“Entre el Tiempo de la Muerte y la Resurrección”: Un Examen Doctrinal del Mundo de los Espíritus

Mark A. Mathews

Mark A. Mathews (MathewsMA@churchofjesuschrist.org) es maestro en los Seminarios e Institutos.

El Profeta José Smith dijo: “Todos los hombres saben que deben morir. . . . y es razonable pensar que Dios revelaría algo referente a este tema”.[1]

Mucha gente se pregunta que le sucede a nuestros espíritus cuando morimos, y “abundan las especulaciones”[2] sobre este tema. Pero, ¿qué tanto sabemos en realidad sobre el mundo de los espíritus? Como nos lo ha recordado el Presidente Dallin H. Oaks “no tanto como solemos pensar”.[3] Lo que sabemos acerca del mundo de los espíritus lo conocemos por revelación no por las especulaciones. Estas doctrinas se encuentran en las escrituras y en las enseñanzas consistentes de los profetas modernos.[4] El capítulo 40 del libro de Alma es uno de los principales textos de escritura para nuestra comprensión doctrinal del “mundo de los espíritus” a lo que Alma llama el “intervalo entre el tiempo de la muerte y el de la resurrección” (Alma 40:9). En este artículo uso Alma 40 como el cimiento para entender, sintetizar y resumir las principales doctrinas de la Iglesia con respecto al mundo de los espíritus post-mortal.[5]

Conocimiento Bíblico

Es muy difícil apreciar la contribución doctrinal del Libro de Mormón a nuestro conocimiento del plan de salvación sin primero conocer lo que enseña la Biblia y la forma en que otros cristianos han interpretado tradicionalmente estas enseñanzas. Es posible que muchos miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se sorprendan al descubrir que la Biblia enseña muy poco sobre el mundo de los espíritus post-mortal, y que lo que enseña es muy vago y está sujeto a distintas interpretaciones. Como resultado, entre los cristianos hay diferentes puntos de vista sobre lo que sucede cuando morimos.

Un pasaje bíblico que informa el conocimiento SUD del mundo de los espíritus se encuentra en Lucas 23:43 en donde Cristo le aseguró memorablemente al ladrón en la cruz que “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Para los Santos de los Últimos Días, esta cita se lee como referencia al mundo de los espíritus post-mortal en donde los espíritus que han muerto esperan temporalmente la resurrección cuando serán juzgados y asignados a un reino de gloria.[6] Cuando el Profeta José Smith predicó sobre el tema cambió las palabras del pasaje para que dijera: “hoy, estarás conmigo en el mundo de los espíritus, y allí te enseñare”.[7]

Por otra parte, el prominente evangelista cristiano Billy Graham, interpretó el paraíso en este pasaje para referirse simplemente al cielo. Según Graham, Jesús está asegurando al ladrón su lugar inmediato ("hoy") y eterno en el cielo, basado en su expresión de fe en Cristo.[8] La interpretación de Graham ilustra lo que muchos cristianos piensan que le sucederá a todos los creyentes cuando mueran: que entrarán inmediatamente a la presencia de Dios en el cielo y que allí esperarán la eventual resurrección del cuerpo. Ese punto de vista no da lugar a la necesidad de un mundo espiritual temporal.

Los Santos de los Últimos Días aprenden en los escritos del Apóstol Pedro, que una de las razones para un post-mortal mundo de los espíritus es para que los espíritus tengan tiempo de prepararse mejor para el juicio final. En su primera epístola, Pedro declaró que Cristo, entre el tiempo de su muerte y resurrección, “fue y predicó a los espíritus encarcelados” (1 Pedro 3:19). Abundando en este punto, Pedro explicó: “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos; para que sean juzgados en la carne según los hombres, pero vivan en el espíritu según Dios” (1 Pedro 4:6). Comenzando con el profeta José Smith, los SUD han entendido estos versículos como una referencia a la predicación inaugural del evangelio de Cristo en el mundo de los espíritus.[9] Estos pasajes incluso llevaron al presidente Joseph F. Smith a recibir una visión sobre el tema.[10]

Sin embargo, como lo explica el erudito Terryl Givens, el cristianismo tradicional no ha llegado a un consenso para interpretar la declaración de Pedro.[11]

El Catecismo de la Iglesia Católica declara que “El primer significado dado en la predicación apostólica al descenso de Cristo al infierno,” fue que “Jesús, como todos los hombres, experimentó la muerte y su alma se unió a los demás en el reino de los muertos. Pero descendió allí como Salvador, proclamando las Buenas Nuevas a los espíritus encarcelados ahí”.[12] Por otro lado, el reformador protestante John Calvin, negó por completo esta interpretación de la predicación de Cristo a los espíritus desincorporados, considerándola “nada más que una fábula”.[13]

Un último ejemplo se encuentra en el libro de Lucas, en donde Jesucristo describe a “Lázaro” un mendigo fiel que al morir “fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (Lucas 16:22). Por otra parte, cuando el hombre rico murió fue consignado al “Hades. . . . estando en tormentos” (Lucas 16:23). Después de que el rico le pide a Abraham que envíe a Lázaro para que le ayude a mitigar su tormento, se le informa que “hay un gran abismo entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden” (Lucas 16:26).

Leyendo a través del lente de Alma 40, los Santos de los Últimos Días hemos interpretado el “seno de Abraham” como el paraíso en el mundo de los espíritus, y el infierno como lo que hemos llamado la prisión espiritual. El “gran abismo” entre las dos divisiones del mundo de los espíritus comúnmente se ha interpretado que significa que “los espíritus no se mezclaron en el paraíso y el infierno hasta que Cristo cerró el ‘gran abismo’ entre estas dos moradas espirituales”.[14] Aunque esta descripción concuerda con la doctrina que se enseña en el Libro de Mormón, no es la interpretación cristiana tradicional.

Un problema para interpretar el relato de Lucas es que es difícil determinar si se trata solamente de una parábola que se debe interpretar figurativamente, o si representa algo más y debería interpretarse literalmente. En este punto, algunas enseñanzas cristianas tradicionales suponen que es una simple parábola y que debemos ser cuidadosos al tratar de inferir a partir de ella una doctrina acerca de una vida futura. Por ejemplo, el erudito cristiano N. T. Wright explicó que “no agrega nada nuevo a la creencia popular general de que las cosas se revertirán en la vida futura. Si es una parábola, eso significa una vez más que debemos tomarlo como un lenguaje ilustrativo de algo que estaba sucediendo en la obra de Jesús”.[15]

Sin embargo, muchos aspectos de esta parábola hacen que “no sea característica” de las parábolas típicas (incluye el nombre propio de Lázaro), lo que ha llevado a algunos a adoptar un enfoque más literal de este relato, utilizándolo para comprender la condición del espíritu o el alma después de la muerte.[16] Por ejemplo, Martín Lutero explicó que el infierno (en esta parábola) no puede ser el final o “verdadero infierno que comenzará el día del juicio” sino debe ser “un lugar donde el alma pueda estar y no tenga paz, y no puede ser corpóreo” (o físico) pero es donde el “alma está enterrada y retenida hasta el día de juicio”.[17] La posibilidad de que antes del juicio haya una morada espiritual temporal se elaboró en la doctrina católica extra bíblica del purgatorio,[18] donde las almas no preparadas esperan su potencial entrada futura al cielo.

Como lo aclaran las explicaciones mencionadas, no existe un consenso en las enseñanzas cristianas acerca de lo que pasa inmediatamente después de la muerte. Los versículos vagos y las expresiones incompletas en la Biblia abren el tema a distintas interpretaciones y especulaciones: desde el juicio inmediato (al morir) y la consignación a un cielo o un infierno eterno, hasta una morada temporal en el purgatorio en algún lugar entre el cielo y el infierno. Afortunadamente para los Santos de los Últimos Días, el Libro de Mormón y las revelaciones de los últimos días[19] revelan muchas verdades claras y preciosas acerca del mundo de los espíritus y otras doctrinas del plan de salvación que se pueden usar para interpretar y entender lo que no está muy claro en la Biblia.[20]

“He Preguntado Diligentemente a Dios para Saber”

El Profeta José Smith comentó: “los hombres de la actualidad testifican del cielo y del infierno, y nunca han visto a ninguno de ellos, y diré que nadie sabe estas cosas sin [la revelación].[21] Un hombre que entendió la necesidad de la revelación para saber acerca de la vida después de la muerte fue Alma el profeta del Libro de Mormón. Alma aprendió en las escrituras (por ejemplo: Mosíah 15:20; 2 Nefi 9:12) que: “no hay resurrección. . . . sino hasta después de la venida de Cristo (Alma 40:2), y pensó que “debe haber, pues, un intervalo entre el tiempo de la muerte y el de la resurrección” (Alma 40:6). En vez de estar satisfecho con tan poca información, hizo lo que con frecuencia hacían los profetas del Libro de Mormón, y que consistentemente nos invitan a hacer: ser inspirados por el Señor y recibir revelación.[22]

“He preguntado diligentemente a Dios para saber” (Alma 40:3), le explicó Alma a su hijo Coriantón. Alma preguntó específicamente: “¿Qué sucede con las almas[23] de los hombres desde este tiempo de la muerte hasta el momento señalado para la resurrección?” (Alma 40:7). En respuesta, el Señor le dio una revelación (“he aquí un ángel me ha hecho saber”; 40:11), y luego Alma pudo enseñar el tema con certeza y confianza (“y es acerca de esto de lo que yo sé”; 40:9). Sus opiniones no fueron el resultado de la especulación o el razonamiento filosóficos. No eran conjeturas o rumores sino conocimiento basado en la revelación personal y directa. Esto es en contraste dramático con muchas de las ideas y teorías del mundo con respecto a la vida después de la muerte.

Debido a este conocimiento experto es que Alma pudo “descubr[ir] [este] misterio” (40:3). En el lenguaje de las escrituras, “los misterios de Dios son verdades espirituales que sólo se conocen por revelación”,[24] e incluyen la doctrina del mundo de los espíritus. Como Alma lo explicó anteriormente en el Libro de Mormón: “A muchos les es concedido conocer los misterios de Dios; sin embargo, se les impone un mandamiento estricto de que no han de darlos a conocer sino de acuerdo con aquella porción de su palabra que él concede a los hijos de los hombres, conforme a la atención y la diligencia que le rinden” (Alma 12:9). El Señor no solamente le dio a Alma el privilegio de conocer este “misterio” de la vida después de la muerte, sino que también le permitió impartirlo a su hijo Coriantón y registrar esas enseñanzas en las planchas para preservar esta doctrina para nosotros. Por lo tanto, cuando le dice a su hijo: “Ahora bien, te descubro un misterio” (Alma 40:3) es como si se estuviera dirigiendo a todos nosotros que deseamos saber más acerca de la vida después de la muerte.

“Llevados de Regreso a Ese Dios Que Les Dio La Vida”

Alma comienza su instrucción enseñando “que los espíritus de todos los hombres, en cuanto se separan de este cuerpo mortal, sí, los espíritus de todos los hombres, sean buenos o malos, son llevados de regreso a ese Dios que les dio la vida” (40:11).[25] Esta declaración de Alma podría llevarnos a suponer que al morir, vemos a Dios de inmediato y somos juzgados. Sin embargo, poco después en el discurso, Alma aclara que es hasta después de la resurrección que somos “llevados a comparecer ante Dios y ser juzgados” (40:21).[26] La interpretación de los profetas de este versículo da por resultado que debemos suponer que el ser “llevados. . . ante Dios” simplemente se refiere a ser recibidos de regreso a un reino espiritual en el mundo de los espíritus post-mortal.[27]

Por ejemplo, el Presidente George Q. Cannon interpretó que este versículo significa que Alma “sin duda, tiene la idea en su mente de que nuestro Dios es omnipresente; no en su propia personalidad sino a través de su ministro, el Espíritu Santo. No tiene la intención de transmitir la idea de que [los espíritus] son conducidos inmediatamente a la presencia personal de Dios. Evidentemente usa esa frase en un sentido calificado”.[28] De manera similar, el Presidente Joseph Fielding Smith enseñó que esta frase “simplemente significa que su existencia mortal ha llegado a su fin, y que han regresado al mundo de los espíritus”.[29] Eso mismo fue lo que entendió el Presidente Heber C. Kimball ya que enseñó que “en cuanto a que yo vaya de inmediato a la presencia de Dios cuando muera, no lo espero, pero espero ir al mundo de los espíritus y asociarme con mis hermanos y predicar el evangelio en el mundo espiritual”.[30]

Como lo ilustran estos ejemplos, la interpretación profética de “llevados de regreso” es leerlo en un sentido laxo para describir nuestro regreso a una existencia espiritual en el mundo de los espíritus post-mortal y no inmediatamente a la presencia personal de Dios. Aunque es común que en los obituarios y funerales se hable de que los seres queridos ya están en el cielo con el Señor, estas declaraciones se deben interpretar mejor como una esperanza para la futura reunión con Dios, la que sucederá después de la Resurrección. Hasta ese momento, todos los espíritus van al mundo de los espíritus.[31]

También es claro que “llevados de regreso” no significa que es un regreso a la prexistencia, que es el reino espiritual en donde los espíritus esperan su nacimiento mortal. Como lo explicó Alma, este mundo de los espíritus es un lugar de espera “entre la muerte y la resurrección” (40:11). Esto quiere decir que entramos a este mundo de los espíritus mediante la muerte y que la manera de que lo abandonamos es mediante la Resurrección. Por tanto, en el mundo de los espíritus no debemos esperar ver a los espíritus pre-mortales que todavía no han nacido o a los ángeles que ya han resucitado. Estrictamente, es el “mundo de los espíritus de los muertos” (D y C 138:57), como lo describió en visión el Presidente Joseph F. Smith.[32]

Además, “llevados de regreso” parece referirse solo a un regreso a un estado espiritual, no a un cambio dramático de ubicación. El Profeta José Smith enseñó que: “los espíritus de los justos. . . . son bendecidos en su partida al mundo de los espíritus. . . No están lejos de nosotros, y conocen y comprenden nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, y a menudo eso les aflige”.[33] Todavía fue mas claro el Presidente Brigham Young al enseñar: “¿Dónde está el mundo de los espíritus? Está aquí mismo. . . . Supongamos que el Señor toque sus ojos para que puedan ver, ¿podrían ver a los espíritus? Sí, tan claramente como ven los cuerpos”.[34] Por tanto, al morir, los espíritus no van a algún lugar lejano; siguen aquí y simplemente pasan por el velo al mundo de los espíritus en esta tierra. Como lo explicó el Presidente Ezra Taft Benson: “A veces el velo entre esta vida y el más allá se vuelve muy delgado. Nuestros seres queridos que han fallecido no están lejos de nosotros”.[35]

“Los Espíritus de Todos los Hombres. . . Buenos o Malos”

Alma es muy claro al decir que el mundo de los espíritus es un lugar para “los espíritus de todos los hombres, sean buenos o malos” (Alma 40:11). Elaborando sobre este tema, el Profeta José Smith enseñó que “Hades, del griego, o Sheol del hebreo, ambos términos significan el mundo de espíritus. Hades, sheol, paraíso,[36] espíritus encarcelados,[37] todos representan una misma cosa; el mundo de los Espíritus. Los justos y los inicuos todos van al mismo mundo de Espíritus hasta la resurrección”.[38] Similarmente, Brigham Young explicó: “¿Van juntos los espíritus buenos y malos? Sí. ¿Ambos habitan en un reino? Sí”.[39]

Aunque los buenos y los malos entran al mismo mundo de espíritus, las escrituras hablan de que allí hay una división dicotómica. Alma describe que los “justos serán recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso” (Alma 40:12) y que los inicuos son recibidos a un “estado de miseria” (Alma 40:15). Como se usa aquí, “estado” parece referirse principalmente a una condición o estado del alma—un “estado” de ser espiritual o mental que se designa al morir—y que es diferente para los justos y los inicuos. El Presidente Joseph F. Smith hizo referencia a esta distinción como un “juicio parcial”.[40]

Esta división aparece no tan solo como diferencia en nuestro “estado” o condición sino también como una diferencia real en el lugar de nuestra morada[41] dentro del mundo de los espíritus. Alma enseñó que los inicuos son “echados a las tinieblas” (Alma 40:13), infiriendo que estos residen apartados de los justos. Esta interpretación es apoyada por Doctrina y Convenios 138, donde los espíritus de los justos en la época de Cristo se “hallan reunidos en un lugar” (versículo 12; énfasis agregado), y que el resumen de los versículos identifica como “paraíso”.[42] Además, la revelación explica que “Mas a los inicuos [Cristo] no fue”, y que prevalecían las tinieblas donde éstos se hallaban” (D y C 138:20, 22; énfasis agregado). Este lenguaje implica más que experiencias diferentes entre los justos y los inicuos, indica también una diferencia real de lugar.

Confirmando esta interpretación, el Presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “Todos los espíritus de los hombres, después de la muerte, vuelven al mundo de los espíritus. Allí, tal como yo lo entiendo, los justos—y esto significa aquellos que han sido bautizados y que han sido fieles—son recogidos en una parte y todos los demás en otra parte del mundo espiritual. Esto parece ser así según la visión dada al presidente Joseph F. Smith tal como se encuentra en [D y C 138]”.[43]

En las escrituras de la Restauración, al lugar donde moran los justos en el mundo de los espíritus, consistentemente se le llama paraíso,[44] en tanto que al lugar donde están los inicuos invariablemente se le llama infierno,[45] las tinieblas de afuera,[46] o prisión.[47] Además al referirse al lugar a donde van los espíritus desobedientes, el término “infierno” también puede referirse al sufrimiento y al castigo que se experimentan allí como consecuencia de la desobediencia a las leyes de Dios.[48] A este sufrimiento o infierno también se le llama “muerte espiritual” (2 Nefi 9:12) y “castigo eterno” o “castigo sin fin”. (D y C 19:11-12).

No está claro que es lo que separa estos dos lugares. Como se explicó arriba, algunos han interpretado la declaración de Jesucristo acerca del “gran abismo” (Lucas 16:26) diciendo que hay una separación impuesta para que “los espíritus no se mezclaran en el paraíso y el infierno hasta que Cristo cerrara el ‘gran abismo’ entre estas dos moradas espirituales”.[49] Es posible también que esta separación entre los justos y los inicuos sean simplemente una “auto selección”,[50] muy parecida a lo que hay en esta vida, ya que los justos deciden asociarse con los justos en tanto que los inicuos deciden juntarse con los inicuos.

Cualquiera que haya sido la separación o barrera que alguna vez existió, ya ha sido vencida por Jesucristo. Él tendió un puente sobre el abismo cuando “organizó sus fuerzas y nombró mensajeros” (D y C 138:30) para predicar, como misioneros, el evangelio a quienes estaban en la prisión espiritual. Ahora ya hay una mezcla de espíritus,[51] a medida que los “fieles élderes” y hermanas que “cuando salen de la vida terrenal, continúan sus obras. . . .entre aquellos que están en tinieblas y bajo la servidumbre del pecado” (D y C 138:57; énfasis agregado). Los espíritus que moraban en el paraíso parece que ahora, como misioneros, pasan gran parte de su tiempo en la prisión. Quizás este estado actual en el mundo de los espíritus era a lo que se refería el Profeta José Smith cuando enseñó que ahora el paraíso y la prisión espiritual “son todos uno, es un mundo de Espíritus”.[52]

Esta mezcla es como el Presidente Brigham Young describió la situación actual en el mundo de los espíritus: “El Profeta da su vida. . . . y su espíritu va al mundo de los espíritus; el perseguidor del Profeta muere, y él va al Hades, ambos van a un lugar y no deben separarse. . . . Los justos y los malvados están juntos en Hades. Si vamos a [Estados Unidos], allí encontramos a los justos, y encontramos a los malvados. . . todos viviendo juntos; y cuando vayamos del otro lado del velo. . . vamos a donde van los santos y pecadores, todos van a un solo lugar”.[53] La asociación entre los justos y los inicuos que ahora existe aquí en esta vida, continúa en el mundo de los espíritus.

Debido a que los espíritus de los justos y de los inicuos se mezclan, ahora es más notoria la importancia del énfasis de Alma en el paraíso y la prisión como "estados" de felicidad o miseria (Alma 40: 12, 14). El estado mental o la condición que alguien experimenta en el mundo de los espíritus no depende del lugar. Los espíritus justos en el paraíso no sufren el estado de miseria cuando entran a la prisión y se asocian con los que todavía están en tinieblas. Más bien, ellos “llevan la luz” (D y C 138:30). Su estado de ser continúa a pesar del lugar en que moren.

“Un Estado de Felicidad Que se Llama Paraíso”

Alma enseñó que quienes son recibidos en el paraíso son los “espíritus de los que son justos” (Alma 40:12). Siendo que el término “justos” a veces es ambiguo, las enseñanzas de la Iglesia han clarificado que el paraíso está “reservado para quienes se han bautizado y permanecido fieles”.[54] Esta interpretación se confirma en la sección 138 de la Doctrina y Convenios, en donde a los que siguen en el paraíso se les llama “santos” (versículo 23) y son descritos así porque “habían sido fieles en el testimonio de Jesús” habiendo efectuado las ordenanzas del sacerdocio en la mortalidad, (ilustradas por haber ofrecido sacrificios de animales) y por haber sido perseguidos por tomar sobre sí el “nombre de su Redentor” (vv. 12-13), mediante el bautismo. También se revela que la prisión espiritual incluye a todos los no bautizados porque el “bautismo vicario” es el medio para liberarlos (vv. 32-34).

Los santos bautizados y fieles que están en el paraíso descansan “de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena” (Alma 40:12). Este descanso implica un fin de las pruebas terrenales y las tentaciones de Satanás. Como lo enseñó el Presidente George Q. Cannon: “Satanás es atado tan pronto como el espíritu fiel abandona este tabernáculo de barro y va al otro lado del velo. Ese espíritu se emancipa del poder y [la esclavitud] y los ataques de Satanás”.[55] Debido a que han perseverado fielmente “hasta el fin del día de probación” (2 Nefi 33:9), se les garantiza la salvación celestial. El Presidente Joseph F. Smith se refirió a esto cuando dijo que descansan “firmes en la esperanza de una gloriosa resurrección” (D y C 138:14). Una gloriosa resurrección es una “resurrección celestial”.[56] Pueden descansar confiadamente sabiendo que serán salvos en el reino celestial de Dios en la resurrección. Esto es a lo que se refirió el élder M. Russell Ballard cuando enseñó que “para un Santo de los Últimos Días la vida no termina sino hasta que él o ella tenga una muerte segura, con su testimonio aún ardiendo brillantemente”.[57] Hablando sobre esta reconfortante doctrina, el élder Bruce R. McConkie enseñó:

“Cada uno de los de la Iglesia que está en el camino recto y estrecho, que se esfuerza, lucha y desea hacer lo correcto, aunque está lejos de ser perfecto en esta vida, si pasa de esta vida mientras está en el camino recto y estrecho, él irá a la recompensa eterna en el reino de su Padre. No necesitamos tener el complejo o la sensación de que hay que ser perfecto para ser salvo. Usted no. Solo ha habido una persona perfecta, y ese es el Señor Jesús. . . . No estoy diciendo que no tiene que guardar los mandamientos. Estoy diciendo que no tiene que ser perfecto para ser salvo. Si así fuera, nadie se salvaría. . . . Lo que tiene que hacer es permanecer en la corriente principal de la Iglesia y vivir como vive la gente recta y decente en la Iglesia: guardar los mandamientos, pagar el diezmo, servir en las organizaciones de la Iglesia, amar al Señor, permanecer en el camino recto y estrecho. Si está en ese camino cuando llegue la muerte—porque esta es la hora y el día señalado, este es el estado de probación—nunca caerá de él y, para todos los efectos prácticos, se asegura su vocación y elección. Ahora bien, esa no es la definición del término, pero el resultado final es el mismo”.[58]

Aunque los que están en el paraíso descansan de la tentación y las pruebas sabiendo de su “muerte segura,” todavía hay mucho que hacer en la otra vida. Según lo usa Alma, el término “descanso” debe entenderse como el día de “reposo” de un obispo. El Presidente Joseph F. Smith vio en visión que la gran obra en que están ocupados los del paraíso es “la predicación del evangelio. . . . entre aquellos que están en tinieblas”.[59] Esta obra parece que consume casi todo.

El Presidente Wilford Woodruff explicó la urgencia de esta obra cuando comentó la siguiente experiencia:

“La última vez que vi a [José Smith] fue en [una visión del paraíso]. Él vino a mí y me habló. Dijo que no podía detenerse para platicar conmigo porque tenía prisa. El siguiente hombre que encontré fue el padre Smith, no pudo hablar conmigo porque tenía prisa. Encontré a media docena de hermanos que ocuparon una posición alta en la tierra, y ninguno de ellos pudo detenerse para hablar conmigo porque tenían prisa. . . . Poco después volví a ver al Profeta, y tuve el privilegio de hacerle una pregunta: ‘Ahora’, le dije: ‘¿Quiero saber por qué tiene prisa? He tenido prisa toda mi vida, pero esperaba que mi prisa terminara cuando llegara al [paraíso], si alguna vez lo hacía’, dijo Joseph: ‘Te diré hermano Woodruff, cada dispensación. . . . ha tenido una cierta cantidad de trabajo que hacer para prepararse para ir a la tierra con el Salvador cuando Él vaya a reinar en la tierra. Cada dispensación ha tenido tiempo suficiente para hacer ese trabajo. Nosotros no. Somos la última dispensación y hay mucho trabajo que hacer y tenemos que andar de prisa para lograrlo’”.[60]

El Presidente Russell M. Nelson compartió una experiencia similar de la vida de su abuelo cuyo padre lo visitó desde el mundo de los espíritus. El abuelo del Presidente Nelson registró:

Estaba acostado cuando mi padre (muerto recientemente) entró al cuarto. Vino y se sentó a un lado de la cama y dijo: “Bien, hijo mío, como tenía unos minutos libres, recibí permiso para venir a verte por unos minutos. Me siento bien, hijo mío, y he tenido mucho que hacer desde que morí.”

"¿Qué haz estado haciendo desde que te moriste, papá?"

“He estado viajando con el Apóstol Erastus Snow desde que morí. O sea, desde tres días después de que morí. Fui comisionado para predicar el evangelio. Hijo, no puedes imaginarte cuántos espíritus hay en el mundo de los espíritus que todavía no han recibido el evangelio. Pero muchos lo están recibiendo, y se está haciendo una gran obra. Muchos están esperando ansiosamente que sus amigos, que todavía están vivos, les administren en los templos. He estado muy ocupado predicando el evangelio de Jesucristo.”

“Papá, ¿nos pueden ver todo el tiempo y saber lo que estamos haciendo?”

“Oh, no, hijo mío. Tengo otras cosas que hacer. No puedo ir a donde quiera y cuando quiera. Hay tanto y mucho más orden en el mundo de los espíritus que en el mundo. Se me ha asignado hacer una obra y debe hacerse.”

“Papá, ¿es natural el morirse?”

“El morir es tan natural como el nacer, como lo es para ti el cruzar esa puerta”. Señaló hacia la puerta. “Cuando le dije a la gente que no podía tardar mucho, se oscureció y no pude ver nada durante unos minutos. Luego lo primero que pude ver fue la cantidad de espíritus en el mundo de los espíritus”.[61]

Es reconfortante saber que nuestros seres queridos fieles que mueren “continúan sus obras en la predicación del evangelio”(D y C 138:57). Son llamados a servir como misioneros para trabajar junto a nosotros al otro lado del velo.

Otro trabajo en el que participan los del paraíso es lograr su desarrollo personal y aprender lo necesario para su eventual exaltación. El Profeta José Smith explicó: “Pasará un buen rato después de que hayan cruzado el velo para que hayan aprendido [los principios de exaltación]. No todo será comprendido en este mundo; será una gran obra, incluso más allá de la tumba, el aprender nuestra salvación y exaltación”.[62] El Presidente Boyd K. Packer describió el tiempo en el paraíso como “un proceso de refinación” y explicó que “se algo sobre como se verá [un fiel Santo de los Últimos Días] cuando se complete el proceso de refinación, ¡será glorioso!” [63]

Además de “un estado de descanso”, Alma describe también al paraíso como “un estado de felicidad” (Alma 40:12). Al comentar acerca de esto, el élder Robert D. Hales explicó: “Testifico de la extraordinaria paz y tranquilidad que aguardan, más allá del velo, a quienes han seguido la luz y el conocimiento que han recibido en esta vida. Si pudiéramos experimentar, solo momentáneamente, la escena que espera a los justos allí, nos resultaría difícil volver a la mortalidad. Lo sé por experiencia”.[64]

Aunque los espíritus de los fieles están en un estado de felicidad, en la revelación aprendemos que no pueden “recib[ir] una plenitud de gozo” sino hasta que sean reunidos con sus cuerpos en la Resurrección (D y C 138:17).[65] Mientras tanto, esperan “su liberación de las cadenas de la muerte” (versículo 18) considerando “como un cautiverio la larga separación de sus espíritus y sus cuerpos” (versículo 50). Por lo tanto, aún el paraíso, en un sentido, es una prisión de la que esperan ser liberados por el poder de la Resurrección (versículo 51). Esto fue a lo que se refería el élder Bruce R. McConkie al enseñar que: “todo el mundo de los espíritus, y no sólo esa parte designada como el infierno, se considera una prisión espiritual”.[66]

En las escrituras no se aclara completamente qué forma de organización eclesiástica existe en el mundo de los expíritus, aunque la descripción de que “los fieles élderes. . . . continúan sus labores” (D y C 138: 57) parece implicar alguna forma de estructura de la Iglesia u orden del sacerdocio. El Presidente Woodruff enseñó: “El mismo sacerdocio existe al otro lado del velo. Todo hombre que es fiel está en su quórum allí. Cuando un hombre muere y su cuerpo se deposita en la tumba, no pierde su [oficio]. . . . Cada apóstol, cada setenta, cada élder, etc., que ha muerto en la fe, tan pronto como pasa al otro lado del velo, entra en la obra del ministerio, y allí hay mil veces más por predicar, de lo que hay aquí”.[67]

Además de alguna forma de estructura eclesiástica (especialmente para organizar la obra misional), también los miembros de la familia que fueron justos estarán juntos en el mundo de los espíritus”.[68] Como lo enseñó el Profeta José Smith: “Cuando salgamos de aquí, saludaremos a nuestra madre, padre, amigos y a todos aquellos a quienes amamos, que han dormido en Jesús”.[69] Incluso, la organización familiar parece ser parte de la estructura o gobierno en el paraíso.[70] En el funeral del Presidente Jedidiah Grant, el Presidente Heber C. Kimball comentó: “El hermano Grant me dijo: 'hermano Heber, he estado en el mundo de los espíritus dos noches seguidas, y. . . Oh, dice él, ¡el orden y el gobierno que había allí! Cuando estuve en el mundo de los espíritus, vi el orden de los hombres y mujeres justos; los vi organizados en capacidades familiares, en sus diversos grados’. . . . Dijo que las personas que vio allí estaban organizadas en capacidades familiares; y al mirarlos, vio grado tras grado, y todos estaban organizados y en perfecta armonía”.[71]

“El Estado de las Almas de los Malvados”

Alma explicó que “los espíritus de los malvados . . . serán echados a las tinieblas de afuera. . . . Así que éste es el estado de las almas los malvados, sí, en tinieblas. . . . hasta el tiempo de su resurrección” (Alma 40:13-14). El Presidente Joseph F. Smith dio una descripción similar: “Prevalecían las tinieblas donde éstos [los inicuos] se hallaban” (D y C 138:22). Como se usan en estos versículos, los términos “tinieblas” o “las tinieblas de afuera” se refieren específicamente a la prisión espiritual, el lugar temporal para los espíritus “malvados” que esperan su resurrección. Aunque se ha vuelto común entre los Santos de los Últimos Días usar el término “las tinieblas de afuera” para describir el lugar permanente en donde los hijos[72] de perdición morarán después de la Resurrección, las escrituras no usan el término de ese modo. El término “infierno” se usa en las Escrituras para describir a la morada temporal (y el sufrimiento) en el mundo espiritual para los espíritus desobedientes[73] y a la ubicación permanente de los seguidores [del diablo] no redimidos.[74]

Otro término que debe ser definido es la palabra “inicuo,” la cual en lenguaje de las escrituras con frecuencia es sinónimo de “impenitente” (D y C 138:20). Aunque normalmente describimos como“inicuos” a las personas que han cometido crímenes serios, en las escrituras las personas son inicuas si todavía siguen en sus pecados. Todos pecamos, y sin Jesucristo todos somos “inicuos”. Por lo tanto, la prisión espiritual es para aquellos que no han tenido sus pecados lavados por Cristo mediante el arrepentimiento y el bautismo (ver los vv 32-34).

Como lo explicó el Presidente Joseph F. Smith, los inicuos en la prisión espiritual son “los que habían muerto en sus pecados”, y se dividen en dos grupos principales: primero, los que murieron “sin el conocimiento de la verdad” y segundo, los que murieron “en transgresión por haber rechazado a los profetas” (versículo 32). Como resultado, la prisión espiritual incluye una amplia variedad de personas, desde los peores criminales a los más honorables. En este número se incluirá a aquellos que eventualmente heredarán el reino celestial pero que murieron sin el conocimiento del evangelio o no tuvieron la oportunidad de ser bautizados (ver D y C 137:5-8).

A diferencia de los espíritus justos en el paraíso, quienes están en la prisión espiritual todavía están bajo probación y pueden ser tentados y probados por Satanás que todavía tiene poder e influencia en la prisión espiritual tal como lo tiene aquí en la tierra, según lo enseña Alma.[75] El Presidente Woodruff confirmó esto al enseñar que “Satanás no tiene poder en el mundo de los espíritus sobre aquellos que lo han vencido en la carne, pero lo tendrá sobre aquellos que le han servido toda su vida en este mundo”.[76]

Lo que experimentan quienes están en la prisión espiritual es descrito por Alma como “llantos y lamentos y crujir de dientes”, y esto es, explica él, “a causa de su propia iniquidad” (Alma 40:13). El Rey Benjamín, profeta del Libro de Mormón, explicó que la culpa y el remordimiento por el pecado son la causa principal de este sufrimiento. Enseñó que después de la muerte: “las demandas de la divina justicia desp[ertarán] en su alma inmortal un vivo sentimiento de su propia culpa. . . . que es como un fuego inextinguible, cuya llama asciende para siempre jamás” (Mosíah 2:38; énfasis agregado). Está claro que el sufrimiento en la prisión espiritual no es causado literalmente por fuego y azufre, sino que el remordimiento que sienten es como un lago de fuego y azufre (2 Nefi 9:16; énfasis agregado).

Una poderosa ilustración de este sufrimiento espiritual se encuentra en la experiencia de Alma hijo, después de haber sido reprendido por un ángel. Explicó que “me martirizaba un tormento eterno” y “me acordaba de todos mis pecados e iniquidades, por causa de los cuales yo era atormentado con las penas del infierno. . . . sí, con las penas de un alma condenada” (Alma 36:12-13,16).[77] Este relato muestra que “ellos son sus propios acusadores”.[78] Como lo enseñó el Profeta José Smith: “El hombre es su propio torturador y su propio condenador; de ahí el dicho, irán al lago que arde con fuego y azufre. El tormento de la decepción en la mente del hombre es tan intenso como un lago que arde con fuego y azufre. Yo digo, así es el tormento del hombre”.[79]

Esta descripción del sufrimiento espiritual puede causar preocupación, en especial cuando reconocemos que la prisión espiritual incluye a futuros habitantes del reino celestial. Por tanto es importante reconocer que el sufrimiento en la prisión espiritual no es uniforme ni universal. En otra revelación se distingue la diferencia entre los “espíritus de los hombres encerrados en prisión” (D y C 76:73) que finalmente heredarán el reino terrestre, y “aquellos que son arrojados al infierno (versículo 84), en donde “padecen la ira de Dios Todopoderoso (versículo 106) hasta que “dobl[en] la rodilla” (versículo 110) ante Cristo y sean enviados al reino telestial. Es importante esta distinción ya que implica que, en la prisión espiritual, no todos pasan por el mismo grado de sufrimiento. Quienes han cometido pecados graves y deciden no arrepentirse tendrán un sufrimiento severo en la prisión espiritual donde “se verán atormentados” (Moisés 7:39; ver D y C 19:15-20), en tanto que quienes fueron honorables en la tierra o ignoraron las leyes de Dios no son descritos como teniendo que sufrir estas mismas consecuencias (ver D y C 76:72-75). Más bien, las consecuencias que enfrentarán se mencionan en las escrituras como que son “tolerables” (D y C 75: 22; 42:54; Mateo 11:22). Quizás esta diferencia en el grado de sufrimiento basado en el grado de pecado está implícita cuando Alma describe que este castigo es “a causa de su propia iniquidad” (Alma 40:13; énfasis agregado).

Afortunadamente, hay una manera de liberarse del pecado y su sufrimiento resultante. El Presidente Joseph F. Smith aprendió en la visión que “mensajeros escogidos” del paraíso salieron a “proclamar la libertad a los cautivos que se hallaban encarcelados; sí, a todos los que estaban dispuestos a arrepentirse de sus pecados y a recibir el evangelio” (D y C 138:31). Siendo que el arrepentimiento libera a estos “cautivos” es claro que el estado de prisión en que se encuentran es principalmente “la servidumbre del pecado” (138:57). Mediante el arrepentimiento y el bautismo vicario, reciben la remisión de pecados (138:33) y por lo tanto, son liberados de la prisión espiritual. Como lo explicó el Profeta José Smith: “Tan pronto como la Ley del Evangelio es obedecida aquí por sus amigos, quienes actúan como representantes de ellos, el Señor tiene administradores allí, para liberarlos”.[80] Después de que que los espíritus encarcelados reciban el mensaje del evangelio por los misioneros en el mundo de los espíritus y han recibido vicariamente el bautismo en el templo, “en el mundo de los espíritus son liberados de la prisión”.[81]

Sin embargo, el hecho de que haya una provisión para el arrepentimiento en el mundo de los espíritus no significa que todos decidirán arrepentirse de inmediato cuando mueran. Amulek, el profeta del Libro de Mormón, enseñó: “cuando os halléis ante esa terrible crisis [la muerte]. . . . el mismo espíritu que posea vuestros cuerpos al salir de esta vida, ese mismo espíritu tendrá poder para poseer vuestro cuerpo en aquel mundo eterno” (Alma 34:34). El espíritu al que Amulek se está refiriendo específicamente es el Espíritu del Señor, o el del diablo, según lo aclara en el siguiente versículo.[82] Cualquiera de estos espíritus opuestos que posea nuestro cuerpo cuando muramos, ese “mismo espíritu” nos poseerá en la siguiente vida. Esto se debe a que nuestro propio espíritu continúa siendo el “mismo espíritu”. Como se declara en Predicad mi Evangelio, “La muerte no cambia nuestra personalidad ni nuestros deseos por lo bueno o lo malo”.[83] Después de la muerte conservamos el mismo carácter, las mismas actitudes, las mismas creencias (ver Alma 41:3-4). En otras palabras, aplicando las enseñanzas de Amulek, nosotros tenemos el “mismo espíritu”, continuamos experimentando las mismas influencias espirituales que cultivamos en la mortalidad.

Puesto que al morir seguimos con el mismo “espíritu,” actitudes y creencias, podemos esperar que habrá una gran variedad de espíritus en la prisión con una amplia cantidad de filosofías y puntos de vista religiosos. Los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no serán los únicos maestros allá, y al igual que aquí, se necesitará la fe y el discernimiento para recibir el evangelio. De este modo, el mundo de los espíritus es una extensión de nuestra prueba mortal. Como lo explicó el élder Neal A. Maxwell: “Tendemos a pasar por alto la realidad de que el mundo de los espíritus. . . . [es] parte, realmente, del segundo estado. La obra del Señor, en lo que respecta al segundo estado, se termina antes del Juicio y la Resurrección. . . [Dios] proporciona en el mundo de los espíritus una continuación de la prueba de la mortalidad, la gran oportunidad para todos”.[84]

Cuando entendemos la doctrina de que la muerte no nos cambia y que el mundo de los espíritus es realmente una continuación d nuestra probación mortal, se hace claro que la muerte solamente es la puerta.[85] Es la transición a una nueva vida como espíritu. Aunque al morir perdemos nuestro cuerpo, fundamentalmente no cambia nada acerca de quienes somos. Por lo tanto, no debemos suponer que todos inmediata y automáticamente decidan arrepentirse y unirse a la Iglesia al momento de morir. Aunque las personas todavía pueden cambiar en el mundo de los espíritus, deberíamos esperar que ese cambio de corazón tomará algun tiempo allá, al igual que sucede aquí.[86]

El élder Melvin J. Ballard explicó: “No permitamos que alguno de nosotros piense que podemos bajar a la tumba sin haber vencido las corrupciones de la carne y luego perder en la tumba todos nuestros pecados y tendencias inicuas. Estarán con nosotros, estarán con el espíritu cuando se separe del cuerpo. . . . Todo hombre y mujer que pospone hasta la próxima vida la tarea de corregir y vencer la debilidad de la carne, se está condenando a años de cautiverio, ya que nadie, hombre o mujer, saldrá en la resurrección hasta que haya terminado su obra.”.[87]

Eventualmente, muchas personas aceptarán el evangelio en el mundo de los espíritus. Esto parece ser especialmente cierto para nuestros propios antepasados. El Presidente Woodruff enseñó que “Habrá muy pocos, si es que hay algunos, [de sus antepasados] que no acepten el evangelio. . . Los antepasados de este pueblo lo abrazarán”.[88] El Presidente Lorenzo Snow estuvo de acuerdo al explicar que “La gran mayoría de los que están en el mundo de los espíritus por quienes se ha realizado la obra recibirán la verdad. Las condiciones para que los espíritus de los muertos reciban el testimonio de Jesús en el mundo de los espíritus son mil veces más favorables de lo que son aquí en esta vida”.[89]

Desafortunadamente, esta doctrina de salvación para los muertos se ha malentendido. Algunos suponen que pueden rechazar el evangelio deliberadamente en la mortalidad para luego recibirlo en el mundo de los espíritus y todavía recibir una recompensa celestial. Hablando de esta idea, el Presidente Nelson enseñó: “Afortunadamente, yo no soy el juez de est[as personas]; pero sí cuestiono la eficacia de la obra vicaria del templo por un[a persona] que tuvo la oportunidad de ser bautizada en esta vida,. . . pero que tomó la decisión consciente de rechazar esa trayectoria”.[90] El Presidente Oaks también ha expresado su preocupación al explicar: “esta vida terrenal es el tiempo que tenemos para [arrepentirnos]. Aun cuando se nos enseña que hay cierto arrepentimiento que puede ocurrir en el mundo de los espíritus (véase Doctrina y Convenios 138:31,33,58), eso no es tan seguro”.[91]

De acuerdo con muchos otros apóstoles y profetas, el Presidente Joseph F. Smith enseñó que el reino terrestre incluirá a “quienes no recibieron el testimonio de Jesús en la carne, más después lo recibieron” (D y C 76:73-74).[92] Las escrituras son claras en cuanto que todos los “que se arrepientan [en el mundo de los espíritus] serán redimidos, mediante su obediencia a las ordenanzas de la casa de Dios”, y serán “herederos de salvación” en un grado de gloria (D y C 138:58-59), pero si reciben o no una gloria celestial será determinado por Dios “según sus obras” (versículo 59).

Resumiendo esta doctrina, en el “website” oficial de la Iglesia [en inglés] se explica bajo el tema “infierno” que la “prisión espiritual es un estado temporario en el cual se les predica el evangelio a los espíritus y tienen la oportunidad de arrepentirse y aceptar las ordenanzas de salvación que se efectúan en los templos” (Ver D y C 138:30-35). Además, en la GEE bajo el término “infierno” se explica que es: “la morada temporaria en el mundo de los espíritus. . . A esos espíritus se les predicará el evangelio, y en algún momento después de su arrepentimiento, resucitarán e irán al grado de gloria del que sean dignos. Los que no se arrepientan y no sean hijos de perdición permanecerán en el infierno durante el Milenio y, después de mil años de tormento, resucitarán e irán a la gloria telestial”.[93] Eventualmente, todos serán liberados del “infierno. . . por el poder de la resurrección” (2 Nefi 9:12). Así, agradecidamente, “el infierno tiene fin”.[94]

Conclusión: “Esto Sí Digo”

Alma concluye su instrucción sobre el mundo de los espíritus admitiendo que no sabía todo acerca de la vida después de la muerte. En algunas cosas. Alma está dispuesto a dar su “opinión” (Alma 40:20), y en otras simplemente expresa un “no digo” (versículo 21). Al igual que Alma, reconocemos que todavía hay mucho que aprender acerca de la próxima vida y que el Señor no nos ha revelado todo por ahora. Debemos andar por fe. Para todas las preguntas acerca del mundo de los espíritus que no han sido contestadas por nuestra doctrina revelada, el Presidente Oaks dio el siguiente consejo: “sugiero dos repuestas. Primero, recuerden que Dios ama a Sus hijos y seguramente hará lo que es mejor para cada uno de nosotros. Segundo, recuerden esta conocida enseñanza bíblica, que me ha sido de gran ayuda para una gran cantidad de preguntas sin respuesta: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5–6)”.[95]

Aunque no sabemos todo acerca de la vida después de la muerte, hay algunas cosas de las cuales podemos estar muy seguros. Como Alma concluyó: “pero esto sí digo, que hay un intervalo entre la muerte y la resurrección del cuerpo, y un estado del alma en felicidad o en miseria, hasta el tiempo que Dios ha señalado para que se levanten los muertos, y sean reunidos el alma y el cuerpo, y llevados a comparecer ante Dios, y ser juzgados según sus obras” (Alma 40:21). Alma agregó “es acerca de esto de lo que yo sé” (Alma 40:9). Por lo tanto, podemos estar confiados en que cuando muramos encontraremos el mundo de los espíritus igual que como Alma y sus compañeros profetas lo han descrito.

Notas

[1]- Historia, 1838-1856; tomo E-1 [1 julio 1843–30 abril 1844], página 1750, The Joseph Smith Papers [Los Documentos de José Smith] https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-e-1-1-july-1843-30-april-1844/122.

[2]- Dallin H. Oaks, “Confía en el Señor,” Liahona, noviembre de 2019.

[3]- Dallin H. Oaks, “Confía en el Señor,” Liahona, noviembre de 2019, al citar el artículo “What is on the Other Side?: A Conversation with Brent L. Top on the Spirit World” cuyos autores son Brent L. Top y Devan Jensen, publicado en Religious Educator 4 núm. 2 (2013) página 48.

[4]- El presidente Dallin H, Oaks nos ha advertido que las experiencias cercanas a la muerte y las opiniones de las personas no constituyen la doctrina oficial de la Iglesia sobre el mundo de los espíritus. Más bien debemos buscar la doctrina oficial en las “las enseñanzas proféticas de los presidentes de la Iglesia, confirmadas por otros profetas y apóstoles,.” Ver el artículo “Confía en el Señor”. Mi artículo trata de enseñar eso.

[5]- Hay libros que tratan sobre este tema: ver de Joseph Fielding McConkie y Rober L. Millet The Life Beyond (Salt Lake City: Bookcraft, 1986)y de Brent L. Top What’s in the Other Side? (Salt Lake City, Deseret Book, 2012).

[6]- Como ejemplo véase la nota a al pie de página de Lucas 23:43 en la edición SUD de la Biblia en donde se dirige al lector a Alma 40: 21 (11-14, 21). Ver también el tema “Paraíso” en la Guía para el Estudio de las Escrituras [GEE].

[7]- Historia, 1838-1856, tomo D-1 [1 ago 1842–1 jul 1843], página 1573, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-d-1-1-august-1842-1-july-1843/218.

[8]- Véase de Billy Graham “Answers,” Billy Graham Evangelistic Association, billygraham.org/answer/jesus-told-the-thief-on-the-cross-he-would-be-with-him-in-paradise-

is-paradise-is-the-same-thing-as-heaven./

[9]- Ver Historia, 1838-1856, tomo D-1 [1 ago 1842–1 jul 1843], página 1573, Times and Seasons 15, abril de 1842, página 760. Ver también Moisés 7:39.

[10]- La visión de Joseph F. Smith, (véase D y C 138) en la cual se reveló que Cristo no fue personalmente entre los inicuos (versículo 20), lo cual no contradice las enseñanzas de Pedro de que Cristo fue y predicó a los encarcelados. Esto se debe a: (1) que envió mensajeros para que predicaran en su nombre a los inicuos que estaban en prisión (versículo 30) y (2) porque todo el mundo de los espíritus, incluyendo el paraíso en donde Él enseñó a los justos (vv 12-19), puede ser considerado una prisión (versículo 50). Esto se explica más adelante en este artículo.

[11]- Para revisarlo, ver de Terryl Givens, Wrestling the Angel (Nueva York: Oxford, 2015), páginas 248-250.

[12]- Chatechism of the Catholic Church, (Chicago: Loyola University Press, 1994), parte 1, artículo 5, párrafo 1, página 164.

[13]- John Calvin, Institutes of the Christian Religion, traducido [al inglés] por Henry Beveridge, (Grand Rapids, MI: Ferdmans, 1981), 1:442.

[14]- Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, (Salt Lake City: Bookcraft, 1976), 1:521-522.

[15]- N. T. Wright Luke for Everyone (Londres, SPCK, 2001), página 201.

[16]- Este documento usrará los términos “alma” y “espíritu” de manera intercambiable tal como se usa en Alma 40.

[17]- John Nicholas Lenker, es el editor de The Sermons of Martin Luther (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1989), página 27.

[18]- J. F. X. Cevetello, “Purgatory” in New Catholic Encyclopedia (Washington, DC: McGraw-Hill), 11:1034.

[19]- Especialmente, ver la sección 138 de Doctrina y Convenios.

[20]- Ver de Bruce R. McConkie, “The Bible, a Sealed Book,” Teaching Seminary: Pre-Service Readings (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2004), páginas 123-132.

[21]- Historia, 1838-1856, tomo C-1 [2 nov 1838–31jul 1842], página 12, The Joseph Smith Papers, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-c-1-2-november-1838-31-july-1842/547.

[22]- Ver de Terryl Givens, “The Book of Mormon and Dialogic Revelation,” Journal of Book of Mormon Studies 10 núm. 2 (2001): páginas 16-27 y 69-70.

[23]- En Alma 40, “alma” se refiere a una persona de espíritu que espera la resurrección para ser “restaurada al cuerpo” (versículo 23). Este es un uso diferente del término en D y C 88:15 en donde el “alma” es la unión del espíritu y el cuerpo.

[24]- Ver “Misterios de Dios” en la Guía Para el Estudio de las Escrituras [GEE].

[25]- La frase “llevados de regreso a Dios” refleja un pasaje en Eclesiastés que declara que al morir “el espíritu vuelva a Dios, quien lo dio” (Eclesiastés 12:7; ver Alma 40:11 nota d). Alma (o el ángel que lo instruyó) podrían haber parafraseado este versículo.

[26]- Esta es una doctrina frecuente en el Libro de Mormón. Por ejemplo, véase Alma 11:41-44 y Moroni10:34.

[27]- Ver de Clyde J. Williams, The Teachings of Harold B. Lee (Salt Lake City: Deseret Book, 2015), página 58.

[28]- Jerreld L. Newquist, compiló Gospel Truth: Discourses and Writings of President George Q. Cannon (Salt Lake City: Deseret Book, 1987), 1:73.

[29]- Joseph Fielding Smith, Answers to Gospel Questions (Salt Lake City: Deseret Book, 1958), 2:85.

[30]- Heber C. Kimball, en Journal of Discourses, 26 tomos, (Londres: Latter-day Saints’ Book Depot, 1854-1886), 3:112-113.

[31]- Aunque Cristo visitó el mundo de los espíritus entre su muerte y Resurrección (ver D y C 138), ya no mora allí sino que ascendió al cielo para morar, como ser resucitado, en el presencia celestial de Dios.

[32]- Al final de su visión, Joseph F. Smith, ve a José Smith, Brigham Young y a otros “fieles élderes” en el mundo de los espíritus (D y C 138: 53-57), pero esto no indica que esos élderes estuvieron en el mundo de los espíritus en la época en que Cristo lo visitó antes de que ellos nacieran. En este momento de la visión, él está viendo el mundo de los espíritus como estaba en el año 1918 al recibir la visión y usó esa información para explicar que “los fieles élderes. . . . cuando salen de la vida terrenal, continúan. . . . en la predicación del evangelio. . . . en el gran mundo de los espíritus de los muertos” (D y C 138:57; énfasis agregado).

[33]- Historia, 1838–1856, tomo E-1 [1 jul 1843–320 abr 1844], The Joseph Smith Papers. https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-e-1-july-1843-30-april-1844/123.

[34]- Discourses of BrighamYoung, compilados por John A. Widtsoe (Salt Lake City: Deseret Book, 1954), páginas 376-377.

[35]- Ezra Taft Benson, “Life is Eternal,” Ensign junio 1971, página 33; véase también Doctrina del Evangelio: Los Sermones y Escritos del Presidente Joseph F. Smith (Salt Lake City: 1959), páginas 423-424.

[36]- Como se usa en Lucas 23:43.

[37]- Como se usa en 1 Pedro 3:19.

[38]- Historia, 1838–1856, tomo D-1 [1 Ago 1842–1 jul 1843], The Joseph Smith Papers, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-d-1-1-august-1842-1-july-1943/219. Ver también Enseñanzas del Profeta José Smith, página 379.

[39]- Widtsoe, Discourses of Brigham Young, página 376.

[40]- Doctrina del Evangelio, página 443.

[41]- El término “estado” se puede referir a una condición y también a un lugar, como en el estado de Texas. La enseñanza de Alma de que el paraíso es un estado no quiere decir que no sea también un lugar.

[42]- D y C 138, resumen de los versículos 11-24.

[43]- Joseph Fielding Smith, Doctrinas de Salvación, compiladas por Bruce R. McConkie (Salt Lake City: 1979) 2:217.

[44]- Ver 2 Nefi 9:13; Alma 40:12; 4 Nefi 1:14; Moroni 10:34.

[45]- Ver 2 Nefi 9:12.

[46]- Ver Alma 40:13.

[47]- Ver Moisés 7:38, 57. Este artículo usará el término “prisión espiritual” al referirse a esa parte específica del mundo de los espíritus en donde son reunidos los “inicuos”. Sin embargo debe tomarse nota de que todo el mundo de los espíritus también puede ser considerado una prisión espiritual, como se muestra en D y C 138:50 y que se explicará en este artículo.

[48]- Como ejemplo, ver Alma 36:13; D y C 76:84.

[49]- McConkie, Doctrinal New Testament Commentary 1:521-522.

[50]- Givens, Wrestling the Angel página 247.

[51]- McConkie, Doctrinal New Testament Commentary 1:521-522.

[52]- Historia, 1838-1856, tomo D-1 [1 ago 1842–1 jul 1843], página 1574, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-d-1-1-august-1842-1-july-1843/219.

[53]- Widtsoe, Discourses of Brigham Young, página 377.

[54]- “Paraíso,” en Leales a la Fe: Una Referencia del Evangelio (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2004), página 111; ver también de Smith, Doctrinas de Salvación, 2:217.

[55]- Newquist, Gospel Truth, página 61.

[56]- D. Todd Christofferson, “The Atonement and the Resurrection,” en By Study and By Faith: Selections from the Religious Educator, editado por Richard Neitzel Holzapfel y Kent P. Jackson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2009), página 17.

[57]- Según lo citó el élder F. Burton Howard, Ensign, mayo 1996, página 28; énfasis agregado. Ver también de M. Russell Ballard, “Keep the Commandments—Beginning Right Now!” (BYU devotional el 6 sep 1987).

[58]- Bruce R. McConkie, “The Probationary Test of Mortality,” (discurso dado en el Instituto de Religión de la Universidad en Salt Lake City, el 10 de enero de 1982).

[59]- D y C 138:57.

[60]- G. Homer Durham, compilador de The Discourses of Wilford Woodruff (Salt Lake City: Bookcraft, 1946), páginas 388-389.

[61]- Russell M. Nelson y Wendy Nelson, “RootsTech Family Day—Opening Session 2017.” La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. https://www.churchofjesuschrist.org/family-history/video/opening-session-2017?lang=eng.

[62]- Historia, 1838-1856, tomo E-1 [1 jul 1843–30 abr 1844], página 1971, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-e-1-1-july-1843-30-april-1844/343.

[63]- Boyd K. Packer, Let Not Your Heart Be Troubled (Salt Lake City: Bookcraft, 1991), página 266.

[64]- Robert D. Hales, Return: Four Phases of Our Mortal Journey Home (Salt Lake City: Deseret Book, 2010), página 404.

[65]- Ver también D y C 93:33.

[66]- Bruce R. McConkie, “A New Commandment: Save Thyself and Thy Kindred,” Ensign, agosto de 1976, página 11. El Presidente Oaks enseñó que “Todos en el mundo de los espíritus están bajo alguna forma de cautiverio”. Dallin H. Oaks, “Confía en el Señor,” Liahona, noviembre 2019.

[67]- Wilford Woodruff, en Journal of Discourses, 22:333-334.

[68]- Ver de Oaks, “Confía en el Señor,” Liahona, noviembre 2019.

[69]- Enseñasnzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2007) página 184.

[70]- Es posible que el paraíso esté organizado igual que el reino celestial con el orden patriarcal del gobierno familiar en donde los padres y las madres presiden sobre sus hijos mediante los convenios y los sellamientos del templo. Ver de Ezra Taft Benson, “What I Hope You Will Teach Your Children about the Temple,” Ensign, agosto 1985, página 6.

[71]- Heber C. Kimball, en Journal of Discourses, 4:135-137.

[72]- En D y C 132:26-27 parece implicarse que las mujeres tanbién pueden cometer el pecado imperdonable y llegar a ser hijas de perdición.

[73]- Ver 2 Nefi 9:12-13 e “Infierno” en la GEE.

[74]- D y C 29:38; ver “Infierno” en la GEE.

[75]- Ver Alma 40:13 y Alma 34:34-35.

[76]- Mathias F. Cowley, Wilford Woodruff: History of His Life and Labors (Salt Lake City: Bookcraft, 1964), página 415.

[77]- Ver también D y C 19:15-20.

[78]- Historia, 1838-1856, tomo D-1 [1 ago 1842–1 jul 1843], página 1574, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-d-1-1-august-1842-1-july-1843/219; énfasis agregado.

[79]- Historia, 1838-1856, tomo E-1 [1 jul 1843–30 abr 1844], página 1976, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-e-1-1-july-1843-30-april-1844/348.

[80]- “Discurso, el 12 may 1844, según lo reportó Thomas Bullock,” (página 12). The Joseph Smith Papers, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary-history/discourse-12-may-1844-as-reported-by-thomas-bullock/2.

[81]- Discurso en la Conferencia de Estaca en Logan, Utah el 1 nov 1891, sobre la Declaración Oficial I. “Extracto de Tres Discursos dados por el Presidente Wilford Woodruff acerca del Manifiesto”.

[82]- Ver de Dallin H. Oaks, “Limpios Mediante el Arrepentimiento,” Liahona, mayo 2019.

[83]- Predicad Mi Evangelio: Una Guía al Servicio Misional (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2018) página 53.

[84]- Neal A. Maxwell, The Promise of Discipleship (Salt Lake City: Deseret Book, 2001), página 111.

[85]- Russell M. Nelson, “The Doors of Death,” Ensign, mayo 1992, página 72

[86]- - Quizás esta es la razón de esperar un año para efectuar las ordenanzas vicarias por los que mueren.

[87]- Melvin J. Ballard, The Three Degrees of Glory (Salt Lake City: Deseret Book, 1965), páginas 13-15. También Ver de Dallin H. Oaks, “Limpios Mediante el Arrepentimiento,” Liahona, mayo 2019.

[88]- Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Wilford Woodruff (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2004). Página 198.

[89]- Lorenzo Snow, Millenial Star, 6 de octubre 1893, página 718.

[90]- Russell M. Nelson, “Ven, Sígueme,” Liahona, mayo de 2019.

[91]- Dallin H. Oaks, “Limpios por el Arrepentimiento,” Liahona, mayo 2019. En otra ocasión enseñó: “aunque se nos insta a no postergar nuestro arrepentimiento durante la vida mortal (véase Alma 13:27), se nos enseña que es posible cierto arrepentimiento allí (véase Doctrina y Convenios 138:58). Dallin H. Oaks, Confía en el Señor,” Liahona, noviembre 2019.

[92]- Smith, Answers to Gospel Questions, 2:209; Véase también: Leales a la Fe, página 94; McConkie, “A New Commandment, página 9; Ballard, Three Degrees of Glory; José Smith y W. W. Phelps, “A Vision,” Times and Seasons, 4:82-85; Spencer W. Kimball, El Milagro del Perdón, (Salt Lake City: Deseret Book, 1969), página 249; Doctrine of the Gospel: Student Manual, (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 2010), páginas 90. 92.

[93]- “Infierno” en la GEE. De igual manera, el Presidente Dallin H. Oaks ha enseñado: “Después de que hayamos sufrido y nos hayamos arrepentido de haber quebrantado las leyes que se nos han enseñado, todos estaremos destinados a un reino de gloria. El juicio final y definitivo lo hará el Señor, quien es el único que tiene el conocimiento, la sabiduría y la gracia necesarios para juzgar a cada uno de nosotros”. Dallin H. Oaks, “Los Dos Grandes Mandamientos,” Liahona, noviembre 2019.

[94]- “Infierno” en la GEE. Solamente quienes lleguen a ser hijos o hijas de perdición sufrirán en el infierno durante toda la eternidad. Todos los demás serán salvos en un grado de gloria (D y C 76:43-44).

[95]- Oaks, “Confía en el Señor, Liahona, noviembre de 2019.