“Para convencer al Judío y al Gentil que JESÚS ES EL CRISTO”    

Shon D. Hopkin

“Para Convencer al Judío y al Gentil Que JESÚS ES EL CRISTO”, por Shon D. Hopkin en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, [La Venida del Libro de Mormón: Una Obra Maravillosa y un Prodigio], editado por Dennis L. Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III y Kerry Hull (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City: Deseret Book, 2015), páginas 281-299.

Shon D. Hopkin es profesor asistente de escrituras antiguas en la Universidad Brigham Young.

Hay muchos propósitos para la salida del Libro de Mormón que se han identificado en su texto (ver 1 Nefi 13:40; 15:12-18; 2 Nefi 3:12; 33:4; Eter 8:23-26; Mormón 9:31). Sin embargo, el propósito principal del libro se encuentra en la página del título: “para convencer al judío y al gentil de que JESÚS es el CRISTO, el ETERNO DIOS.” [1] Los lectores pueden ver cada parte de esta declaración—“Jesús es el Cristo”, “judío y gentil”, y “para convencer”—para obtener un mejor entendimiento del contexto de los escritores del Libro de Mormón y su propósito para escribirlo. Desde su primera página y hasta la última, es fácil entender que Jesús es el personaje central del libro y que su divinidad es el mensaje central. [2] Verdaderamente, el Libro de Mormón es “Otro Testamento de Jesucristo”. [3]

"Jesús es el Cristo"

El texto del Libro de Mormón contiene aproximadamente cien títulos para Jesús. Usa el nombre propio Jesús aproximadamente setenta veces y el título “Cristo” casi cuatrocientas veces. ¿Qué quisieron decir los autores del Libro de Mormón cuando dijeron que Jesús es el Cristo o el Mesías?

Los escritos del Libro de Mormón no dejan duda al definir la manera en que se debe entender la palabra Mesías, y posteriormente, Cristo (el equivalente griego del hebreo Mesías), los escritos también son muy claros acerca de la clase de Mesías que el pueblo debía esperar. Los profetas nefitas conocieron a su Mesías no como un líder poderoso que restauraría sus esperanzas políticas, sino como el “Redentor” (1 Nefi 10:5) y “Salvador del Mundo” (1 Nefi 10:4). Pusieron sus esperanzas de futura salvación directamente en él (ver Mosíah 3:17). Los profetas del Libro de Mormón desearon no solamente testificar que Jesús es el Cristo; quisieron que quienes oyeran y leyeran sus palabras supieran que Él los salvaría de sus pecados si ponían su confianza en Él.

El Libro de Mormón contiene enseñanzas de profetas antiguos como Zenós, Zenoc y Neum, quienes enseñan verdades claras acerca de los nombres y la misión del Mesías. Estas enseñanzas dan evidencia de que el conocimiento acerca del Mesías existió en el antiguo Israel (ver 1 Nefi 19:10-16 y Alma 33:13-19). Además los profetas nefitas declararon que todos los profetas israelitas enseñaron acerca del Mesías (ver 1 Nefi 10:5; Jacob 4:4-5; Mosíah 13:33; Alma 33: 14; Helamán 8:11-23). El entendimiento de la familia de Lehi se obtuvo por revelación directa, ya fuera para reforzar el conocimiento ya existente, o para darles nuevas verdades que no eran conocidas por la mayoría de los israelitas en esa época. Antes de que Lehi saliera de Jerusalén (cerca de 600 años aC), fue bendecido con una visión del Mesías (ver 1 Nefi 1:9). Posteriormente, Lehi profetizó acerca del tiempo de la venida del Mesías, de su bautismo, su muerte, su resurrección y su misión como Salvador y Redentor del mundo (ver 1 Nefi 10:4-11).

Estas antiguas enseñanzas formaron el fundamento del conocimiento nefita sobre el Mesías. Las visiones y revelaciones dadas a Nefi (ver 1 Nefi 11:20-33) y Jacob (ver 2 Nefi 10:3) reforzaron y aumentaron las enseñanzas de Lehi e influenciaron la manera en que los profetas nefitas leyeron y enseñaron las palabras de los profetas israelitas como Isaías (ver 1 Nefi 19:23; 2 Nefi 11:2). Posteriormente, los profetas como el Rey Benjamín (ver Mosíah 3), Alma (ver Alma 33), Samuel (ver Helamán 13), Mormón, (ver Mormón 7), Moroni, (ver Mormón 8-9), y otros continuaron construyendo sobre ese primer fundamento. [4] La visita personal de Jesús a los pueblos del Libro de Mormón que se encuentra en 3 Nefi cumplió todas las esperanzas y expectativas acerca del Mesías.

Hay muchas explicaciones del por qué las enseñanzas nefitas sobre el Mesías son más directas y claras que las que se encuentran en el Antiguo Testamento. Nefi explicó que vio la pérdida de “muchas cosas claras y preciosas” del registro bíblico. (1 Nefi 13:28). Dijo que tenía preferencia por la “claridad (2 Nefi 25:4) al enseñar lo cual posiblemente influenció a los profetas posteriores del Libro de Mormón. Aunque quizás la mayor influencia para las enseñanzas del Libro de Mormón centradas en Cristo, sea la naturaleza del libro orientada en el futuro. Los principales profetas-escritores del Libro de Mormón—Nefi, Mormón y Moroni— vieron este día y escribieron directamente para los lectores modernos (ver 1 Nefi 14:23-28; Mormón 7:1-10; Mormón 8:34-35), anticipando sus necesidades urgentes y la mejor manera de llegar a ellos. Como lo declaró el Presidente Ezra Taft Benson: “[Una] de las razones por las qué debemos hacer que el Libro de Mormón sea el centro de nuestro estudio es que fue escrito para nuestros días. Los nefitas nunca tuvieron el libro, ni tampoco los lamanitas de la antigüedad. Fue escrito para nosotros. . . . Cada uno de los escritores principales del Libro de Mormón testificó que escribía para generaciones futuras” [5] Los autores del Libro de Mormón identificaron a sus lectores modernos como “judío y gentil”, según se describe en la página del título.

"Judío y Gentil"

Para los autores del Libro de Mormón ¿qué significado tenían los títulos “judío” y “gentil”? Aunque el Libro de Mormón fue escrito “para convencer al judío y al gentil” por todas partes tanto en la página del título como en el Libro de Mormón el texto amplía esta designación para incluir tres distintos grupos: judíos, gentiles y descendientes de Lehi (conocidos en los últimos días con el título “lamanitas”; (ver la página del título; 1 Nefi 13: 39). Estos tres grupos juntos constituyen a todos “los hombres” (1 Nefi 6:4). Esta división en tres partes se puede ver claramente en la enseñanzas de Nefi (ver 1 Nefi 13:38-39; 2 Nefi 25-26, 30), de Mormón (ver Palabras de Mormón 1:8; 3 Nefi 29-30; Mormón 7:1-10; y Moroni (ver Mormón 8-9).

En el Libro de Mormón el título “judío” se usó para los individuos de Jerusalén que serían destruídos y hechos cautivos por los babilonios (ver 2 Nefi 6:28; 25:9-10), para quienes serían liberados de la cautividad de Babilonia y regresarían a construir Jerusalén (ver 2 Nefi 6:9; 25:11), y para quienes rechazarían al Mesías y, como consecuencia, serían dispersados por todo el mundo (ver 2 Nefi 6:9-11; 25:12-16). El Señor traería el Libro de Mormón, para “convencerlos del verdadero Mesías que ellos rechazaron” (2 Nefi 25:17-18). La posteridad de Lehi, quienes eran descendientes de José el de Egipto, también pueden ser identificados como judíos porque eran ciudadanos del Reino de Judá––salieron de Jerusalén—(ver 2 Nefi 33:8). En este sentido, la posteridad de Lehi puede ser identificada como un “sub-grupo” de los judíos, y la designación “judío y gentil” entonces representaría a todos los hijos de Dios.

Los “gentiles” son asociados con quienes fueron guiados por Dios hacia las américas (ver 1 Nefi 13:12-19), quienes persiguieron a los descendientes de los judíos y los lamanitas (ver 1 Nefi 13; 2 Nefi 29:5; 3 Nefi 29:8), quienes vivirían en una época de iniquidad y apostasía (ver 2 Nefi 27:1; 28), aquellos que recibirían la plenitud del evangelio y llevarían el Libro de Mormón a otros (ver 1 Nefi 13:38; 15:13-16; 2 Nefi 30:3), y aquellos que hoy serían identificados como cristianos (ver 1 Nefi 13:19-23; 2 Nefi 26:20). A los gentiles se les manda: “¡Oíd, oh gentiles, y escuchad las palabras de Jesucristo, el Hijo del Dios viviente. . . . para que puedan “ser contados entre los del pueblo [de Cristo] que son de la casa de Israel!” (3 Nefi 30:1-2). Entre las últimas palabras de Nefi que se registran en el Libro de Mormón, escribió: “Y así como hablé acerca de convencer a los judíos de que Jesús es el verdadero Cristo, es menester que los gentiles también sean convencidos de que Jesús es el Cristo, el Dios Eterno” (2 Nefi 26:12). Para algunos entre los gentiles, este convencimiento consiste en aclarar y aumentar su conocimiento en el verdadero Cristo de la Biblia, un Dios que continúa obrando grandes milagros de acuerdo a la fe de la humanidad (ver Mormón 9:6-7).

“Para Convencer”: ¿Por qué?

¿Por qué se necesitaba un registro de escrituras para convencer al mundo de la misión de Jesús el Cristo? El Libro de Mormón anticipa proféticamente una época cuando el “judío y el gentil” no creería en Cristo, o creería en un Cristo cuya identidad se había diluido y distorsionado. Sus profetas reconocieron la necesidad de “convencer” a esa audiencia sobre la naturaleza verdadera de Jesucristo. Como receptores del Libro de Mormón y las enseñanzas de los profetas modernos, la mayoría de los Santos de los Últimos Días conoce la identidad bíblica de Cristo de esa manera. Aunque saben que la mayoría de los judíos no cree en Jesús como el Cristo, algunos Santos de los Últimos Días no conocen la forma en cómo algunos eruditos modernos han llegado a conclusiones variadas respecto a la veracidad y el significado de los relatos bíblicos, en parte fundados en la evidencia de los problemas con los antiguos manuscritos bíblicos.

En su libro best-seller Misquoting Jesus: The Story Behind Who Changed the Bible and Why el influyente erudito de la biblia Bart Ehrman describe abiertamente los desafíos para su fe en el mensaje bíblico cuando comparó los distintos testimonios de los textos antiguos. Ehrman declara:

En breve, mi estudio del Nuevo Testamento griego, y mis investigaciones de los manuscritos que lo contienen, me llevaron a cambiar de forma radical mi entendimiento de lo que es la Biblia. Este fue un gran cambio para mí. Antes de esto. . . . mi fe se había basado por completo desde el punto de vista de la Biblia como la totalmente inspirada y establecida palabra de Dios. Ahora, ya no considero a la Biblia de esa manera. La Biblia empezó a parecerme un libro muy de humanos. Así como los escribas humanos habían copiado y cambiado los textos de la escritura, así también los escritores humanos habían escrito originalmente los textos de la escritura. Desde el principio hasta el fin, este es un libro humano . . . .Es un cambio radical el de leer la Biblia como una guía establecida para nuestra fe, vida y futuro, a verla como un libro muy humano, con puntos de vista muy humanos, muchos de los cuales difieren de uno al otro y ninguno brinda la guía establecida de cómo debemos vivir. Este es el cambio que terminé haciendo en mi propia forma de pensar, y al cual ahora estoy totalmente dedicado. [6]

Aunque muchos eruditos bíblicos siguen comprometidos completamente a la fe en la divinidad de Jesús, otros han visto las diferencias dentro del texto bíblico y entre los antiguos manuscritos bíblicos, como la evidencia de que la identidad original de Jesús fue obscurecida o alterada por creyentes posteriores; estos eruditos han hecho numerosas propuestas con respecto a la identidad original, las que incluyen que Él era un simple campesino reformador, [7] una filósofo cínico, [8] o aún un mago. [9]

Debido a que Nefi previó una época en que las verdades de la Biblia se perderían (ver 1 Nefi 13:26-27), la mayoría de los Santos de los Últimos Días no rechazarían totalmente las ideas de estos eruditos, ya que reconocen que el mensaje de la Biblia con respecto a Jesús puede estar, al menos parcialmente, incompleto, y que necesita apoyo y aclaraciones. El mensaje del Libro de Mormón fue preparado por sus autores antiguos para dar precisamente ese tipo de apoyo, al aclarar y fortalecer el mensaje bíblico de Jesús como el divino Hijo de Dios (ver 1 Nefi 13:40-41). Los autores del Libro de Mormón previeron y previnieron esta necesidad y prepararon su mensaje “para convencer al judío y al gentil” en los últimos días.

La meta primaria no era simplemente testificar que Jesús es el Mesías; era para convencer al lector de la verdad de dicho testimonio. Bajo la dirección del Señor, los profetas del Libro de Mormón mantuvieron una visión clara de esta meta, y deliberada y estratégicamente prepararon su mensaje para dar a las futuras audiencias una mejor oportunidad de ser persuadidos por ese testimonio. Esta verdad se puede ver al hacer un seguimiento del paso de las planchas de un autor a otro. Nefi, El primer profeta-escritor del Libro de Mormón, describe abiertamente su meta casi desde el principio de su relato: “Porque toda mi intención es persuadir a los hombres a que vengan al Dios de Abraham, y al Dios de Isaac, y al Dios de Jacob, y sean salvos” (1 Nefi 6:4, énfasis agregado). Después de declarar su intención, da instrucciones precisas: “Por tanto, daré un mandamiento a mis descendientes de que no ocupen estas planchas con cosas que no sean de valor para los hijos de los hombres” (1 Nefi 6:6). Este “mandamiento”—usar las planchas para persuadir a los hombres a venir a Cristo—tuvo un impacto directo en los escritos de quienes le seguirían. Esta hebra es explícita desde Nefi (ver 2 Nefi 33:4), a Jacob (ver Jacob 1:1-4, 7), a Enós (ver Jacob 7:27), a Amalekí (ver Omni 1:26), en el compendio de las planchas “mayores” de Nefi preparado por Mormón y que se centra en Cristo, hasta las palabras finales de Moroni (ver Moroni 10:30,32).

“Para Convencer”: ¿Cómo?

Los autores del Libro de Mormón como Nefi (ver 1 Nefi 6:6), Mormón (ver Helamán 3:14; Mormón 5:8; 3Nefi 26:6), Moroni (ver Eter 15:53), y otros (ver Jarom 1:14; Jacob 3:13) muestran su preocupación por las limitaciones de espacio en las planchas. Mormón repite tres veces la idea de que “este libro no puede contener ni la centésima parte de lo que se llevó a cabo” (3 Nefi 5:8) [10] En estas declaraciones, están enfatizando que los conceptos que decidieron incluir son de vital importancia, y que su decisión la hicieron por medio del filtro de sus propósitos generales. Teniendo en mente estas limitaciones especiales, los conceptos que decidieron incluir con respecto a Cristo cobran mayor importancia, no simplemente como detalles incluídos por casualidad, sino como adiciones intencionales dirigidas a las áreas en las que debía ser fortalecida la comprensión de los lectores con respecto al Salvador.

¿Cómo los diversos autores del Libro de Mormón cumplieron con su tan explícitamente declarada misión de convencer y persuadir? El resto de este capítulo dará ejemplos del cómo el Libro de Mormón convence a los lectores a venir a Cristo, enlistados bajo siete encabezados. Dichos encabezados se prepararon mediante el análisis de la interacción entre tres variables: el propósito, la audiencia y el texto.

1. Los autores afirman eventos bíblicos clave en la vida de Jesús, incluyendo el nacimiento virginal, su bautismo, sus milagros, su sacrificio Expiatorio, su Crucifixión y su Resurrección.

Los profetas del Libro de Mormón tienen muy poco que decir con respecto a las parábolas de Jesús o de su conflicto con los líderes judíos de su época. La única repetición de enseñanzas en su ministerio mortal vienen directamente de Jesús mismo durante las visitas registradas en 3 Nefi 11-28, y se centran más prominentemente en el Sermón del Monte (ver Mateo 5-8 y 3 Nefi 12-14). Cuando los profetas del Libro de Mormón hablan del ministerio mortal de Cristo, deciden confirmar los eventos centrales. Leales al deseo de Nefi sobre la “claridad” (1 Nefi 13:29), los ejemplos que proveen no son ambiguos ni están abiertos para múltiples interpretaciones. Son el resultado de visiones (1 Nefi 1:8; 1 Nefi 11) o de revelación directa, a menudo mediante las enseñanzas de ángeles (ver 1 Nefi 19; 8; 2 Nefi 6:9; Mosíah 4:1). Estas confirmaciones las proveen primordialmente Nefi (ver 1 Nefi 11); Benjamín (ver Mosíah 3), Abinadí (ver Mosíah 15); Alma (ver Alma 7); y Jesús mismo (ver 3 Nefi 11); con eventos clave afirmados por Lehi (ver 1 Nefi 1:10); Jacob (ver 2 Nefi 9); Zenós, Zenoc, y Neum (ver 1 Nefi 19:10); Amulek (ver Alma 34); y Samuel (ver Helamán 13).

El libro empieza con la visión de Lehi de “Uno que descendía del cielo” (1 Nefi 1:9). Nefi, el Rey Benjamín y Alma enseñan del descenso del cielo de Jesús y del nacimiento virginal mediante María su madre mortal (ver 1 Nefi 11:13-21; Mosíah 3:8; Alma 7:10). Lehi habla también del ministerio de Juan el Bautista (ver 1 Nefi 10:7-8), quien lo bautizaría en “Betábara, del otro lado del Jordán” (1 Nefi 10:9). Nefi escribe de Juan (ver 1 Nefi 11:27), al enseñar que él efectuaría el bautismo de Jesús “en el agua para cumplir con toda justicia” (2 Nefi 31:5), y que el Espíritu Santo vendría como un testigo confirmador “en forma de paloma” (1 Nefi 11:27; 2 Nefi 31:8). Lehi y Nefi dan testimonio del llamamiento y ministerio de doce apóstoles (ver 1 Nefi 1:10; 11:29; 12:9). Abinadí afirma que Jesús efectuó “muchos grandes milagros entre los hijos de los hombres” (Mosíah 15:6). Nefi habla de la curación de los enfermos y de que los demonios fueron echados fuera (ver 1 Nefi 11:31), y Benjamín añade que estos milagros incluirían “sanar a los enfermos, resucitar a los muertos, hacer que los cojos anden, y que los ciegos reciban su vista, y que los sordos oigan, y curar toda clase de enfermedades. Y echará fuera los demonios” (Mosíah 3:5-6).

Los profetas del Libro de Mormón testificaron del sufrimiento que experimentó Jesús, a fin de “socorrer” (Alma 7:12), a su pueblo, al enseñar que “permite que su pueblo se burle de él, y lo azote, y lo eche fuera, y lo repudie” (Mosíah 15:5, al explicar Isaías 53). El libro enfatiza la profundidad de su sufrimiento, lo que incluye “tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir” (Mosíah 3:7; ver también Alma 7:11), al confirmar el testimonio del Evangelio de Lucas (ver Lucas 22:44) de que “la sangre le brotará de cada poro” (Mosíah 3:7) por la profundidad de su angustia. Muy significativamente, varios profetas del Libro de Mormón afirman la realidad del Juicio de Jesús a manos de los líderes judíos, su crucifixión y muerte, y su resurrección de los muertos (ver 1 Nefi 10:11; 11:32-33; 19:10; Mosíah 3:9-10; 15:7; Alma 7:12; Helamán 14:15; 3 Nefi 11:11-15; y otros). Tal afirmación es una de las formas en que los autores del Libro de Mormón buscan convencer a los lectores que Jesús es el Cristo.

2. Los autores afirman, aclaran y fortalecen las enseñanzas bíblicas clave con respecto a la identidad y el papel de Cristo, incluyendo su divinidad, su mortalidad terrenal, y su capacidad para comprenderlo todo a causa de su sufrimiento y su Expiación substitutiva.

Aunque el testimonio del Libro de Mormón de los eventos clave en la vida de Jesús es importante como un co-testigo con la Biblia, su propósito principal al volver a contar esos eventos es para testificar sobre la identidad de Cristo. El propósito principal para enseñar que Cristo descendiera del cielo y su nacimiento milagroso es para testificar que el es Dios (ver Mosíah 13:28; Eter 3:14), el Hijo de Dios que nació en la mortalidad (ver 1 Nefi 11:7; Mosíah 3:8; 15:2; Alma 34:2-5); Helamán 3:28; 3 Nefi 20:31; Mormón 9:22; y muchos otros). Jesús no sólo es el Hijo de Dios, a causa de su nacimiento mortal, sino que también es el Padre Eterno (ver 2 Nefi 19:6) debido a que “fue concebido por el poder de Dios” y por su aceptación de la voluntad de su Padre (ver Mosíah 15:2-3; 3 Nefi 1:14), su papel como Creador (ver Mosíah 3:8; 4:2), y su capacidad, mediante su Expiación, para brindar un renacimiento espiritual a la humanidad caída (ver Mosíah 5:7). Por tanto, en este contexto, él es tanto el Padre como el Hijo (ver Mosíah 15:2-3; Mormón 9:12; Eter 3:14), con frecuencias se refieren a él como el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra (ver Mosíah 3:8; Helamán 14:12; 16:18; Eter 4:7).

Los profetas del Libro de Mormón enfatizaron el sufrimiento de Jesús y su crucifixión a fin de persuadir a los lectores de que Él había expiado los pecados de ellos. Los escritores enfatizaron esto para que los lectores pudieran recibir el perdón mediante la fe en su nombre y para que pudieran saber que había uno que podía entender sus sufrimientos (ver Mosíah 15:7; Alma 7:11-12; 34:8-9). Repetidamente, los escritores apuntaron hacia la realidad de su resurrección para que sus lectores pudieran creer que Él podía salvarlos de la muerte (ver 2 Nefi 9:5-6; Alma 40:2-3). Con regularidad usaron títulos para Jesús que nos dirigen a su papel como el único que rescataría a la humanidad, comprándolos a todos mediante la sangre de su sacrificio expiatorio. Dichos títulos, claros y bien dirigidos, en el Libro de Mormón incluyen “Salvador” (12 veces), “Mesías” (32 veces), el “Cordero de Dios” (35 veces), “Redentor” (41 veces), “Hijo de Dios” (51 veces) y “Cristo” (385 veces) el equivalente griego de “Mesías”. Su descripción de Jesucristo fue diseñada, muy semejante al libro de Hebreos en el Nuevo Testamento, para producir asombro en su majestad, reverencia por su sacrificio, paz y consuelo por su sufrimiento, y fe en su poder para salvar. No hay lugar en el Libro de Mormón para debatir con respecto a su identidad—Él es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo, no un mago, un campesino revolucionario, un filósofo o simplemente un gran maestro moral—. Los profetas del Libro de Mormón aprendieron sobre la identidad de Jesús por medio de visiones y la revelación. Su testimonio podrá ser creído o no por los futuros lectores, pero no hay lugar para ser mal interpretado.

3. Los autores hablan como verdaderos testigos históricos —por haber visto a Jesús cara a cara o por haber experimentado Su milagroso poder en su propias vidas—.

Una parte importante del poder para convencer de los profetas del Libro de Mormón es su proclamación personal y directa de que han experimentado la capacidad de Jesús para salvar y que ellos se erigen como testigos personales de su realidad. Muchos de estos profetas vieron a Jesús cara a cara, confirmando los testimonios del Nuevo Testamento de la divinidad de Jesús y su resurrección. Como ejemplos de los profetas y otras personas del Libro de Mormón que tuvieron visiones de Cristo o que oyeron su voz se incluyen a Lehi (ver 1 Nefi 1:9; Nefi (ver 1 Nefi 11:21; 2 Nefi 11:2), Jacob (ver 2 Nefi 11:3), Enós (ver Enós 1:10), Alma padre (ver Mosíah 26:14), el rey Lamoni (ver Alma 19:13), Ammón (ver Alma 20:2), Alma hijo (ver Alma 36:22), Samuel (ver Helamán 13:3), otros que se llamaban Nefi (ver Helamán 10; 3 Nefi1:11), Mormón (ver Mormón 1:15; 3:14), más de 2,500 personas que estuvieron presentes durante la visita de Jesús (ver 3 Nefi 17:25), el hermano de Jared (ver Eter 3:20), y Moroni (ver Eter 12:39). En su discurso sobre la fe, Moroni anima a todos a creer que también ellos pueden llegar a conocer a Cristo, citando numerosos testigos que lo han visto y prometiendo a los lectores que éste puede ser el resultado de su fe (ver Eter 12:7, 8, 12, 19-21, 31,39).

Los profetas del Libro de Mormón no solamente testifican que han visto u oído a Cristo, ya que regularmente registran el cambio que se efectuó en sus propias vidas o en la vida de otros por medio de Jesucristo. Por ejemplo, Enós relató que sus pecados fueron borrados a causa de su fe en Jesucristo (ver Enós 1:5-8). Brindando una de las experiencias más conmovedoras en el Libro de Mormón, Alma hijo declara:

Clamé dentro de mi corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí que estoy en la hiel de amargura, y ceñido con las eternas cadenas de la muerte!

Y he aquí que cuando pensé esto, ya no me pude acordar más de mis dolores; sí, dejó de atormentarme el recuerdo de mis pecados.

Y ¡oh qué gozo, y que luz tan maravillosa fue la que vi! Sí, mi alma se llenó de un gozo tan profundo como lo había sido mi dolor.

Sí, hijo mío, te digo que no podía haber cosa tan intensa ni tan amarga como mis dolores. Sí, hijo mío y también te digo que por otra parte no puede haber cosa tan intensa y dulce como lo fue mi gozo (Alma 36: 18-21).

El pueblo del Rey Benjamín recibió un potente cambio de corazón (ver Mosíah 5:2), las cargas del pueblo de Alma padre fueron aligeradas por Dios (ver Mosíah 24: 13-15), Zeezrom tuvo una recuperación milagrosa y descubrió el gozo en Cristo (ver Alma 15:10-11), Ammón fue colmado por su gozo en Cristo (ver Alma 27:17-18), y el pueblo de Ammón declaró que Dios había quitado sus manchas (ver Alma 24: 12).

Todas estas experiencias pueden verse como preparatorias para la escena más sublime en el Libro de Mormón—la aparición del Salvador resucitado a su pueblo—. Jesús les enseña, ora con ellos, y sana a sus hijos. Los ama y les brinda inolvidables experiencias (ver 3 Nefi 11-28).

Estos testimonios de Cristo son dados por personas reales que entendieron que su gozo venía directamente de Cristo. Escriben entusiasta y poderosamente de sus experiencias, dando persuasivamente la evidencia del gozo y paz que vienen por medio de Jesucristo. Leer sus historias y sus experiencias personaliza el mensaje centrado en Cristo del Libro de Mormón para los lectores.

4. Los autores matizan sus discursos según su audiencia, ya sea judío o gentil, para enfatizar los puntos doctrinales, las evidencias, los eventos futuros y las invitaciones que serán de particular importancia para ese grupo.

Los autores del Libro de Mormón escribieron directamente para tres futuras audiencias—judíos, gentiles y “lamanitas”—y matizaron su mensaje de diferentes maneras para enfocarse en las distintas necesidades de esos tres grupos ( o dos grupos, si los futuros “lamanitas”—una mezcla de descendientes de los nefitas y de los lamanitas—se consideran como un sub-grupo de los “judíos”). Puesto que deseaban escribir para “todos los hombres” (2 Nefi 26:27-30), muchas de sus palabras dirigidas a cada grupo se pueden generalizar para todos, dándoles a todos la invitación de venir a Cristo. Aún así el enfoque de su discurso para cada grupo muestra el conocimiento de los tipos de evidencias e invitaciones que se comunicarán más eficazmente con cada grupo.

A los Judíos

Desde el principio de su registro, Nefi, como el primer autor del Libro de Mormón, muestra que conoce las necesidades de los diversos grupos. El relato del viaje de su familia a la tierra prometida se conecta con los temas del éxodo, lo que sería muy conocido por sus lectores judíos. Lamán y Lemuel, no simplemente no están de acuerdo o se oponen al viaje, sino que “murmuran” contra los líderes asignados para el viaje (ver Éxodo 15:24; 1 Nefi 2:11-12; 3:5, 31; 4:4; 16:3; 17: 17, 22, 49; 18:16; 2 Nefi 5:3). Fueron guiados por el desierto por la Liahona, que se compara a la guía de Dios por medio de la nube y la columna de fuego (ver Éxodo 13:21; 1 Nefi 16). En lugar de que se les diera el maná del cielo y el agua de una roca, su alimento les es sabroso en medio de sus aflicciones (ver Éxodo 16-17; 1 Nefi 17:2). Al igual que Moisés, Nefi subió a un monte y regresé con un modelo (ver Éxodo 19; 1 Nefi 17:7-17). Cruzan las aguas de manera milagrosa (ver Éxodo 14; 1 Nefi 18). Viajan hacia una tierra prometida (ver 1 Nefi 2:20), La predicación de Nefi se refiere constantemente a Moisés y a los milagros que se realizaron por sus manos (ver 1 Nefi 4:1-5), lo que se conecta con futuros lectores judíos.

Nefi cambia su predicación en 2 Nefi al dirigir, casi exclusivamente, sus esfuerzos a la persuasión con respecto a la identidad de Cristo. En 2 Nefi 11 vuelve a declarar su meta primordial: “Mi alma se deleita en comprobar a mi pueblo que salvo que Cristo venga, todos los hombres deben perecer” (versículo 6). Entonces cita muy extensamente a Isaías para dar un fundamento para sus esfuerzos. Estas extensas citas del gran profeta judío preparan el camino para el discurso para sus “hermanos,” los judíos. (2 Nefi 25:20).

Nefi empieza ese discurso (en 2 Nefi 25) al declarar que él ha vivido en Jerusalén, y entiende claramente a los judíos debido a ese antecedente (ver 2 Nefi 25:1-6). Por tanto él puede dirigirles sus comentarios con la fuerza de ese entendimiento. Describe el largo historial de persecución al que han estado sujetos los judíos “de generación en generación, según sus iniquidades” (versículo 9), incluyendo la destrucción por Babilonia y el futuro regreso de los judíos a su tierra. Los judíos no reconocerán al verdadero Mesías a quien esperan tan ansiosamente. Nefi describe que ese Mesías—es el que será crucificado por ellos y entonces se levantará de entre los muertos—(versículos 12-13). Continúa describiendo la destrucción de los judíos a manos de los romanos y su dispersión por muchas naciones (versículo 15).

Nefi, por haber “sali[do] de Jerusalén” (2 Nefi 25:5; 33:8), se identifica con las preocupaciones del futuro pueblo judío que se hallará disperso por todo el mundo, y les declara la solución: Dios procederá a efectuar una obra maravillosa y un prodigio en los últimos días. Eso comenzará con la publicación de “sus palabras [el Libro de Mormón] a ellos. . . . con el fin de convencerlos del verdadero Mesías que ellos rechazaron” (versículo 18). Usa ejemplos del Mesías con los que los judíos se identificarían—la historia de la serpiente de bronce, y que Moisés sacó agua de una roca—para testificar que “no hay otro nombre dado debajo del cielo sino el de este Jesucristo, de quien he hablado, mediante el cual el hombre pueda ser salvo” (versículo 20). Después de sus esfuerzos para identificar al Mesías que deben adorar los judíos modernos, ésta es su declaración más directa: les da el nombre por el cual el Mesías sería reconocido en los últimos días, “Jesucristo” (versículo 19), y les habla a los judíos en un lenguaje que puedan reconocer. [11] Nefi no da lugar para malos entendidos con respecto a quien se está refiriendo. [12]

Otros profetas del Libro de Mormón usaron el modelo de Nefi para persuadir a los judíos, usando lenguaje con el cual se pudieran identificar. Recuentan la historia de los judíos llevados cautivos por Babilonia y su regreso, su rechazo del Mesías y la subsecuente dispersión, y les hacen un llamado a creer en Cristo en los últimos días, identificándolo claramente como el Hijo de Dios crucificado (ver por ejemplo, las enseñanzas de Lehi en 1 Nefi 10: 2-11 y las enseñanzas de Jacob en 2 Nefi 6-10). Adicionalmente, se basan en las historias del Antiguo Testamento tales como la serpiente de bronce (ver Alma 33:19-20; 37:46; Helamán 8:14-15) y el casi sacrificio de Isaac por Abraham (ver Jacob 4:5), en la naturaleza mesiánica de los sacrificios en la ley de Moisés (ver Jacob 4:5; Mosíah 13:31; Alma 34:13; 3 Nefi 15:4-6), y en las enseñanzas de los profetas del Antiguo Testamento tales como Isaías (ver 2 Nefi7-8; Mosíah 13; 3 Nefi 22) para mostrar que sus propios profetas de la antigüedad habían previsto la misión de Jesucristo, declarando que “todos los santos profetas” habían enseñado de él (ver Jacob 4:4; Mosíah 15:11; Alma 30: 44; 3 Nefi 1: 26; 26:3).

El uso que hizo Jacob de la alegoría del olivo del profeta Zenós (ver Jacob 4-6) y el uso de Abinadí de Isaías 53 (ver Mosíah 12-15) quedan como ejemplos de los esfuerzos de llevar a los judíos al mensaje del Libro de Mormón. Después de usar la alegoría del olivo para mostrar la forma en que los judíos “después de haber rechazado el fundamento seguro, puedan jamás edificar sobre él, para que sea la principal piedra angular” (Jacob 4:17), Jacob concluye con un último esfuerzo persuasivo. Les da un relato de Sherem, que se aferró rígidamente a los preceptos de la ley de Moisés, y que acusó a los nefitas cristianos de convertir “la ley de Moisés en la adoración de un ser que dices que vendrá de aquí a muchos siglos” (Jacob 7:7), reflejando las preocupaciones judías. Al final, Sherem se convence de que Cristo vendrá y confiesa la verdad de Cristo delante del pueblo (ver Jacob 7:17). Abinadí muestra con las escrituras que el Mesías sufriría por los pecados de todos los pueblos (ver Mosíah 14:6; Isaías 53:6) a fin de salvar a “su linaje” (Mosíah 14:10; Isaías 53:10).

A los Gentiles

Después de dirigirse directamente a los judíos en 2 Nefi 25, Nefi cambia para repetir profecías concernientes al futuro de los gentiles, de quienes ya había hablado en su visión (ver 1 Nefi 13-14). Nefi declara: “así como hablé acerca de convencer a los judíos de que Jesús es el verdadero Cristo, es menester que los gentiles también sean convencidos de que Jesús es el Cristo, el Dios Eterno” (2 Nefi 26:12). La diferencia matizada es crucial: los judíos necesitan ser convencidos que Jesús es el Cristo; los gentiles necesitan ser convencidos de la identidad correcta de Jesucristo, “el Dios Eterno.”

Nefi empieza a relatar que los gentiles perseguirían a los descendientes de Lehi, y la forma en que los gentiles se ensalzarían en la soberbia de sus ojos y establecerían “muchas iglesias; sin embargo, menosprecian el poder y los milagros de Dios, y se predican su propia sabiduría y su propia instrucción, para enriquecerse y moler la faz de los pobres” (2 Nefi 26:20). El problema es la apostasía y la iniquidad de los gentiles, y Nefi otra vez proclama que la solución es la “obra maravillosa y un prodigio” que se iniciará con la venida del Libro de Mormón (2 Nefi 27:26). Prevé todas las razones del por qué los gentiles pueden rechazar el convincente mensaje del Libro de Mormón: la lealtad a sus propias denominaciones religiosas (ver 2 Nefi 28:3), la negación del Espíritu Santo (versículo 4), negarán los milagros (versículo 6), no entenderán la misericordia y la justicia de Dios y rechazan la necesidad de arrepentirse (versículos 7-8), el orgullo (versículo 9), falsos maestros(versículo 9), falsas doctrinas (versículo 9) y un sentido de lealtad a la Biblia que no permite revelación adicional (ver 2 Nefi 29:4). Sus palabras [de Nefi] se han preparado para contrarrestar estas poderosas influencias, y para persuadir a los gentiles de que abran sus corazones al mensaje milagroso y revelador del Libro de Mormón. Les habla directamente a ellos diciendo: “Oh gentiles” (versículo 5).

De hecho, Nefi promete que los gentiles que se arrepientan pueden llegar a ser contados entre la casa de Israel (2 Nefi 30:2). Entonces termina su largo y persuasivo discurso, hablando de ambos, los judíos y los gentiles. Muestra como es que en preparación para el milenio de paz, la división importante no será entre los judíos y los gentiles, sino que será entre los justos y los inicuos (versículo 10). Nefi está tratando de llevar a ambos grupos a la fe en Cristo, para que puedan ser salvados y no destruídos en la segunda venida.

Tanto Mormón (ver 3 Nefi 29) como Moroni (ver Mormón 8-9; Eter 12; Moroni 10) también les hablan directamente a los gentiles, repitiendo temas que fueron presentados primero por Nefi, advirtiéndoles de su estado futuro de orgullo e iniquidad, y prometiéndoles que serían incluídos con la casa de Israel si se arrepienten (ver 3 Nefi 30:2).

5. Los autores revelan las debilidades y desafíos de cada grupo, declarándolos claramente de formas que solamente podrían ser posibles si Dios en verdad les hubiera hablado, buscando el establecer, en ese grupo, la confianza en la realidad de que Dios existe y los conoce.

Como ya se ha comentado, Nefi y otros profetas hablan claramente a los judíos y a los gentiles acerca de sus futuros pecados y su estado de ceguedad, demostrando audazmente que los escritores conocieron el corazón de sus lectores cientos de años antes de que alguno leyera sus palabras. Este énfasis en el conocimiento profético de las cosas escondidas es semejante al acercamiento directo usado por Amulek, y probablemente se incluyó en el Libro de Mormón para que fuera ejemplo de uno de sus métodos para persuadir y convencer. Cuando le predicó a Zeezrom, que era duro de corazón, Amulek revela cosas de Zeezrom que solamente pudo haberlas conocido mediante la revelación. Zeezrom se asusta por esta evidencia de que Dios en realidad existe y lo conoce (ver Alma 11: 46; 12:3). El saber que sus pecados son reales y que no están ocultos de Dios causa una crisis de fe para Zeezrom que lo conduce a ser sanado por la fe en Cristo (ver Alma 15:5-12).

Los mensajes de Mormón (ver 3 Nefi 29-30) y Moroni para los gentiles muestran un conocimiento detallado de los desafíos que enfrentarán los gentiles. En el primero de tres discursos de despedida, Moroni revela las condiciones que existirán el día en que el Libro de Mormón salga a luz (ver Mormón 8:26-32). En ese día existirán combinaciones secretas asesinas (versículo 27, y el pueblo estará lleno de todo tipo de pecados (versículo 31). Presumiblemente dirigiéndose a una audiencia identificada como cristianos, Moroni predice que existirán muchas iglesias, algunas de ellas diseñadas a propósito para obtener lucro (versículos 32-33). El pueblo contaminará la santa iglesia de Dios (versículos 36-38) e ignorará a quienes tengan verdadera necesidad (versículo 39). Después de dirigirse brevemente a un grupo que no cree en Cristo (ver Mormón 9:1-6)—posiblemente los judíos o los gentiles no creyentes—Moroni regresa a aquellos que creen en Cristo, pero que “niegan las revelaciones de Dios”, diciendo que “ya han cesado”. También negarían los dones del Espíritu y los milagros de Dios (versículo 7). Los invita a que se arrepientan y a que crean en un Dios de milagros (versículo 27). Prevé que algunos serán tentados para rechazar sus palabras debido a las imperfecciones que perciben (versículo 31), una preocupación que forzosamente se repite en su segundo discurso de despedida (ver Eter 12). En su discurso final de despedida (ver Moroni 10), advierte que él—el profeta que conoce los deseos de sus corazones—encontrará a los futuros lectores del Libro de Mormón en el día del juicio (versículo 34). La demostración de que los profetas del Libro de Mormón tenían conocimiento de cosas ocultas puede ser—al menos parcialmente—un esfuerzo de llegar a una audiencia futura, de corazón endurecido, cuyos pecados son expuestos por el libro de formas milagrosas.

6. Mediante los esfuerzos de los autores para registrar la escritura, al hablar a futuras audiencias, y al buscar revelación para su beneficio, crean la confianza de la audiencia en su amoroso mensaje referente a Cristo.

El sentimiento abrumador que prevalece por todo el Libro de Mormón es el de lealtad a Dios y un profundo amor y preocupación por aquellos de los últimos días. Por todos los desafíos trascendentales de sus vidas diarias, los profetas del Libro de Mormón lucharon valiente y humildemente para grabar escrituras que no serían usadas por su propia pueblo. Totalmente conscientes de sus debilidades para grabar sus palabras en las escasas planchas de metal, abiertamente confesaron sus defectos (ver 2 Nefi 33:1; Eter 12:24), pero avanzaron, proclamando su amor por una generación futura. Nefi escribió: “Tengo caridad para con el judío. . . . tengo también caridad para con los gentiles” (2 Nefi 33: 3, 8-9). Moroni confirma el amor de los profetas del Libro de Mormón para las generaciones futuras: “Y él [Dios] conoce sus oraciones, que se hicieron a favor de sus hermanos” (Mormón 8:24). El amor de Moroni es palpable en su último discurso de despedida, al pedirle a una futura generación: “Venid a Cristo, y perfeccionaos en él” (Moroni 10:32). Aunque fueron muy francos en su denuncia del pecado, entendieron el principio que posteriormente enseñaría José Smith: “Nada tiene mayor efecto en las personas para inducirlas a abandonar el pecado que llevarlas de la mano y velar por ellas con ternura. Cuando las personas me manifiestan la más mínima bondad y amor, ¡oh, qué poder ejerce aquello en mi mente!,” [13]

“Venid a Cristo”

7. Los autores extienden invitaciones directas, deseando una y otra vez no dejar descansar cómodamente a los lectores, sino más bien, confrontándolos con la necesidad de aceptar o rechazar la invitación de “venid a Cristo.”

Por todo su registro, los profetas del Libro de Mormón no permiten que la obra descanse como una curiosidad intelectual para el lector. Constantemente desafían al lector a que tome nota de su mensaje, La naturaleza milagrosa del Libro de Mormón impulsa a los lectores a decidir aceptar que el mensaje del libro acerca de Cristo es verdadero. Los escritores reconocieron que muchos rechazarían ese mensaje debido a las barreras futuras para la fe, y el no creer en milagros, pero se esforzaron aún más allá de la tumba, llamando a sus lectores a que no simplemente creyeran en Cristo, sino a que actuaran por su fe en Cristo. Este capítulo concluirá con unas pocas de sus llamadas persuasivas, citadas en las palabras de los antiguos testigos del Libro de Mormón:

Nefi: “Escuchad estas palabras y creed en Cristo” (2 Nefi 33:10).

Amalekí: “Quisiera que vinieseis a Cristo, el cual es el Santo de Israel, y participaseis de su salvación y del poder de su redención. Sí, venid a él y ofrecedle vuestras almas enteras como ofrenda, y continuad ayunando y orando, y perseverad hasta el fin; y así como vive el Señor, seréis salvos” (Omni 1:26).

Alma: “He aquí, os digo que el buen pastor os llama; sí, y os llama en su propio nombre, el cual es el nombre de Cristo. . . . Venid y bautizaos para arrepentimiento, a fin de que también participéis del árbol de la vida” (Alma 5:38, 62).

Mormón: “Escuchad las palabras de Jesucristo, el Hijo del Dios viviente” (3 Nefi 30:1).

Moroni: “Y ahora quisiera exhortaros a buscar a este Jesús de quien han escrito los profetas y apóstoles” (Eter 12:41). “Y otra vez quisiera exhortaros a que vinieseis a Cristo. . . .Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en él” (Moroni 10:30,32).

Jesucristo: “Levantaos y venid a mí” (3 Nefi 11:14).

Página tras página, el Libro de Mormón, trabaja cuidadosa y persistentemente, aún sin descanso, hacia la meta que expresa Moroni en la página del título, demostrando que fue escrito “para convencer al judío y al gentil, que JESÚS ES EL CRISTO.” [14]

Notas

[1]- Generalmente se ha entendido que Moroni es el autor de la página del título, ya que fue el profeta del Libro de Mormón que “selló” ( la página del título) el libro para las generaciones futuras. Sin embargo, sus palabras siguen muy de cerca las declaraciones de Mormón dirigidas a los lectores de los últimos días, que se encuentran en 3 Nefi 29 (para los judíos) y 30 (para los gentiles). Ver de Daniel H. Ludlow, “Book of Mormon, title page of,” en el libro Book of Mormon Reference Companion por Dennis L. Largey (Salt Lake City: Deseret Book, 2003), páginas 155-156.

[2]- Este documento no es el primero en proponer la centralidad de este mensaje. Ver, entre muchos otros: “Book of Mormon, Purposes of: To the Convincing of the Jew and Gentile that Jesus is the Christ” por Jo Ann H. Seely en Book of Mormon Reference Companion, páginas 141-142; “Book of Mormon, Selected Themes of: Come Unto Christ,” por Daniel H. Ludlow en Book of Mormon Reference Companion, páginas 147-149; Christ and the New Covenant: The Messianic Message of the Book of Mormon, por Jeffrey R. Holland (Salt Lake City: Deseret Book, 1997); “Jesus Christ in the Scriptures: Jesus Christ in the Book of Mormon,” por John W. Welch en Encyclopedia of Mormonism (New York: Macmillan, 1992), páginas 748-750; “Unique Insights on Christ from the Book of Mormon: por Stephen Scharffs en Ensign diciembre de 1988, páginas 8-13; Finding Christ Through the Book of Mormon por Susan Easton Black (Salt Lake City: Deseret Book, 1987); “The Book of Mormon—Keystone to Our Religion,” por Ezra Taft Benson en Liahona noviembre de 1986; “Christ in the Book of Mormon” por B. H. Roberts en Improvement Era, enero de 1924, páginas 188-192.

[3]- “Deben saber también que recientemente los Hermanos decidieron que el Libro de Mormón de aquí en adelante lleve el título “El Libro de Mormón, con el sub-título ‘Otro Testamento de Jesucristo”’ Boyd K. Packer, “Las Escrituras, Liahona, noviembre de 1982.

[4]- Aparentemente, las planchas menores dieron forma al resto de la obra de Mormón. Mormón explicó que fueron las planchas menores los que lo atrajeron a su mensaje: “Complacido con las cosas que se hallan escritas en estas planchas, a causa de las profecías de la venida de Cristo. . . . escogí por tanto estas cosas” (Palabras de Mormón 1:4-5; énfasis agregado). Las primeras indicaciones de Mormón acerca de sus propósitos generales se encuentran en esta parte, se declaran casi tan claramente como habían sido los de Nefi: “Y mi oración [de Mormón] a Dios es concerniente a mis hermanos [los descendientes de los lamanitas], que ellos vuelvan una vez más al conocimiento de Dios, sí, la redención de Cristo” (versículo 8). Para un estudio más profundo de los puentes difíciles en las Palabras de Mormón, y lo que pudieron haber significado para la organización original del texto de las planchas, ver de Jacl M. Lyon y Kent R. Minson, “When Pages Collide: Dissecting the Words of Mormon,” en BYU Studies 51, num, 4 (2012): páginas 120-136.

[5]- Benson, “La Clave de Nuestra Religión”.

[6]- Bart D. Ehrman, Misquoting Jesus: The Story Behind Who Changed the Bible and Why (Nueva York: Harper Collins, 2005), páginas 11-13.

[7]- John Dominic Crossan, The Historical Jesus: The Life of a Mediterranean Jewish Peasant (San Francisco: Harper, 1991).

[8]- Burton L. Mack, The Lost Gospel: The Book of Q & Christian Origins (San Francisco: Harper, 1993).

[9]- Morton Smith, Jesus the Magician (Nueva York: Harper & Row, 1978).

[10]- Este expresión no bíblica parece ser realmente un tipo de frase de uso entre los nefitas para indicar los retos editoriales que enfrentaron. Mormón lo declara tres veces (ver también Helamán 3:14; 3 Nefi 5:8; y 3 Nefi 26:6) y es repetida por Jacob (ver Jacob 3:13) y por Moroni (ver Eter 15:33).

[11]- Nefi ya había dado el nombre de Cristo en 2 Nefi 10:3, pues un ángel se lo había dado a su hermano Jacob. Desde ese punto y hasta el fin de sus escritos, Nefi usa principalmente el título Cristo, usándolo cincuenta y tres veces en total (comparado con Mesáas, el cual usó solamente nueve veces después de 2 Nefi 10).

[12]- El discurso de Nefi también se enfoca en un sub-grupo de los judíos, “mis hijos [los descendientes de los nefitas], y mis amados hermanos [los descendientes de los lamanitas]” (2 Nefi 26:1; ver también 2 Nefi 30:1), indicando que su futuro se entrelazará con el futuro de los gentiles. Siendo que la declaración del propósito en página del título, no incluye explícitamente a este grupo, esta nota simplemente reconoce que los profetas del Libro de Mormón después de Nefi siguieron este ejemplo, al incluir a los lamanitas junto con los judíos, como un grupo que necesitará llegar a creer en Cristo, y muestra como es que su futuro será parte del futuro de los gentiles (ver en lo particular, Mormón 7 y Moroni 10).

[13]- José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 7 volúmenes, editado por B. H. Roberts (Salt Lake City: Deseret Book, 1957), 5:23-24.

[14]- El autor quiere reconocer calurosamente su gratitud hacia Lennis Largey por su ayuda en la preparación de este artículo.