . . Los Presidentes se retiraron. El consejo se cerró sin haber tratado ningún asunto.” [26] Estamos agradecidos de que Mary Fielding haya asistido a esa misma reunión. Aunque Woodruff no pudo escribir acerca de eso, Mary si lo hizo. Parrish abiertamente denunció a José Smith, y no contento con esto, también pronunció una maldición sobre él. Luego declaró por el Dios del cielo, que esta maldición sería sellada sobre José debido a su iniquidad. No es de sorprender que la reunión haya terminado en confusión. Solamente nos podemos imaginar los sentimientos de los Santos cuando dos semanas después José cayó mortalmente enfermo y se perdió la esperanza de que viviera. Esto resultó ser una prueba de fe para muchos. Aunque Mary Fielding pudo aguantar lo que estaba por venir, no estoy seguro de que todos nosotros lo hubiéramos hecho.
Junio de 1837: La Misión a Inglaterra y Más Problemas en Casa
En esa misma época, José Smith fue inspirado a hacer algo diferente para la salvación de la Iglesia. En una reunión en el templo el 4 de junio, se dirigió a Heber C. Kimball y, en esencia, le dijo: “Hermano Kimball, debe ir a Inglaterra y cumplir la misión para la que se está preparando el Quórum de los Doce. Pero ahora el Quórum de los Doce está dividido, y a pesar de las dificultades, usted debe ir solo.” El élder Kimball estaba planificando ir, pero como uno de los Doce, no como el líder de la misión. Esa posibilidad lo espantó; él no era educado y sintió que no estaba preparado al creer que no lo podría hacer solo. “Permítame al menos llevar al hermano Brigham,” suplicó. “No, necesito a Brigham aquí,” dijo José Smith, y en realidad, a medida que se desarrollaron las cosas durante el resto del año 1837, en verdad necesitó mucho a Brigham Young allí. A regañadientes, Heber C, Kimball dijo que cumpliría con su deber; que haría lo que el Profeta le había pedido. Justo antes de que fuera apartado el 11 de junio, Orson Hyde, que había estado digustado por un tiempo, regresó y suplicó tener el privilegio de ir con ellos. Así, Heber Kimball, Orson Hyde, Joseph Fielding, y varios de los Santos canadienses fueron enviados en esta gran misión.
Heber Kimball fue absolutamente el hombre correcto para esta misión. Dentro de ocho meses, los misioneros habían efectuado cerca de dos mil bautismos y pusieron el fundamento para lo que el Quórum de los Doce haría dos años después. Esa misión posterior, elevaría la membresía en la Gran Bretaña de dos mil a más de seis mil. Y esos conversos británicos, con sus habilidades, recursos, y fe, fueron quienes de hecho salvaron a la Iglesia. Es difícil imaginarse a la ciudad de Nauvoo o al Templo de Nauvoo sin sus habilidades, dedicación y números. En medio de la obscuridad de 1837, José fue inspirado a enviar a esos misioneros, y éstos tuvieron la suficiente fe para cumplir con su deber.
José Smith apartó a los misioneros el 11 de junio. Cuando fueron a ver al Profeta el día 13 para despedirse, estaba tan enfermo que no pudo levantar la cabeza de la almohada para hablar con ellos. Al día siguiente, estaba peor y sufría intensamente. Conocemos esta historia mayormente por las cartas que Mary Fielding le escribió a su hermana Mercy. Mary reporta que “el 18 de junio, nuestro querido hermano José se veía tan acabado que el hermano Rigdon nos dijo que no se sorprendería, hablando naturalmente, si no lograba vivir hasta esa noche.” [27]
Según Mary, Parley Pratt habló ese día en una gran reunión en el salón de asambleas del templo. En su discurso, Parley trató de mostrar cómo es que toda la Iglesia se había apartado del buen camino. Parley estaba disgustado con la Iglesia en esas fechas al igual que Orson. No deseando oír más de los disidentes, el Presidente Sidney Rigdon suspendió la reunión, pero algunos se quedaron. La reunión de la tarde presentó otra inolvidable “escena de confusión”, usando el el lenguaje de Mary Fielding. Los dos hermanos Pratt, Warren Parrish y otros de los disidentes estaban allí. El Presidente Rigdon, soportando esa carga casi solo, y “agobiado por la triste condición de la Iglesia y la situación del querido hermano José,” se presentó delante de la Iglesia “y en un lenguaje que es imposible . . . describir” [28] recitó las acciones de los disidentes y declaró que él no soportaría más los insultos públicos para José. Cuando Rigdon salió del edificio muchos de los Santos se fueron con él. Mary se quedó para oír a Oliver Cowdery tratar de justificar su posición, pero cuando Orson Pratt trató de hacer lo mismo, ella sintió que estaba tan descaminado que ella también se fue. Cuando iba pasando por la casa de José Smith rumbo a su propia casa, se preguntaba si él viviría hasta en la mañana.
De acuerdo con Mary Fielding, esa noche un número de hermanos ayunaron y oraron por José en el templo. A partir de ese momento, escribió Mary, para el gran alivio y gozo de sus amigos, José empezó a recuperarse, y ella predijo que “él aún estará en su lugar y cumplirá la obra que Dios le ha dado para hacer, no obstante que muchos busquen su remoción.” [29] Para el domingo 25 de junio, José Smith no estaba lo suficientemente bien para asistir a las reuniones. Warren Parrish llegó al templo tan temprano que se sentó en el lugar que usualmente era usado por el Profeta. Hyrum condujo la reunión. Predicó hasta que las lagrimas lo obligaron a sentarse. Cuando subió al estrado otra vez, “parecía estar lleno con el espíritu y el poder de Dios” y profetizó “con gran energía que a partir de ese hora la Iglesia empezaría a levantarse.” [30]
Julio y Agosto de 1837: Alivio, Motín y Represalia
La siguiente semana trajo cambios favorables. El domingo 2 de julio, José Smith asistió a las reuniones por primera vez en varias semanas. Con José de regreso entre su pueblo, Mary Fielding le llamó a esa reunión “una tranquila y confortable espera en el Señor en su Casa.” [31] El Presidente Rigdon profetizó que el reino “nunca sería destruído, ni dado a otro pueblo.” [32] Muchos de los que vivían en Kirtland dijeron que nunca antes habían visto “tal época de amor y refrigerio” como el que habían tenido ese día. Mary Fielding, que no había vivido en Kirtland por mucho tiempo, escribió: “ te aseguro que la predicción del hermano Hyrum Smith de que desde esa hora el Señor empezaría a bendecir a su pueblo se ha cumplido verdaderamente. . . . Lo que sentí ese día pareció sobrepasar toda la aflicción y angustia mental que he sufrido desde que vine aquí.” [33]
Entre tanto, cosas interesantes estaban sucediendo entre algunos de los disidentes. Aunque en ese momento no tenía confianza en José Smith, Parley Pratt quería ir a Inglaterra y dijo tener fe en el evangelio y en su propio llamamiento. Rehusó escuchar a Brigham Young, quien lo animó a que se quedara en Kirtland y arreglara sus cosas. En vez de eso, se fue a Missouri, un viaje de casi novecientas millas. Cuando iba en camino se encontró a los líderes de su Quórum, Thomas B. Marsh y David W. Patten, que viajaban de Missouri a Kirtland. Marsh tuvo éxito en lo que Brigham Young había fallado; convenció a Parley de que se regresara, y todos juntos fueron a Kirtland.
Por ese entonces, David Patten tuvo su propia corta crisis de fe. Aunque había oído todas las críticas sobre José, tenía confianza en José, amaba a José y creía en José. Aún así, Patten quería oír los dos lados del asunto. Determinó oír lo peor que había que escuchar y entonces ver al Profeta. Thomas B. Marsh trató de convencerlo de que el enfoque que se proponía estaba al revés: debía ir a ver al Profeta primero, y entonces hablar con los disidentes. Sin embargo, cuando llegaron a Kirtland, Patten visitó a los disidentes primero y los escuchó. Lo que oyó lo perturbó tanto que cuando fue a ver al Profeta, según Brigham Young, “insultó a José,” quien lo corrió de su patio, y esta experiencia “le hizo bien a David” y muy rápidamente le hizo recapacitar. [34] Posteriormente se dijo en Nauvoo que de todo el Quórum de los Doce originales, solamente Brigham Young y Heber C. Kimball nunca levantron su pie contra José Smith.
Para esa fecha, por fin las cosas estaban viéndose mas ordenadamente, y José Smith estaba listo para salir en otro viaje de negocios. Fue a visitar a los Santos en Canadá y también mandó a Brigham Young a dirigir las cosas en el este. Mientras estaban fuera, hubo un gran escándalo en el templo. Apóstol estaba enfrentado contra Apóstol, se blandieron pistolas y cuchillos, la gente saltó por las ventanas, y los tubos de las chimeneas fueron derribados , fue un tumulto horrible con los disidentes que seguían sin arrepentirse. Cuando José Smith padre, que estaba dirigiendo la reunión, no pudo imponer el orden, llamó a la policía, lo cual aumentó el tumulto. Al fin del día, nadie había muerto, pero se dieron muchos golpes, y una escena horrible se había suscitado en la Casa del Señor. Las reminiscencias han preservado los recuerdos de esa terrible situación, pero sin la demanda legal que resultó, hubiera sido imposible fechar el evento. Los disidentes que habían sido arrestados por la policía pusieron una demanda por arresto indebido, lo que resultó en que José Smith padre, William Smith y otros fueran llevados ante la corte para defender los arrestos. Fueron absueltos, pero, como se pueden imaginar, la decisión no ayudó a sanar los malos sentimientos entre los apóstatas.
Cuando José regreso a fines de agosto, se horrorizó, por supuesto, por lo que había sucedido. Aparentemente, en este punto llegó a la conclusión de que los Santos fieles no podían seguir tolerando las acciones de los disidentes, y tampoco lo haría él. Pero, ¿por qué lo toleró el Profeta durante tanto tiempo? ¿Cómo es que Warren Parrish todavía podía ir al templo, después de todo lo que había hecho, y hasta sentarse en el lugar de José Smith? ¿Por qué es que los líderes descarriados todavía eran parte de la congregación? José nunca dijo el por qué, pero parece ser que él pensaba que la paciencia era una virtud y que hasta este punto, no era la hora de tomar acción contra sus críticos. Había llegado el tiempo para cortar de la Iglesia a los apóstatas y tener un nuevo comienzo con aquellos que estuvieran dispuestos a apoyarlo. Si lo hubiera hecho antes, pudo haber perdido a Parley P. Pratt, Orson Pratt o a Orson Hyde. Afortunadamente, José Smith estuvo dispuesto a tolerar la primavera y el verano de rebelión, amotinamiento y dolor antes de tomar acción definitiva. Un número de líderes arrepentidos que regresaron siguieron con él y ayudaron a dirigir a la Iglesia durante todo el siglo diecinueve.
De Septiembre hasta Diciembre de 1837: Se restaura el Orden y la Salida de Kirtland
En septiembre, José decidió convocar a una gran conferencia para confrontar a los que aún estaban en rebelión y expulsarlos. La disención se había extendido tanto que algunos deben haberse preguntado en que terminaría dicha reunión. Pero Brigham Young era uno de los que no iban a correr ningún riesgo. Había defendido a José durante todo el verano en contra de los apóstatas, y había defendido la vida del Profeta en contra de las amenazas anti-mormonas y ahora iba a llenar la casa con los fieles para que pudieran expresar su apoyo al Profeta y sus decisiones. Brigham Young describió posteriormente la forma en que, desde muy temprano por la mañana, reunió a los seguidores de manera que cuando se inició la reunión a las 9:00 a.m. del 3 de septiembre, los fieles estaban sentados al frente y al centro cuando los apóstatas y los miembros indecisos fueron llamados a rendir cuentas. Algunos se mostraron arrepentidos y otros trataron de dar excusas o de justificarse. John F. Boynton, del Quórum de los Doce es quizás el mejor ejemplo de esto. No fue sostenido, pero se le dio tiempo para que tratara y diera satisfacción. Regresó unos días después con una humilde y profunda disculpa y se le permitió seguir en su puesto por un poco más de tiempo, hasta que otra vez se desvió. En general, la conferencia resultó en una limpieza de la casa, muy necesaria, y por fin el liderazgo pudo estar unido otra vez y prepararse para las cosas que estaban por venir.
Pero todavía no se había terminado la tarea. Los Santos en Missouri también debían sostener los cambios en el liderazgo, y los disidentes que vivían allí también debían ser llamados a cuentas. Así que, más tarde ese septiembre, José Smith, Hyrum Smith, y otros líderes viajaron a Missouri para tener otra conferencia. En esta conferencia en Missouri, Hyrum fue sostenido como miembro de la Primera Presidencia en lugar de Frederick G. Williams. Hyrum sirvió en la Presidencia de allí en adelante, aunque Frederick G. Williams posteriormente regresó a la Iglesia y murió siendo un fiel Santo de los Últimos Días.
Mientras que él y José estaban en Missouri, la esposa de Hyrum, Jerusha Barden Smith, se enfermó y murió al dar a luz. Los hermanos de Hyrum, Don Carlos y Samuel, le escribieron una carta dolorosa en la que le declaran que “a pesar de toda nuestra diligencia en su cuidado y nuestras oraciones [ella] no sobrevivió” y “Jerusha se ha ido de un mundo de problemas, afliccion y afanes . . . . a descansar hasta la mañana de la resurrección.” Y por supuesto, ellos iban a cuidar a sus niños hasta que él regresara. [35] Cuando le llegó la carta, Hyrum partió inmediatamente de regreso a casa. Ahora que Hyrum estaba en la Primera Presidencia, José lo necesitaba más que nunca, y el desconsolado Hyrum no sabía ni como iba a atender a su familia, ya no se diga ayudar a José a dirigir la Iglesia. Según una tradición familiar, José le dijo a Hyrum, “Toma a Mary Fielding por esposa,” y una vez que ella aceptó, así lo hizo. [36]
La historia de Mary es interesante. Ella había tenido oportunidades de casarse pero había decidido no hacerlo. Una carta que aún existe indica que ella declinó a un prospecto porque no quería ser una madrastra, ya que era algo que su propia madre le había advertido que no hiciera. En el caso de Hyrum, a pesar de la preferencia de ella, Mary sintió que era la voluntad del Señor y aceptó la propuesta. Mary llegó a amar a Hyrum y a los niños, pero, según lo había entendido, el ser una madrastra traía consigo ciertas realidades difíciles que no se podían rehuir. En una carta que le escribió a Hyrum en el otoño de 1842, cuando éste estaba viajando en asuntos de la Iglesia, Mary le comunicó el desafío constante inherente a ser una madrastra para sus hijos (que a veces hirieron sus sentimientos al insistir que ella solamente era su madrastra) al firmar la carta como “tu fiel compañera y Amiga pero una madrastra infeliz, M Smith.” [37] Gracias al nuevo arreglo, para el fin de 1837 la familia de Hyrum Smith tenía otra vez una esposa y madre, y la familia estaba lista para seguir adelante lo mejor que pudiera.
Siguiendo un período de relativa calma, para fines del otoño la disención empezó otra vez en Kirtland, y esta vez violentamente. Los apóstatas habían hecho otra organización y estaban ridiculizando a los Santos fieles que todavía seguían a José, a quien apodaban el lame sartenes. Al fin los líderes de la Iglesia expulsaron a cerca de treinta personas, pero ni eso terminó con los problemas de la Iglesia. Los apóstatas estaban enojados, los anti-mormones venían tras José, el banco había fracasado, y la economía estaba en crisis. Las emociones estaban a flor de piel, y muchas vidas fueron amenazadas; pero ninguna como la de Brigham Young. Durante todo un año de defender audazmente a José, Brigham había hecho enojar a mucha gente y temía por su vida. Aunque su debilitada esposa estaba por dar a luz a mellizos, él huyó a Missouri el 22 de diciembre, dejando a su esposa y a su familia para que lo siguieran después. Cuando lo hicieron, los Young se instalaron, no con el resto de los Santos en Far West, sino en una granja tranquila a unas millas de distancia. Y esto lo hizo porque José le aconsejó a Brigham que allí instalara a su familia para que él pudiera cuidar a su esposa hasta que recuperara la salud; este consejo fue ratificado por revelación el 17 de abril de 1838. [38] Y sucedió que debido a esto cuando la crisis surgió a fines de 1838, Brigham Young no estuvo entre quienes fueron arrestados, y pudo ponerse al frente y dirigir mientras que José y otros líderes estaban presos en Liberty.
Mientras tanto, de regreso en Kirtland, José y Sidney Rigdon habían recibido una revelación que les confirmó que sus labores habían “terminado por una temporada en este lugar” y les instruía que se fueran con sus familias a Missouri “tan pronto como sea práctico.” [39] Ya habían planificado salir para Missouri en cuanto lo permitieran las circunstancias, pero todavía no había llegado la hora en que todos pudieran salir. Un revelación anterior había indicado que Kirtland sería un lugar de seguridad y refugio pero solamente durante cinco años (véase Doctrina y Convenios 64: 21-22). Ya habían pasado esos cinco años y el 12 de enero de 1838, José Smith y Sidney Rigdon partieron para Missouri. Sus familias los alcanzaron muy pronto, y juntos hicieron una migración invernal —cerca de novecientas millas por tierra— para ponerse a salvo junto con sus familias en Missouri, a donde llegaron el 13 de marzo.
Conclusión
Esa, entonces, es la historia de José Smith en 1837. Ese fue un año que él nunca querría repetir, pero fue un año que trajo grandes lecciones y grandiosos comienzos, especialmente en Gran Bretaña, que bendecirían a la Iglesia por años por venir. En Missouri el Profeta esperaba continuar el progreso de la Iglesia y continuar con los proyectos que no pudieron hacerse en 1837. Como lo mencioné antes, el diario de José Smith había terminado en 1836, con la sección 110 de la Doctrina y Convenios. Elías el profeta había traido las llaves para sellar y ahora, al principio de 1838, José había sido separado del único templo donde podría usarlas. Con pocas posibilidades de regresar a Kirtland, José siguió adelante, listo para construir otro templo en otro lugar. No es de sorprender, que se escogió un lugar para el templo en Far West, tan solo un mes después de su llegada; pero no pudo cumplir las promesas de 1836 y 1837 hasta Nauvoo, en donde tendría las llaves y un templo y podría pasarle a los Santos las bendiciones del templo.
He aprendido mucho al estudiar la vida de José Smith en 1836-1838. La historia va desde lo alto del templo hasta lo bajo de la apostasía y la rebelión abierta, las confrontaciones militares de la guerra mormona, y el encarcelamiento de José durante seis meses, principalmente en la cárcel de Liberty. Al fin de ese período, José emergió como un hombre preparado para enfrentar nuevos desafíos y tener éxito, ya que había aprendido y que se había hecho más fuerte en la manera correcta para el llamamiento y responsabilidad de terminar su obra en Nauvoo. Nauvoo hubiera sido muy diferente si José no hubiera pasado por lo que pasó durante esos años difíciles de 1837 y 1838. Fueron difíciles del modo más dramático, pero lo hicieron el hombre que fue.
Solamente doy un ejemplo que ilustra este cambio: El 16 de diciembre de 1838, José escribió desde la prisión una carta muy molesta acerca de sus enemigos, sobre las cosas por las que habían pasado los Santos, acerca del dolor y el sufrimiento, y todas sus dificultades. Los Santos habían sufrido en realidad, y las circunstancias en que se encontraban ameritaban una carta de enojo. Tres meses después, su epístola desde la Cárcel de Liberty para la Iglesia, algunas de cuyas partes se convirtieron en las secciones 121, 122 y 123 de la Doctrina y Convenios, mostró un espíritu diferente. Y cuando José salió de la Cárcel de Liberty, publicó en Commerce, antes de que se convirtiera en Nauvoo, lo que él llamó “un extracto del diario privado de José Smith.” Había preparado este documento para registrar sus sufrimientos en Missouri, pero al compararlo con su carta del 16 de diciembre, su tono fue templado más que enojado. Había madurado; había llegado a entender que sus pruebas eran parte de su suerte en la mortalidad, y había renovado su confianza de que los Santos podrían sobrellevar sus dificultadas y salir siendo mejores a causa de ellas.
Estoy agradecido porque José Smith tuvo el llamamiento, la visión, la fortaleza, y el Espíritu de Dios dentro de él para cumplir las cosas que hizo aún durante esos tiempos obscuros del fin de Kirtland en 1837 y las dificultades en Missouri de 1838, y porque emergió de esas dificultades con el temple y la visión para terminar su misión en Nauvoo.
Notas
[1] Para un relato más detallado de muchos de estos eventos y para tener acceso a las fuentes originales que apoyan este recuento, véase de Ronald K. Esplin, The Emergence of Brigham Young and the Twelve to Mormon Leadership, 1830-1841, Disertaciones en la serie de Historia Santo de los Últimos Días (Provo, UT: BYU Studies, 2006), capítulos 5 al 8. Las referencias para muchas de las fuentes usadas en este artículo son para las versiones que tienen más fácil acceso.
[2] Orson F. Whitney, Life of Heber C. Kimball (Salt Lake City: Kimball Family, 1888), página 111.
[3] Warren A. Cowdery, Messenger and Advocate, mayo de 1837, página 509.
[4] Warren A. Cowdery, Messenger and Advocate, julio de 1837, página 538.
[5] Warren A. Cowdery, Messenger and Advocate, julio de 1837, página 538.
[6] Warren A. Cowdery, Messenger and Advocate, julio de 1837, página 538.
[7] De Oliver Cowdery a Edward Partridge, en Far West, Missouri, 12 de abril de 1838, en José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-day, editada por B. H. Roberts, 2ª edición revisada (Salt Lake City: Deseret Book, 1957), 3: 18.
[8] De Mary Fielding para Mercy Fielding, 15 de junio de 1837, Biblioteca de Historia de la Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City.
[9] Wilford Woodruff’s Journal: 1833-1878. Typescript, [El Diario de Wilford Woodruff] editor Scott G. Kenney (Midvale, UT: Signature Books, 1983), 1: 106-107.
[10] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 107
[11] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 107-108
[12] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 108
[13] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 109.
[14] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 111.
[15] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 115.
[16] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 121.
[17] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 121.
[18] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 122.
[19] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 122.
[20] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 124.
[21] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 125.
[22] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 133-134.
[23] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 138.
[24] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 139.
[25] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 147-148.
[26] Wilford Woodruff’s Journal, 1: 148.
[27] De Mary Fielding a Mercy Fielding, aprox, el 15 de junio de 1837, Biblioteca de Historia de la Iglesia.
[28] De Mary Fielding a Mercy Fielding, aprox, el 15 de junio de 1837.
[29] De Mary Fielding a Mercy Fielding, aprox, el 15 de junio de 1837.
[30] De Mary Fielding a Mercy Fielding, aprox, el 15 de junio de 1837.
[31] De Mary Fielding a Mercy Fielding, 8 de julio de 1837, Biblioteca de Historia de la Iglesia.
[32] De Mary Fielding a Mercy Fielding, 8 de julio de 1837.
[33] Las cartas de Mary Fielding de 1837, Biblioteca de Historia de la Iglesia, páginas 60-61.
[34] Wilford Woodruff’s Journal, 5: 63.
[35] De Samuel H. Smith para Hyrum Smith, con una posdata de Don Carlos Smith, 13 de octubre de 1837, Biblioteca de Historia de la Iglesia.
[36] Life of Joseph F. Smith: Sixth President of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, compilado por Joseph Fielding Smith, (Salt Lake City: Deseret Book, 1938), página 120.
[37] De Mary Fielding Smith a Hyrum Smith, 14 de septiembre de 1842, Biblioteca de Historia de la Iglesia.
[38] L. Jensen, son los editores de Journals, Volume I: 1832-1839, volumen 1 de la serie de Diarios de The Joseph Smith Papers, publicado por Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman (Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2008), páginas 257-258; véase también History of the Church, 3: 23.
[39] Journals, Volume 1, páginas 283-284.