1844 la última asignación del profeta a los doce
Richard Neitzel Holzapfel
Richard Neitzel Holzapfel es profesor de historia y doctrina de la Iglesia en la Universidad Brigham Young.
Siendo un año de elecciones en los Estados Unidos, 1844 estuvo lleno de temas y preocupaciones políticas así como de conocimiento doctrinal y de los desafíos administrativos de la creciente comunidad de Nauvoo y de la Iglesia en Norte américa y en las Islas Británicas así como de la continua oposición hacia José Smith y su misión profética. [1] B. H. Roberts observó: “Repetidamente se hicieron acusaciones durante este tiempo de que el Presidente Smith era un profeta caído. Pero cuando se consideran las poderosas doctrinas [dadas en su discurso final en la conferencia general el 6 de abril de 1844], y se toma en cuenta el poder espiritual con que las está entregando, no se podría hacer mejor refutación de que él fuera un profeta caído. El Profeta vivió su vida en crescendo. Desde pequeños inicios, se elevó en amplitud y poder al acercarse a su fin.” [2]
Este capítulo se enfocará en los últimos seis meses de vida del Profeta; los agitados meses de enero a junio. También tratará la importante transición de autoridad de su ministerio al de los Apóstoles, incluyendo la última asignación que les dió en la primavera de 1844.
Un Repaso de las Fechas Clave
El viernes 19 de enero, el Profeta dio una conferencia sobre la Constitución de los Estados Unidos y las candidaturas de quienes estaban buscando ser presidente. [3] Dos días después, el domingo 21 de enero, el Profeta predicó a varios miles de personas sobre el sellamiento de los corazones de los padres a los hijos y los corazones de los hijos a lo padres, dando por primera vez un interpretación exacta de Malaquías 4, a la cual se había referido en septiembre de 1842. [4] “¿Cómo es que [los Santos] pueden llegar a ser Salvadores en el Monte de Sión?” preguntó retóricamente el Profeta y entonces contestó su propia pregunta: “Construyendo sus templos, erigiendo sus pilas bautismales, y recibiendo todas las ordenanzas, bautismos, confirmaciones, lavamientos, unciones, ordenaciones y los poderes de sellar sobre nuestras cabezas a favor de todos nuestros progenitores que han muerto, y redimirlos; a fin de que se levanten en la primera resurrección y sean exaltados a tronos de gloria, con nosotros. Esta es pues la cadena que une los corazones de los padres a los hijos y los hijos a los padres, lo cual cumple la misión de Elías el Profeta.” [5] Desde la primera aparición del ángel Moroni en Palmyra en 1823, el Señor había estado preparando a José para uno de los eventos culminantes de su ministerio: la institución de las ordenanzas que sellarían por la eternidad a las familias (véase Doctrina y Convenios 2). Muchas de las escrituras que citó Moroni en 1823 pertenecen al “reino familiar” del sacerdocio patriarcal (véase José Smith – Historia 1: 36-39).
La Restauración se enfocó primero en la salvación y la vida eterna de las personas. El Libro de Mormón, publicado en marzo de 1830, delineó la plenitud del evangelio —que creyendo en Cristo, arrepintiéndose de los propios pecados, aceptando el bautismo a manos de alguien que tiene la autoridad, recibiendo el don del Espíritu Santo y perseverando hasta el fin— las personas pueden ser salvas en el reino de Cristo y obtener la vida eterna (véase 2 Nefi 31: 3; 3 Nefi 27: 19-20). Pero a medida que avanzaba la restauración, los pasajes citados por el ángel Moroni tomaron importancia. Se hizo aparente que Dios quiere dar recompensas, además de la salvación y la vida eterna. Por ejemplo, en el Sermón del Monte, Jesús dijo: “vuestro galardón es grande en los cielos” (Mateo 5: 12; énfasis agregado). El cielo no es el galardón final , sino que se promete un galardón adicional después de que uno esté en el cielo; [6] algo adicional a la salvación o la vida eterna. El Señor indicó que el galardón era exaltación y vidas eternas. La primera de cuatro revelaciones acerca de la exaltación (Doctrina y Convenios 76; 84; 88; 93) se recibió en febrero de 1832. [7] Se hizo claro que la salvación tenía dos significados: primero, salir en la Resurrección en algún reino de gloria; y segundo, en el significado más completo, entrar en la gloria del reino celestial, o sea, obtener la vida eterna. La vida eterna está disponible para las personas, pero la exaltación y vidas eternas están disponibles solamente para las familias (véase Doctrina y Convenios 131: 1-2). El sellar a las familias —uniéndolas en el templo— era el propósito final de la Restauración y el enfoque del Profeta en sus últimos años. Solamente hasta el fin de su ministerio se entendieron las escrituras citadas por el ángel Moroni.
Ese mismo mes el Profeta fue nominado por ciudadanos locales de Nauvoo como candidato para presidente de los Estados Unidos. [8] Es imposible saber si José Smith creyó en realidad que podría ganar las elecciones o si decidió participar como protesta contra los principales candidatos, que no estaban dispuestos a intervenir en los asuntos de los estados aunque las minorías fueran perseguidas, como les había pasado a los Santos de los Últimos Días en Missouri en el año 1838. [9] Su candidatura también dio a los misioneros oportunidades adicionales para hablar de la Iglesia y para hacer públicas las injusticias que habían sufrido los miembros de la Iglesia en Missouri. No es raro que la gente vote en las elecciones, de la ciudad, del condado, del estado o aún en las nacionales, por un candidato que no tenga posibilidades de ganar, sabiendo que, por sus principios, no podrían apoyar a los otros candidatos. Probablemente, José Smith sintió que no podría apoyar a los principales candidatos políticos, James K. Polk y Henry Clay, después de tratar de saber que harían por las minorías religiosas, incluyendo a los Santos de los Últimos Días. Ciertamente, el Profeta estaba preocupado por el bienestar de los Santos de los Últimos Días, pero él también se preocupaba por las otras minorías perseguidas en los Estados Unidos. [10] Aproximadamente seis meses antes José escribió:
¿Por qué es que este charlatán gana tantos discípulos y los retiene? Es porque poseo el principio del amor. Todo lo que puedo ofrecer al mundo es un corazón y una mano buena.
Los miembros de la Iglesia pueden testificar si estoy dispuesto a poner mi vida por los hermanos. Si se ha demostrado que estoy dispuesto a morir por un “mormón”, declaro sin temor ante los cielos que estoy igualmente dispuesto a morir en defensa de los derechos de un presbiteriano, un bautista, o cualquier hombre bueno de la denominación que fuere. . .
Lo que inspira mi alma es el amor por la libertad, la libertad civil y religiosa para toda la raza humana. Mis abuelos inculcaron en mi alma el amor por la libertad mientras me sentaban sobre sus rodillas; ¿y me faltarán amigos? ¡No! [11]
Otra posible razón para la campaña presidencial del Profeta fue que trataba de llegar a ser un agente político poderoso en esa región para proteger a su pueblo por medio de las influencias políticas.
Sea cual haya sido la causa, el anuncio de José Smith levantó algunas preguntas con respecto a la separación de la iglesia y el estado. Irónicamente, en la tradición americana, los pastores, los ministros y los rabinos habían competido para puestos políticos a nivel local, del condado, del estado y nacional. Sin embargo, mucha gente del Condado de Hancock estaban muy preocupados por la creciente influencia de José Smith. [12]
El domingo 4 de febrero, José le relató a William Weeks, el arquitecto del templo, la visión que había recibido con respecto al diseño y el modelo del Templo de Nauvoo. [13] Pasó todo el día siguiente con Weeks tratando de que los planos del templo estuvieran de acuerdo con dicho modelo. Cuando Dios le mandó a Moisés que construyera el tabernáculo, la primera estructura permanente del tipo de un templo que se menciona en el Antiguo Testamento, el libro de Éxodo dice: “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: . . . Y me harán un santuario, y yo habitaré entre ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo y el diseño de todos sus enseres, así lo haréis. (Éxodo 25: 1, 8-9; énfasis agregado). El Templo de Nauvoo, al igual que el Templo de Kirtland, fue planificado como un edificio de usos múltiples. El primer piso fue dedicado para ser un salón de asambleas generales (semejante a una capilla o a un centro de estaca modernos). El segundo piso fue reservado para la instrucción y capacitación (semejante a los campus universitarios de BYU, a los edificios de seminarios e institutos, o a uno de los complejos de los Centros de Capacitación Misional). El piso superior se organizó para efectuar las ordenanzas del templo (como los templos actuales), y una oficina administrativa (como las oficinas administrativas de la Iglesia en Salt Lake City).
Sin embargo, a diferencia del Templo de Kirtland, el Templo de Nauvoo tenía un sótano completo que tenía una pila bautismal sobre los lomos de doce bueyes (ver 1 Reyes 7: 25). La pila se usaba para bautismos, incluyendo los bautismos por los muertos. [14] Colocar la pila en el sótano pudo ser un simbolismo de la tumba. El exterior muestra otros rasgos simbólicos: una veleta con la figura del ángel Moroni vestido en ropas sacerdotales sagradas con gorro y una capa amplia y con una escuadra y un compás, así como piedras en forma de estrellas, de la luna y del sol. [15]
El lunes 12 de febrero, José Smith firmó un documento titulado “Un Memorial para el Congreso,” que delineaba los sufrimientos de los Santos de los Últimos Días en Missouri, y envió al élder Orson Pratt para que se lo entregara a los oficiales del gobierno en Washington, DC. [16]
A principios de marzo de 1844, José Smith organizó el reino de Dios, con un liderazgo compuesto de más de cincuenta hombres y lo describió como el Concejo del Reino o El Concejo de los Cincuenta. Este grupo formaba el cuerpo legislativo del gobierno de Dios en la tierra. [17]
El domingo 7 de abril, el Profeta dio, en la arboleda del este, su último discurso en una conferencia general, el cual se conoce como el Discurso de King Follett. [18] La muerte de King Follett, ocurrida casi un mes antes el 9 de marzo de 1844, influyó en el tema del discurso; la eternidad del hombre. “Quiero que conozcan el primer principio de esta ley” declaró el Profeta, “es un gran consuelo para los que lloran, cuando tienen que separarse de un esposo, esposa, padre, madre, hijo o pariente amado, saber que aunque el cuerpo terrenal es sepultado y se deshace, nuevamente se levantarán para morar. . . .serán herederos de Dios y coherederos con Jesucristo. . . . Heredar el mismo poder, la misma gloria, y la misma exaltación hasta llegar al estado de un Dios.” [19] Este discurso podría identificarse correctamente como un elogio oficial.[20]
El miércoles 15 de mayo, Josiah Quincy (futuro alcalde de Boston), Charles Francis Adams (hijo de John Quincy Adams, presidente de los Estados Unidos, y nieto de John Adams, ex-presidente de los Estados Unidos), y el doctor William G. Goforth (organizador de la campaña para el candidato presidencial Henry Clay) visitaron a José Smith y nos dieron un punto de vista externo acerca de los Santos de los Últimos Días y su Profeta. [21] Años después, Quincy sugirió que “no es improbable que algún libro de texto que usen las generaciones por nacer, contenga una pregunta semejante a esta: ¿Qué personaje histórico americano del siglo diecinueve ha ejercido la influencia más poderosa sobre el destino de sus conciudadanos? y no es imposible que la respuesta a esa pregunta se escriba así: José Smith el Profeta mormón.” [22]
El viernes 17 de mayo, el Reform Party [El partido de la reforma] una tercera opción política, nombró oficialmente a José Smith como su candidato presidencial en la convención estatal de Illinois. [23]
La oposición dentro de la Iglesia creció —por parte de antiguos asociados del Profeta, como William Law, y algunos miembros laicos que querían regresar al período de Nueva York que fue teológicamente conservador (pues enfatizaba la salvación y la vida eterna) y a la era de Kirtland que fue limitada administrativamente, rechazando las revelaciones doctrinales que se implementaron en Nauvoo. El viernes 7 de junio, algunos de estos miembros disidentes publicaron el primer y único número del Nauvoo Expositor en su intento de avergonzar a los líderes de la Iglesia y encender la animosidad de los no mormones en la región. [24] El lunes 10 de junio, el Concejo de la Ciudad declaró que el Nauvoo Expositor era una molestia pública porque pensaron que podría incitar a actos adicionales de violencia en contra de los Santos. [25] Según un erudito, el Concejo de la Ciudad decidió legalmente destruir la prensa en la cual se había impreso el periódico, argumentando “una base legal para esta acción en la ley de Illinois de 1844. . . . La garantía de la libertad de prensa en la Constitución de los Estados Unidos, fue declarada aplicable a las acciones de los gobiernos locales y estatales hasta 1931, y en ese entonces fue por una decisión de cinco a cuatro en la Corte en una enmienda constitucional adoptada en 1868.” [26]
Sin embargo, este acto encendió la oposición hasta el punto de que el alcalde de Nauvoo (José Smith) y el Concejo de la ciudad fueron arrestados. Esto empezó una serie de maniobras legales que pusieron a José Smith bajo custodia y sin protección en Carthage. [27]
Antes de entregarse, el 16 de junio, José Smith dio un sermón acerca de la Deidad en la arboleda al este del templo. [28] Cada miembro de la Deidad es “una persona diferente y separada,” enseñó el Profeta. “Personas separadas, pero todas de acuerdo en una o en la misma cosa.” [29] El sermón fue una declaración doctrinal importante y el resumen de sus enseñanzas en el período de Nauvoo.
El sábado 22 de junio, John and Patrick Calhoun, hijos de John C. Calhoun candidato presidencial de los Estados Unidos, visitaron a José Smith en Nauvoo. Según dijo Calhoun, José “nos dio una explicación completa de su fe, frecuentemente llamándose el Profeta, durante la conversación.” Ese mismo día, el gobernador Thomas Ford le ordenó a José Smith y a otros líderes de la Iglesia que se presentaran en Carthage, el asiento del condado, para “rendirse y ser arrestados.” [30]
La conspiración para poner a José Smith bajo custodia en Carthage culminó con el asesinato del Profeta y el Patriarca el jueves 27 de junio. [31] El viernes 28 de junio, sus cuerpos fueron devueltos a los entristecidos ciudadanos de Nauvoo, y al día siguiente, José y Hyrum fueron sepultados secretamente en Nauvoo. [32]
Se Establece el Reino de Dios
Como parte de la restauración del cumplimiento de los tiempos, el Profeta estableció el reino de Dios en la tierra en preparación para el reino milenario de Cristo. Como se ha visto, este esfuerzo enojó más a algunos de los enemigos del Profeta. Richard Bushman y Dean Jessee han observado:
Para aumentar su impopularidad, en los últimos seis meses de su vida José Smith fijó un curso de acción política que escandalizó a sus críticos. En enero de 1844, anunció su candidatura para presidente de los Estados Unidos y unos meses después organizó un gobierno alterno llamado el Reino de Dios, que pudo haber sido ideado como un prototipo del gobierno milenario de Cristo en la tierra. Sea que haya creído o no que podía ganar la presidencia, habló de forma muy optimista, como lo hacen los candidatos al inicio de sus campañas. Ciertamente, se había agotado su paciencia con el gobierno. Los mormones había sufrido abusos muchas veces sin recibir ninguna compensación, por parte de cualquier nivel del gobierno, por las propiedades confiscadas, y en 1844 sentían que la marea del odio estaba subiendo otra vez. Smith no podía entender el por qué la Constitución no obligó al gobierno a proteger los derechos de los mormones. Su plataforma política defendía a todos las personas oprimidas de su época: a los esclavos, pues pensaba que debían ser comprados a sus dueños con los ingresos por la venta de terrenos públicos; a los presos que estaban en condiciones crueles e insalubres; a los soldados condenados por las cortes marciales; a los marineros cuyos sufrimientos a manos de capitanes tiranos estaba llamando la atención de los reformadores. A todos ellos, él les prometió justicia. [33]
El Profeta creía que el reino de Dios, había crecido de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que era una organización diferente. La Iglesia de Jesucristo, la organización eclesiástica, daba el mensaje de salvación, en tanto que el reino de Dios, el reino político o familiar —lo que Bushman y Jessee han llamado “un gobierno alterno”— dirigiría durante el Milenio cuando “los reinos del mundo han venido a ser reinos de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará para siempre jamás” (Apocalipsis 11: 15) [34] Aunque en la actualidad los términos se usan de manera sinónima, para apreciar las enseñanzas del Profeta sobre este tema, es importante entender la manera en que se usaban en los años 1840 . Para José Smith, la Iglesia y el reino estaban eslabonados por medio de las ordenanzas y los convenios del templo. El Señor, por medio del Profeta, estableció la Iglesia y el reino como parte de la restauración de todas las cosas.
José Smith creía que el establecimiento del reino de Dios era parte del cumplimiento de la profecía de Daniel: “Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino no será jamás destruido ni será dejado el reino a otro pueblo; despedazará y consumirá a todos estos reinos per él permanecerá para siempre. De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual despedazó el hierro, el bronce, el barro cocido, la plata y el oro; el gran Dios ha hecho saber al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación” (Daniel 2: 44-45).
Es importarte darse cuenta que Daniel vio que la piedra fue cortada de la montaña sin las manos. Esta metáfora del Antiguo Testamento es símbolo de la actividad de Dios, significando sin “manos humanas.” El Señor empezó su obra en 1842 al revelar el nombre del reino: “De cierto así dice el Señor, que este es el nombre por el cual seréis llamados, el Reino de Dios y sus Leyes, con sus Llaves y poder, y con juicio en la manos de sus siervos, Ahmán Cristo.” [35] La Iglesia había recibido su nombre completo en abril de 1838 (véase Doctrina y Convenios 115: 4), y en abril de 1842 el Señor reveló también el nombre del reino de Dios.
Poco después de recibir esta revelación, el Profeta escribió “El Gobierno de Dios” un editorial en el Times and Seasons en julio de 1842. [36] José Smith declaró que los gobiernos de los hombres “han fracasado en todos los esfuerzos que han hecho por establecer eterno poder, paz y felicidad . . . . [Aún] nuestra nación, que posee mayores recursos que cualquier otra, se encuentra dividida desde su centro hasta su circunferencia por las contiendas de los partidos, las intrigas políticas y los intereses regionales.” [37] José Smith supo la participación del Señor al fundar el gobierno de los Estados Unidos y que levantó a hombres sabios para preparar la Constitución (véase Doctrina y Convenios 101: 80). Pero hasta este gobierno había fallado en brindar la protección y la prosperidad que Dios deseaba para la felicidad humana en la tierra prometida, especialmente entre la gran población esclava americana, los pueblos nativos, y las minorías religiosas.
Al hablar del Israel antiguo, José Smith enseñó que “Su gobierno era teocrático.” [38] Y luego agregó: “tenían a Dios por legislador, y Él escogía a aquellos que habían de administrar la ley. . . . [Fueron guiados] en sus asuntos civiles así como eclesiásticos. . . . Así acontecerá cuando se cumplan los fines de Dios; entonces “Jehová será rey sobre toda la tierra,” y “Jerusalem, trono de Jehová.” “De Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová.” [39] El Profeta entendió que parte de su misión era preparar la tierra para ese reino —preparar a la Iglesia— para la venida de Cristo.
Un Reino de Sacerdotes
Aunque el Señor había revelado en 1842 el nombre y el propósito del reino de Dios, el Concejo del Reino no fue organizado oficialmente sino hasta 1844. En el intervalo entre la revelación de 1842 y la organización en 1844, José Smith supo que el reino solo se podría establecer después de que el pueblo de Dios se hubiera convertido en “un reino de sacerdotes”, según se indica en el libro de Éxodo: “Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios y cómo os llevé sobre alas de águilas y os he traido a mí. Ahora pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi convenio, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y un pueblo santo” (Éxodo 19: 3-6); énfasis agregado). El Señor intentaba recoger al moderno Israel, como lo había hecho antiguamente, prepararlos para ser un tesoro especial, un reino de sacerdotes y una nación santa.
La Plenitud del Sacerdocio
El Profeta aprendió en una revelación dada a la Iglesia en enero de 1841 que el Templo de Nauvoo se debía construir a fin de que la plenitud del sacerdocio pudiera ser revelada. “Porque no existe lugar sobre la tierra a donde él pueda venir a restaurar otra vez lo que estaba perdido para vosotoros, o lo que él ha quitado, a saber la plenitud del sacerdocio” (Doctrina y Convenios 124: 28; énfasis agregado). Posteriormente, el Profeta observó: “Los que poseen la plenitud del Sacerdocio de Melquisedec son reyes y sacerdotes del más alto Dios, y tienen las llaves del poder y bendiciones. De hecho, este sacerdocio es una ley perfecta de la teocracia, y en representación de Dios expide leyes al pueblo, y administra vidas sin fin a los hijos e hijas de Adán.” [40]
La investidura, cual fue revelada en Nauvoo, preparó a los Santos para que pudieran llegar a ser “reyes y sacerdotes” y “reinas y sacerdotisas.” Posteriormente, el 28 de septiembre de 1843, José y Emma recibieron la plenitud del sacerdocio. La anotación en su diario para ese día indica que él (y su compañera) fue “ungido y ordenado al más alto y más santo orden del sacerdocio.” [41] Poco después, otros también recibieron la plenitud del sacerdocio. Una vez que fue restaurada la plenitud del sacerdocio, José Smith fue inspirado a establecer el Concejo del Reino. [42]
El Profeta vivía en una democracia y, al igual que los protestantes, tenía la visión de una iglesia de iguales; sin embargo, restauró una jerarquía administrativa de líderes del sacerdocio que consiste de la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles y otros. Pero algo que con frecuencia se omite es el hecho de que él expandió y democratizó la base del sacerdocio al poner al alcance de todos la plenitud del sacerdocio. En Nauvoo, tanto hombres como mujeres recibieron las ordenanzas asociadas a la adoración en el templo, lo que incluye la plenitud del sacerdocio. El Profeta les dijo a las hermanas de la Sociedad de Socorro que a cada miembro de la Iglesia que fuera digno se le darían las mismas bendiciones del sacerdocio cuando hubiera un lugar preparado con ese propósito. Cualquier revelación o bendición que se le diera a José el Señor se las daría a todos los Santos cuando estuvieran listos para recibirla. [43]
Reinando con Cristo
La restauración de la adoración en el templo y el establecimiento del reino de Dios fueron parte del cumplimiento de otras visiones que apuntaban a la última dispensación. Por ejemplo, en Apocalipsis 1 Juan indica: “Gracia a vosotros y paz del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” (Apocalipsis 1: 4-6; énfasis agregado).
Juan indica específicamente que Jesús “nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios.” Qué los Santos serán “reyes y sacerdotes” y se sentarán en el trono con poder bajo Cristo se enfatiza también en Apocalipsis 3: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono” (versículos 20-21; énfasis agregado).
Juan, al igual que Isaías y José Smith, vió los cielos y el templo hecho sin manos —el salón del trono en el templo celestial— en el cielo:
Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba de pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; y cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.
Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, y lengua, y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. (Apocalipsis 5: 6-10; énfasis agregado)
Estos pasajes del Apocalipsis brindan un importante contexto para las enseñanzas de José Smith en abril y junio de 1844. [44]
Juan vio a doce mil sumos sacerdotes exaltados de cada tribu (véase Apocalipsis 7: 4 y Doctrina y Convenios 77: 11), diciendo: “Después de estas cosas miré, y vi una gran multitud, la cual ninguno podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos” (Apocalipsis 7:9).
Los símbolos de la adoración en el templo en el Antiguo y el Nuevo Testamentos incluían los colores blanco, rojo y azul o púrpura (véase Éxodo 25: 4-5). Los Santos de los Últimos Días, al igual que otros cristianos, interpretan que el blanco del templo antiguo representa la vida sin pecado del Mesías, la pureza de su sacrificio; el rojo representa el sacrificio de sangre, su Expiación; y el azul o púrpura representa el reinado de Jesús. Pero en la visión celestial de Juan, los colores del templo cambian del blanco, rojo y azul a blanco y verde.
Cuando los macabeos entraron a Jerusalén para rescatarla de los griegos en el año 164 aC, la gente ondeó ramas de palma verdes como símbolo de la victoria de los judíos sobre sus enemigos. [45] Esta acción se convirtió en el símbolo del regreso en poder y gloria del Mesías descendiente de David. Cuando Jesús entró triunfalmente en Jerusalén, nos dice Juan, se trajeron y ondearon ramas de palmeras allí también (véase Juan 12: 13). Finalmente, las ramas de palma en el Apocalipsis simbolizan la victoria de Jesús sobre las fuerzas demoniacas en el cosmos.
La visión del libro de Apocalipsis continúa:
Y clamaban en alta voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.
Y todos los éngeles estaban de pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios,
diciendo: ¡Amén! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y la honra, y el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios para siempre jamás. ¡Amén!
Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Éstos que están que están vestidos de ropas blancas, ¿quienes son y de donde han venido?
Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que han salido de la gran tribulación; y han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. (Apocalipsis 7: 10-14)
Juan. luego revela el estado de quienes perseveran:
Por esto están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono extenderá su pabellón sobre ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos ni calor alguno.
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. (Apocalipsis 7: 15-17)
El Concejo del Reino
Con la plenitud del sacerdocio ya restaurada, todo estaba listo para una importante reunión el 18 de abril de 1844, cuando José Smith organizó el Concejo del Reino. [46] Después de que fracasaran los intentos por preparar una constitución para ese grupo, el Profeta preguntó y el Señor respondió: “Ustedes son mi Constitución y Yo soy su Dios y ustedes son mis portavoces, por lo tanto, de aquí en adelante guarden mis mandamientos.” [47] En otras palabras, el reino de Dios no tendría una constitución escrita sino que en su lugar tendría una “constitución viva,” formada por aquellos que habían sido llamados a presidir. El presidente John Taylor dijo: “Estas palabras están llenas de inteligencia y significado y señalan nuestra posición con respecto a estos asuntos —y se espera que actuemos correctamente— que nuestros intereses están atados al reino de Dios. Que debemos considerar que no estamos actuando por nosotros mismos, sino que somos los Portavoces de Dios escogidos para ese propósito por el interés de Dios y para bendecir y exaltar a toda la humanidad. Lo reconocemos como nuestro Dios y todos los hombres que entren a este grupo deben reconocerlo así. Existe un significado especial en estas cosas lo que requiere algo de consideración.” [48] El élder Orson Pratt agregó: En la Iglesia, tomamos la Ley de Dios y su Sacerdocio como la Constitución de su Iglesia —aquí en este Concejo tenemos una constitución viva no una escrita— por la cual debemos conducirnos.” [49] Sin embargo, eventualmente, se registraron algunas reglas para dirigir a este grupo.
Una de las reglas del reino era que “para aprobarse, una moción debe ser unánimemente en la afirmativa. El voto se hace siguiendo el orden antiguo: cada persona vota por turno desde el más antiguo hasta el más nuevo de los miembros del Concejo, y comenzando con el presidente actual. Si algún miembro tuviera alguna objeción, está bajo el convenio de hacerla saber libremente al Concejo. Pero si no puede ser convencido de la rectitud del curso seguido por el Concejo, debe someterse o retirar su membresía del Concejo.” [50]
La razón por la que José Smith se esperó hasta abril de 1844 para establecer este concejo era porque el reino de Dios no se podía organizar mientras no hubiera hombres y mujeres que hubieran recibido la plenitud del sacerdocio. Así como el sumo sacerdocio tuvo que ser restaurado antes de que se pudiera organizar la Primera Presidencia, o que el apostolado tuviera que ser restaurado antes de que se organizara el Quórum de los Doce. De igual manera, la plenitud de las ordenanzas del templo tuvieron que ser restauradas antes de que se pudiera organizar el reino de Dios.
Cuando venga Cristo, según lo indica el libro de Apocalipsis, el reino de Dios ya estará en la tierra, preparado para el reino milenario de Cristo. El Señor reveló por medio de José Smith el nombre, la constitución y las reglas gobernantes del reino. Pero más importante todavía, restauró las ordenanzas necesarias para preparar a un pueblo para recibir la plenitud del sacerdocio. Cuando llegue el día milenario, se izará el estandarte del cielo, o la bandera del reino de Dios. Tales sentimientos se expresan muy bien por Joel H. Johnson, en el himno, que cantamos con frecuencia:
Bandera, alto en
El monte se izó.
Oh pueblo, contemplad;
Al mundo se alzó. [51]
Entonces Cristo reinará como Rey de Reyes y Señor de Señores y establecerá paz, prosperidad, y justicia durante mil años. (véase Apocalipsis 19: 11-16).
La Sucesión en el Liderazgo de la Iglesia
José Smith dio un paso decisivo y final en su misión profética mientras preparaba a la Iglesia para su partida. El Profeta no quiso morir sin establecer una adecuada sucesión de autoridad. Ya había enfrentado algunas situaciones difíciles cuando algunos de los primeros líderes de la Iglesia como David Whitmer, Oliver Cowdery y Martin Harris se separaron. Debió haber preocupación en la mente de José debido a que la gente en la cual había confiado al principio de su ministerio, y que junto con él habían experimentado muchas visiones y revelaciones maravillosas, no hubieran seguido en completa membresía. Algunas fuentes sugieren que durante su ministerio José Smith tomó en cuenta varios modelos de sucesión. Al principio, Oliver Cowdery, el segundo élder de la Iglesia, pudo haber sucedido a José Smith. Otro posible sucesor, según se menciona en Doctrina y Convenios 124, era Hyrum Smith, pero Hyrum murió en Carthage pocos minutos antes que el Profeta.
En la primavera de 1844, se estableció otro modelo de sucesión que se enfocó en el Quórum de los Doce Apóstoles. Brigham Young, Willard Richards, John Taylor, Wilford Woodruff, y otros ya habían recibido las llaves del reino, y Young había llegado a ser el Presidente de los Doce. [52] Estos hombres habían sido probados por el Señor y habían permanecidos fieles a la Iglesia y a la misión profética de José Smith.
La mayor prueba en Nauvoo había sido el matrimonio plural. Puso a prueba los corazones y las almas de hombres y mujeres en la Iglesia. Para 1844, algunos líderes, incluyendo a William Law que era de la Primera Presidencia, habían fracasado ante esa prueba y se habían convertido en enemigos del Profeta y su obra. Creían que José había sido llamado por Dios pero que ahora era un profeta caído. Con buen humor, José dijo: “Prefiero ser un profeta verdadero caído, que un profeta falso” [53] Sin embargo, José testificó que “no era un profeta caído, y que jamás había estado en una relación tan cercana con Dios como en la actualidad.” [54]
En esos primeros meses de 1844, creció el movimiento disidente de los ex-miembros de la Iglesia. Es difícil determinar su número, pero probablemente entre trescientas y quinientas personas se pudieron haber adherido a una iglesia reformada, que era dirigida por William Law como presidente (pero no como profeta). [55] Law estableció una organización que se parecía a la de la Iglesia en el período de Kirtland de los años 1830, en que simplemente puso de lado las ordenanzas, las prácticas, las revelaciones y las enseñanzas del período de Nauvoo.
Sin embargo, la mayoría de los Santos en Nauvoo, incluyendo a los Doce, se mantuvieron fieles y testificaron que José aún era profeta. William Clayton, un converso de Inglaterra, escribió después de oír predicar al Profeta en Nauvoo: “Parece que el cielo comenzó en la tierra.” [56] Para él, las revelaciones doctrinales de Nauvoo no eran solamente proféticas sino estimulantes.
La Asignación Final a los Apóstoles
Una reunión importante ocurrió en la primavera de 1844 cuando José reunió a los Apóstoles para que recibieran su última asignación de parte del Profeta. [57] Años después el Presidente Wilford Woodruff recordó:
Yo, Wilford Woodruff, siendo el último sobreviviente de los presentes en aquella ocasión, considero mi deber a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a la casa de Israel y al mundo entero el expresar éste, mi último testimonio, a todas las naciones: que en el invierno de 1843 y1844, José Smith, el Profeta de Dios, llamó a los Doce Apóstoles para que se reunieran en la ciudad de Nauvoo y dedicó muchos días a conferirnos nuestras investiduras y a enseñarnos los gloriosos principios que Dios le había revelado. Y en esa oportunidad, él estuvo de pie ante nosotros cerca de tres horas, explicándonos la grandiosa y última dispensación que Dios había abierto con Su mano sobre la tierra en éstos últimos días. La sala estaba llena de lo que parecía un fuego consumidor, el Profeta revestido con gran potestad de Dios y su rostro brillante y claro, y dio fin a aquel discurso, que jamás se olvidará ni en esta vida ni en la eternidad, con estas expresiones:
“Hermanos, he sentido un gran pesar en el corazón por el temor de que pueda ser llevado de esta tierra con las llaves del reino de Dios en mi poder, sin haberlas sellado sobre la cabeza de otros hombres. Dios ha sellado sobre mi cabeza todas las llaves del reino de Dios que se necesitan para organizar y edificar la Iglesia, Sión y el reino sobre la tierra, y para preparar a los santos para la venida del Hijo del Hombre. Hermanos, agradezco a Dios el haber vivido hasta el día de poder conferirles sus investiduras, y ahora he sellado sobre su cabeza todos los poderes del Sacerdocio Aarónico y del de Melquisedec y del Apostolado, con todas las llaves y potestades pertinentes que Dios había sellado sobre mí. Y ahora transfiero todas las labores, la carga y el cuidado de esta Iglesia sobre sus hombros, y les mando en el nombre del Señor Jesucristo fortalecer sus hombros y sobrellevar la carga de esta Iglesia y reino de Dios ante el cielo y la tierra, ante Dios, los ángeles y los hombres; y si no lo hacen, serán condenados”.
Y el mismo espíritu que llenó la sala aquel día arde en mi pecho al escribir este testimonio, y el Profeta de Dios no nombró a nadie más sino a los Doce Apóstoles para estar a la cabeza de la Iglesia y para dirigir sus asuntos. [58]
El Testimonio de los Doce
Existe otra fuente con respecto a esta monumental reunión y que quizás sea el documento escrito más antiguo que describe dicha reunión. Aunque no se conoce la fecha en que fue hecho, pudo haber sido escrito tan temprano como septiembre de 1844. Hablando de la reunión, los Doce recordaron: “José Smith se veía algo deprimido en el Espíritu, y se tomó la libertad de abrirnos su corazón con respecto a sus presentimientos para el futuro.” Entonces, el documento registra lo que el Profeta les dijo en esa ocasión. José les dijo a los Doce: “El Señor me insta a que acelere la obra en la cual nos encontramos.” El Profeta no quiso que las “llaves y poderes” se “perdieran de la tierra” así que las puso sobre las cabezas de los Doce: “Sobre los hombros de los Doce debe descansar de aquí en adelante la responsabilidad de dirigir esta iglesia y hasta que nombren a otros para que los sucedan. Sus enemigos no puede matarlos a todos al mismo tiempo y si alguno de ustedes fuera muerto, pueden imponer sus manos sobre otros y completar el quórum. De esta forma, este poder y estas llaves pueden ser perpetuadas en la tierra.” [59]
Testigos de Cristo
En un día frío de invierno en diciembre de 1805, José Smith respiró por primera vez. En una tarde de un jueves caluroso y húmedo en 1844, en Carthage, Illinois, el corazón del Profeta dejó de latir. Sus enemigos lo asesinaron, pero no pudieron matar su testimonio. Le quitaron la vida, pero no pudieron robarle su testimonio. José había sido un hijo obediente, un padre amoroso, un buen vecino, un líder visionario en la comunidad y un profeta de Dios.
Desde el principio del tiempo, los profetas han tenido responsabilidades específicas. Noé construyó un Arca, Moisés sacó de la esclavitud a los hijos de Israel, Josué guió a los Israelitas hacia la tierra prometida, Lehi y Jeremías les advirtieron a los habitantes de Jerusalén acerca del exilio inminente, y Pedro y Pablo llevaron el evangelio a los pueblos de la cuenca mediterránea. Sin importar la asignación específica que hayan tenido, todos los profetas han sido testigos del Señor. El Profeta José Smith no fue diferente. Recibió muchas asignaciones del Señor, pero su obra más grande y la más importante en su labor como profeta fue el de ser un testigo moderno de Jesucristo. En 1820 vió a Jesús quien le dijo: “José, mi hijo, tus pecados te son perdonados. Sigue tu camino, camina en mis estatutos y guarda mis mandamientos. He aquí soy el Señor de gloria. Fui crucificado por el mundo para que todos los que crean en mi nombre puedan tener vida eterna.” [60] El Profeta vio al Señor otra vez en Hiram, Ohio, de pie al lado derecho de Dios en 1832, y oyó testificar a la voz de “que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios” (Doc. y Con. 76: 24).
José también vio a Jesucristo en el Templo de Kirtland en abril de 1836. Describió al Señor “sobre el barandal del púlpito, . . . y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre” (Doctrina y Convenios 110: 2-4).
El testimonio del Profeta acerca del Salvador tenía dos partes. Primero, fue llamado para testificar de Jesús como el Salvador y Redentor. Cumplió con esto primeramente mediante el establecimiento de la Iglesia de Jesucristo y por traer a luz el Libro de Mormón, que enseña que la salvación individual y la vida eterna solamente vienen por medio de Cristo el Salvador. El testimonio de José sobre el Salvador como Redentor culminó con la restauración de los principios y ordenanzas del evangelio de Cristo, lo que nos permite entrar en el reino celestial de Dios; esta es la plenitud del evangelio de Jesucristo. Segundo, el Profeta fue llamado para dar testimonio de Jesús como el autor y consumador de nuestra fe. El hizo esto principalmente por medio de las revelaciones que recibió empezando en 1832 relacionadas a la exaltación y las vidas eternas. Este testimonio vio su culminación en el Templo de Nauvoo, en donde los Santos recibieron las ordenanzas de la Iglesia del Primogénito, lo que les permitió venir a la presencia de Elohim. Todas las bendiciones y las promesas que el Profeta José Smith le anunció a los habitantes de la tierra en esta dispensación vienen en y por medio de Jesucristo, el propio hijo de Dios y fueron dirigidas para establecer “una sociedad llena de amor y paz.” [61] Ciertamente, todo esto son las buenas nuevas. Sin Jesucristo, no tenemos nada. El Profeta José Smith, dijo unos días antes de ser martirizado: “El Salvador tiene las palabras de vida Eterna; nada más nos puede beneficiar.” [62] Cuando escuchamos a José Smith testificar de Jesucristo, agradecemos que haya sido “ordenado por Cristo Jesús.” [63]
Notas
[1] Para un tratado biográfico de este período, véase Joseph Smith: Rough Stone Rolling por Richard Lyman Bushman, (Nueva York: Alfred A. Knopf, 2005), páginas 526-550.
[2] B. H. Roberts, “The King Follett Discourse: The Being and Kind of Being God Is, the Immortality of the Intelligence of Man,” Liahona, The Elders’Journal, 5 de diciembre de 1911, páginas 376-377.
[3] José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints. B. H. Roberts, editor, 2ª. edición revisada (Salt Lake City: Deseret Book, 1980) 6: 180.
[4] José Smith, History of the Church, 6: 183-185; ver Doctrina y Convenios 128: 18.
[5] The Words of Joseph Smith: The Contemporary Accounts of the Nauvoo Discourses of the Prophet Joseph, editores Andrew F. Ehat y Lyndon W. Cook (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1980) página 318; se han actualizado la ortografía, la puntuación y la gramática.
[6] Véase Smyth and Helwys Bible Commentary (Macon, GA: Smyth and Helwys, 2006).
[7] Véase de Bushman, Rough Stone Rolling, páginas 195-214.
[8] José Smith, History of the Church, 6: 187-188.
[9] Para un ejemplo de esta opinión —que José Smith no estaba satisfecho con los otros candidatos pero que no necesariamente creyera que pudiera ganar las elecciones— véase de B. H. Roberts Comprehensive History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Salt Lake City: Deseret News, 1930), 2: 209. Para comentarios breves acerca de otras interpretaciones, véase de Richard D. Poll, “Joseph Smith and the Presidency, 1844," en Dialogue: A Journal of Mormon Thought 3, núm 3 (otoño de 1868); páginas 17-21; y de James B. Allen, “I Have a Question,” en Ensign de septiembre de 1973, páginas 21-22. Para tratados mas amplios de su campaña presidencial véase los siguientes libros: Junius and Joseph: Presidential Politics and the Assassination of the First Mormon Prophet por Robert S. Wicks y Fred R. Foister (Logan Utah State University Press); Setting the Record Straight: Joseph Smith: Presidential Candidate por Arnold K. Garr (Orem, UT: Millenial Press, 2007); y The Mormon Quest for the Presidency de Newell G. Bringhurst (Independence, MO: John Whitmer Books, 2008), páginas 7-49.
[10] José Smith, History of the Church, 6: 478.
[11] José Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith compiladas por Joseph Fielding Smith, (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1954) páginas 382-383.
[12] Véase Junius and Joseph de Wicks and Foister.
[13] José Smith, History of the Church, 6: 196-197. Para mayor información acerca de la historia del templo de Nauvoo, véase de Matthew S. McBride, A House for the Most High: The Story of the Original Nauvoo Temple (Salt Lake City: Greg Kofford Books, 2007); y de Don F. Colvin, Nauvoo Temple: A Story of Faith (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2002).
[14] Véase de D. Michael Quinn, “The Practice of Rebaptism at Nauvoo.” BYU Studies 18, núm. 2 (Invierno 1978): páginas 226-232.
[15] Véase de Glen M. Leonard, Nauvoo: A place of Peace, a People of Promise (Salt Lake CityL Deseret Book, 2002), páginas 242-265.
[16] José Smith, History of the Church, 6: 212.
[17] Sobre el Concejo de los Cincuenta, véase de D. Michael Quinn, “The Council of Fifty and Its Members, 1844-1945,” Brigham Young University Studies 20, núm. 3 (invierno de 1980): páginas 163-197; y de Andrew F. Ehat, “It Seems Like Heaven Began on Earth: Joseph Smith and the Constitution of the Kingdom of God.” BYU Studies 20, núm 3 (invierno de 1980): páginas 253-279.
[18] Véase de Richard L. Bushman, Rough Stone Rolling, páginas 533-537; y de LaMar C. Berrett y otros editores, Sacred Places, volumen 2: Ohio and Illinois (Salt Lake City: Deseret Book, 2002), páginas 174-176.
[19] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 430.
[20] Las notas manuscritas del sermón King Follett fueron registradas por cuatro escribientes contemporáneos; sus notas se amalgamaron posteriormente y se editaron en un texto coherente por lo menos en tres ocasiones diferentes. Para una transcripción de las notas originales véase Words of Joseph Smith, páginas 340-362. La primera amalgamación, hecha por Thomas Bullock fue publicada en el Times and Seasons, el 15 de agosto de 1844, páginas 612-617; una nueva amalgamación preparada por Jonathan Grimshaw fue publicada el 8 de julio de 1857 en el Deseret News; esta se convirtió en el texto estándar y que eventualmente se publicó en History of the Church 6: 302-317; y en Enseñanzas del Profeta José Smith, compiladas por Joseph Fielding Smith (Salta Lake City: 1954) páginas 423-449. Para una amalgamación más reciente, véase de Stan Larson, “The King Follett Discourse: A Newly Amalgamated Text,” BYU Studies 18, núm 2. (invierno de 1978): páginas 193-208. Para comparación en columnas paralelas de las notas y dos de las amalgamaciones, véase de Larry E. Dahl y Donald Q. Cannon, The Prophet Joseph Smith’s King Follett Discourse: A Six-Collumn Comparison of Original Notes and Amalgamations with Introduction and Commentary (Provo, UT: Religous Studies Center, Brigham Young University, 1983); véase también de Van Hale, “The King Follett Discourse: Textual History and Criticism,” Sunstone 41 (septiembre-octubre de 1983), páginas 5-12.
[21] Josiah Quincy, Figures of the Past from the Leaves of Old Journals (Boston: Roberts Brothers, 1883), páginas 376-400.
[22] Josiah Quincy, Figures of the Past, página 382.
[23] Para las minutas de la convención, véase History of the Church 6:386-397; y de Berrett y otros Sacred Places: Ohio and Illinois páginas 141-143.
[24] José Smith, History of the Church, 6: 430; véase también de Berrett y otros Sacred Places: Ohio and Illinois, páginas 185-186.
[25] José Smith, History of the Church, 6:432-448.
[26] Dallin H. Oaks, “Joseph Smith in a Personal World,” en The Words of Joseph Smith: A Bicentennial Conference at the Library of Congress, editado por John W. Welch, (Provo, UT: Brigham Young University Press, 2006), páginas 160-161; y de Dallin H. Oaks, “The Supression of the Nauvoo Expositor,” Utah Law Review 9 (1965): páginas 862-903.
[27] Para mayor información acerca de los detalles legales del martirio del Profeta y los juicios subsecuentes de sus asesinos, véase de Dallin H. Oaks y Marvin S. Hill, Carthage Conspiracy: The Trial of the Accused Asasins of Joseph Smith (Chicago: University of Illinois Press, 1975).
[28] - Words of Joseph Smith, páginas 378-382; véase también, de Berrett y otros, Sacred Places: Ohio and Illinois, páginas 174-176.
[29] Words of Joseph Smith, página 382.
[30] Brian Q. Cannon, “John C. Calhoun, Jr., Meets the Prophet Joseph Smith Shortly before the Departure for Carthage.” BYU Studies 33, núm 4 (1993): páginas 773-780.
[31] Times and Seasons, 15 de julio de 1844, página 586; y Times and Seasons, 1 de agosto de 1844, página 599.
[32] José Smith, History of the Church, 6: 627-29; véase tambiém de Berret y otros, Sacred Places: Ohio and Illinois, páginas 139-140.
[33] Ver el escrito de Richard Lyman Bushman y Dean C. Jessee, “Joseph Smith and His Papers” en Journals, Volume 1: 1832-1839, editado por Dean C. Jessee, Mark Ashurst-McGee y Richard C. Jensen, en el volúmen 1 de la serie de Diarios en el proyecto de los Documentos de José Smith, editado por Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman (Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2008), página xxxi.
[34] Richard L. Bushman y Dean C. Jessee, “Joseph Smith and His Papers,” página xxxi; véase también “The Council of Fifty and Its Members,” por D. Michael Quinn; y “It Seems Like Heaven Began on Earth,” de Andrew F. Ehat.
[35] William Clayton, citado en “It Seems Like Heaven Began on Earth,” por Andrew F. Ehat.
[36] Times and Seasons, 15 de julio de 1842, páginas 855-858; véase también Enseñanzas del Profeta José Smith páginas 301-310.
[37] Citado en Enseñanzas del Profeta José Smith página 303.
[38] Enseñanzas del Profeta José Smith página 307.
[39] Enseñanzas del Profeta José Smith página 307
[40] Enseñanzas del Profeta José Smith páginas 394-395.
[41] El Diario de José Smith 28 de septiembre de 1843, en An American Prophet’s Record: The Diaries and Journals of Joseph Smith, Scott H. Faulding, editor (Salt Lake City: Signature Books, 1989), página 416; se ha modernizado la ortografía.
[42] Véase de Devery S. Anderson, “The Anointed Quorum in Nauvoo, 1842-45,” en Journal of Mormon History 29, núm 2 (otoño de 2003): páginas 137-157; de Devery S. Anderson y Gary James Bergera, Joseph Smith’s Quorum of the Anointed, 1842-1845: A Documentary History (Salt Lake City: Signature Books, 2005); y de Andrew F. Ehat, “Joseph Smith’s Introduction of Temple Ordinances and the 1844 Mormon Succession Question” (tesis de maestría Universidad de Brigham Young, 1982).
[43] Words of Joseph Smith, página 4.
[44] Words of Joseph Smith, páginas 338-384.
[45] 2 Macabeos 10: 1-8.
[46] Andrew F. Ehat, “It Seems Like Heaven Began on Earth,” páginas 253-280.
[47] Joseph F. Smith, mencionado en Minutes of the Council of Fifty, 21 de abril de 1880, y citado en “It Seems Like Heaven Began on Earth” páginas 260-261, de Andrew F. Ehat.
[48] Minutes, en Ehat, “It Seems Like Heaven Began on Earth” página 259.
[49] Minutes, en Ehat, “It Seems Like Heaven Began on Earth” página 260.
[50] Andrew F. Ehat, “It Seems Like Heaven Began on Earth” páginas 260-261.
[51] Joel H. Johnson, “Bandera de Sión.” Himnos (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1992) núm 4.
[52] Lynne Watkins Jorgensen, “The Mantle of the Prophet Joseph Passes to Brother Brigham: One Hundred Twenty One Testimonies of a Collective Spiritual Witness,” en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, editado por John W. Welch (Provo, UT: Brigham Young University Press), páginas 343-480.
[53] Words of Joseph Smith, página 367.
[54] Words of Joseph Smith, página 340.
[55] Véase de Lyndon W. Cook. “William Law, Nauvoo Dissident,” BYU Studies 22 núm. 1 (invierno de 1982): páginas 47-72.
[56] William Clayton, citado en Ehat, ‘“It Seems Like Heaven Began on Earth,”’ página 267.
[57] Times and Seasons, 15 de septiembre de 1844, página 651.
[58] Messages of the First Presidency of the Church of Jesus Crist of Latter-day Saints, compilados por James R. Clark, (Salt Lake City: Bookcraft, 1966), 3: 134; véase de Richard Neitzel Holzapfel y Steven C. Harper, “‘This is My Testimony, Spoken by Myself into a Talking Machine,”’ BYU Studies 45 núm. 2 (primavera de 2006): páginas 112-116.
[59] Borrador de una Declaración de los Doce Apóstoles, aprox. en septiembre de 1844, en la cual reportan la reunión de los Doce en de marzo de 1844, se encuentra entre los Documentos de Brigham Young, en la Biblioteca de Historia de la Iglesia en Salt Lake City.
[60] Personal Writings of Joseph Smith, editado por Dean C. Jessee, edición revisada (Salt Lake City: Deseret Book, 2002) página 11; se han estandarizado la puntuación, la ortografía y el uso de mayúsculas.
[61] Bushman y Jessee, “Joseph Smith and His Papers,” página xxxix.
[62] Words of Joseph Smith, página 365.
[63] Willian W. Phelps, “Loor al Profeta” Himnos núm. 15