Invitar a Dios a Nuestro Matrimonio
Debra Theobald McClendon and Richard J. McClendon
Debra Theobald McClendon (dtmcclendon@yahoo.com) Es psicóloga clínica con formación en terapia matrimonial y familiar.
Richard J. Mclendon (richard_mcclendon@byu.edu) es director asociado en la oficina de Evaluación y Análisis institucional en BYU y fue maestro de seminario en el Sistema Educativo de la Iglesia. Son los autores de Commitment to the Covenant: Strenghtening the Me, We, and Thee of Marriage.
Hay una dulzura y ternura que entra en nuestro matrimonio cuando nos arrodillamos en oración y escuchamos al otro rogar ante el trono de Dios a nuestro favor.
El Presidente Dallin H. Oaks observó que “Un buen matrimonio no requiere un hombre o una mujer perfectos; sólo requiere un hombre y una mujer dispuestos a esforzarse juntos por alcanzar la perfección. [1] El matrimonio es un viaje en el que los esposos aprenden y crecen juntos mientras avanzan hacia las eternidades. Como pareja, aunque requiere mucho trabajo, podemos crear buenos matrimonios mediante el esfuerzo personal consistente y diligente para priorizar la relación. Podemos trabajar por nuestra cuenta para tener una actitud saludable y resistente hacia la vida y a nuestra(o) esposa(o). Podemos trabajar como pareja para navegar por las dinámicas interpersonales diarias al mejorar nuestras técnicas de comunicación, aprendiendo a manejar juntos las finanzas como socios iguales, y al fortalecer la intimidad física y emocional. Sin embargo, a pesar de lo constante que seamos en estos esfuerzos, nuestra meta no sólo es tener un buen matrimonio; sino que es tener un matrimonio ¡glorioso y eterno como el de Dios! Para obtener esta meta elevada en nuestro viaje hacia la perfección, debemos buscar a Dios para que nos eleve y nos exalte. Podemos lograrlo al invitarlo a nuestro matrimonio. El Presidente Russell M. Nelson enseñó: “El matrimonio es la base del orden social, la fuente de la virtud y el cimiento de la exaltación eterna. Dios ha definido el matrimonio como un convenio eterno y sempiterno. El matrimonio es santificado cuando se valora y se honra en santidad. No se trata solamente de una unión entre marido y mujer, incluye una asociación con Dios.” [2]
¿Qué significa tener una asociación con Dios? En un estudio en el que se examinó el matrimonio Santo de los Últimos Días, algunos participantes hablaron acerca de su matrimonio en términos de un triángulo, en el cual Dios, su esposa(o) y ellos mismos se conectaban mediante un relación de convenio. [3] Al aconsejar a matrimonios de personas religiosas frecuentemente se usan Ilustraciones, como la que aparece enseguida.
Dios Esposo Llegar a ser Uno Esposa
A medida que cada esposa(o) se enfoca en Dios y se acerca a Él, no solo llegan a ser como Él, sino que la distancia entre el esposo y la esposa se reduce naturalmente. Se acercan más y llegan a estar más unidos. Para maximizar nuestras oportunidades de éxito matrimonial, debemos permitir que Dios se asocie con nosotros en todos los aspectos de nuestra relación matrimonial.
Diversos estudios han encontrado consistentemente que las creencias, los ritos y experiencias religiosas y la asistencia a la iglesia de las personas o las parejas, están conectadas positivamente con una mayor satisfacción, cohesión y consenso (estar de acuerdo en los temas de la relación) en el matrimonio. Además, la oración y las creencias religiosas están vinculadas a la satisfacción conyugal y también amortiguan los efectos de los factores de riesgo conyugal: como un divorcio anterior, alto estrés en el matrimonio y la convivencia prematrimonial. [4] En una investigación que estudió a miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Richard, trabajando junto con Bruce Chadwick, halló que las conductas religiosas como el estudio personal de las escrituras, la oración personal, el estudio de las escrituras con la familia, la oración familiar, y las acciones dignas del templo están, todas ellas, asociadas positivamente con la felicidad y la satisfacción matrimonial. [5]
Desde una perspectiva doctrinal, solamente tenemos que ir al primer capítulo del Libro de Mormón para aprender las formas de invitar al Padre Celestial a nuestro convenio del matrimonio. Es allí que aprendemos que al Padre Lehi se le da la revelación especial de protegerse él mismo, su matrimonio y a su familia. Nos da ejemplos de: leer las escrituras (versículos 11-14), orar (versos 5-6, 14-15) de meditar (verso 7), y de registrar sus revelaciones (verso 16). Luego Nefi testifica que a quienes sigan a los profetas se les extienden entrañables misericordias para “fortalecerlos, sí, hasta tener el poder de librarse” (verso 20). Por tanto, para lograr que Dios sea socio en nuestro matrimonio, debemos (1) en lo personal y como pareja, practicar las conductas de adoración tales como: el estudio de las escrituras, la oración, el meditar, escribir y registrar las impresiones sagradas, así como (2) hacer el compromiso inquebrantable de seguir a los Profetas del Señor que lo representan en la tierra.
El Estudio de las Escrituras
Llegar a ser uno con el Señor en el matrimonio comienza con el estudio diario de las escrituras, en lo personal y como pareja. Escudriñar la palabra de Dios es vital para mantener un matrimonio saludable porque aumenta nuestra capacidad para recibir revelación para nuestro viaje juntos. Cuando estudiamos las escrituras le damos la oportunidad a Dios de decirnos lo que quiere que sepamos. El Profeta José Smith declaró: “Buscad en las Escrituras, buscad en los profetas y aprended qué parte de ellos os pertenece.” [6] Nuestra “parte” llega por medio de aplicar los relatos y las doctrinas de las escrituras a nuestra vida diaria y sus desafíos, en especial a los desafíos matrimoniales.
Ya casados es frecuente el caso de que los esposos continúen leyendo las escrituras por su cuenta como lo hacían cuando eran solteros. Es muy importante continuar haciéndolo. Sin embargo, el desafío mayor es empezar a estudiar juntos como pareja. Como pareja ¿han acudido a las escrituras buscando ayuda para los problemas de la vida, o aún para sus dificultades matrimoniales? Como pareja ¿toman tiempo cada día para leer y estudiar las escrituras o las palabras de los profetas?
Cuando estudiamos las escrituras cada noche como pareja incluimos también el leer o escuchar los discursos de la conferencia general y otros escritos de la Iglesia. Tratamos que esto tenga prioridad y nos ha unido a nuestro Padre Celestial y como pareja. A medida que estudiamos y comentamos juntos las doctrinas del evangelio y las enseñanzas de nuestros profetas vivientes, hemos recibido muchas impresiones acerca de cómo debemos seguir adelante con respecto a nuestra vida personal y familiar. Además, la poderosa influencia del Espíritu bendice nuestro tiempo juntos, nos conecta y nos sentimos mas cerca el uno del otro después de haber pasado todo el día atendiendo nuestras responsabilidades de trabajo, hacia los hijos y el hogar. Un buen recuerdo es el tiempo que pasamos leyendo juntos Hijas en Mi Reino: La Historia y la Obra de la Sociedad de Socorro recién que se publicó. Leímos y hablamos con frecuencia sobre las historias y las doctrinas de ese libro. Por alguna razón, el tiempo que pasamos juntos leyendo el libro fue muy importante para nuestro matrimonio y nos ayudó a estar más unidos durante algunas épocas difíciles.
El Libro de Mormón
Aunque todos los libros canónicos son valiosos para nosotros y debemos leerlos con regularidad, el Señor ha enfatizado la importancia y preeminencia del Libro de Mormón en nuestro estudio. El Presidente Ezra Taft Benson dio varios discursos en los años 1980s en los que amonestó a los miembros de la Iglesia a que el Libro de Mormón fuera el centro de nuestro estudio. En una ocasión aconsejó: “Hay un libro que necesitamos estudiar diariamente, tanto como individuos como familias, a saber, el Libro de Mormón. Me encanta ese libro. Es el libro que hará que una persona se acerque más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro (ver la introducción al Libro de Mormón). El presidente Romney recomendó estudiarlo media hora cada día. Les recomiendo esa práctica. Siempre me ha gustado leer las Escrituras y lo hago a diario de forma individual y con mi amada esposa.” [7]
Más recientemente, varios profetas han enfatizado ese consejo incluyendo al Presidente Nelson quien habló del valor de estudiar el Libro de Mormón: “Nada abre tanto los cielos como la combinación de mayor pureza, estricta obediencia, búsqueda diligente, el deleitarse a diario en las palabras de Cristo en el Libro de Mormón, y dedicar tiempo frecuente a la obra del templo y de historia familiar.” [8]
El estudio personal del Libro de Mormón nos ha fortalecido en lo individual. Ha fortalecido, y sigue haciéndolo, nuestro testimonio de Jesucristo, al igual que nuestro deseo y compromiso individual de vivir el evangelio. Los principios que se enseñan en el Libro de Mormón nos han preparado para, y nos siguen recordando, la seriedad del convenio matrimonial y nos enseñan las características semejantes a las de Cristo que necesitamos adoptar para hacer que prospere nuestra relación matrimonial. Finalmente, cuando individualmente adoptamos características iguales a las de Cristo llegamos a ser mejores esposos el uno para el otro.
Además, estudiar como pareja el Libro de Mormón ha fortalecido nuestra relación matrimonial. Nos ha enseñado a resolver los conflictos matrimoniales. Por ejemplo, la historia de Lehi y Saríah nos enseña a responder a las acusaciones con humildad y mansedumbre en vez de hacerlo con actitud defensiva. En 1 Nefi 5:2-3, vemos que Saríah ha estado murmurando acerca de la supuesta pérdida de sus hijos, ya que no habían regresado, de haber ido a obtener las planchas de bronce que tenía Labán. En su angustia, acusó a su esposo de cosas muy serias, incluso que era el culpable de la muerte de sus hijos. Al leer la continuación del relato sabemos que Lehi decidió considerar con honestidad lo que dijo Saríah y encontró que era verdad lo que ella había dicho. Y aceptó su opinión al reconocer esa verdad (que siempre sirve para calmar a una persona enojada): “Y había sucedido que mi padre le había hablado diciendo: Se que soy un hombre visionario” (versículo 4)—o, en otras palabras—“sabes querida, tienes razón.” Lehi continúa explicando cómo es que el ser “un hombre visionario” de hecho había algo bueno para ellos y su familia (versículos 4-5). En los versículos 6-8 aprendemos que Saríah se consoló. Posteriormente, cuando sus hijos regresaron, tal como Lehi había testificado que sucedería, el gozo de Saríah fue completo, y además se consoló a tal grado que rápidamente expresó su propio testimonio, ya fortalecido, no tan solo del Señor sino de la función de su esposo como profeta y hombre visionario—en esencia, ella acepto la gran bendición—(ver el verso 8). Esta gran transformación de Saríah fue posible debido solamente a que Lehi decidió no ponerse a la defensiva cuando recibió las críticas de su esposa.
Este relato, y muchos más en el Libro de Mormón, nos han enseñado principios matrimoniales importantes y han traído el espíritu de protección y amor a nuestro corazón y a nuestro hogar.
Principios para el Estudio Eficaz de las Escrituras
Las personas y las parejas efectúan su estudio de las escrituras en una variedad de maneras; sin embargo, hay maneras más eficaces que otras. Al hablar a los maestros de Seminario e Instituto, el Presidente Henry B. Eyring dijo que muchos de los jóvenes que tienen problemas para aprender están orando y estudiando sus Escrituras, pero "no lo están haciendo de la manera que funciona" [9] Como pareja, necesitamos asegurarnos de que estamos practicando el estudio personal y en pareja de la manera que funciona. Por supuesto, deberá fijarse un horario específico de acuerdo a las circunstancias personales y familiares. Los siguientes son algunos principios rectores mencionados por los profetas y los apóstoles acerca de las maneras eficaces, si las practicamos, de fortalecernos y a nuestros matrimonios.
El Presidente Howard W. Hunter enseñó que estudiar las escrituras a diario es más eficaz que estudiarlas esporádicamente durante mucho tiempo. Nos animó a que apartáramos un período de estudio que permita que nuestro enfoque no sea interrumpido. Indicó que debemos tener un plan de estudio en vez de leer al azar. También nos animó a tener un tiempo determinado para estudiar en lugar de leer un cierto número de capítulos o de páginas. Esto nos dará tiempo de meditar y darle al Espíritu la oportunidad de guiarnos. Explicó que al hacerlo así, quizás podríamos pasar todo nuestro tiempo de estudio con un solo versículo. [10]
En consecuencia, el estudio eficaz de las Escrituras es mejor si se hace a diario a la hora programada regularmente y durante un tiempo predeterminado, en lugar de intentar cubrir un cierto número de páginas o capítulos. Esto cambia el estudio de las escrituras de simplemente tiempo para leer a tiempo devocional. Queremos permitir que el Espíritu dirija nuestro estudio. Algunos días el Espíritu nos guiará por cada práctica comentada en este artículo—leer, orar, meditar y registrar— dentro del tiempo que apartamos para nuestra adoración. Otros días el Espíritu nos guiará a solo uno o dos de esos elementos. Pero, si escuchamos, nos enseñará las cosas que necesitamos saber. Esa revelación hablará de cosas de nuestra vida, matrimonio, familia, profesión, llamamientos en la Iglesia, amistades, etcétera.
Como se mencionó, asignamos tiempo en las noches, justo antes de dormir, para estudiar juntos las escrituras. Algunas veces estamos tan cansados en la noche que solo estudiamos pocos minutos, ya que no tenemos energía para el estudio y los comentarios. Otras veces, estamos muy activos comentando lo que hemos estudiado y terminamos usando más tiempo de lo planificado. Este tipo de comentarios siempre están llenos de energía positiva y son nuestros favoritos al estar juntos, aunque el tema específico sea demasiado serio. Tales momentos crean un gran sentido de cercanía e intimidad, fortaleciendo nuestra relación matrimonial. También nos dan el espacio para comentar y recibir revelación y comentar la forma en que los principios doctrinales que estamos estudiando se relacionan a nuestro matrimonio y familia.
La Oración
Otra práctica destacada que invita a Dios a nuestro matrimonio es la oración. Fortalece a las personas y a las parejas y facilita la recepción de la revelación. Como se indicó anteriormente, Richard y Bruce Chadwick encontraron que las parejas que oran juntas y en lo personal tienen tasas significativamente más altas de felicidad conyugal. [11] El viejo dicho de que “las familias que oran juntas, siguen juntas” es estadísticamente cierto. Hay muchos estudios que han demostrado que las personas que oran a favor de su esposa(o) cuando lo hacen en privado o como pareja tienen niveles más altos de bienestar matrimonial. [12] Se nos enseña en la Guía de Estudio de las Escrituras, lo siguiente: “La finalidad de la oración no es cambiar la voluntad de Dios, sino obtener para nosotros y para otras personas las bendiciones que Dios esté dispuesto a otorgarnos, pero que debemos solicitar a fin de recibirlas.”Y el diccionario de la Biblia Santo de los Últimos Días (en inglés) dice que: “Las bendiciones requieren un poco de trabajo o esfuerzo por nuestra parte antes de que podamos obtenerlas. La oración es una forma de trabajo y es un medio designado para obtener la más alta de todas las bendiciones.”
Con respecto a la oración en el matrimonio, hay tres prácticas que recomendamos: oren por su esposa(o), oren con su esposa(o) y oren por su esposa(o) con su esposa(o).
Oren por Su Esposa(o)
Cuando decimos nuestras oraciones personales, podemos fortalecer nuestro matrimonio al incluir a nuestra(o) esposa(o) en nuestras oraciones. ¿Tiene su esposo un compromiso importante en su trabajo? ¿Está su esposa abrumada por responsabilidad con la familia extendida? Oren pidiendo la felicidad, la salud, el éxito de su esposa(o) e invoquen los poderes del cielo para que bendigan su vida. El Presidente Henry B. Eyring dijo: “doy consejo a los esposos y a las esposas. Pidan en oración tener el amor que les permita ver siempre lo bueno en su cónyuge; pidan tener el amor que haga que las debilidades y los errores parezcan insignificantes; supliquen el amor que haga que el gozo del cónyuge sea el de ustedes también; pidan el amor que aminore la carga y alivie los pesares de su cónyuge.” [13]
El orar por nuestra(o) esposa(o) puede fortalecer y confirmar los sentimientos positivos y tiernos en una relación matrimonial fuerte, vibrante y amorosa. Eso puede fortalecer los sentimientos de la cercanía emocional hacia ellos. Cuando oremos por ellos, recordemos también expresar gratitud a un Padre Celestial amoroso por traerla(o) a nuestro corazón y a nuestra vida.
El orar por nuestra esposa(o) también puede ser algo terapéutico para sanar los corazones y los sentimientos en los momentos difíciles, especialmente cuando estamos luchando con una relación crónicamente difícil. Cuando haya nubarrones obscuros sobre nuestro matrimonio, puede ser que no sintamos el deseo de conectarnos emocional o espiritualmente con nuestro compañera(o), y nos puede parecer algo imposible enviar al cielo sentimientos tiernos y positivos a favor de nuestra(o) compañera(o). Pero, si nos humillamos y decidimos tener el deseo de orar por nuestra(o) esposa(o) en nuestra oración privada, el Señor bendecirá nuestros esfuerzos y bendecirá nuestro matrimonio. El concepto de disposición es vital: podemos decidir estar dispuestos aunque no queramos serlo.
Bruce Chadwick ilustra el gran poder de la oración personal para suavizar las relaciones matrimoniales dolorosas. En un servicio devocional en BYU relató la historia de una pareja que tenía problemas y que acudió a él buscando ayuda. Había trabajado con la pareja durante varias semanas, sin progreso alguno para reducir la ira y el conflicto. Después de leer en Mateo 5:43-44 respecto a orar por nuestros enemigos, se sintió inspirado a que los esposos oraran a favor el uno del otro:
Cuando llegó la pareja, pedí que el esposo esperara en el recibidor mientras me reunía con la esposa en la sala familiar. Cuando le pregunté si podíamos arrodillarnos y orar por su marido, ella me miró como si estuviera loco. Cuando expliqué que yo. . . . quería que orara sinceramente para que el Padre bendijera a su esposo con las cosas que le traerían verdadera felicidad, ella simplemente respondió: "No puedo hacerlo". Yo había anticipado esa respuesta. . . .Le pregunté si podíamos arrodillarnos y orar para que a ella se le diera la compasión, la misericordia y el amor necesarios para hacerlo. Ambos nos turnamos para expresar una oración, y después de que ella derramó algunas lágrimas, me informó que estaba lista para orar por su esposo. Ella entonces ofreció una hermosa oración por él. Fue notable un cambio inmediato en su comportamiento hacia su marido. Ese fue progreso real.
La acompañé al recibidor e invité al esposo a la sala familiar. Repetimos la misma secuencia de eventos. Su primera reacción a mi petición fue de consternación. Pero más tarde, después de ofrecer una oración sincera por su esposa, su actitud y sus sentimientos hacia ella cambiaron y reapareció algo del amor anterior. Podía verlo en su rostro, y él podía sentirlo en su corazón.
Esta fue nuestra última sesión de asesoramiento. Creo que la historia tuvo un final feliz para la pareja. No los he visto en varios años, pero la última vez que tuvimos contacto con ellos todavía estaban felizmente casados. [14]
Como lo muestra esa historia, el orar por nuestra(o) esposa(o) puede cambiar los corazones de una relación matrimonial dolorosa. Si no sentimos emociones positivas hacia nuestra(o) esposa(o) y no podemos orar sinceramente a su favor para que sea feliz, que tenga salud y que tenga éxito, entonces empecemos por orar a nuestro Padre Celestial pidiéndole que nos ayude para poder orar a favor de nuestra(o) esposa(o).
Oren con Su Esposa(o)
Además de orar por nuestra(o) esposa(o), las bendiciones de la oración se realizarán más completamente cuando oremos con nuestra(o) esposa(o). Es posible que muchas parejas no tengan un gran testimonio de la oración en pareja y no lo hacen un hábito diario. Sin embargo, hay poder y unidad especial que vienen a nuestra vida y a nuestro matrimonio al decidir orar en humildad como esposos. Protege a nuestra relación en contra de los peligros de la vida diaria, nos eleva por encima de lo mundano y nos ayuda a encontrar la felicidad eterna que deseamos. El Presidente Benson enseñó: “Las diferencias e irritaciones del día se desvanecerán a medida que las familias se aproximen al trono del cielo. La unidad aumenta. Los lazos de amor y afecto se refuerzan y entra la paz del cielo.” [15]
El tipo de petición humilde que obtiene las bendiciones de un amoroso Padre Celestial también trae amor y unidad al corazón de los esposos. El Presidente Gordon B. Hinckley habló extensamente sobre los efectos de la oración en pareja en la relación matrimonial:
No conozco una sola práctica que tenga un efecto más saludable en sus vidas que la práctica de arrodillarse al comenzar y cerrar cada día. De alguna manera, las pequeñas tormentas que parecen afligir a todos los matrimonios se disipan cuando, arrodillándose ante el Señor, se agradecen el uno al otro, en presencia el uno del otro, y juntos invocan Sus bendiciones sobre su vida, su hogar, sus seres queridos y sus sueños.
Dios entonces será su compañero, y sus conversaciones diarias con Él traerán paz a sus corazones y una alegría a sus vidas que no puede venir de ninguna otra fuente. Su compañerismo se endulzará a través de los años, su amor se fortalecerá. Su aprecio mutuo crecerá. . . .
El ángel destructor de la amargura doméstica pasará de lado y conocerán la paz y el amor a lo largo de su vida, que pueden extenderse a toda la eternidad. [16]
Todos podemos asegurar estas bendiciones si usamos nuestra voluntad y albedrío y decidimos cambiar nuestra relación hacia Dios mediante la oración en pareja.
Algunas veces, el programar la oración como pareja puede ser problemático. El élder Jeffrey R. Holland dio unas sugerencias prácticas con respecto a esto, al compartir una historia personal de su propio matrimonio. Hablando de los primeros años de su matrimonio con su amada esposa, la hermana Patricia Holland, dijo:
Éramos jóvenes. . . y estábamos muy ocupados. Nos encontramos teniendo nuestra oración de la noche al final del día. Estábamos agotados. Ella había estado criando hijos, yo había ido a la escuela y al trabajo. . . . Difícilmente podíamos seguir despiertos. Acabamos decidiendo que no era necesario que esto fuera una oración a las 11 de la noche, cuando apenas podíamos formar las palabras. Terminamos mejorandolo. Simplemente fijamos una hora y dijimos que vamos a orar juntos antes y no será recostados contra la cama o casi dormidos por la fatiga cuando entremos en la conversación con el Señor. Esto cambió materialmente nuestras vidas y nuestra capacidad para hacer de la oración de la noche una experiencia significativa con el Señor. [17]
Estos principios pueden ser reconfortantes cuando los sentimientos entre los esposos son buenos y fuerte la relación. Pero, cuando las cosas son difíciles—si no nos sentimos unidos como esposos, cuando ha habido conflicto, cuando hay crónica tensión interpersonal—podría ser muy difícil querer orar juntos. Y sin embargo, eso es exactamente lo que necesitamos hacer. El élder David B. Haight aconsejó para esas ocasiones difíciles:
Si, como esposo y esposa, están teniendo graves malentendidos o si sienten que se está formando un poco de tensión en su matrimonio, deben ponerse de rodillas y humildemente pedirle a Dios nuestro Padre, con un corazón sincero y verdadera intención, que levante la oscuridad que está sobre su relación, que puedan recibir la luz necesaria, ver sus errores, arrepentirse de sus errores, perdonarse el uno al otro y recibirse ustedes mismos como lo hicieron al principio. Les aseguro solemnemente que Dios vive y responderá a sus humildes súplicas. [18]
Oren por Su Esposa(o) Junto con Su Esposa(o)
Orar por nuestra(o) esposa(o) en nuestras oraciones personales nos acerca a ellos, y orar con ellos crea un sentimiento de unidad; pero orar por nuestro cónyuge y que el(la) esté oyéndolo es particularmente poderoso.
Hay una dulzura y ternura que entra en nuestro matrimonio cuando nos arrodillamos en oración y escuchamos al otro rogar ante el trono de Dios a nuestro favor. Oramos a favor del otro en nuestras actividades profesionales. Oramos a su favor en nuestros deberes familiares al igual que en nuestros llamamientos en la Iglesia. Pedimos por su salud, comodidad y felicidad. Eso trae una tremenda sensación de paz en la que oímos que él(la) seriamente le pide a Dios por nuestro bienestar. Esa es una de las experiencias más poderosas y tiernas y es creadora de la relación.
El Presidente M. Russell Ballard aconsejó: Recuerden también que la oración encierra un gran poder. . . . Me pregunto si muchos de ustedes, padres y matrimonios, han olvidado el momento esencial de arrodillarse juntos al final del día, ustedes dos, tomados de la mano, para ofrecer sus oraciones. Si esto ha desaparecido de su rutina diaria, les sugiero que lo recuperen… ¡esta misma noche!” [19]
El Meditar
Ademas de estudiar las escrituras y orar, debemos tomar el tiempo para ponderar o meditar en lo personal y como pareja. En su visita a los nefitas, Jesucristo enseñóacerca de la importancia de meditar cuando los instruyó: “Por tanto, id a vuestras casas, y meditad las cosas que os he dicho, y pedid al Padre en mi nombre que podáis entender; y preparad vuestras mentes para mañana” (3 Nefi 17:3). Como mortales somos débiles y no podemos entender, a la primera, muchas de las cosas del Espíritu. Sin embargo, tomar el tiempo para prepararnos a recibir la palabra en nuestros corazones nos permitirá recibir e interpretar mas plenamente los susurros del Espíritu.
El Presidente David O. McKay observó: “Prestamos muy poca atención al valor de la meditación, un principio de devoción. . . La meditación es una de las puertas más secretas, más sagradas a través de las cuales pasamos a la presencia del Señor.” [20] La ponderación o meditación nos puede llevar a la presencia del Señor.
Las escrituras brindan varios ejemplos de personas que han recibido gran conocimiento y visiones después de períodos de meditación personal. Citaremos aquí tres de esas historias: el relato de Lehi y Nefi; el hermano de Jared, y el Presidente Joseph F. Smith.
Lehi, el profeta del Libro de Mormón vio “un pilar de fuego; y fue mucho lo que vio y oyó” (1 Nefi 1:6). El registro nos indica que después de la visión “se echó sobre su lecho, dominado por el Espíritu y por las cosas que había visto. Y dominado de esta manera por el Espíritu, fue arrebatado en una visión, en la que vio abrirse los cielos” (versículos 7-8). Creemos que cuando Lehi “se echó sobre su lecho” estuvo meditando en la visión que había tenido. Al hacerlo, recibió luz y verdad adicionales mediante otra visión. Su meditación fue el conducto eficaz para la revelación, y sabemos de otra visión de este gran profeta y líder, o sea la visión del árbol de la vida (1 Nefi 8). Adicionalmente, Nefi aprendió de su padre y tuvo el deseo de conocer por sí mismo las cosas que su padre había visto, y mediante la meditación, recibió una visión. Escribió que al estar “yo sentado reflexionando sobre esto, fui arrebatado por el Espíritu del Señor, sí, hasta una montaña extremadamente alta” (1 Nefi 11:1). Fue allí donde el Espíritu del Señor le dio una visita guiada por las cosas que su padre vio.
Muchos años antes en la cronología del Libro de Mormón, mientras los jareditas se preparaban para viajar a la tierra prometida, el hermano de Jared descubrió algunas complicaciones que los barcos recién construidos tendrían durante su viaje: la necesidad de aire, la incapacidad para dirigirlos y la necesidad de luz. Oró pidiendo ayuda (Eter 2:19). El Señor le respondió sus preguntas acerca de la necesidad de aire (versículo 20) y cómo dirigir los barcos (versículos 24-25). Aún así, el hermano de Jared no tuvo una respuesta fácil con respecto a la luz. El Señor le dijo al hermano de Jared que meditara en el problema de viajar por el océano en la obscuridad (versículos 23, 25). Así lo hizo y encontró una solución que le presentó al Señor. El Señor aceptó la propuesta y la ejecutó, según lo vemos en la narración.
Como lo vemos con el hermano de Jared, el Señor algunas veces nos da fácilmente las respuestas a nuestras oraciones sin que, por nuestra parte, tengamos que hacer otro trabajo mas que creer. Sin embargo, con mayor frecuencia, al igual que con la pregunta del hermano de Jared acerca de como viajar por el océano con luz, el Señor quiere que ejerzamos la fe y hagamos nuestra parte en el proceso de revelación. Quiere que meditemos, lo que incluye el analizar nuestras opciones (que investiguemos), que tomemos una decisión y que le preguntemos si nuestra decisión es correcta (ver D y C 9:7-9).
Como ejemplo final de las escrituras, en Doctrina y convenios 138, el Presidente Joseph F. Smith ilustra el poder de meditar las Escrituras con su experiencia al recibir la revelación sobre la redención de los muertos:
Me hallaba en mi habitación meditando sobre las Escrituras, y reflexionando en el gran sacrificio expiatorio que el Hijo de Dios realizó. . . Mientras me ocupaba en esto, mis pensamientos se tornaron a los escritos del apóstol Pedro. . . . Abrí la Biblia y leí. . . . y al leer me sentí sumamente impresionado, más que en cualquier otra ocasión. . . . Mientras meditaba en estas cosas que están escritas, fueron abiertos los ojos de mi entendimiento, y el Espíritu del Señor descansó sobre mí, y vi las huestes de los muertos, pequeños así como grandes.” (D y C 138:1-11).
La meditación del Presidente Smith entremezclada e informada con su estudio de las Escrituras, le abrió la puerta para que viera la visita del Señor a aquellos que están más allá del velo.
Meditar Solo
La meditación personal puede incluir la reflexión, el pensar, escribir en el diario, explorar y cosas semejantes. Puede incluir actividades de leer y releer los mismos versículos o capítulos de las Escrituras, o volver a escuchar los mismos discursos de la conferencia general durante varios días o por más tiempo a fin de crear una mayor concentración. Meditamos a lo largo del día mientras manejamos el auto, caminamos, o nos sentamos en la oficina, además del tiempo en que estudiamos las Escrituras, oramos o asistimos a las reuniones de la Iglesia. Meditar nos concede la inspiración acerca de nuestras propias mayordomías, como son las cosas que tenemos que hacer con respecto a los asuntos familiares y los llamamientos en la Iglesia.
La meditación personal también es una bendición al ayudarnos a llevarnos bien en nuestro matrimonio. Repasemos como puede ser este proceso para quienes se enojan con facilidad y cuyo tono áspero y de gran volumen hace que se escondan sus cónyuges. Inicialmente, el Espíritu puede llegar a su corazón sobre la importancia de reducir el volumen susurrandoles algo como “la blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1). Ellos pueden decidir trabajar para reducir el volumen de la voz aunque saben que ese cambio no resolverá milagrosamente todos los problemas de su matrimonio.
Quizás en una ocasión posterior durante el estudio de las escrituras, estas personas puedan sentir el espíritu de precaución al leer las experiencias de Zeniff por su exceso de celo: “Y sin embargo, yo, con un exceso de celo. . . . mas fuimos heridos con hambre y graves aflicciones, pues éramos tardos en acordarnos del Señor nuestro Dios” (Mosíah 9:3). Quizás entonces puedan entender, mientras meditan las escrituras, que no solamente es su tono y volumen de voz sino también su voluntad fuerte y determinada lo que se atraviesa como exceso de celo intenso, lo que causa que se escondan sus cónyuges cuando discuten o no están de acuerdo. Entonces pueden empezar a pensar en reducir su intensidad de un diez en una escala del 1 al 10 (siendo el 10 lo mas fuerte) a un cinco o un seis. También es posible que decidan, mas a menudo, pedir la opinión e ideas de sus cónyuges, para escuchar la forma en que resolverían un problema o lo que les gustaría hacer en una cierta situación.
Al mantener su volumen más abajo mientras practican la técnica de reducir su intensidad, con el tiempo empezarán a ver que su cónyuge está menos tenso y más dispuesto a expresar su opinión y comentarla con ellos. Esta recién adquirida capacidad para comentar pacíficamente un punto en que no estén de acuerdo, de alguna manera se generaliza y permite que un libre flujo de energía positiva también se presente en sus otras interacciones. Con el tiempo, estas personas pueden comprender que la relación que ahora tienen con su esposa(o) es nueva por completo, y milagrosamente cambió para ser mejor.
Meditar Juntos
Meditar juntos como pareja, también es muy poderoso. Pasamos mucho tiempo meditando juntos. Para nosotros es una práctica común el comentar algo y luego meditarlo un día o dos, y comentarlo juntos otra vez. Hemos aprendido a comentar un asunto cuando debemos hacer una decisión, y darnos un tiempo y espacio para meditarlo. Luego volvemos a comentarlo y meditarlo otra vez a fin de tomar la mejor decisión. Nos da mayor confianza y seguridad en la decisión que hacemos y genera sentimientos de unidad y conexión. Cuando meditamos juntos, se genera un poder tremendo para revelarnos, línea sobre línea, lo que necesitamos. Este tipo de meditación ha causado que cambiemos el rumbo y que haya nuevos proyectos en lo profesional, en el servicio a los demás, etcétera.
Escribir y Registrar los Susurros Espirituales
Cuando recibimos impresiones e ideas del Señor, es de gran valor aprender a escribirlas o registrarlas, especialmente cuando se trate de fortalecer nuestro matrimonio. El élder Richard G. Scott ha dicho: “El conocimiento cuidadosamente registrado es el conocimiento disponible en el momento de necesidad. La información sensible desde el punto de vista espiritual se debe guardar en un lugar sagrado que comunique al Señor cómo la atesoras. Esta práctica aumenta la probabilidad de que recibas más luz.” [21] Ha sido una gran bendición para nosotros el obedecer este consejo. Escribir nuestras impresiones en las Escrituras y en nuestros diarios ha permitido que el Señor nos de más ideas e instrucciones. Nos ayuda a meditar con más claridad en las revelaciones que nos da; verlas escritas en una página las mejora. Nos ayuda a recordar lo que hemos recibido del Señor ya que tendemos a olvidarlo. Nos permite volver a revisarlo. Son muchas las veces que hemos vuelto a leer nuestros diarios de las escrituras y nos asombramos de lo que previamente habíamos aprendido y pensamos: ¡Esto es bueno!”
El compartir las ideas que hemos escrito en nuestros diarios ha unido más a nuestro matrimonio. Cuando las compartimos, se inician magníficos comentarios del evangelio. Es común que en esas ocasiones, juntos recibamos ideas adicionales sobre lo que tenemos que hacer, como pareja, para acercarnos más a nuestro Padre Celestial.
Además, los diarios de las escrituras se han convertido, para nosotros, en libros de referencia. Muchos de nuestros discursos en las reuniones sacramentales, o las lecciones en la Iglesia están vinculados con las ideas que el Espíritu nos ha dado, algunas veces desde años antes, y hemos tenido acceso a ellas porque las escribimos. En otras palabras, las revelaciones que recibimos personalmente y escribimos están disponibles para bendecir, no solamente a nosotros sino también a los demás.
Existen varias maneras en las que podemos registrar nuestras ideas del evangelio. Podemos marcar versículos de las escrituras y escribir en el margen del libro notas o citas relacionadas. Podemos escribir nuestras impresiones en un diario de las escrituras, o registrarlas en un documento en la computadora. Se puede copiar en nuestro diario, palabra por palabra, algún pasaje conmovedor de las escrituras siguiendo el modelo de Nefi de primero registrar la escritura y luego hacer comentarios (véase 2 Nefi 12-25) que nos puedan ayudar a poner atención de diferente manera. Podemos leer las escrituras digitalmente en nuestros dispositivos electrónicos. Podemos resaltar un versículo y luego directamente escribir las impresiones, las ideas, y otras notas en el mismo dispositivo como nota anexa. ¿Cómo prefiere escribir sus impresiones? Sea que lo haga en alguna de las formas que recomendamos o que tenga su propia manera, no importa—lo que importa solamente—es que lo haga.
La Doctrina de Profetas
Una parte vital para fortalecer y hacer crecer el matrimonio eterno, es seguir a los oráculos modernos de Dios. Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que Dios nos habla por medio de los profetas y apóstoles vivientes. El Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, Russell M. Ballard dijo: “No es poca cosa tener un profeta de Dios entre nosotros. Grandes y maravillosas son las bendiciones que vienen a nuestras vidas cuando escuchamos la palabra del Señor que se nos da a través de él.” [22]
Desde los días de Adán, el Señor ha establecido un modelo y un plan para dirigir Su obra en la tierra. Ha llamado a fieles hombres especiales a través de las edades para ser profetas comunicándose con ellos y dándoles la autoridad y las llaves para dirigir Su obra. [23] Este modelo se siguió también en esta dispensación final con el llamamiento del Profeta José Smith. El Padre Celestial mandó ángeles para que físicamente confirieran en José las llaves y la autoridad del sacerdocio. José, a su vez, confirió esas llaves y autoridad sobre otros hombres que fueron llamados como Apóstoles. Este modelo continúa en la Iglesia en la actualidad.
Los profetas sirven como enlace entre Dios el Padre y Sus hijos, guiándonos y dándonos lo que necesitemos en nuestras vidas diarias. En el Libro de Mormón, Nefi dio a sus rebeldes hermanos Lamán y Lemuel, un discurso profundo acerca de la función de los profetas. Les enseñó usando la conocida historia de Moisés dirigiendo a los hijos de Israel fuera de la esclavitud de Egipto. Les explicó a sus hermanos que la esclavitud de los hijos de Israel no habría terminado sin que el pueblo hubiera decidido escuchar al Señor por medio de Su profeta Moisés. Les recordó los milagros que Dios realizó en su beneficio por medio del profeta: partió las aguas del Mar Rojo para que los hijos de Israel pudieran escapar (1 Nefi 17:23-26), los alimentó con el maná (versículo 28), los bendijo con agua después de que Moisés partió una roca (versículo 29) y los bendijo guiándolos en el desierto (versículo 30).
Aquí vemos que el profeta viviente proveyó todo lo que era importante para los hijos de Israel: liberación, alimento, agua, y guía por el desierto. Cuando los del pueblo fueron rectos y siguieron al profeta, fueron bendecidos; cuando no fueron rectos no pudieron prosperar. Este ejemplo ilustra la forma en que Dios usa a Sus profetas llamados divinamente para realizar Su obra entre Sus hijos. Esto es también verdad en nuestros días.
Puede ser que algunas veces sea un desafío obedecer lo que diga un profeta. En esas circunstancias, el Señor requiere nuestra fe, la que nos llevará a ser humildes y buscar una confirmación. El Libro de Mormón está lleno de relatos que contrastan a aquellos que mansamente siguen al profeta y son bendecidos con quienes se rebelan y caen. Tomemos por ejemplo el relato del profeta Lehi y su familia al dejar sus propiedades en Jerusalén. Es natural que todos se hayan sorprendido y estuvieran molestos al escuchar la declaración de su padre. Lamán y Lemuel murmuraron y simplemente no hicieron nada para buscar el entendimiento espiritual. Su fracaso al ser humildes y fielmente buscar el testimonio del Espíritu, contribuyó a una mayor dureza de su corazón ya que después se enojaron y se volvieron asesinos. En contraste, Nefi decidió ser manso y enseñable. “Y sucedió que yo, Nefi. . . . teniendo grandes deseos de conocer los misterios de Dios, clamé por tanto al Señor; y he aquí que él me visitó y enterneció mi corazón, de modo que creí todas las palabras que mi padre había hablado; así que no me rebelé en contra de él como lo habían hecho mis hermanos” (1 Nefi 2:16).
En este relato, Nefi nos ilustra el trabajo espiritual que debemos hacer para recibir la confirmación acerca del consejo y la amonestación del profeta. El Presidente Harold B. Lee declaró: “No solo es suficiente para nosotros como Santos de los Últimos Días seguir a nuestros líderes y aceptar su consejo, sino que tenemos la gran obligación de obtener por nosotros mismos el testimonio inquebrantable del nombramiento divino de estos hombres y el testimonio de que lo que nos han dicho es la voluntad de nuestro Padre Celestial.” [24]
Las Bendiciones Cuando Escuchamos a los Profetas
Uno de los grandes desafíos en la sociedad y la cultura actuales es estar conscientes y exponer las sutiles y ocultas formas de Satanás para engañar. Con frecuencia enmascara las influencias destructivas de los estilos de vida y los hace ver no tan solo ‘inocentes’ sino hasta deseables. Se nos han prometido bendiciones por seguir a los profetas. En Doctrina y Convenios 124:45 se nos promete: “Y si los de mi pueblo escuchan mi voz, y la voz de mis siervos que he nombrado para guiar a mi pueblo, he aquí, de cierto os digo que no serán quitados de su lugar,” A esto, el Presidente Boyd K. Packer agregó: “Recuerden esta promesa; aférrense a ella. Debería ser un gran consuelo para quienes luchan por mantener a una familia unida en una sociedad curiosamente indiferente, e incluso hostil, hacia aquellos estándares que son esenciales para una familia feliz.” [25]
Para nosotros, esta es una doctrina muy reconfortante. En un mundo que a menudo es atrapado en la cultura pop o en modas alternativas, seguir el consejo de los líderes es vital para ayudarnos a evitar ser engañados por Satanás y sus tendencias en la sociedad que son contrarias a los mandamientos de Dios. También es importante que evitemos desperdiciar recursos valiosos—tales como nuestro tiempo, energía, o dinero—en ideas, programas o cursos que no darán fruto (ver Juan 15:16).
En nuestro matrimonio, hemos procurado diligentemente seguir el consejo de los profetas. Un ejemplo particular es el consejo dado por varios profetas, de que evitemos las deudas y nos mantengamos libres de ellas. [26] Aunque tenemos deudas hipotecarias y escolares, que representan inversiones hacia la edificación de nuestro futuro financiero, hemos hecho un esfuerzo considerable para evitar las deudas de consumo. No cargamos nada en una tarjeta de crédito que no podamos pagar por completo cuando llegue el saldo al siguiente mes. Planificamos por adelantado y ahorramos para las compras mayores, por ejemplo un automóvil, en vez de comprarlo a crédito o con un préstamo y luego tener que pagarlo con intereses. Nos consultamos mutuamente con respecto a compras financieras grandes. Cada mes, pagamos la hipoteca y algo extra para liquidarla lo más pronto posible. Debido a que las tensiones y los desacuerdos financieros son la principal causa de divorcio, el no tener esa pesada carga nos permite el espacio para otras interacciones positivas e importantes. En Doctrina y Convenios 19:35 se aconseja: “Paga la deuda. . . . Líbrate de la servidumbre.” No podemos subrayar lo suficiente la armonía y la paz que esta práctica trae a nuestro matrimonio.
Los Desafíos de Seguir el Consejo de los Profetas
Aunque se reciben bendiciones por seguir a los profetas, algunas veces no es fácil aceptar sus consejos. Aplicarlos, en ocasiones, es doloroso ya que los consejos van en contra de lo que queremos o deseamos.
En la historia de Elías el Profeta y la viuda de Sarepta (1 Reyes 17:10-13) vemos las intensas pruebas y decisiones, que algunas veces, son requeridas para obedecer a los profetas de Dios, pero también vemos las bendiciones que vienen como resultado de hacerlo. Mientras ella recogía leña Elías le pidió a la mujer que le trajera un poco de agua para beber. Mientras iba a recoger el vaso para el agua, él le pidió que le trajera un poco de pan. Ella contestó que no tenía pan, sino un poco de harina y aceite. Ella le explicó que estaba recogiendo leña a fin de hacer fuego para cocinar la poca harina y el aceite que tenía para que ella y su hijo lo comieran y morir. Entonces Elías le dijo: “No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo” (versículo 13). En una conferencia general, la hermana Carol F. McConkie, primera consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, nos imploró que pensáramos en esta historia: "Imaginen por un momento la dificultad de lo que el profeta le estaba pidiendo que hiciera a una madre hambrienta” Y continuó:
Pero Elías el profeta también prometió una bendición por su obediencia. . . .
En un mundo amenazado por el hambre de rectitud y la hambruna espiritual, se nos ha mandado que sostengamos al profeta. . . .
Hacemos caso a la palabra profética aun cuando pueda parecer inaceptable, inconveniente y difícil. De acuerdo con las normas del mundo, seguir al profeta puede ser poco popular, políticamente incorrecto o socialmente inaceptable. Pero seguir al profeta es siempre lo correcto. . . ,
El Señor honra y favorece a quienes prestan atención a la guía del profeta. Para la viuda de Sarepta el haber obedecido a Elías salvó su vida y básicamente la de su hijo.” [27]
Así, lo que al principio pareció ser un consejo insensible de Elías el Profeta a la viuda, de hecho, resultó ser lo que la salvó junto con su hijo. No hay duda de que este tipo de pruebas, nos las darán también los profetas modernos. Al igual que en esa historia, también hemos sentido la carga de la fe al tratar de obedecer al profeta—aunque haya sido muy difícil o doloroso—pero también hemos recibido las bendiciones no previstas. El Presidente Eyring dio una analogía profundamente reflexiva e inspirada como testigo de este principio: “Algunas veces recibiremos un consejo que no podemos entender o que parece que no se aplica a nosotros, incluso después de una cuidadosa oración y meditación. No desechen ese consejo, manténganlo cerca. Si alguien en quien confiabas te entregó lo que parecía ser solamente arena con la promesa de que contenía oro, sabiamente podrías tenerlo en tu mano por un momento, agitándolo suavemente. Cada vez que he hecho eso con el consejo de un profeta, después de un tiempo, comenzaron a aparecer las hojuelas de oro, y he estado agradecido.” [28]
En lo personal y como pareja, hemos encontrado estas hojuelas muchas veces. Cuando nos hemos visto el uno al otro y tomamos decisiones personales difíciles, nuestra relación matrimonial ha sido bendecida al sentir mayor confianza en el compromiso, de cada uno, de obedecer a los profetas del Señor. Hemos sido ¡protegidos poderosamente!
Conclusión
Para invitar a Dios a nuestro matrimonio, necesitamos pasar un tiempo con el Señor mediante la adoración personal y como pareja. Un propósito primario de nuestro estudio de las escrituras es abrir la vía para que el Señor nos de revelación. Luego, con el Señor, nuestro estudio se convierte en un devocional. Junto con el estudio de las escrituras, nuestra adoración invitará más plenamente al Espíritu al incluir la oración, la reflexión, y el escribir lo que nos indique el Espíritu Santo.
También invitamos a Dios a nuestro matrimonio mediante la obediencia cuidadosa a los consejos de los profetas. Testificamos que Dios ha enviado profetas para proteger el matrimonio, porque el plan del evangelio es un plan de matrimonio. Las palabras de los profetas y apóstoles promoverán que nuestro matrimonio prospere dentro del contexto de nuestras relaciones interpersonales y nos darán protección en contra de las influencias (extra maritales) mundanas. Al vivir y aplicar las palabras y advertencias de los profetas, aparecerán las hojuelas de oro. Dios convertirá nuestro matrimonio en una relación gloriosa y eterna.
Notas
[1] Dallin H. Oaks, “El Divorcio,” Liahona, mayo de 2007.
[2] Russell M. Nelson, “Nutrir el Matrimonio,: Liahona, mayo de 2006.
[3] Michael A. Goodman, David C. Dollahite y Loren Marks, “Exploring Transformational Processes and Meanings in LDS Marriages,”en Marriage and Family Review 48 núm. 6 (2012): páginas 555-582
[4] Samuel L. Perry, “Spouse’s Religious Comitment and Marital Quality: Carlifiying the Role of Gender,” en Social Science Quarterly 97, núm. 2 (junio 2016): páginas 476-490; Jonathan R. Olson et al., “Shared Religious Beliefs, Prayers, and Forgiveness as Predictors of Marital Satisfaction,” en Family Relations, 64, núm. 4 (octubre de 2015): páginas 519-533; Christopher G. Ellison, Amy M. Burdette y W. Bradford Wilcox, :The Couple That Prays Together: Race and Ethnicity, Religion, and Relationship Quality Among Working-Age Adult,” en Journal of Marriage and Family 72, núm. 4 (agosto de 2010): páginas 963-975.
[5] Richard J. McClendon y Bruce Chadwick, “Latter-day Saint Families at the Dawn of the Twenty-First Century,” en Helping and Healing Families: Principles and Practices Inspired by “The Family: A Proclamation to the World,” editado por Craig H. Hart et al (Salt Lake City: Deseret Book, 2005), páginas 32-43.
[6] José Smith hijo, “To the Honorable Men of the World,” en The Evening and the Morning Star, agosto de 1832 página 22.
[7] Ezra Taft Benson, “A Sacred Responsibility,” Ensign, mayo de 1986 página 78.
[8] Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, Revelación para Nuestras Vidas,” Liahona, mayo de 2018; énfasis agregado.
[9] Henry B. Eyring, ‘“And Thus We See’: Helping a Student in a Moment of Doubt” (Discurso a los Educadores del SEI, el 5 de febrero de 1993), https://
[10] Howard W. Hunter, “Reading the Scriptures,” Ensign, noviembre de 1979 página 64.
[11] McClendon y Chadwick, “Latter-day Saint Families,” páginas 37 y 42.
[12] Olson et al., “Shared Religious Beliefs. “ Ver también Ellison, Burdette y Wilcox, “The Couple That Prays Together.”
[13]- Henry B. Eyring, “ Nuestro Ejemplo Perfecto,” Liahona, noviembre de 2009.
[14] Bruce A. Chadwick, “Hanging Out, Hooking Up, and Celestial Marriage” (BYU devotional address, Provo, UT: mayo de 2002), https://
[15] Ezra Taft Benson, en Conference Report, abril de 1949, páginas 197-198.
[16] Gordon B. Hinckley, “Except the Lord Builds the House. . . . Ensign, junio 1974, página 72.
[17] Jeffrey R. Holland, “Face to Face with President Eyring and Elder Holland,” (worlwide youth broadcast, 4 marzo 2017), www.lds.org/
[18] David B. Haight, “Marriage and Divorce,” Ensign, mayo de 1984, página 14.
[19] M. Russell Ballard, “Las sagradas responsabilidades del ser padres,” Liahona, marzo 2006.
[20] Teachings of the Presidents of the Church: David O. McKay (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 2003), página 29; énfasis agregado
[21] Richard G. Scott, “Accepting Spiritual Knowledge,” Ensign, noviembre de 1993, página 86.
[22] M. Russell Ballard, “Follow the Prophet,” New Era, septiembre de 2001, página 4.
[23] Predicad Mi Evangelio: Una Guía para el Servicio Misional (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2004): páginas 32-34.
[24] Harold B. Lee, en Conference Report, octubre de 1950, página 130.
[25] Boyd K. Packer, “The Twelve Apostles,” Ensign, noviembre dc 1996 página 8.
[26] Thomas S. Monson, “Leales a la Fe,” Liahona, mayo de 2006; Gordon B, Hinckley, “To the Boys and to the Men,” Ensign, noviembre de 1998, páginas 51-54; Ezra Taft Benson, “Pay Thy Debt, and Live,” Ensign, junio de 1978, páginas 3–5).
[27] Carol F. McConkie, “ Vivir de acuerdo con las palabras de los profetas,” Liahona, noviembre de 2014.
[28] Henry B. Eyring, “Finding Safety in Counsel,” Ensign, mayo de 1997 página 9.