El profeta y vidente -- 1832 José Smith y "la visión"
Robert J. Woodford
El primer evento significativo que se registra en el relato histórico de la vida de José Smith en el año 1832, es la conferencia a la que asistió el 25 de enero en Amherst, Ohio. Hubo dos acontecimientos importantes en dicha conferencia. En noviembre del año anterior, José había recibido una revelación, que ahora es parte de la sección 107 de la Doctrina y Convenios, en la cual el Señor le dijo que debía haber un presidente para el sumo sacerdocio (véanse los versículos 64-66). Durante la conferencia, José fue sostenido por común acuerdo de los miembros y fue ordenado presidente del sumo sacerdocio por Sidney Rigdon. El otro acontecimiento importante fue la recepción de la sección 75 de la Doctrina y Convenios, en la cual varios hombres fueron llamados a servir misiones, principalmente en la parte este de los Estados Unidos. Estos hombres, que en su mayoría eran granjeros, sirvieron con gran sacrificio. Salieron antes de la época de la siembra y estuvieron fuera durante todo el tiempo de crecimiento. Cuando regresaron en septiembre, José Smith recibió la sección 84, que es una revelación importante acerca del sacerdocio y la obra misional.
El evento más notable en el mes de febrero ocurrió el día dieciséis. José Smith recibió la sección 76 de la Doctrina y Convenios, la cual revisaremos después de este repaso.
En marzo, ocurrieron varios eventos importantes. José Smith recibió la sección 78 de la Doctrina y Convenios en las que se manda que haya una organización para los negocios de la Iglesia. La organización fue llamada la Empresa Unida y se formó para administrar los asuntos temporales de la Iglesia. Fue dirigida por los líderes de la Iglesia bajo la ley de consagración. El 8 de marzo, José Smith escogió a dos consejeros para que sirvieran con él en la presidencia del sumo sacerdocio: Jesse Gause y Sidney Rigdon. El 15 de marzo, José recibió la sección 81 de la Doctrina y Convenios, en la cual se delinearon los deberes de Gause. Posteriormente, después de que Gause apostatara en ese año, su nombre fue removido de la revelación, y se agregó el del hombre que lo reemplazó — Frederick G. Williams—. Es apropiada la substitución ya que la sección indica los deberes de un consejero en la presidencia; ahora se incluye el nombre de Jesse Gause en la introducción de la sección 81, aunque nunca estuvo allí sino hasta la edición de 1981. En cierto sentido, los nombres de los actuales consejeros en la Primera Presidencia podrían fácilmente ser substituídos en la revelación. El 24 de marzo, le sucedió un evento trágico al Profeta José Smith: él y Sidney Rigdon fueron cubiertos de brea y emplumados en Hiram, Ohio, por un grupo dirigido por antiguos miembros de la Iglesia que estaban descontentos. Cinco días después su hijo adoptivo, Joseph Murdock Smith, murió como resultado de los daños que sufrió durante ese atentado.
Una parte de la sección 78, recibida el primero de marzo, le daba instrucciones a José Smith para que viajara a Missouri para terminar la organización de la Empresa Unida. El primero de abril salió de Hiram, Ohio para ir a Missouri y llevó con él a Newel K. Whitney, quien pronto llegaría a ser el segundo obispo de la Iglesia; a Peter Whitmer, quien es uno de los ocho testigos; y a Sidney Rigdon y Jesse Gause, sus consejeros en la presidencia del sumo sacerdocio. Llegaron a Independence, Missouri el 24 de abril. Dos días después, en una reunión con los miembros, José fue reconocido, o sostenido, como presidente del sumo sacerdocio. (En 1833, esta presidencia se convirtió en lo que ahora conocemos como la Primera Presidencia.) La sección 82 también se recibió en esa reunión, dando mayor claridad al establecimiento de la Empresa Unida.
En mayo, José Smith salió de Independence para regresar al área de Kirtland. En el camino, sucedió un accidente. Los caballos de la diligencia se asustaron. Al tratar de saltar de la diligencia, a Newel K. Whitney se le atoró un pie entre los rayos de la rueda y sufrió fracturas en el pie y en la pierna. Estuvo en cama durante cuatro semanas en Greenville, Indiana, y José Smith se quedó con él. Una carta emocionada de José a Emma indica que éste fue un tiempo de gran frustración en la vida del Profeta.
José regresó a Kirtland, Ohio, entre mediados y fines de junio. Inmediatamente volvió a comenzar su traducción de la Biblia, en lo que se ocupó por el resto del verano. Terminó su trabajo en el Nuevo Testamento cerca del fin de julio y volvió a empezar en el Antiguo Testamento. En esas mismas fechas empezó una breve historia de su vida, y Frederick G. Williams actuó como su escribiente en una parte de ella. Incluida en esta historia estaba el primer intento, que se conoce, del Profeta para poner por escrito la Primera Visión..
En agosto, Jesse Gause y Zebedee Coltrin empezaron juntos un viaje misional a la parte este de los Estados Unidos. El 19 de agosto, el élder Coultrin regresó a Kirtland porque, de acuerdo con el registro en su diario, había tenido tremendos dolores de cabeza, probablemente una migraña, durante diecinueve días. Zebedee Coultrin escribió en su diario personal el 19 de agosto que él y Jesee Gause habían estado “orando juntos y el uno a favor del otro,” [1] y eso es lo último que sabemos de Jesee Gause; evidentemente apostató.
Los misioneros que habían sido llamados en la sección 75, empezaron a regresar en septiembre. En respuesta a su regreso, José Smith recibió la sección 84 de la Doctrina y Convenios. Los primeros 102 versículos se recibieron el día veintidós, y los restantes se recibieron al día siguiente. A finales de septiembre o principios de octubre, José Smith y Newel K. Whitney viajaron a Albany, a Boston y a la ciudad de Nueva York. Un propósito para ir a Nueva York era comprar mercancías para el almacén del obispo en Kirtland. Pero hubo una segunda razón: el Señor le había mandado a Whitney en la sección 84 versículos 112 al 116, que fuera allá y a las otras dos ciudades para predicar y prevenir al pueblo.
El 6 de noviembre, José Smith regresó de este viaje tan solo unas horas después de que naciera su hijo José Smith III. José III fue el primer hijo de Emma y José Smith que sobrevivió más de unas pocas horas. (Posteriormente llegó a ser el primer presidente de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.) Dos días después del nacimiento de José III, Brigham Young, su hermano menor Joseph Young y Heber C. Kimball llegaron a Kirtland. Esto fue poco tiempo después de sus bautismos, y fue la primera vez que José Smith los vio. Después de conocer a Brigham Young y únicamente por unas horas, José profetizó que Brigham Young algún día dirigiría la Iglesia. Levi Hancock recordó:
Estaba viviendo con José Smith, hijo, y había salido del cuarto de la traducción y había visto a muchos nuevos hermanos, y había escuchado a José decir muchas cosas con respecto a ellos, pero ninguna de sus observaciones penetró con tanta fuerza en mi mente comol a que hizo acerca de Brigham Young y Joseph Young. En el mes de noviembre de 1832, estos hombres vinieron a José Smith al anochecer y cantaron y oraron con nosotros. Después de que se fueron, José Smith me dijo, “¿Qué le parecen estos hombres?” o algo por el estilo. Después de oír mi respuesta dijo: “estos son buenos hombres,” y “ahí está Brigham Young, [él] es un gran hombre y un día, todo el reino descansará sobre él; y allí está el menor, el es un gran hombre, pero su hermano [Brigham] es más grande.” [2]
El 6 de diciembre, José Smith recibió la sección 86, la que incluye un comentario acerca de la parábola del trigo y la cizaña. Cuando esta sección fue puesta por primera vez en la Doctrina y Convenios, tenía el título “Acerca del Sacerdocio.” Esta es una revelación acerca del sacerdocio, y no solamente una explicación de una parábola, y nos dice quien tiene derechos en el sacerdocio. El 25 de diciembre, mientras los hermanos comentaban acerca de la cuestión de los esclavos, una voz le susurró al Profeta José Smith, dándole la sección 87, la profecía sobre la guerra. Entonces el 27 y 28 de diciembre y el 3 de enero de 1833, José recibió la sección 88, a la cual describió en una carta enviada a Missouri como “la hoja de olivo. . . arrancada del árbol del Paraíso, el mensaje del Señor de paz para nosotros.” [3]
Hay otros dos eventos que continuaron durante todo el año 1832. Uno, fueron los malos sentimientos y los desacuerdos entre los líderes de la Iglesia en Kirtland y en Missouri, que fue muy difícil de reconciliar debido a la distancia y a la falta de comunicación. Este conflicto empezó el año anterior, cuando el primer grupo fue a Missouri, y continuó durante todo 1832. Cuando José Smith se reunió con los hermanos en abril de 1832, creyó que ya había calmado todo el asunto. Se disgustó mucho al saber, mientras estaba con Newell K.Whitney en Greenville, Indiana, que no se había resuelto el asunto y que todavía existían malos sentimientos. Algunas cartas confirman que esta animosidad siguió durante el año. La sección 88, enviada a Missouri acompañada de una carta, parece que mejoró los sentimientos de los líderes de la Iglesia en Missouri de ahí en adelante.
El otro evento mayor que tuvo lugar en ese año fue un brote mundial de cólera. Miles y miles de personas murieron. José Smith menciona en la carta enviada desde Greenville, Indiana, que había ido al cementerio y encontró que había muchas tumbas nuevas de las personas que habían muerto de eso. Cuando él fue a Nueva York, el brote ya había terminado, y se lamentó de que a la gente ya se le hubiera olvidado lo terrible que fue. La correspondencia, los periódicos y los discursos que aún existen, muestran que los Santos de los Últimos Días vieron ese brote como uno de los juicios que vendrían al mundo en los últimos días.
Doctrina y Convenios Sección 76
Entre los eventos mayores en la vida de José en el año 1832 estuvo la recepción de la visión de los tres grados de gloria (la sección 76). José Smith registró:
Porque mientras hacíamos la traducción que el Señor nos había designado, llegamos al versículo veintinueve del quinto capítulo de Juan, que nos fue revelado así:
Hablando de la resurrección de los muertos, concerniente a los que oirán la voz del Hijo del Hombre:
Y saldrán; los que hayan hecho el bien, en la resurrección de los justos; y los que hayan hecho el mal, en la resurrección de los injustos.
Ahora, a causa de esto nos maravillamos, porque nos fue revelado por el Espíritu.
Y mientras meditábamos en estas cosas, el Señor tocó los ojos de nuestro entendimiento y fueron abiertos, y la gloria del Señor brilló alrededor. (versículos. 15-19) [4]
En su historia, antes de registrar la revelación, José hizo esta declaración :
“Después de regresar de la conferencia en Amherst, volví a la traducción de las Escrituras. De acuerdo a las diversas revelaciones que se habían recibido, era aparente que muchas puntos importantes concernientes a la salvación del hombre, habían sido quitados de la Biblia, o se perdieron antes de que fuera compilada. Era evidente por las verdades que quedaron, que si Dios recompensaría a cada hombre de acuerdo a sus obras hechas en el cuerpo, el término ‘Cielo,’ como el hogar eterno de los fieles, debía incluir mas reinos que uno solo. En consecuencia, el 16 de febrero de 1832, mientras traducíamos el evangelio de San Juan, yo y el Élder Rigdon vimos la siguiente visión.” [5]
Después de registrar la visión, él escribió unos pensamientos acerca de ella:
Nada pudo ser mas agradable para los Santos acerca del orden del Reino del Señor, que la luz que brilló sobre el mundo por medio de la visión anterior. Toda ley, todo mandamiento, toda promesa, toda verdad, y cada punto que tenga que ver con el destino del hombre, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, en donde las escrituras no han sido corrompidas por las insensateces del hombre, muestran la perfección de la teoría [de diferentes grados de gloria en la vida futura] y testifican que dicho documento es una transcripción de los registros del mundo eterno. Lo sublime de las ideas, la pureza del idioma, el alcance de la acción, la duración continua para obedecerla, de manera que los herederos de la salvación puedan doblar la rodilla y confesar al Señor; las recompensas a la fidelidad y los castigos por los pecados, están mucho más allá de la estrechez de la mente del hombre, que cada hombre honrado es constreñido a exclamar: “Vino de Dios.” [6]
De acuerdo con Philo Dibble, José Smith no recibió la sección 76 en un cuarto cerrado estando presente solamente Sidney Rigdon; hubo cuando menos una docena de personas que observaba n lo que sucedía. Tal fue el caso con muchas de las revelaciones que recibió José Smith. Philo Dibble dio este conocido recuerdo acerca de la sección 76:
La visión que esta registrada en el Libro de Doctrina y Convenios [DyC 76] fue dada en la casa de “Papá Johnson,” en Hiram, Ohio; y mientras que José Smith y Sidney Rigdon estuvieron en el espíritu y vieron los cielos abiertos, hubo otros hombres en el cuarto, quizás doce, entre quienes estuve yo durante parte del tiempo —probablemente dos tercios del tiempo,— vi la gloria y sentí el poder, pero no vi la visión.
Los eventos y la conversación que estuvieron viendo en lo que está escrito (y se vieron y relataron muchas cosas que no están escritas,) los relataré tan minuciosamente como sea necesario.
José, a intervalos, decía: “¿Qué es lo que veo?” como lo haría alguien que estuviera viendo por la ventana y contemplando lo que los demás que están en el cuarto no ven. Entonces, él relataría lo que había visto o lo que estaba viendo. Entonces Sidney replicaba, “veo lo mismo,” Ocasionalmente Sidney diría ¿qué es lo que veo?” y repetiría lo que había visto o estaba viendo, y José contestaba, “veo lo mismo.”
Este tipo de conversación se reportó a intervalos cortos hasta el fin de la visión, y ninguna otra persona dijo alguna palabra durante todo ese tiempo. Nadie hizo ningún sonido o movimiento a excepción de José y Sidney, y me pareció que no movieron ninguna extremidad o coyuntura durante todo el tiempo que estuve allí, que creo que fue más de una hora, y hacia el fin de la visión.
Todo el tiempo José estuvo sentado firme y tranquilamente en medio de la gloria sublime, pero Sidney se sentó flácido y pálido, aparentemente tan lacio como un trapo, al observar eso, José comentó sonriente, “Sidney no está acostumbrado a esto como yo lo estoy.” [7]
Tiempo después, en Nauvoo, José Smith hizo esta declaración acerca de la sección 76:
Pablo ascendió al tercer cielo, y pudo entender los tres tramos principales de la escalera de Jacob; las glorias o reinos teleste, terrestre y celestial, en donde Pablo vio y oyó cosas las cuales no debía declarar. Yo podría explicar cien veces más de lo que ya he hecho acerca de las glorias de los reinos que se me manifestaron en la visión, si se me permitiera y la gente estuviera preparada para recibirlas.
El Señor trata a este pueblo como un tierno padre lo hace con un niño, comunicando luz, inteligencia y el conocimiento de sus caminos a medida que los pueden soportar. [8]
Algunas revelaciones posteriores revelan algo de lo que José Smith aprendió cuando recibió la sección 76. Por ejemplo, la sección 88 nos habla de las leyes que uno debe obedecer para entrar al reino celestial, al reino terrestre, o al reino teleste. También nos indica el orden de la resurrección: los que sean dignos del reino celestial serán resucitados primero, los del terrestre en segundo, etc. La sección 93 comenta la vida pre-terrenal. La sección 130 habla de los planetas que Dios creó. La sección 131, asegura que en el reino celestial hay tres grados, y también menciona la doctrina acerca de la vida después de la muerte. La sección 137 habla de la visión del reino celestial que tuvo José, en la cual vio a su propio hermano Alvin.
Aunque no tenemos el escrito original del dictado de la sección 76, asumimos que fue escrita por Sidney Rigdon porque estuvo allí y a él y al Profeta se les mandó que la escribieran. El manuscrito más antiguo que ha sobrevivido fue registrado en cosa de unos días por Frederick G. Williams en un libro llamado the Kirtland Revelation Book [El Libro de las Revelaciones en Kirtland]. Otras personas también hicieron copias para su uso personal.
Dos misioneros, el hermano del Profeta José, Samuel H. Smith y su compañero, Orson Hyde, salieron de Kirtland el primero de febrero, dieciséis días antes de que se recibiera esta revelación. Samuel H. Smith registró en su diario esta experiencia: “Salimos otra vez. Nos cruzamos con un hombre de apellido Haskins. Nos dijo que había estado en Kirtland y en [Hiram] (porque era hermano) y que había sido ordenado élder en la Iglesia, y nos dijo que había visto a José y a Sidney y que ellos habían tenido una visión en la cual habían visto cosas grandes y maravillosas, y que estaban avanzando bien en la traducción. Haskins estaba fuerte en la fe. Lo dejamos y salimos para Portland. Nos tardamos toda la noche.” [9] Seis días después, el veintisiete, escribió: “Este día llegaron de Amherst los hermanos Seth y Joel Johnson y nos dijeron que se habían quedado toda la noche en la casa de mi padre [José Smith, padre] en Kirtland. Nos dio gusto saber acerca de nuestros hermanos en el oeste. Traían con ellos la visión que José y Sidney habían recibido y tuvimos el privilegio de leerla.” [10]
El 13 de agosto, después de que la visión había sido publicada en el periódico de la Iglesia, The Evening and the Morning Star, Samuel H. Smith registró: “Llegaron los periódicos [o sea, The Evening and The Morning Star] los leímos y en ellos venía la Visión. Esta tarde se reunieron las hermanas y les leímos y les explicamos la Visión.” [11] Samuel ya no volvió a hacer referencia a la visión en su diario, pero su compañero misional, Orson Hyde, la mencionó el 9 de septiembre, cuando escribió: “Vinimos a New Rowley, nos reunimos con los Hermanos y un gran número de personas de todas partes, tuvieron la visión y se les explicó.” [12]
Algunas de las revelaciones que se iban a publicar en el Libro de Mandamientos se publicaron primero en The Evening and the Morning Star. Siendo que esta visión se incluyó en el número de julio de 1832, se asume que también iba a ser publicada en el Libro de Mandamientos, pero los antagonistas de la Iglesia hicieron que la publicación del libro se detuviera antes de que se terminara.
Para muchos miembros de la Iglesia, la doctrina de los tres grados de gloria en la sección 76, fue muy difícil de aceptar, aunque la Biblia dice: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay” (Juan 14: 2), y Pablo había hablado acerca de una gloria celestial, de una gloria terrestre y de otras glorias (véase 1 Corintios 15: 40-42). La corriente principal del pensamiento protestante permitía solamente un cielo y un infierno. Debido a que todos los miembros de la Iglesia en 1832 eran adultos conversos, y que la mayoría de ellos provenían de grupos protestantes, la idea de reinos celestiales múltiples era algo nuevo para ellos. Grant Underwood escribió acerca de la teología protestante lo siguiente:
Después de investigar el panorama religioso en Estados Unidos en 1844, el eminente religioso alemán Philipp Schaff declaró que “la teología dominante en el país. . . es la teología de la Confesón de Fe de Westminster.” Dicha teología es un credo de fe formulado doscientos años antes por los teológos reformadores de Inglaterra y Escocia, que declara que al morir, las almas de los “justos” eran recibidos en el cielo en tanto que los “inicuos” eran arrojados al infierno. Además de estos dos lugares para las almas que han sido separadas de sus cuerpos, la Confesión concluyó “las escrituras no reconocen ninguno.” [13]
Hasta que llegó la sección 76, los reinos de gloria parecía que solamente separaban a los buenos de los malos, a los justos de los inicuos, aquellos a la derecha de Dios y éstos a Su izquierda, las ovejas de los cabritos. Aún la sección 29: 27-30, dice:
Y serán reunidos los justos a mi derecha para vida eterna; y a los malvados, a mi izquierda, me avergonzaré reconocerlos ante mi Padre.
Por tanto, les diré: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles.
Y ahora bien, he aquí, os digo que en ingún tiempo he declarado por mi propia boca que han de volver, pues no pueden venir a donde yo estoy, porque no tienen poder.
Mas recordad que no todos mis juicios son dados a los hombres; y tal como las palabras han salido de mi boca, así se cumplirán, para que los primero sea postrero, y lo postrero sea primero en todas las cosas que he creado por la palabra de mi poder, que es el poder de mi Espíritu.
Hubo algunas denominaciones que dividieron la vida después de la muerte en más que el cielo y el infierno solamente. Los católicos, por supuesto, tenían el limbo y el purgatorio. Alguien que a veces es mencionado por tener ideas semejantes es Emanuel Swedenborg, que describió que el cielo consistía de tres divisiones, aunque no las llamó teleste, terrestre y celestial. Aunque los miembros de la Iglesia hoy en día están acostumbrados a la sección 76, los primeros miembros de la Iglesia, la mayoría de ellos antiguos protestantes, no supieron como reaccionar ante ella. El Presidente Brigham Young dijo:
Después de todo, eran tales mis tradiciones, que cuando la Visión vino a mí por primera vez, era directamente contraria y se oponía a mi educación anterior. Dije, espera un poco. No la rechacé; pero no pude entenderla. Entonces pude sentir lo que me había hecho la tradición incorrecta. Supongamos que todo lo que escuché de mis sacerdotes y de mis padres — la manera en que me enseñaron a leer la Biblia— haya sido verdad, mi entendimiento sería diametralmente opuesto a la doctrina revelada en la Visión. Pensé y oré, leí y pensé hasta que lo supe y lo entendí por mí mismo, por las visiones del Espíritu Santo. Al principio entró en contacto con mis propios sentimientos, aunque nunca pude creer de la misma forma que la masa del mundo cristiano a mi alrededor; no sabía cuán parecida era mi creencia a la de ellos. Sin embargo, me di cuenta que estaba tan cerca, que podría saludarles de mano cuando quisiera. [14]
Las instrucciones de José Smith para los primeros misioneros en Inglaterra fueron: “Adherirse muy fuertemente a los primeros principios del Evangelio, y guardar silencio con respecto al recogimiento, la visión, y el Libro de Doctrina y Convenios, hasta el tiempo en que la obra estuviera totalmente establecida, y que el Espíritu les manifestaría claramente cuando pudieran obrar de otra manera.” [15] Uno de esos primeros misioneros en Inglaterra fue Joseph Fielding, que había nacido en Inglaterra. Se acercó a un familiar, Timothy Matthews, que era el ministro de una iglesia. Cuando Joseph le explicó que ahora era misionero que había venido de Estados Unidos y que tenía un evangelio para predicar, Timothy Matthews se entusiasmó al oírlo, e invitó a los misioneros para que predicaran en su iglesia después de los servicios regulares del Día de Reposo y durante la semana. La historia de José Smith registra: “Los élderes en Redford, continuaron predicando todas las noches en el sótano de la capilla del señor Matthews con prospectos halagadores hasta la noche, cuando el élder [John] Goodson, en contra de las instrucciones positivas del Presidente Kimball [Heber C. Kimball], y sin haber consultado con nadie, leyó públicamente la visión de la Doctrina y Convenios, lo que cambió la corriente de sentimientos en lo general, y casi cerró la puerta en toda esa región.” [16]
La visión abrumó a las personas de esa congregación. Anteriormente José Smith había dicho que él podría revelar cien veces más si la gente estuviera preparada para recibirlo y si el Señor lo permitiera. Estas personas no estaban preparadas, así que Timothy Matthews ya no les permitió predicar a los misioneros.
Misterios
Habiendo relatado los antecedentes de la sección 76, explicaré dos doctrinas importantes en ella. En la sección 76 se lee:
Porque así dice el Señor: Yo, el Señor, soy misericordioso y benigno para con los que me temen, y me deleito en honrar a los que me sirven en rectitud y en verdad hasta el fin.
Grande será su galardón y eterna su gloria.
Y a ellos les revelaré todos los misterios, sí, todos los misterios ocultos de mi reino desde los días antiguos, y por siglos futuros, les haré saber la buena disposición de mi voluntad tocante a todas las cosas pertenecientes a mi reino.
Sí, aun las maravillas de la eternidad sabrán ellos, y las cosas venideras les enseñaré, sí, cosas de muchas generaciones.
Y su sabiduría será grande, y su conocimiento llegará hasta el cielo; y ante ellos perecerá la sabiduría de los sabios y se desvanecerá el entendimiento del prudente.
Porque por mi Espíritu los iluminaré, y por mi poder les revelaré los secretos de mi voluntad; sí, cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han llegado siquiera al corazón del hombre. (versículos. 5-10)
Por lo tanto, el Señor está dispuesto a revelar verdades eternas a los obedientes. La palabra misterio en el Nuevo Testamento viene del griego misterion, que es derivado de mu, que significa “cerrar la boca.” Muchos de los misterios de la Iglesia se enseñan en el templo, en donde se nos instruye a que no hablemos de ellos; ya que son solamente para los iniciados. Los versículos 5 al 10 nos permiten también recibir misterios por la vía de la revelación personal si es que somos fieles. Esta definición de misterio también concuerda con el Libro de Mormón. En Alma 12 se lee: “A muchos les es concedido conocer los misterios de Dios; sin embargo, se les impone un mandamiento estricto de que no han de darlos a conocer sino de acuerdo con aquella porción de su palabra que él concede a los hijos de los hombres” (versículo 9).
La sección 76 explica sobre el grado de revelación que el Señor esta dispuesto a conceder. Aunque José Smith dijo que él podría dar a los Santos cien veces más, el Señor no lo permitiría porque no podríamos soportarlo. Alma 12 continúa mandandole a los hombres “que no han de darlos a conocer sino de acuerdo con aquella porción de su palabra que él concede a los hijos de los hombres, conforme a la atención y la diligencia que le rinden. Y, por tanto, el que endurece su corazón recibe la menor porción de la palabra; y al que no endurece su corazón le es dada la mayor parte de la palabra, hasta que le es concedido conocer los misterios de Dios al grado de conocerlos por completo” (versículos. 9-10).
En otras palabras, le es concedido conocer todo lo que el Señor está dispuesto a revelar en este día y época. Sigue el versículo 11 así: “Y a los que endurecen sus corazones les es dada la menor porción de la palabra, hasta que nada saben concerniente a sus misterios; y entonces el diablo los lleva cautivos y los guía según su voluntad hasta la destrucción. Esto es lo que significan las cadenas del infierno.”
La sección 76 enseña más acerca de los misterios de Dios. Los versículos 113-115 dicen: “Éste es el fin de la visión que vimos, que se nos mandó escribir mientras estábamos ún en el Espíritu. Pero grandes y maravillosas son las obras del Señor y los misterios de su reino que él nos enseñó, los cuales sobrepujan a toda comprensión en gloria, en poder y en dominio, los cuales nos mandó no escribir mientras estábamos ún en el Espíritu, y no es lícito que el hombre los declare.”
Así que, estos versículos nos enseñan que debemos conservar sagrados los misterios que Dios nos revele. Los versículos 116-118 continúan: “ Ni tampoco es el hombre capaz de darlos a conocer, porque solo se ven y se comprenden por el poder del Santo Espíritu que Dios confiere a los que lo aman y se purifican ante él; a quienes concede este privilegio de ver y conocer por sí mismos, para que por el poder y la manifestación del Espíritu, mientras estén en la carne, puedan aguantar su presencia en el mundo de gloria.”
Debido a la brevedad de la sección 76, ahora tenemos toda una serie de preguntas acerca de la vida después de la muerte. Pero el Señor ha revelado todo lo que está dispuesto a revelar en esta época, excepto a quienes el se lo revele personalmente, pero entonces les manda que no digan nada sobre eso. Cuatro declaraciones de líderes de la Iglesia desarrollan la idea de los misterios.
José Smith dijo: “Seamos fieles y guardemos silencio, hermanos, y si Dios les da una manifestación, consérvenla para sí mismos; estén atentos y oren continuamente, y tendrán un preludio de los gozos que Dios derramará en aquel día.” [17]
Su hermano Hyrum Smith dijo: “Por tanto ¡sean cuidadosos con lo que enseñan! porque los misterios de Dios no se conceden a todos los hombres; y a quienes se les conceden se les imponen restricciones de impartirlos solo de la manera que Dios se los mande; y el resto debe guardarse en un pecho fiel, de otra forma, estará bajo condenación. Por este medio Dios probará a sus siervos fieles, quienes serán llamados y numerados con los escogidos.” [18]
Decidir no revelar nuestras experiencias sagradas le evita a nuestra audiencia el tener que juzgar si la experiencia en realidad ocurrió y es apropiado que se comparta. Si el Señor quisiera difundir una revelación importante a más de una persona, él se la dará al profeta, quien entonces podría darla a conocer a la Iglesia. Si el Señor manda un ángel o una revelación importante a una persona, es para esa persona, y solamente para esa persona.
El Presidente Brigham Young dio dos declaraciones importantes acerca de compartir la revelación:
Hay un principio que quisiera que el pueblo entienda y lo guarde en su corazón. Tan pronto como usted pruebe ante Dios que es digno de recibir los misterios, si desea llamarlos así, del reino de los cielos —que tiene toda su confianza en Dios— que nunca traicionará las cosas que Dios le diga— que nunca le revelará a su prójimo lo que no deber ser revelado, tan pronto como se prepare para que las cosas de Dios le sean confiadas, hay toda una eternidad de ellas para concederle. En lugar de rogarle a Dios que les confiera más, oren por ustedes mismos a fin de tener confianza en sí mismos, para tener integridad y para saber cuando y qué hablar, qué cosas revelar y como conducirse y caminar ante el Señor. Y tan pronto le prueben a Él que guardarán lo que deba ser secreto; que les dirán a sus vecinos todo lo que deben decirles, y nada más, y aprendan a pasar su conocimiento a sus familias, amigos, vecinos y hermanos, el Señor les conferirá y les dará, y conferirá sobre ustedes hasta que al final les dirá: “No caerás jamás; tu salvación ha sido sellada sobre tí; has sido sellado para la salvación y la vida eterna, mediante tu integridad.” [19]
Así que, debemos dar lo que el Señor le ha dado a toda la humanidad; las escrituras y las palabras de las Autoridades. La revelación personal es exactamente eso, personal, y debe conservarse dentro de la persona que la recibió. La segunda declaración de Brigham Young fue dada unas semanas antes que la primera:
Ahora quiero decirles lo que, quizás, muchos de ustedes no conocen. Si recibieran una visión o revelación del Todopoderoso, una que el Señor les dió concerniente a ustedes mismos, o para este pueblo, pero que no deben revelar porque usted no es la persona apropiada para hacerlo, o porque el pueblo no debe conocerlo por ahora, usted debe cerrarlo y sellarlo tan fuerte y cerrarlo tan apretado como el cielo está de usted, y conservarlo tan secreto como la tumba. El Señor no tiene confianza en quienes revelan secretos, porque Él no puede revelarse a tales personas. Es todo lo que Él puede hacer para que dar un poco de sentido a algunos de los más influyentes y mejores hombres de la Iglesia, con respecto a la confianza verdadera en sí mismos. No pueden guardar las cosas en su propio seno. [20]
En base a este principio, el Señor le puede revelar algo, como el nombre del nuevo presidente de estaca, a un miembro de la Iglesia. Él lo hará de forma que cuando el nombre sea presentado, el miembro pueda decir, “Sí. Yo se que él es quien debe ser el presidente de estaca.” Por medio de esa revelación, el Señor le da a ese miembro un testimonio especial de que Él ha escogido a ese hombre. La revelación personal es importante en esta Iglesia, pero también lo es el conservar lo confidencial para nosotros. Los versículos 5-10 de la sección 76 enseñan una tremenda lección: El Señor esta dispuesto a revelar muchas cosas a quienes prueben que son fieles y obedientes y que guardarán las cosas confidenciales.
El Testimonio de Jesús
Una segunda lección importante que se enseña en la sección 76, es el testimonio de José Smith con respecto al Padre y al Hijo. En el versículo 19 empieza este testimonio:
Y mientras meditábamos en estas cosas, el Señor tocó los ojos de nuestro entendimiento y fueron abiertos, y la gloria del Señor brilló alrededor.
Y vimos la gloria del Hijo, a la diestra del Padre, y recibimos de su plenitud;
y vimos a los santos ángeles y a los que son santificados delante de su trono, adorando a Dios y al Cordero, y lo adoran para siempre jamás.
Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él ¡Que vive!
Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre;
que por él por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios. ( versículos 19-24)
José dijo: “Éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él.” José tuvo la Primera Visión en la primavera de 1820. En febrero de 1832, doce años después, recibió la visión de los tres grados de gloria, en la cual también vio al Padre y al Hijo. Unos meses después, en julio de 1832, se publicó la sección 76 en The Evening and the Morning Star. Los miembros de la Iglesia ahora tenían el testimonio del Profeta José Smith acerca de la verdad de que Dios y el Salvador son seres separados y del papel del Salvador como Creador. Al mes siguiente, agosto de 1832, José Smith escribió por primera vez, de que tengamos algún registro, la Primera Visión. La volvió a escribir en 1838 y es la forma en que aparece en la Perla de Gran Precio, pero ese relato fue publicado hasta 1842, cuando se publicó en Times and Seasons. Es de sumo interés, que la Primera Visión no fue publicada sino hasta diez años después de esta visión del Padre y del Hijo que está registrada en la sección 76. Así que, jugando con las palabras, el “último” testimonio fue el primero en ser publicado, y la Primera Visión fue la última de las dos en ser publicada. Pocos miembros de la Iglesia supieron de la Primera Visión antes de la sección 76. Numerosas anotaciones en sus diarios revelan que no fue la Primera Visión sino el Libro de Mormón lo que ayudó a la conversión de los Santos en la época de José Smith. La visión de la sección 76 fue por tanto el primero de los testimonios de José acerca del Salvador al cual tuvieron acceso los Santos.
La importancia de un testimonio del Salvador es revelada en el versículo 51, el cual describe a las personas en el reino celestial como aquellos que recibieron el testimonio de Jesús, creyeron en su nombre, se bautizaron, etc. Por lo tanto, el testimonio de Jesús es un requisito para entrar en el reino celestial. El versículo 74 habla del reino terrestre: quienes entren al reino terrestre son aquellos que no recibieron el testimonio de Jesús en la carne sino que lo recibieron después. El versículo 79 también habla de los del mundo terrestre: “Éstos son aquellos que no son valientes en el testimonio de Jesús; así que, no obtienen la corona en el reino de nuestro Dios.” Así que. el testimonio de Jesús también se toma en consideración para quienes entren en el reino terrestre. El versículo 82 menciona a los que van al reino teleste: “Éstos son los que no recibieron el evangelio de Cristo ni el testimonio de Jesús.” El Señor lo repite en el versículo 101, al decir que los del reino teleste “no recibieron el evangelio, ni el testimonio de Jesús, ni a los profetas, ni el convenio sempiterno.” Pero el versículo 110 dice de estas almas: “Todos éstos doblarán la rodilla, y toda lengua confesará al que se sienta sobre el trono para siempre jamás.” Quienes están en las tinieblas de afuera son excluídos porque pelean contra el testimonio de Jesús, contra el Salvador. El versículo 35 describe a los de las tinieblas de afuera: “habiendo negado al Santo Espíritu después de haberlo recibido, y habiendo negado al Unigénito del Padre, crucificándolo para sí mismos y exponiéndolo a vituperio.” Así que, lo que una persona haga con el testimonio de Jesús se convierte en una consideración importante a la hora del juicio.
Dos autoridades de la Iglesia en los últimos días enfatizan aun más la importancia del testimonio de Jesucristo. Primero, el Presidente Ezra Taft Benson dijo: “Una de las bendiciones más preciadas que está al alcance de todos los miembros de la Iglesia es un testimonio de la divinidad de Jesucristo y de Su Iglesia, el cual es una de la pocas posesiones que podemos llevar con nosotros al dejar esta vida.” Entonces define lo que es el testimonio de Jesús:
Tener un testimonio de Jesús es poseer el conocimiento, por medio del Espíritu Santo, de la divina misión de Jesucristo.
Tener un testimonio de Jesús es tener la certeza de la naturaleza divina del nacimiento de nuestro Señor; que Él es, de hecho, el Hijo Unigénito de Dios en la carne.
Tener un testimonio de Jesús es saber que El fue el Mesías prometido y que mientras vivió entre los hombres llevó a cabo muchos milagros grandiosos.
Tener un testimonio de Jesús es saber que las leyes que l ha prescrito como Su doctrina son verdaderas y, con ese conocimiento, vivir de acuerdo con esas leyes y ordenanzas.
Tener un testimonio de Jesús es saber que El en el Jardín de Getsemaní, tomó voluntariamente sobre Sí los pecados de todos los hombres, que lo hizo sufrir tanto física como espiritualmente, y sangrar por cada poro. El hizo todo eso para que nosotros no tuviéramos que padecer si nos arrepentíamos.
Tener un testimonio de Jesús es saber que El se levantó triunfante de la tumba con un cuerpo físico y resucitado. Y precisamente porque Él vive, vivirá también toda la humanidad.
Por lo tanto, una parte de tener un testimonio de Jesús es saber que seremos resucitados así como Él. El Presidente Benson continúa:
Tener un testimonio de Jesús es saber que Dios el Padre y Jesucristo en verdad aparecieron al Profeta José Smith para establecer una nueva dispensación de Su evangelio a fin de que pudiera predicarse la salvación a todas las naciones antes de Su venida.
Tener un testimonio de Jesús es saber que la Iglesia, que El estableció en el meridiano de los tiempos y que El restauró en los tiempos modernos , es “la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra” (DyC 1: 30).
Tener un testimonio de Jesús es de gran valor, pero aún más importante es ser valiente en nuestro testimonio.
Ser valiente en un testimonio de Jesús significa aceptar la divina misión de Jesucristo, aceptar Su evangelio, y hacer Su obra. También significa aceptar la misión profética de José Smith y sus sucesores y seguir su consejo. Tal como Jesús ha dicho: “sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo.” [21]
Este discurso del Presidente Benson nos ofrece una lista comprensiva de los distintos componentes del testimonio de Jesús. Pero no es suficiente simplemente tener un testimonio de Jesús; uno también debe ser valiente en ese testimonio. El élder Bruce R. McConkie enseña lo que significa ser valiente en el testimonio de Jesús:
Y, ¿qué significa ser valiente en el testimonio de Jesús?
Es ser intrépido y arrojado, usar toda nuestras fuerzas, energía y habilidad en la guerra contra el mundo; es pelear la buena batalla de la fe. “Esfuérzate y sé valiente;” le mandó el Señor a Josué; y a continuación especificó que esto consistía en la meditación y la observación de todo lo que está escrito en la ley del Señor (véase Josué 1: 6-9). La gran piedra angular de la valentía en la causa de la justicia, es la obediencia a toda la ley del evangelio completo.
Ser valiente en el testimonio de Jesús es “venir a Cristo, y ser perfectos como lo es El; es negarse a todo lo que no sea puro, es amar a Dios con todo nuestro “poder, alma y fuerza”. (vease Moroni 10: 32).
Ser valiente en el testimonio de Jesús es creer en Cristo y su evangelio con inalterable convicción; es conocer la veracidad y divinidad de la obra del Señor en la tierra.
Pero eso no es todo. Es algo más que creer y saber; debemos ser “hacedores de la palabra y no tan solamente oidores” (Santiago 1: 22). Es más que adorar con palabras, más que limitarse a confesar el divino origen del Salvador; es obediencia y conformidad y corrección personal. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que esté en los cielos” (Mateo 7: 21).
Ser valiente en el testimonio de Jesús es “seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo una esperanza resplandeciente, y amor hacia Dios y hacia todos los hombres”, es “perseverar hasta el fin” (2 Nefi 31: 20). Es vivir nuestra religión, practicar lo que predicamos, guardar los mandamientos. Es la manifestación de la “religión pura” en la vida del hombre; es “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1: 27).
Ser valiente en el testimonio de Jesús es controlar las pasiones y apetitos, y elevarse por encima de las cosas carnales y malignas. Es vencer al mundo tal como Jesús lo hizo, El que fue el más valiente de todos los hijos de nuestro Padre. Es ser moralmente limpio, pagar los diezmos y las ofrendas, guardar el Día de Reposo, orar con convicción y, si fuera necesario y se nos pidiera, sacrificar por Su causa todo lo que tenemos. [22]
El élder McConkie luego resumió: “Ser valiente en el testimonio de Jesús es ponerse del lado del Señor. Es votar como El lo haría; es pensar lo que El piensa, creer lo que El cree, decir lo que El diría si se encontrara en la misma situación. Significa tener la mente de Cristo y ser uno con El, tal como El lo es con el Padre.”
Esa es una declaración maravillosa. Entonces, debido a que no vemos claramente todas las cosas, añade:
Nuestra doctrina es clara; su aplicación es lo que a veces parece ser complicado. Tal vez algo de introspección nos sirviera de ayuda. Por ejemplo:
¿Soy yo valiente en el testimonio de Jesús si mi principal interés y preocupación en la vida es acumular los tesoros de la tierra, en lugar de ayudar a edificar el Reino de Dios?
¿Soy valiente si tengo más cosas materiales que lo que mis necesidades me requieren y no saco de mi excedente para sostener la obra misional, edificar templos, y cuidar a los necesitados?
¿Soy valiente si mi enfoque de la Iglesia y su doctrina es solo intelectual, si me preocupo más en provocar controversias religiosas sobre éste o aquel punto, que en lograr una buena experiencia espiritual? [23]
He enseñado la Doctrina y Convenios durante muchos años, y si no tuviera un testimonio de José Smith y de estas revelaciones, habría abandonado el salón de clases del instituto de religión y estaría enseñando matemáticas y física, que es en lo que fui capacitado originalmente. Sin embargo, yo se que las revelaciones en la Doctrina y Convenios vienen del Señor, y que la sección 76 privilegia a los Santos de los Últimos Días con una nueva perspectiva sobre la vida después de la muerte. Sin embargo, hay más revelaciones por recibir, y necesitamos vivir dignamente para que podamos obtenerlas y ser dignos de permanecer en la presencia del Señor en el último día.
Notas
[1] El diario de Zebedee Coultrin el 19 de agosto de 1832. Biblioteca de Historia de la Iglesia. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City.
[2] Declaración manuscrita de Levi Ward Hancock (1803-1882). Biblioteca de Historia de la Iglesia; la gramática y la forma de escribir algunas palabras han sido modernizadas.
[3] La introducción a la sección 88 de la Doctrina y Convenios.
[4] José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, editado por B. H. Roberts, 2ª edición revisada (Salt Lake City: Deseret Book, 1957), 1: 245.
[5] José Smith, History of the Church, 1: 252-253.
[6] “José Smith, el Profeta, ” Historical Record, enero de 1888 página 402.
[7] Philo Dibble, en Juvenile Instructor, mayo de 1892, páginas 303-304.
[8] José Smith, History of the Church, 5: 402.
[9] El Diario de Samuel H. Smith, 21 de marzo de 1832, Church History Library.
[10] El Diario de Samuel H. Smith, 27 de marzo de 1832, Church History Library.
[11] El Diario de Samuel H. Smith, 13 de agosto de1832, Church History Library
[12] El Diario de Orson Hyde, 9 de septiembre de 1832, Church History Library.
[13] Grant Underwood, The Millenarian World of Early Mormonism (Urbana: University of Illinois Press, 1999), página 54.
[14] Brigham Young, en Journal of Discourses (Londres: Latter-day Saints’ Book Depot, 1858), 6: 281.
[15] José Smith, History of the Church, 2:492.
[16] José Smith, History of the Church, 2:505.
[17] José Smith, History of the Church, 2:309.
[18] Hyrum Smith, “Our City, and the Present Aspect of Affairs,” Times and Seasons, 15 de marzo 15 de 1844, página 471.
[19] Brigham Young, en Journal of Discourses, 4:371.
[20] Brigham Young, en Journal of Discourses, 4: 288.
[21] Ezra Taft Benson, “Valientes en el Testimonio de Jesús,” Liahona, junio de 1987, página 2.
[22] Bruce R. McConkie, “Valientes en la Batalla de la Fe,” Liahona, abril de 1975, página 38.
[23] Bruce R. McConkie, “Valientes en la Batalla de la Fe,” Liahona, abril de 1975, página 39.