1843 las doctrinas, los convenios, y la dulce consolación

Robert L. Millet

Robert L. Millet es profesor de escrituras antiguas en la Universidad Brigham Young.

foto de Jose Smith con su esposa e hijos

Cuando Aarón y Miriam se permitieron participar en las críticas contra su hermano Moisés, Jehová declaró: “Si hay profeta de Jehová entre vosotros, me apareceré a él en visión; en sueños hablaré con él. No así con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente y no con enigmas; y verá la imagen de Jehová. ¿ Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (Números 12: 6-8). De este intercambio aprendemos un principio importante: hay profetas, y entonces hay profetas. El apóstol Pablo explicó que “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (1 Corintios 14: 32). Existe un orden, una jerarquía, aún entre aquellos llamados y escogidos como los oráculos y portavoces del Todopoderoso.

Jesucristo es el Sumo Sacerdote Presidente. El Profeta José Smith explicó que en el gobierno del reino de Dios, después de Cristo viene Adán y entonces Noé. [1] El élder Bruce R. McConkie comentó: “Empezamos con el Señor Jesús, y entonces tenemos a Adán y Noé. Después de ellos siguen los líderes de dispensación. Luego llegamos a los profetas, a los Apóstoles , a los élderes de Israel, y a todos los hombres sabios, buenos y prudentes que tienen el espíritu de luz y entendimiento.” [2] José Smith al igual que Adán, Enoc, Noé, Abraham, Moisés y Jesús, es un líder de dispensación. El líder de la dispensación se convierte en el medio por el cual el conocimiento y el poder de Dios son canalizados hacia los hombres y las mujeres sobre la tierra. Se convierte en el medio por el cual el evangelio de Jesucristo —el plan de salvación y de exaltación— se revela otra vez, es el medio por el cual los divinos poderes transformadores, incluyendo los convenios y ordenanzas salvadores, se extienden hacia el pueblo de una época del tiempo. El líder de una dispensación se erige como el principal revelador y testigo profético de Cristo; él lo sabe de primera mano por lo que ha visto y oído.

Debido a su lugar central en el plan y que por medio del poder de su testimonio es que los hombres y mujeres llegan a saber acerca del Señor y la luz del Espíritu, los hombres y mujeres de una dispensación particular que se levantan para expresar el testimonio que arde en sus pechos se encuentran dando testimonio de Cristo y del líder de la dispensación —el revelador de Cristo— casi en el mismo suspiro. Y esa es la forma en que debe ser. El élder McConkie lo señaló así: “Cada profeta es un testigo de Cristo; cada líder de dispensación es un revelador de Cristo para su época; y todos los demás profetas y apóstoles que vengan son un reflejo y eco y exponentes del líder de la dispensación. Todos ellos vienen para repetirle al mundo y para exponer y descubrir lo que Dios ha revelado por medio del hombre que fue señalado para dar Su palabra eterna al mundo durante esa época. Ese es el concepto de una dispensación.” [3]

Así que el Salvador le afirmó a José Smith: “Esta generación recibirá mi palabra por medio de tí” (Doctrina y Convenios 5: 10). Thomas B. Marsh recibió la instrucción siguiente: “declararás buenas nuevas de gran gozo a este generación.” ¿Y que es lo que eso abarca? “Declararás las cosas que han sido reveladas a mi siervo José Smith, hijo.” (Doctrina y Convenios 31: 3-4). Si se han de tener el conocimiento y el poder de Dios en este período final de la historia de la tierra, se tendrán por medio de la obra que se inició y por las verdades que fluyeron y por las autoridades que fueron transmitidas por José Smith, o no se tendrán. Testificar que José Smith es un profeta o vidente es testificar que fue un revelador de la verdad, la verdad divina, y que fue un administrador legal, el conducto por el cual han sido restauradas las llaves del reino de Dios.

El presidente Joseph F. Smith, sobrino del Profeta, declaró: “Creo en la divinidad de Jesucristo porque, más que nunca, estoy más próximo a la posesión del conocimiento verdadero de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, mediante el testimonio de José Smith . . . .de que él lo vio, de que lo oyó, de que recibió instrucciones de Él, que obedeció dichas instrucciones y que hoy se levanta ante el mundo como el último grande y real testigo viviente de la divinidad de la misión de Cristo y de su poder para redimir al hombre. . . Gracias a Dios por José Smith.” [4]

Las Enseñanzas en 1843

Mi asignación consiste en comentar la obra de José Smith en el año 1843. Mencionaré primero una muestra de las cosas que le fueron reveladas o que enseñó durante ese importante año, y entonces me enfocaré más de cerca en tres asuntos de importancia doctrinal profunda.

Es muy adecuado que el día 1 de enero The History of the Church registre: “Si alguien me preguntara si yo soy profeta, no lo negaría, porque eso me haría mentir; porque, de acuerdo con Juan, el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía; por lo tanto, si yo profeso ser un testigo o maestro, y no tengo el espíritu de profecía, el cual es el testimonio de Jesús, debo ser un testigo falso. . . . y cualquier hombre que diga que es maestro o predicador de la rectitud, y niega el espíritu de profecía, es un mentiroso.” [5] El 8 de febrero, él explicó que “un profeta era profeta solamente cuando obraba como tal.” [6]

El domingo 22 de enero, el Profeta José habló acerca de lo que se necesita para establecer el reino de Dios, incluyendo el sacerdocio y el llamar a administradores legales. [7] Una semana después habló de la grandeza de Juan el Bautista como administrador legal y de como discernir la interpretación de las parábolas, usando como ilustración la parábola del hijo pródigo.

El número correspondiente al 1 de febrero del periódico Times and Seasons contiene la versión poética de José de la Visión de las Glorias (basada en Doctrina y Convenios sección 76), que es un bien pensado, colorido y doctrinalmente muy importante reescrito de una visión monumental que había recibido cerca de once años antes. [8]

Parley P. Pratt había estado fuera pues estaba en el servicio misional y no había oído algunas de las instrucciones que los Doce habían recibido durante ese período. Por lo tanto, el 9 de febrero, José pasó algo de tiempo conversando con el élder Pratt acerca de como discernir los espíritus y a los ángeles (seres resucitados), dando lo que ahora tenemos como la sección 129 de la Doctrina y Convenios. [9]

El 28 de febrero, José leyó en el periódico Express de Chicago que un hombre había reportado haber visto la “señal del Hijo del Hombre.” El Profeta contestó que cualquier cosa que el hombre pudiera haber visto, no era la señal de la que se habla en el discurso del Salvador (ver Mateo 24: 30). ¿Por qué? Porque él, José Smith, no sabía nada de eso, y, de acuerdo con las palabras del profeta, “porque no hará nada Jehová el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3: 7). [10]

El 4 de marzo escribió la que es una de mis máximas favoritas, la cual nos enseña algo acerca de su personalidad alegre: “Al regresar a mi oficina después de cenar, mencioné el proverbio siguiente: Para que un hombre sea grande, no debe insistir en las cosas pequeñas, aunque las disfrute; esto nos muestra que un Profeta no puede ser su propio escribiente, sino que debe tener alguien que escriba por él.” Después de ese comentario ligero, agregó: “La batalla de Gog y Magog será después del milenio.” [11]

El 2 de marzo a las 10:00 a.m. (el libro The Words of Joseph Smith tiene esto como el 2 de abril), el Profeta asistió a una reunión en la cual Orson Hyde habló acerca de que Cristo aparecería, cuando sea Su Segunda Venida, como guerrero montando a caballo, y acerca de cómo cada uno de nosotros puede hacer que el Padre y el Hijo moren en nuestro corazón. “Cenamos con mi hermana Sofronia McCleary, y le dije al élder Hyde que iba a ofrecer algunas correcciones a su sermón de la mañana. Me contestó: “Serán recibidas agradecidamente.” José entonces habló y dio lo que ahora tenemos como los primeros diecisiete versículos de la sección 130 de Doctrina y Convenios, explicando que cuando el Salvador aparezca, aparecerá como hombre, y que la idea del Padre y el Hijo moran en nuestro corazón es “un antiguo concepto sectario, y es falso” (versículo 3). Más tarde ese día, se dieron las instrucciones que forman los versículos 18-23 de la sección 130. [12]

También el 2 de abril, el diario de William Clayton contiene esta idea interesante: “ El Espíritu Santo es un personaje, y una persona no puede tener al personaje del E.S. en su corazón.” [13]

El viernes 7 de abril se registra lo siguiente:

A un comentario hecho por el Elder Orson Pratt, de que el cuerpo de un hombre cambia cada siete años, el Presidente José Smith contestó: No existe ningún principio fumdamental que pertenezca a un cuerpo humano que vaya a otro en este mundo o en el mundo por venir; no me importan lo que sean las teorías de los hombres. Tenemos el testimonio de que Dios nos levantará, y que tiene el poder para hacerlo. Si alguien supone que una parte de nuestros cuerpos, o sea de las partes principales del mismo, pasan a otro cuerpo, ¡está equivocado! [14]

En la sesión matutina de una conferencia el 8 de abril, José ofreció un comentario extraordinario acerca del libro de Apocalipsis, incluyendo algunos principios que nos guían para entender este tipo de literatura apocalíptica. [15]

El domingo 21 de mayo, José nos dio la descripción de sí mismo y que ya es clásica: “Soy como una enorme piedra áspera que viene rodando desde lo alto de la montaña; y la única manera en que puedo pulirme es cuando una de las orillas de la piedra se alisa al frotarse con otra cosa, como cuando pega fuertemente contra la intolerancia religiosa, se topa con las supercherías de los sacerdotes, abogados, doctores, editores mentirosos, jueces y jurados sobornados, y choca contra la autoridad de oficiales perjuros, respaldados por los populachos, por los blasfemos, y por hombres y mujeres licenciosos y corruptos; todo este corro infernal le allana esta aspereza acá y esta otra más allá. Y así llegaré a ser dardo pulido y terso en la aljaba del Todopoderoso.” [16]

James Burgess registró lo siguiente el 6 de mayo:

En el mes de mayo de 1843. A varias millas al este de Nauvoo. La Legión de Nauvoo estaba desfilando y pasando revista. Al terminar, José Smith hizo algunos comentarios acerca de nuestra condición como pueblo y de nuestras perspectivas futuras, comparando nuestra situación actual con nuestras anteriores tribulaciones y persecuciones a manos de nuestros enemigos. También acerca de la Constitución y el gobierno de los Estados Unidos, declarando que llegará el tiempo en que la Constitución y el Gobierno penderán de un hilo quebradizo y estará a punto de caer en otras manos, pero que este pueblo, los Santos de los Últimos Días, se adelantarán y los salvarán. [17]

De acuerdo a lo registrado en los diarios de Willard Richards y Wilford Wooddruff, el domingo 11 de junio, el Profeta explicó que el gran propósito, el objetivo final detrás del recogimiento de los Santos, era la construcción de templos, “en los cuales Él pueda revelar a su pueblo las ordenanzas de Su casa y las glorias de Su reino.” En ese mismo sermón, José habló de la importancia del bautismo por los muertos, de la naturaleza del mundo de los espíritus, del sufrimiento en el infierno y sobre el significado de las palabras del Salvador al ladrón en la cruz, : “Este día estarás conmigo en el paraíso.” [18] Willard Richards también registro lo siguiente que dijo José: “En una ocasión Dios consiguió una casa en donde Pedro lavó y ungió en el día de Pentecostés.” [19]

El 9 de julio José respondió la pregunta: “Por qué gana y retiene este charlatán tantos seguidores?” les contestó: “Es porque poseo el principio del amor. Todo lo que le puedo ofrecer al mundo son un buen corazón y una buena mano.” [20] Exactamente dos semanas después el Profeta agregó: “La amistad es uno de los grandes principios fundamentales del ‘mormonismo’; [tiene por objeto] regenerar y civilizar al mundo, y hacer que cesen las guerras y las contiendas, y que los hombres se conviertan en amigos y hermanos, . . .Un refrán muy conocido dice que el amor engendra el amor.” [21]

También el 9 de julio, explicó que estaba tan dispuesto a sostener y defender “los derechos de un presbiteriano, un bautista, o de un hombre bueno de la denominación que fuera” de adorar como lo desee. ¿Por qué? “El mismo principio que hollaría los derechos de los Santos de los Últimos Días, atropellaría los derechos de los católicos romanos, o de cualquier otra denominación que no fuera popular y careciera de la fuerza para defenderse.” [22]

En ese mismo discurso José nos dio conocimiento que debe hacer una real diferencia en la forma en que nos relacionamos hoy en día con personas de otras creencias. “Con frecuencia se me pregunta: ‘En qué os distinguís de los demás en cuanto a vuestros conceptos religiosos?’ En realidad y esencia, no diferenciamos mucho en nuestros conceptos religiosos, pero ojalá todos pudiésemos beber del mismo principio del amor. Uno de los grandes principios fundamentales del ‘mormonismo’ es recibir la verdad, sea cual fuere su origen.” Más adelante, aconsejó: “Si considero que el género humano está en error, ¿lo he de oprimir? No. Procuraré elevarlo; y, si no puedo persuadirle a creer que mi manera es mejor; lo haré a su propio modo y no trataré de obligar a ningún hombre a creer como yo, sino por la fuerza de la razón, porque la verdad hace su propio camino. ¿Creéis en Jesucristo y en el evangelio que reveló? Yo también. Los cristianos deberían hacer cesar sus riñas y contenciones entre uno y otro, y cultivar los principios de unión y amistad en medio de ellos.” [23]

Según lo registró James Burgess, el 16 de julio José enseñó lo siguiente: “Después de que Dios había creado los cielos y la tierra, descendió y dijo en el sexto día, ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen. ¿A imagen de quién? A la imagen de los Dioses los crearon, varón y hembra, inocentes, inofensivos, sin mancha, llevando el mismo carácter y la misma imagen de los Dioses. Y cuando el hombre cayó no perdió su imagen sino su carácter, pero conservó la imagen de su Hacedor.” [24]

El 9 de octubre se efectuó una conferencia, y en su sermón José Smith rindió tributo al juez James Adams, que había fallecido recientemente:

Todos los hombres saben que tienen que morir. Y conviene que entendamos las razones y causas del porqué se nos expone a las vicisitudes de la vida y la muerte, y cuál es el designio y propósito de Dios en que vengamos al mundo, que suframos aquí y luego salgamos de este lugar. ¿Qué objeto tiene que alcancemos la existencia, para entonces morir y deshacernos y no estar más aquí? No es sino razonable suponer que Dios nos revelaría algo en cuanto al asunto, y es un tema que deberíamos estudiar más que cualquier otro. . . .Si algo hemos de esperar de Nuestro Padre Celestial, ha de ser conocimiento sobre este importante asunto . . . . La lectura de las experiencias de otros, o las revelaciones dadas a ellos, jamás podrán darnos a nosotros un concepto comprensivo de nuestra condición y verdadera relación con Dios. El conocimiento sobre estas cosas tan solo se puede conseguir por la experiencia mediante las ordenanzas que Dios ha establecido para ese propósito. Si por cinco minutos pudiéramos ver lo que hay en el cielo, aprenderíamos más que si leyésemos todo lo que jamás se ha escrito sobre el asunto.

José continuó explicando como es que a los ángeles y espíritus se les permite ver nuestras acciones en la tierra y la forma en que pueden ministrarnos. [25]

Willard Richards registró el 15 de octubre que el Profeta dijo lo siguiente: “Creo en la Biblia, como debería estar, tal como salió de la pluma de los escritores originales.” [26] En ese mismo sermón, José ofreció un breve pero conmovedor comentario acerca de la conversación entre Jesús y Nicodemo en el capítulo 3 de Juan: “Una cosa es ver el reino de Dios y otra cosa es entrar en el. Debemos tener un cambio de corazón para ver el reino de Dios, pero debemos aceptar los artículos de adopción [los primeros principios y ordenanzas, o sea el medio por el cual somos adoptados en la familia del Señor Jesucristo] para entrar allí.” [27]

Ahora, debido a mi propio interés en la doctrina, he decidido no enfatizar los juicios, los arrestos, y las actas de hábeas corpus, y las minutas de las reuniones y los asuntos diarios, aunque estos asuntos estaban sucediendo al mismo tiempo que José Smith estaba invitando a los Santos a mirar detenidamente, junto con él, las visiones de la eternidad. Las revelaciones de Dios, y los consejos proféticos que dirigieron la Iglesia en su curso definido y que sirvieron como piezas magníficas para conocer el enigma del grandioso plan de salvación, que no nos llegó en un vacío, en lugares solitarios o en monasterios, sino en medio de las idas y venidas de hombres y mujeres nobles que estaban dedicados a ganarse su forma de vida así como a aprender, línea por línea, como vivir y por qué vivir.

Al recorrer el año 1843 he omitido a propósito tres asuntos doctrinales que fueron presentados o ampliados en ese año y que ahora trataré con mayor detalle. Estos asuntos sagrados son distintivamente doctrinas Santo de los Últimos Días.

El Matrimonio Eterno

Debido a José Smith y la autoridad que le fue restaurada, sabemos que la unidad familiar será preservada por todas las eternidades. De esta forma, el amor en verdad llega a ser eterno, y los privilegios de la paternidad y de la maternidad continúan por todas las generaciones del tiempo.

Sabemos por las fuentes históricas que José Smith supo del matrimonio eterno (así como del matrimonio plural) por primera vez en 1831, durante la época en que estaba trabajando en su traducción inspirada de la Biblia. Pero no fue sino hasta el 12 de julio de 1843, que se registró la revelación que ahora conocemos como la sección 132 de la Doctrina y Convenios. Los primeros miembros tomaron muy en serio la comisión del Señor dada en noviembre de 1831: “Y se os dará el poder de sellar para vida eterna a todos de quienes el Padre testifique” (Doctrina y Convenios 68: 12). De hecho, los registros indican que congregaciones completas fueron selladas de esta manera. [28] Elías el Profeta había venido al Templo de Kirtland en abril de 1836 y restauró las llaves relacionadas con los poderes selladores y la plenitud del Sacerdocio de Melquisedec, o sea, una invitación e instrucción para unir para siempre a madres y padres, hijos e hijas. (ver DyC 110: 13-15). [29]

La doctrina y la práctica del matrimonio eterno dentro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, están tan extendidas, casi tan comunes, que a menudo no tomamos el tiempo para reflexionar seriamente acerca de qué gran tesoro, qué perla de gran precio, tenemos en nuestro medio. Consideren esta declaración no satisfactoria hecha por un pastor-maestro evangélico muy dedicado:

La pregunta acerca del cielo que me hacen con más frecuencia es:“¿Estaré casado con la misma esposa en el cielo?” Muchos están diciendo: “no quiero perder mi relación con mi esposa; no me puedo imaginar ir al cielo y no estar casado con ella.” (Sin embargo, otros pueden estar deseando en secreto recibir una respuesta distinta. ¡No estoy seguro por qué tantos lo preguntan!). . . .

El matrimonio así como otros asuntos de esta vida a veces se entrelazan en asuntos más importantes de interés eterno. Pablo escribió: “El soltero se preocupa por las cosas que son del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado se preocupa por las cosas que son del mundo, de cómo agradar a su esposa” (1 Cor. 7: 32-33). Así que si puedes seguir soltero, hazlo. Concéntrate en las cosas del Señor, porque el matrimonio es solamente una provisión temporal. . .

Aunque las parejas casadas son coherederas de la gracia de la vida (1 Pedro 3: 7), la institución del matrimonio está desapareciendo. Hay valores eternos más elevados. . . .

¿Qué se supone que debemos pensar acerca de esto quienes estamos felizmente casados? Amo a mi esposa. Ella es mi mejor amiga, y mi compañera más querida en cada aspecto de mi vida. Si piensas igual acerca de tu esposa, ¡no te desesperes! pues disfrutarás en el cielo de un compañerismo que es más perfecto que cualquier compañerismo terrenal. La diferencia es que tendrás tal relación perfecta con todas las demás personas en el cielo también. Si tener tan profunda relación con tu cónyuge aquí es algo tan maravilloso, imagínate cuan glorioso será gozar una relación perfecta —y para siempre— con todos los humanos en la amplia expansión del cielo. [30]

José Smith puso todas las cosas en la perspectiva correcta. Nos ayudó a ver que algunas cosas importan más que otras, que la vida familiar, las asociaciones familiares, y el amor familiar valen más que la fama y la fortuna, más que la aclamación intelectual, y más que la adquisición de los bienes de este mundo. El élder Parley P. Pratt escribió:

Fue durante esta época [en Filadelfia en el año 1839] que recibí de parte de José Smith la primera noción de la organización familiar eterna, y de la unión eterna de los sexos en esas relaciones tan queridas e inexpresables que nadie, salvo los altamente intelectuales, los refinados y los puros de corazón, saben apreciar, y que son el mejor fundamento de todos lo que se pueda llamar felicidad.

Hasta ese entonces yo había aprendido a estimar los afectos y simpatías familiares como algo perteneciente a este estado transitorio, como algo a lo que el corazón debe estar enteramente entrelazado, a fin de estar preparado para su estado celestial.

José Smith fue quien me enseñó a valorar las afectuosas relaciones de padre y madre, esposo y esposa; de hermano y hermana, hijo e hija.

De él que aprendí que la esposa de mi corazón podía quedar ligada a mí por el tiempo y por toda la eternidad; y que los refinados sentimientos y afectos de cariño mutuo emanaban de la fuente del eterno amor divino. Fue de él que aprendí que podemos cultivar dichos afectos, y crecer y aumentar en ellos durante toda la eternidad. . . .

Yo había amado antes, pero no sabía el porqué. Mas ahora amaba con una pureza, una intensidad de sentimiento elevado y exaltado, que elevaría mi alma por encima de las cosas transitorias de esta abyecta esfera y la haría expandirse como el océano. Sentí que Dios era mi Padre Celestial en realidad, que Jesucristo era mi hermano, y que la esposa de mi corazón era una compañera inmortal y eterna; un bondadoso ángel ministrante, que se me había dado para mi confort y una corona de gloria para siempre jamás. En resumen, ahora podía amar con el espíritu y también con el entendimiento. [31]

El martes 16 de mayo, el Profeta puso su mano en la rodilla de William Clayton, su secretario y escribiente y dijo: “Tu vida es de Cristo en Dios, y así es con muchos otros. Nada, a excepción del pecado imperdonable, puede evitar que heredes la vida eterna porque has sido sellado para vida eterna por el poder del Sacerdocio, habiendo dado los pasos necesarios para ese propósito. [32] El Profeta continuó diciendo: “A menos que un hombre y su esposa entren en un convenio sempiterno, mientras se hallen en este estado de probación, y sean unidos por las eternidades, mediante el poder y la autoridad del Santo Sacerdocio, cesarán de aumentar cuando mueran, es decir no tendrán hijos después de la resurrección.” [33] Entonces sigue lo que conocemos como Doctrina y Convenios 131: 1-4, la explicación de que el grado más alto del reino celestial, lo que nosotros llamamos exaltación, solamente vendrá a quienes entran en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio y guardan todos sus términos y condiciones.

La Palabra Profética más Segura

Debido a las enseñanzas de José Smith, entendemos que podemos recibir la seguridad de la vida eterna. Podemos saber que nuestras vidas están en el curso, que estamos en convenio, en Cristo, y ligados para vida eterna. Desde muy temprano en su ministerio, José Smith enseñó que a medida que los hombres y mujeres vivan de forma tal que cultiven los dones del Espiritu Santo, eventualmente reciben la certeza de la vida eterna; hacen más firme su vocación y elección. “Después que una persona tiene fe en Cristo, se arrepiente de sus pecados, se bautiza para la remisión de ellos y recibe el Espíritu Santo (por la imposición de manos), que es el primer Consolador, entonces si continúa humillándose ante Dios, . . . el Señor le dirá dentro de poco: “hijo, serás exaltado.” Cuando el Señor lo haya probado en todas las cosas, y haya visto que aquel hombre está resuelto a servirlo, pase lo que pase, ese hombre verá que su vocación y elección han sido confirmadas.” [34] Esto es, el Señor sella una exaltación sobre él y lo sella para vida eterna. Al recibir la promesa de salvación, indica que el hombre ha pasado las pruebas de la mortalidad y ha calificado para exaltación y gloria en el más allá.

El 14 de mayo de 1843, Wilford Woodruff registró un sermón del Hermano José en el cual explicó las palabras de Pedro en su segunda epístola en cuanto a que los apóstoles que ascendieron al Monte de la Transfiguración tienen “una palabra profética más segura”: “Aunque oyesen la voz de Dios y supiesen que Jesús era el Hijo de Dios, esto no sería evidencia de que su vocación y elección había sido hecha firme, ni que tendrían parte con Cristo y serían coherederos con Él. Así pues, buscarían esa palabra profética más segura de que habían sido ligados en los cielos, y que tenían la promesa de vida eterna en el reino de Dios [véase Doctrina y Convenios 131: 5-6]. Y habiéndoles sido confirmada esta promesa, era como un ancla para el alma, firme y segura. . . . Quisiera, pues, exhortaros a que continuaseis invocando a Dios hasta que hagáis firme vuestra vocación y elección, obteniendo la palabra profética más segura, y esperando pacientemente la promesa hasta que podáis obtenerla.” [35]

Durante el otoño de 1843, José Smith empezó a conferir sobre hombres y mujeres la plenitud de las bendiciones del sacerdocio. “Los que poseen la plenitud del Sacerdocio de Melquisedec son reyes y sacerdotes del más alto Dios” explicó José, “y tienen las llaves del poder y bendiciones. De hecho, este sacerdocio es una ley perfecta de la teocracia, y, en representación de Dios, expide leyes al pueblo, y administra vidas sin fin a los hijos e hijas de Adán. Abraham le dice a Melquisedec: Creo todo lo que tu me has enseñado concerniente al sacerdocio y la venida del Hijo del Hombre; por consiguiente, Melquisedec confirió el sacerdocio a Abraham y lo despidió. Abraham se regocijó, y dijo: Ahora tengo un sacerdocio.” [36] El registro que hizo James Burgess de este sermón es como sigue: “Abraham dio la décima parte de sus posesiones y entonces recibió una bendición bajo las manos de Melquisedec, aún la última ley o la plenitud de la ley del sacerdocio, lo cual lo convirtió [a Abraham] en rey y sacerdote según el orden de Melquisedec, o una vida sin fin.” [37]

Asegurando a las Familias mediante el Convenio

Debido a José Smith y a los poderes que se ejercen en los santos templos, existe poder en el nuevo y sempiterno convenio para asegurar a las familias para siempre. Ese poder trasciende nuestra capacidad finita para entender por completo la disposición infinita y el plan eterno de Dios para salvar a todos los que lo merezcan. Es tan poco lo que conocemos. En un mundo que exige imparcialidad, con frecuencia cerramos los ojos a las tiernas misericordias de un Salvador amoroso. Por ejemplo, el Maestro demuestra su misericordia infinita al negarse a condenar a quienes ignoraron el mensaje del evangelio y sus requisitos (véase 2 Nefi 9: 25-26; Mosíah 3: 11; Moroni 8: 22; Doctrina y Convenios 137: 7-9), incluyendo a los niños que mueren antes de llegar a la edad de responsabilidad (véase Mosíah 3: 16; 15:25; Moroni 8: 8-12, 22; Doctrina y Convenios 29: 46-47; 74: 7; 137: 10). Él ofrece el supremo don —la vida eterna— a los obreros que se unen a la obra de la viña en la undécima hora, y ese mismo don se lo ofrece a quienes han trabajado todo el día (véase Mateo 20: 1-16).

Hablando en los funerales para el juez Elias Higbee el 13 de agosto de 1843, el Profeta declaró: “Si yo tuviese la inspiración, revelación y pulmones para comunicar lo que mi alma ha contemplado en épocas pasadas, no habría una sola persona en esta congregación que no se iría a casa y cerraría su boca en eterno silencio sobre asuntos religiosos, hasta que hubiese aprendido algo. ¿Por qué estáis tan confiados en que entendéis las cosas de Dios, cuando para vosotros todas las cosas son tan inciertas? Con gusto os comunicaré todo el conocimiento e inteligencia que pueda.” Después de prepararnos en esa forma para lo que seguía, continuó: “Lo que ha quedado oculto desde antes de la fundación del mundo es revelado a los pequeñuelos y a los niños de pecho en los postreros tiempos. El mundo está destinado a ser quemado en los últimos días. El Señor enviará a Elías el Profeta, y éste revelará los convenios de los padres respecto de los hijos, y los convenios de los hijos respecto de los padres.” Luego él se refirió a los cuatro ángeles que se mencionan en Apocalipsis 7, y que se describen en la revelación moderna como “cuatro ángeles enviados de Dios, a quienes es dado poder sobre las cuatro partes de la tierra, para salvar la vida y para destruir; son los que tienen el evangelio eterno para darlo a toda nación, tribu, lengua y pueblo, y tienen el poder de cerrar los cielos, de sellar para vida o de echar abajo a las regiones de las tinieblas” (Doctrina y Convenios 77: 8). El Profeta entonces declaró: “Hay cuatro ángeles destructores que tienen dominio sobre las cuatro partes de la tierra hasta que los siervos de Dios reciban el sello en la frente, que significa la confirmación de las bendiciones sobre ellos, refiriéndose al convenio sempiterno, con lo cual queda confirmada su vocación y elección. Cuando se fija el sello sobre el padre y la madre, esto les asegura su posteridad, a fin de que no se pierdan, sino que sean salvos en virtud del convenio de su padre y madre.” [38]

Howard y Martha Coray registraron ese mismo sermón como sigue: “ Dios les mandará a Elías el profeta y él les revelará el convenio de los padres con relación a los hijos y los convenios de los hijos con relación a los Padres, para que tengan el privilegio de entrar en el mismo a fin de efectuar su salvación mutua.” [39] El presidente Franklin D. Richards registró las palabras del Profeta de la manera siguiente: “Los convenios ya sea allá o aquí se deben hacer en vista de la eternidad y los convenios que han sido sellados en la frente de los padres aseguraron a los hijos para que no caigan, para que todos se sienten sobre tronos como uno con la deidad, como coherederos de Dios con Jesucristo.” [40]

¿Qué quiere decir esto? ¿Hasta qué grado pueden los padres justos —padres y madres que han hecho convenios sagrados y los han guardado— afectar o aún efectuar la salvación de su posteridad? El presidente Brigham Young enseñó: “Dejad que el padre y la madre, que sean miembros de esta Iglesia y reino, sigan un camino recto, y se esfuercen con todo su poder para nunca hacer el mal, sino hacer el bien toda su vida; si tienen un hijo o cien, si se comportan con ellos como es debido, acercándolos al Señor por su fe y oraciones, no importa a donde vayan los hijos, ellos están ligados a sus padres por un vínculo eterno, y ningún poder en la tierra o en el infierno podrá separarlos de sus padres en la eternidad; ellos volverán a la fuente de donde nacieron.” [41]

Pensamos en los sufrimientos y las súplicas de Alma padre y su esposa y recordamos las palabras que el ángel le dijo a su hijo rebelde: “He aquí, el Señor ha oído las oraciones de su pueblo, y también las oraciones de su siervo Alma, que es tu padre; porque él ha orado con mucha fe en cuanto a ti, para que seas traído al conocimiento de la verdad; por tanto, con este fin he venido para convencerte del poder y la autoridad de Dios, para que las oraciones de sus siervos sean contestadas según su fe” (Mosíah 27: 14).

Creemos que quienes han sido fieles en su primer estado vienen a la tierra con cierta pre- disposición para recibir y aceptar la verdad. El Profeta mismo declaró que los de la casa de Israel que vienen a la Iglesia lo hacen con tranquila receptividad al Espíritu del Señor y con apertura a la inteligencia pura. [42] De igual manera, no tenemos dificultad para hablar de que “el espíritu de Elías el Profeta” llega, toca, dirige e impulsa a las personas a buscar a sus muertos y efectuar las ordenanzas salvadoras. Entonces, ¿Por qué tenemos dificultades para aceptar el hecho de que el poder del convenio pueda llegar, tocar, re-dirigir e impulsar a la oveja errante? ¿Podría ser que ese poder sea de hecho el mismo espíritu de Elías el Profeta, ese espíritu que vuelve el corazón de los hijos a los convenios hechos con sus padres? El élder Orson F. Whitney dio el siguiente comentario poderoso sobre las palabras de José Smith:

El Profeta José Smith enseñó —y nunca enseñó una doctrina más reconfortante— que el sellamiento eterno de padres fieles y las divinas promesas que se les hayan hecho por su valiente servicio en la Causa de la Verdad, los salvarían no solamente a ellos sino también a su posteridad. Aunque algunas ovejas se descarríen, el ojo del Pastor está sobre ellas, y tarde o temprano sentirán los tentáculos de la Divina Providencia extenderse hacia ellos y acercarlas de nuevo al rebaño. Ellos volverán, ya sea en esta vida o en la vida venidera. Tendrán que pagar su deuda a la justicia; sufrirán por sus pecados, y tal vez anden por caminos espinosos; pero si esto finalmente los lleva, como al Hijo Pródigo, al corazón y al hogar de un padre amoroso que perdona, la dolorosa experiencia, no habrá sido en vano. Orad por vuestros hijos descuidados y desobedientes; manteneos cerca de ellos mediante vuestra fe. Continuad con esperanza y confianza hasta que veais la salvación de Dios. . . .

¡Vosotros padres de testarudos y rebeldes! No os deis por vencidos. No los expulsen. No están totalmente perdidos. El Pastor encontrará a sus ovejas. Fueron de Él antes que fueran de ustedes —mucho antes de que los confiara a vuestro cuidado; y ustedes ni siquiera pueden empezar a amarlos de la forma en que Él los ama. Se han desviado del Sendero de Rectitud por ignorancia, y Dios es misericordioso con la ignorancia. Solamente la plenitud de conocimiento trae la totalidad de la responsabilidad. Nuestro Padre Celestial es mucho más misericordioso, infinitamente más caritativo, que el mejor de sus siervos, y el Evangelio Eterno tiene mayor poder para salvar que lo que nuestras mentes finitas pueden comprender. [43]

En nuestra propia época, el presidente Boyd K. Packer nos ha dado un contexto reconfortante y una reafirmación de la promesa hecha a los padres fieles. Al comentar acerca de la “contaminación moral” de los últimos días dijo:

Es un gran desafío el criar a una familia en los vapores de tinieblas de nuestro ambiente moral.

Recalcamos que la obra más importante que podáis llevar a cabo será dentro de las paredes de vuestros propios hogares y “que ningún éxito puede compensar el fracaso en el hogar.”

No obstante, la medida de nuestro éxito como padres no dependerá de la rectitud de nuestros hijos. Ese criterio se aplicaría únicamente si pudiéramos criar a nuestras familias en un ambiente moral perfecto, y eso ahora es imposible.

No es raro que algunos padres pierdan a alguno de sus hijos, por un tiempo, a causa de influencias que están fuera de su control. Se angustian por los hijos o hijas rebeldes; sufren y se preguntan por qué no pueden hacer nada cuando se esforzaron tanto para hacer lo que debían.

Tengo una firme convicción de que esas influencias inicuas algún día serán abolidas. . .

No se puede recalcar demasiado el valor del matrimonio en el templo, los lazos de unión de la ordenanza selladora y las normas requeridas de dignidad. Cuando los padres guardan los convenios que han hecho en el altar del templo, sus hijos estarán sellados a ellos para siempre. [44]

Pero que la declaración del Profeta José Smith referente al sellamiento de los padres justos ¿no parece indicar que la vocación y elección de los padres debe asegurarse? Por lo tanto, los Santos de los Últimos Días que han recibido las ordenanzas de salvación —que incluyen las bendiciones de la investidura del templo y el matrimonio eterno— deben seguir adelante en la obra del Señor y con tranquila dignidad y con paciente madurez buscar ser dignos de ganar la certeza de la salvación antes del fin de su vida mortal. Pero si no reciben formalmente la palabra profética más segura en esta vida, tienen la promesa de las escrituras que por perseverar fielmente hasta el fin —guardando los convenios y los mandamientos desde el bautismo hasta el fin de su vida (véase Mosíah 18: 8-9)— recibirán la promesa de la vida eterna, ya sea que dicha promesa se reciba aquí o en el más allá (véase Doctrina y Convenios 14: 7; 53: 7; véase también 2 Nefi 31:20; Mosíah 5:15). “Pero benditos son aquellos que son fieles y perseveran, sea en vida o muerte, porque heredarán la vida eterna” (Doctrina y Convenios 50: 5).

En el funeral del élder S. Dilworth Young, el élder Bruce R. McConkie expresó los siguientes sentimientos: “Si morimos en la fe, es igual que decir que nuestra vocación y elección han sido aseguradas y que continuaremos hacia la recompensa eterna en el más allá. En lo que concierne a los miembros de la Iglesia fieles, se les ha marcado un curso que lleva a la vida eterna. Esta vida es el tiempo que ha sido designado como estado de probación para que los hombres se preparen para comparecer ante Dios, y en lo que se refiere a las personas fieles, si están en la línea de su deber, si están haciendo lo que deben, aunque no hayan sido perfectos en esta esfera, su probación ha terminado. Habrá algún tipo de probación en el más allá para algunas personas. Pero para los fieles santos de Dios, ahora es el día y la hora, y su probación se termina con su muerte.” [45]

Amulek enseñó que el mismo espíritu o disposición que tengamos en esta vida estará con nosotros en el mundo por venir (ver Alma 34: 31-35), y ese principio es verdadero. Continuar en un curso acostumbrado a hacer lo malo, hace mucho más difícil el cambiar. Pero, ¿es imposible el cambio?

Nunca debemos negarle a otra persona la oportunidad de cambiar. La gente cambia aquí. ¿Por qué no poder cambiar en el más allá? Hay tantas cosas que pesan sobre el corazón y la mente de una persona, las presiones y los desafíos y las cruces que solamente Dios puede ver y entender. ¿Por qué rechaza el evangelio una persona? ¿ Por qué se desvía un hijo? ¿Podemos ver el panorama completo? ¿Estamos en posición de emitir un juicio apropiado y cerrar las puertas para una recuperación y reconciliación en el futuro? Estoy convencido de que cuando una persona pasa por el velo de la muerte, todos los impedimentos y desafíos que estuvieron fuera de su control —el abuso, la negligencia, el ambiente inmoral, fuertes tradiciones, etc.— se romperán como una tela. Entonces, quizás, verán y sentirán las cosas que antes no pudieron ver y sentir.

Pero, ¿no es peligrosa esta enseñanza? ¿Puede ser que este tipo de enseñanza motive a algunos jóvenes a descuidar su deber y cosechar sus propias amarguras? Supongo que siempre existirán quienes decidan aprovecharse de la libertad del evangelio o quienes rechacen la gracia salvadora del Señor al violar, a sabiendas, las leyes de Dios. Siempre existen riesgos en esa parte del espectro. Existe, sin embargo, lo que considero es un riesgo mayor —el que los padres y madres dedicados, trabajadores y diligentes pero que tienen hijos rebeldes, lleguen a falsas conclusiones con respecto a sí mismos, y que, en su desesperación, tiren la toalla. Para esas personas, la palabra profética concerniente al poder consumador del convenio es como maná para el alma, como las aguas vivas para los labios resecos. También puede ser el caso, que tal doctrina se enseña más efectivamente en situaciones más íntimas.

Pero, ¿es justo todo esto para los padres que han tenido éxito al educar a sus familias o para los hijos que se han mantenido libres de pecados serios? Dicho claramente, todos somos pecadores. Todos tenemos necesidad de la gracia que perdona. Todos estamos por debajo de la norma divina. Después de un largo día debatiendo con sus oponentes, Jesús dio la siguiente parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar a mi viña. Y respondiendo él, dijo: No quiero, pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?” (Mateo 21: 28-31). Uno se pregunta “por qué Jesús no mencionó a un tercer hijo que dijera, ‘iré’ y cumplió su palabra. Quizás sea porque este relato caracteriza a la humanidad, y todos nos quedamos cortos. Por tanto, Jesús pudo haber descrito solamente a dos tipos de personas religiosas: a quienes pretenden ser obedientes pero que en realidad son rebeldes, y a quienes empiezan como rebeldes pero se arrepienten.” [46]

Puesto que todos nosotros somos recipientes de la gracia interminable e inmerecida, ¿cómo podemos, en el espíritu de la claridad cristiana —o con la actitud del sano discurso— decir que sea injusta la misericordia perdonadora del Señor hacia los hijos rebeldes? ¡Claro que es injusto! ¡Todo es injusto! No es justo que un hombre puro e inocente sufriera y agonizara por las transgresiones de otros. No es justo que aquel que nunca dio un paso atrás pisara solo el lagar, “sí, el lagar del furor de la ira del Dios Omnipotente” (Doctrina y Convenios 76: 107) y que por lo tanto descendiera debajo de todas las cosas (ver Doctrina y Convenios 88: 6). Definitivamente es injusto que el humilde Nazareno se sujetara a la ignominia y a la tortura indescriptible de la crucifixión. Pero el plan del Padre no es un plan de justicia, al menos desde la perspectiva limitada con el que definimos la justicia, es un plan de misericordia. El Padre y el Hijo nos aman de maneras que no podemos comprender. Harán todo lo que esté dentro de los límites de lo correcto para salvar a cuantos de la posteridad de Adan y Eva se puedan salvar.

El Presidente Lorenzo Snow explicó:

Dios ha cumplido las promesas que nos ha hecho, y nuestras posibilidades son grandiosas y gloriosas. Sí, en la próxima vida, tendremos a nuestras esposas, y a nuestros hijos e hijas. Si no los tenemos a todos de inmediato, los tendremos en algún tiempo, porque toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Cristo. Ustedes que lloran porque sus hijos se han descarriado, tendrán a sus hijos e hijas. Si tienen éxito al pasar por estas pruebas y aflicciones y reciben la resurrección, obrarán, por el poder del Sacerdocio, y trabajarán como lo ha hecho el Hijo de Dios, hasta que todos sus hijos e hijas estén en el camino de la gloria y la exaltación. Esto es tan seguro como que el sol se levantó sobre las montañas. Por lo tanto, no lloren porque no todos sus hijos siguen en el camino que les habéis señalado, o porque no escuchen sus consejos. En tanto que tengamos éxito en asegurar la gloria eterna, y estemos como salvadores, y como reyes y sacerdotes de nuestro Dios, salvaremos a nuestra posteridad. . . . Dios tendrá su propia manera, a su debido tiempo, y cumplirá Sus propósitos en la salvación de Sus hijos e hijas. . . . Que Dios les bendiga, hermanos y hermanas. El mensaje que quiero darles es que no se desanimen; sino recuerden que el privilegio que podemos tener constantemente es la rectitud y el gozo en el Espíritu Santo. [47]

Conclusión

Un profeta es primero y ante todo un testigo de Cristo (véase Apocalipsis 19:10). Su capacidad como testigo se basa en el conocimiento, o sea, hasta el punto en que descubra los cielos y revele la mente y la voluntad del Todopoderoso. Entonces es un revelador y un maestro; pues revela y enseña los principios de la salvación. El mensaje no es suyo sino del Padre que lo envió. Aún así, el profeta debe ser un vaso puro a fin de que el mensaje no se manche. Con respecto a lo que enseñaba, José Smith dijo:

Esta es buena doctrina. Tiene buen gusto. Puedo saborear los principios de la vida eterna, y vosotros también. Me vienen a mí por las revelaciones de Jesucristo; y sé que cuando os declaro estas palabras de vida eterna, así como me son comunicadas, vosotros gustáis de ellas, y sé que las creéis. Decís que la miel es dulce; también yo. En igual manera, puedo probar el espíritu de la vida eterna. Sé que es bueno; y cuando os hablo de estas cosas que me fueron dadas por la inspiración del Espíritu Santo, ciertamente las tendréis que recibir por ser dulces, y más y más os regocijaréis. [48]

Es en esas enseñanzas que nos regocijamos, Al estudiarlas, al enseñarlas y al escribir sobre ellas, nos regocijamos “más y más.” Su gusto es dulce. Son luz y verdad. Elevan el alma y ensanchan la mente. Llevan dentro de ellas, como lo hace toda la verdad, la evidencia de su propia veracidad. Por separado y colectivamente testifican que José Smith fue un profeta. De todo lo que el Profeta enseñó no podemos más que decir: Tiene buen gusto; eleva el alma e ilumina la mente. Les comparto mi gran amor hacia el Profeta José Smith. Deseo honrar su nombre y su ministerio, y serle leal. Es por medio de él que he llegado a conocer a mi Señor y Salvador y experimentar los dulces frutos que vienen solamente por vivir el evangelio. Fue el Señor Jesús mismo quien le dijo al Profeta: “Los extremos de la tierra indagarán tu nombre, los necios se burlarán de ti y el infierno se encolerizará en tu contra; en tanto que los puros de corazón, los sabios, los nobles y los virtuosos buscarán consejo, autoridad y bendiciones de tu mano constantemente” (Doctrina y Convenios 122: 1-2). Deseo ser contado siempre entre los que buscan consejo, autoridad y bendiciones de su mano. No adoro a José Smith, porque mi adoración está reservada para Dios. Él es la fuente de la salvación. Alegremente canto alabanza y expreso gratitud eterna por el testimonio profético y preeminente de quien ha hecho más por la salvación de los hombre y mujeres, exceptuando solo a Jesús, que cualquier otro hombre que haya vivido (ver Doctrina y Convenios 135: 3).

El élder Wilford Woodruff dijo de su amado líder y profeta: “No existe un hombre tan grande como José Smith en esta generación. Los gentiles lo buscan y es como una veta de oro, oculta a la vista humana. No conocen sus principios, su sabiduría, sus virtudes, su llamamiento. Su mente, como la de Enoc, se expande como la eternidad, y solamente Dios puede comprender su alma.” [49]

Notas

[1] Enseñanzas del Profeta José Smith, compilado por Joseph Fielding Smith (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1954) página 182.

[2] Bruce R. McConkie, “This Generation Shall Have My Word Through You,” en Hearken O Ye People: Discourses on the Doctrine and Covenants (Sandy, UT: Randall Book, 1984), pág. 4.

[3] Bruce R. McConkie, “This Generation Shall Have My Word,” páginas 4-5.

[4] Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1978), página 488.

[5] José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, editor B.H. Roberts, 2ª. edición revisada (Salt Lake City: Deseret Book, 1957), 5:215.

[6] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 341.

[7] José Smith, History of the Church 5: 256-259.

[8] Times and Seasons, 1 de febrero de 1843, páginas 82-85.

[9] José Smith, History of the Church 5: 267.

[10] José Smith, History of the Church 5: 290-291; véase también la página 337 acerca de la señal del Hijo del Hombre.

[11] José Smith, History of the Church 5: 298.

[12] José Smith, History of the Church 5: 323; véase también la página 336.

[13] The Words of Joseph Smith, editores Andrew F. Ehat y Lyndon W. Cook (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1980), página 170; en todas las citas de esta fuente, he modernizado la ortografía y la puntuación.

[14] José Smith, History of the Church 5: 339.

[15] José Smith, History of the Church 5: 339-345.

[16] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 370.

[17] Words of Joseph Smith, página 279.

[18] José Smith, History of the Church 5: 423-425.

[19] Words of Joseph Smith, página 211.

[20] José Smith, History of the Church 5: 498.

[21] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 386-387.

[22] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 382-383.

[23] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 383.

[24] Words of Joseph Smith, página 231.

[25] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 399-400.

[26] Words of Joseph Smith, página 256.

[27] Words of Joseph Smith, página 256.

[28] Véanse algunos ejemplos en Principles of Perfection por Hyrum L. Andrus (Salt Lake City: Bookcraft, 1970), páginas 346-352.

[29] José Smith, History of the Church, 6: 251.

[30] John F. MacArthur hijo, en The Glory of Heaven: The Truth about Heaven, Angels, and Eternal Life (Westchester, IL: Crossway Books, 1998), páginas 135-138.

[31] The Autobiography of Parley P. Pratt, editado por Parley P. Pratt hijo, (Salt Lake City: Deseret Book, 1976), páginas 297-298.

[32] José Smith, History of the Church, 5: 391

[33] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 366.

[34] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 178.

[35] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 363.

[36] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 394-395 .

[37] Words of Joseph Smith, página 246.

[38] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 392-393

[39] Words of Joseph Smith, página 240.

[40] Words of Joseph Smith, página 241.

[41] Brigham Young, en Journal of Discourses (Londres: Latter-day Saints’ Book Depot, 1854-1886), 11: 215.

[42] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 177-178.

[43] Orson F. Whitney, en Conference Report, abril de 1929 página 110.

[44] Boyd K. Packer, “Nuestro Ambiente Moral” Liahona, julio de 1992 página 75.

[45] Bruce R. McConkie, en los servicios funerales para S. Dilworth Young, 13 de julio de 1981, texto mecanografiado, página 5.

[46] John F. MacArthur hijo, The Gospel According to Jesus, edición revisada (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994), páginas 183-184.

[47] Lorenzo Snow, discurso dado el 6 de octubre de 1893, Collected Discourses, 3:364-365.

[48] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 440.

[49] Wilford Woodruff, Journal History of the Church, anotación del 9 de abril de 1837. Biblioteca de Historia de la Iglesia en Salt Lake City.