Amado hijo: lecciones del capítulo 9 de Moroni

Ezra Gwilliam

Ezra Gwilliam (gwilliamg@ldschurch.org) es maestro de Seminarios e Institutos de Religión en Caldwell, Idaho.

Los profetas Mormón y Moroni “brindan el epílogo al Libro de Mormón, el hijo basándose libremente en los mensajes y las cartas de su padre.” [1] Estos mensajes y cartas incluyen: un testimonio ferviente, enseñanzas doctrinales explícitas, y la descripción de la decadencia y la disolución. Comparado contra los capítulos 8 y 10, el capítulo 9 de Moroni es más bien un presentimiento. La cuidadosa carta doctrinal en el capítulo 8 cambia en el capítulo 9 a un padre que explica los horrores de la guerra al comparar la situación de una familia contra los predicamentos de una época. El Presidente Ezra Taft Benson sugiere que reflexionemos en el propósito y el contexto de los escritores al leer las escrituras, el dijo: “Si ellos vieron nuestro día y escogieron las cosas que serían de mayor valor para nosotros, ¿no debe ser esa la forma en que estudiemos el Libro de Mormón? Debemos preguntarnos constantemente, ‘¿Por qué inspiró el Señor a Mormón (o a Moroni o a Alma) a que incluyera eso en el registro? ¿Qué lección puedo aprender de ello para que me ayude en este día y época?’” [2]

Este artículo trata de contextualizar este capítulo de Moroni y de presentar aplicaciones que puedan ayudar a los maestros para que enseñen el capítulo 9 de Moroni de una manera poderosa que conduzca a la comprensión y a la edificación. [3] El contexto se establece rápidamente al usar los notas al pie de página y otros recursos de enseñanza, las aplicaciones presentadas no son exhaustivas, sino principios importantes que dirigen a los estudiantes y a los maestros a entender y sentir la importancia de la doctrina. Idealmente, el colocar el contenido y el contexto de manera sucinta en este artículo ayudará a los maestros y a los alumnos a comprender las grandes lecciones que se encuentran en Moroni 9.

El Contexto de los Escritos de Mormón y Moroni en las Escrituras

Cerca del año 385 DC, Mormón empieza a “concluir mis anales” (Palabras de Mormón 1: 9) bajo los “susurros” y “las impresiones” del Espíritu (ver Palabras de Mormón 1: 7) “según el saber y el entendimiento” (Palabras de Mormón 1:9) que Dios le había revelado. Cerca de la terminación de su compendio Mormón entiende las profecías de Cristo, “sabiendo que muchas de ellas se han cumplido” (Palabras de Mormón 1: 4). Además, Mormón cree en otras profecías que “se extienden más allá de este día” y “que ciertamente se cumplirán” (Palabras de Mormón 1: 4) Sus escritos muestran la capacidad de Mormón para profetizar y testificar, unida a la inspiración de Dios. Por tanto, fue bajo esas condiciones espirituales que Mormón decidió escribir sobre “estas cosas” (Palabras de Mormón 1: 5).

Moroni se presenta al comenzar sus escritos en el capítulo 8 de Mormón. Al mencionar la muerte de su padre, solamente declara: “me hallo solo. Mi padre ha sido muerto en la batalla, y todos mis parientes, y no tengo amigos” (Mormon 8: 5). Moroni decide estar solo debido a que los lamanitas matan a todos los que no nieguen a Cristo y Moroni asegura, “Yo. . . . no negaré al Cristo; de modo que ando errante” (Moroni 1: 3). Los siguientes capítulos tienen información acerca de las ordenanzas y el gobierno de la Iglesia (capítulos 2 al 6), y el capítulo 7 lo escribió en base a “unas pocas de las palabras que mi padre Mormón habló. . . . al pueblo mientras les enseñaba en la sinagoga” (Moroni 7: 1), los versículos 2 al 48 son citados directamente de las enseñanzas de Mormón. El capítulo 8 de Moroni se escribió de igual manera, aunque Moroni aclara que es “una epístola” escrita para él poco después de su “llamamiento al ministerio” (Moroni 1: 8) en la que enseña en contra de las abominaciones que algunos miembros habían estado practicando al hacer que se bautizaran sus niños pequeños.

Por lo tanto, los capítulos 1 al 8 de Moroni brindan una compilación de material de introducción y los tratados de Mormón y Moroni para certificar, mejorar y enseñar el orden en la iglesia. Sin embargo, el capítulo 9 empieza de manera más íntima. No se le llama una epístola sino que simplemente empieza: “Mi amado hijo, te escribo otra vez” (Moroni 9: 1). Esta comunicación es diferente. No es un tratado doctrinal y carece de la forma didáctica de los protocolos específicos del sacerdocio de los capítulos anteriores. Esta carta personal de padre a hijo abruma el corazón al hablar de los horrores de la guerra y al aplicarla “rasga el corazón” (ver Joel 2:13).

Parece ser que Mormón murió en el año 385 DC [4] como a los setenta y cuatro años de edad tras haber sido herido fatalmente en la última gran batalla entre los nefitas y los lamanitas. Antes de su muerte, le entregó a Moroni las planchas (Mormón 6:6) junto con otros escritos que ahora constituyen los capítulos 7 al 9 del libro de Moroni, sabiendo quizás “que serán preciosas para mis hermanos” (Palabras de Mormón 1: 6). Algunos eruditos creen que el libro de Moroni fue escrito alrededor de los años 420-421 DC. [5] Si esos cálculos son exactos, Moroni guardó las cartas de su padre durante treinta y siete años antes de transcribirlas a las planchas de oro.

Contexto Cultural

El entorno en el que se encuentran Mormón y Moroni es una completa revolución de iniquidad (ver Mormón 2: 8, 18-19), una época llena de horror que parecía imposible de describir (ver Mormón 4: 11-12). En varias ocasiones Mormón reporta que experimentó gran aflicción y dolor (ver Mormón 2: 13, 15, 19, 27; 5: 9, 11; 6: 20), y en cierto punto la tristeza se queda corta pues Mormón dice: “no atreviéndome a dar cuenta completa de lo que he visto” para que “no os aflijáis demasiado por la iniquidad de este pueblo” (Mormón 5: 9). La iniquidad generalizada deja a Mormón sin “ninguna esperanza” (Mormón 5: 2). Es bajo esas circunstancias que Mormón escribe a su hijo la carta que ahora se encuentra en las escrituras.

El capítulo 9 de Moroni es una descripción horripilante de la época de Moroni. “Mi amado hijo” escribe Mormón y rápidamente reporta que “estoy vivo todavía” (Moroni 9:1). Después de ese reporte (el cual debió haber consolado a Moroni) la carta se convierte en una horrible descripción de la obscuridad y depravación. Mormón describe la muerte y la destrucción de los guerreros, la sed de sangre y de venganza y el odio entre los combatientes. También reporta la destrucción espiritual que coincide con el deterioro moral: Satanás provocando a la ira a unos contra otros, la ausencia del Espíritu del Señor, y la falta de amor de uno para con el otro (ver Moroni 9: 2-5).

Mormón aumenta este enfermizo relato de guerra al explicar que los prisioneros que fueron tomados de la torre de Sherriza son alimentados con la carne de sus padres ejecutados y con un poco de agua (ver Moroni 9: 7-8). Quienes permanecieron en la abandonada Sherriza fueron dejados con muy poco o nada para su sustento, lo que forzó a las viudas y sus hijos a vagar por donde pudieran hallar alimento y agua, y “muchas ancianas se desmayan por el camino y mueren” (Moroni 9:16). Mormón también reconoce que la depravación del pueblo lo ha dejado incapaz de poner en vigor sus órdenes y que el pueblo está débil, pervertido, brutal, sin misericordia pues no perdonan a nadie, sin civilización, inicuos, sin principios ni sentimientos, “sí, la lengua no puede expresar” (ver Moroni 9: 11-19) lo terrible de la situación.

Tristemente, los acontecimientos en Sherriza “no exceden” (Moroni 9: 9) la abominación de los guerreros nefitas en Moriantum. Como señal de valor, estos soldados inhumanos capturaron a muchas hijas de los lamanitas y las privaron “de lo que era más caro y precioso que todas las cosas, que es la castidad y la virtud” (Moroni 9:9). Inexplicablemente, como si esa “señal de valor” no fuera suficiente, esas hijas fueron torturadas “de la manera más cruel” (Moroni 9: 10). Finalmente, los soldados “devor[aron] sus cuerpos como bestias salvajes” (Moroni 9:10). Por tanto Mormón dice “He aquí, mi corazón exclama” (Moroni 9:15).

Mormón y Moroni se Dirigen al Lector

Las escenas producidas por Mormón rebasan los límites de la imaginación. Es en este punto en el cual tanto Mormón como Moroni unen a los milenios y usan el contexto cultural para enseñar las doctrinas y principios del evangelio. Moroni declara que los futuros lectores le fueron mostrados por Jesucristo con tanto detalle que simplemente explica: “conozco vuestras obras” (Mormón 8: 35). Moroni supo como sería nuestra época (ver Mormón 8: 36), y la iniquidad generalizada pudo haber sido similar a la de su propia época. Al igual que nosotros, Moroni creció en una época de grandes centros de población y edificios (ver Mormón 1: 7), una época en la que los gobiernos tenían una cantidad enorme de soldados (ver Mormón 1: 11), una época en que las hechicerías y los encantamientos existían en la tierra (ver Mormón 1: 19), y una época en la que la sociedad parecía estar en un ciclo continuo de iniquidad (ver Mormón 8: 8). Aunque el lector actual del Libro de Mormón y Moroni vivieron separados por milenios, el élder Neal A. Maxwell nos explica como es que el derrumbe cultural ocurre sin importar la época: “La caída de una cultura se acelera cuando hay segmentos de la sociedad, egoístas y con intereses personales, que se vuelven indiferentes a los valores generales que todos tuvieron una vez en común. El indiferente o el que se complace a sí mismo facilitan la caída al mismo tiempo que conducen a la sociedad al infierno.” [6] Moroni no solamente vio nuestro día sino que también vivió en una época que era muy similar en cuanto a la iniquidad. Mormón y Moroni entendieron muy bien la dificultad de vivir en tiempos de pruebas y por lo tanto escribieron para los futuros lectores que debían enfrentar la misma cosa. Dentro de estos contextos cultural y espiritual, hay cuando menos tres principios y aplicaciones poderosos que emergen de la carta de Mormón a su hijo.

Lección 1: “Hijo Mío, Sé Fiel En Cristo” (Moroni 9:25)

Después de reportar la época horrible en que Mormón y Moroni vivían, Mormón le implora a su hijo que se sobreponga a las dificultades al declararle sencillamente: “Hijo mío, sé fiel en Cristo” (Moroni 9:25). Al describir las atrocidades mencionadas en el capítulo 9 del libro de Moroni, los jóvenes, los jóvenes mayores (junto con sus maestros, sus líderes y sus padres) deberían llenarse de valor y fortalecer sus hombros sabiendo que es posible ser fiel aunque (y especialmente) las sociedades y las culturas estén envueltas en el pecado. Y como enseñó Hugh B. Nibley: “El panorama de su mundo que presentan estos dos [Mormón y Moroni], y que en su mente tiene un gran parecido a nuestro propio mundo, es de increíble negrura. La situación es increíblemente mala, y en vista de la manera en que suceden las cosas, sin esperanza.” [7] En estos últimos días, aunque la sociedad y la cultura sean “increíblemente malas” y “sin esperanza”, los Santos aún pueden permanecer increíblemente buenos y poseer una fuerte esperanza por el futuro. La pregunta no es qué tan mala será la sociedad, sino más bien, la pregunta que Mormón les hace a todos los lectores es “¿Qué tan bueno puedo llegar a ser?” Mormón, un hombre endurecido por las batallas, escribe sobre la naturaleza deplorable de la guerra, pero aún así al concluir su carta mantiene la intensidad de un padre enseñando: “Hijo mío, sé fiel en Cristo” (Moroni 9: 25).

La dificultad en la petición de Mormón se hace más impresionante cuando el lector comprende que Moroni debe ser fiel mientras se encuentra solo. En este aislamiento, Moroni nunca se rinde o se da por vencido. Al igual que Moroni, el Presidente Thomas S. Monson fue soldado y ha hablado sobre la necesidad de la rectitud solitaria durante los tiempos de guerra. Un domingo, mientras estaba en el campo de entrenamiento, un oficial separó a los soldados en base a su religión para que asistieran a sus servicios religiosos. El Presidente Monson quedó solo parado en actitud de firmes después de que los soldados de los grupos católicos, judíos y protestantes rompieron filas. El Presidente Monson pensó: ‘“Monson, tú no eres católico, no eres judío ni eres protestante. Tú eres mormón; ¡así que quédate aquí!”. Les aseguro que me sentí completamente solo, con valor y determinación sí, pero solo. [8] En resumen, Mormón le enseño a su hijo por escrito hace años, y el Presidente Monson les enseña hoy a los SUD que “Habrá veces en que afrontarán desafíos que puedan poner en peligro su testimonio; o lo descuidarán al dedicarse a otros intereses. Les ruego que lo mantengan fuerte. Es la responsabilidad de ustedes, y sólo de ustedes, la de mantener la llama ardiendo intensamente. Se requiere un esfuerzo, pero es un esfuerzo del cual nunca se lamentarán.” [9] Una primera lección del capítulo 9 de Moroni inspira la siguiente pregunta: “¿Tenemos el valor moral para defender nuestras creencias aunque tengamos que hacerlo solos?” [10]

El élder Robert D. Hales enseñó: “En décadas recientes, la Iglesia, en mayor parte, no ha tenido que afrontar los terribles malentendidos ni las persecuciones que vivieron los primeros santos; esto no siempre será así.” [11] Los Santos de los Últimos Días han enfrentado y enfrentarán desafíos que pondrán a prueba su capacidad de “ser fieles en Cristo” (Moroni 9:25). Puede ser que estas pruebas no vengan en la forma de guerra o en una violencia tan extrema como la describe Mormón, pero vendrán, y para mantenerse fieles, se necesitará la misma tenacidad con la que Moroni fue fiel. Una persona fiel tiene la capacidad de “Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis” (D y C 6:36) reconociendo que “El mundo se aleja del Señor más rápido y más lejos que nunca. El adversario ejerce su poder e influencia sobre la tierra. Vemos, oímos, leemos, estudiamos y compartimos las palabras de los profetas a fin de estar prevenidos y recibir protección.” [12] Los fieles son protegidos al adherirse a las palabras y consejos de los Profetas no solamente bajo las circunstancias de un mundo difícil sino en toda circunstancia.

Un padre apesadumbrado que ha descrito la pesadilla de vivir en medio de la guerra, la decadencia moral, y la declinación espiritual define con claridad esta lección para su hijo—y por incluirla Moroni en su libro— para nosotros: “Hijo, mío, sé fiel en Cristo” (Moroni 9:25). Ese es el mensaje. Este consejo paternal escrito en una carta y luego grabado en oro e idealmente escrito “en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3: 3) es necesario mientras los Santos atraviesan la cultura de hoy. Por tanto, la descripción metódica del mal, hecha por Mormón, se convierte en un consejo motivador de siempre permanecer “fieles en Cristo” (Moroni 9:25).

Lección 2: “Sino Cristo Te Anime” (Moroni 9: 25).

Cuando Mormón indica que no abrigaba “ninguna esperanza” (Mormón 5: 2), no era su “esperanza en Cristo” (Jacob 2: 19) la que había disminuido, ya que Mormón escribe: “que las cosas que he escrito no te aflijan, para apesadumbrarte hasta la muerte” (Moroni 9: 25). Es sorprendente el pensar que los escritos de Mormón pudieran causar que Moroni cayera en tanta tristeza. Al igual que Moroni, las personas que viven en los últimos días pueden sufrir ese profundo pesar; sin embargo, al igual que en la época de Moroni, el poner la carga en la Expiación de Jesucristo entrega la segunda lección: “Sino Cristo te anime. . . . y la esperanza de su gloria y de la vida eterna, reposen en tu mente para siempre” (Moroni 9:25).

La tristeza es compañera de la mortalidad. La lección del capítulo 9 es que quienes sufren pueden ser animados al tener esperanza en Cristo y dejar que la esperanza sea mayor que su tristeza. El Presidente Dieter F. Uchtdorf ha explicado: “La esperanza no es conocimiento sino, más bien, es la confianza perdurable de que el Señor cumplirá Sus promesas. . . es creer y esperar a que nuestras oraciones sean contestadas; es una expresión de confianza, optimismo, entusiasmo y paciente perseverancia.” [13] Este es el tipo de esperanza que fortalece a los Santos para vivir el evangelio, ser productivos y alegrar a un mundo apesadumbrado al ser “anim[ados]” por Cristo (Moroni 9: 25).

Se necesita este tipo de esperanza en las circunstancias variadas que nos impone la vida.[14]

Esta esperanza es indispensable para los padres que anhelan que un hijo o una hija errante regrese a casa, o para una madre que llama al hospital y solamente le informan que su hijo está en una larga lista de espera, o para los padres que cuidan a un hijo con necesidades especiales y que están tratando de enfocarse en lo especial más que en todas las necesidades.[15] El ser animados no significa que se nos quiten nuestras cargas, sino más bien que tengamos ánimo y motivación dentro de nosotros mismos. Las cualidades de optimismo, entusiasmo, y perseverancia que se centran en la Expiación de Cristo, permiten que las personas encuentren una esperanza verdadera y duradera.

El Presidente Monson nos enseña que el tener esperanza en Cristo y un testimonio centrado en Él nos brinda la guía y nos da el valor para ser “fiel en Cristo” y para que “Cristo te anime” (Moroni 9: 25). Después de dar varios ejemplos de Santos de las escrituras que fueron rectos en circunstancias difíciles el Presidente Monson explica:

Tal vez el ejemplo de Moroni sobrepase al de todos ellos; ya que él tuvo el valor de perseverar hasta el fin en rectitud.

Todos se sintieron fortalecidos por las palabras de Moisés: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo… porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará”. Él no los dejó ni nos dejará a nosotros; no los desamparó ni nos desamparará a nosotros.

Esta dulce seguridad es la que puede guiarnos, a ustedes y a mí, en nuestra época, en nuestros días, en nuestras vidas. Sin duda, sentiremos temor, soportaremos burlas y experimentaremos oposición. Tengamos el valor de desafiar la opinión popular, el valor de defender lo que sea justo. El tener valor y no transigir es lo que trae la aprobación de Dios. El valor llega a ser una virtud real y atractiva cuando no sólo se considera como el estar dispuesto a morir con hombría, sino también como una determinación de vivir con decencia. Un cobarde moral es el que tiene miedo de hacer lo que sabe que es correcto porque otros puedan estar en su contra o burlarse de él. Recuerden que todos los hombres tienen sus temores, pero los que enfrentan sus temores con dignidad también son valientes. [16]

Le esperanza centrada en Cristo le dio a Moroni el valor necesario para mantenerse fiel. Esos mismos valor y esperanza deben ser parte de las personas que sufren tristeza en estos días.

La lección 2 enseña que el pesimismo, el desánimo, la depresión y una vida sin esperanza no producirán la fe necesaria para vencer. El vivir el evangelio requiere valor y esfuerzo en épocas de iniquidad; sin embargo, la iniquidad no puede apagar la fe puesta en el Salvador. El mensaje de Mormón suena fuerte: que la “esperanza de su gloria y de la vida eterna, reposen en tu mente para siempre” (Moroni 9:25).

Lección 3: “Que La Gracia De Dios. . . .Te Acompañe y Quede Contigo” (Moroni 9: 26).

Por último, Mormón desea que Moroni tenga “la gracia de Dios el Padre” y que esa gracia “te acompañe y quede contigo para siempre” (Moroni 9:26) El Diccionario de la Biblia [en inglés] indica que es “por la gracia del Señor que las personas, mediante la fe en la Expiación de Jesucristo y el arrepentimiento de sus pecados, reciben la fuerza y ayuda para efectuar buenas obras que de otra manera no podrían hacer si dependieran de sus propios esfuerzos. Esta gracia es un poder edificador.” [17] Por tanto, Mormón subraya lo importante que es para Moroni el depender del “poder edificador” de Cristo y Su Expiación para que pueda hacer buenas obras en su vida. Es la gracia de Cristo lo que permite que Moroni y los Santos en cualquier época vivan rectamente en medio de sociedades degeneradas y disolutas. Mormón es un padre con una fe implícita y sin reservas en el poder de Cristo para ayudar a su hijo para que llegue a ser lo que el Presidente Marion G. Romney llamó “un ejemplo heroico de poder seguir hasta el fin aun bajo las circunstancias más difíciles.” [18]

La doctrina de la gracia debe haber impactado con gran fuerza a Moroni, ya que es uno de sus pensamientos al despedirse de los lectores del Libro de Mormón. Moroni enseña:

Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con toda vuestra alma, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente para que por su gracia seáis perfectos en Cristo; y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo, de ningún modo podréis negar el poder de Dios.

Y además, si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo y no negáis su poder, entonces sois santificados en Cristo por la gracia de Dios, mediante el derramamiento de la sangre de Cristo, que está en el convenio del Padre para la remisión de vuestros pecados, a fin de que lleguéis a ser santos, sin mancha. (Moroni 10: 32-33) énfasis agregado.

Ese mismo modelo de los medios y la asistencia divinos santificará y glorificará a las personas para la vida eterna con Dios. Isaías enseña: “y hasta vuestra vejez yo seré el mismo, y hasta vuestras canas os soportaré yo; yo he hecho y yo llevaré; yo os soportaré y yo os libraré.” (Isaías 46: 4). Cuando la obscuridad de una sociedad pecadora penetra las culturas, los Santos deben confiar en el Salvador para llevar, soportar y aligerar sus cargas mediante Su gracia.

Conclusión

El capítulo 9 de Moroni permanece como un recordatorio no placentero, pero tierno, en el “más correcto de todos los libros” [19] Los principios del evangelio y las aplicaciones que se han tratado en este artículo enseñan que la promesa de testimonio que se encuentra en la página 640 (de la edición actual de El Libro de Mormón) es un recordatorio exacto y hermoso de que estos testimonios deben igualar la fortaleza espiritual que pide la página 639. O como se expresa en las palabras del élder Jeffrey R. Holland: “El recordatorio es que no podemos enlistarnos en un momento de tal importancia eterna y de consecuencias eternas sin saber que será una batalla—una buena batalla y una batalla vencedora—pero batalla al fin.” [20]

Estos fascinantes capítulos finales del Libro de Mormón nos muestran una cultura que es similar a nuestra sociedad contemporánea en cuanto a la decadencia inicua. Así como los profetas y los padres antiguos han esperado y suplicado por sus hijos fieles, hoy es igual. La gracia de Cristo viene a los fieles, extinguiendo la tristeza y brindando esperanza a los hijos e hijas de Dios de que pueden y triunfarán en su propia búsqueda personal de la rectitud. En los tiempos difíciles de la actualidad, Mormón implora que todos, y especialmente su “ amado hijo” (Moroni 9: 1) Moroni “se[a] fiel en Cristo” y que “Cristo te anime,” y que la “gracia de Dios repose en tu mente para siempre” (Moroni 9: 25-26).

Notas

[1] Hugh B. Nibley, Since Cumorah: The Book of Mormon in the Modern World (Salt Lake City: Deseret Book, 1967), página 436.

[2] Ezra Taft Benson, en el Reporte de la Conferencia, octubre de 1986, página 5.

[3] Ver Gospel Teaching and Learning de los Seminarios e Institutos de Religión (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2012), página 6.

[4] Sterling W. Sill, The Upward Reach (Bountiful, UT: Horizon Publishers, 1980), página 252.

[5] H. Donl Peterson, Moroni: Ancient Prophet, Modern Messanger (Springville, UT: Cedar Fort, 2008), página 53.

[6] Neal A. Maxwell, en Reporte de la Conferencia, abril de 1999. página 28.

[7] Nibley, Since Cumorah, página 496.

[8] Thomas S. Monson, “Atrévete a lo correcto aunque solo estés” Liahona, noviembre de 2011.

[9] Thomas S. Monson, “Crean, obedezcan, perseveren” Liahona, mayo de 2012.

[10] Thomas S. Monson, “Atrévete a lo correcto aunque solo estés” Liahona, noviembre de 2011.

[11] Robert D. Hales, “La Conferencia General: Fortalece la fe y el testimonio” Liahona, noviembre de 2013.

[12] Robert D. Hales, “La Conferencia General: Fortalece la fe y el testimonio” Liahona, noviembre de 2013.

[13] Dieter F. Uchtdorf, “El poder infinito de la esperanza” Liahona, noviembre de 2008.

[14] Neil A. Maxwell, “Según Nuestros Deseos,” Liahona, noviembre de 1996.

[15] Para tener una perspectiva sobre como cuidar a un niño con necesidades especiales, ver www.oursilentprincess.com.

[16] Thomas S. Monson, “ El llamado al valor,” Liahona, mayo de 2004.

[17] Bible Dictionary, “grace” página 697 cursiva agregada.

[18] Marion G. Romney, en Reporte de la Conferencia, abril de 1954.

[19] José Smith, según se menciona en la Introducción del Libro de Mormón.

[20] Jeffreey R. Holland, “Cast Not Away Therefore Your Confidence,” Ensign, marzo de 2000 página 8.