1833 la expulsión de Sión

Grant Underwood

Grant Underwood es profesor de historia en la Universidad de Brigham Young y es uno de los editores de los Documentos de José Smith.

Este capítulo se enfoca en tres momentos en el año 1833 que marcan un hito en la vida del Profeta y en la historia de la Iglesia. Primero iremos a febrero de 1833 y examinaremos la Palabra de Sabiduría, una revelación que ha sido muy influyente en esta dispensación. En seguida consideraremos brevemente el inicio de la construcción del primer templo. Entonces, concluiremos con un episodio traumático: la expulsión de Sión, o del Condado de Jackson, Missouri.

La Palabra de Sabiduría

Con respecto a los antecedentes históricos de la Palabra de Sabiduría, casi todos hemos oído el relato de Brigham Young referente a que Emma Smith ya estaba cansada de las manchas del tabaco de mascar, y de hecho eso fue una parte de lo que propició la Palabra de Sabiduría. Me gustaría aumentar un poco más esos antecedentes. Es mucho menos conocido el hecho de que el movimiento Pro Moderación — la campaña para reducir el consumo de alcohol— y la reforma de salud en general fueron factores que contribuyeron fuertemente. Unos días antes de que los primeros misioneros Santos de los Últimos Días llegaran a Ohio, se fundó La Sociedad Pro Moderación de Kirtland y entre sus miembros había personas con los nombres de Morley o Lyman, que se convertirían en Santos de los Últimos Días. Poco después, unas pocas semanas antes de que se recibiera lo que conocemos como la Palabra de Sabiduría, La Sociedad Pro Moderación de Kirtland tuvo éxito al lograr que se cerrara la destilería de Kirtland. Agreguen a eso otro elemento interesante: José Smith se subscribió a un periódico no-mormón conocido como el American Revivalist and Rochester Observer, el cual con frecuencia cubría el movimiento pro moderación, en particular, la relación entre la templanza y la epidemia de cólera que estaba ocurriendo. Entonces, todo esto nos hace esta pregunta: ¿Es posible ampliar los antecedentes de la Palabra de Sabiduría para incluir los sentimientos acerca de la moderación y la reforma de salud que estaban por toda la tierra? [1]

Lo que ahora tenemos como los primeros tres versículos de la sección 89, inicialmente fueron una declaración introductoria, y no fue sino hasta los años 1870 que el élder Orson Pratt, por asignación de la Primera Presidencia, puso el párrafo inicial en forma de versículos. El versículo 4 habla de “las maldades y designios que existen y existirán en el corazón de hombres conspiradores”. Uno de los aspectos fascinantes de la investigación histórica es que podemos entender la forma en que los primeros Santos leyeron y entendieron esas palabras. Por ejemplo, Hyrum Smith enfoca el hecho de que había fuerzas enemigas involucradas en la producción de muchos de esos artículos, y que uno no podría confiar en que no estuvieran adulterados o envenenados o contaminados de alguna manera. Eso pudo ser lo que muchos de los primeros Santos vieron detrás de la frase “las maldades y designios que existen y existirán en el corazón de hombres conspiradores”.

Al continuar adelante por la revelación, los versículos 5 y 6 dicen: “Que si entre vosotros hay quien beba vino o bebidas fuertes, he aquí, no es bueno ni propio a los ojos de vuestro Padre, sino cuando os reunís para ofrecerle vuestros sacramentos. Y he aquí, éste debe ser vino, sí, vino puro de la uva de la vid, de vuestra propia hechura.” Desde el principio, los Santos de los Últimos Días no tuvieron problema en usar el vino como parte de los sacramentos. No era aceptable para consumo dietético con las comidas, pero si lo era para usarlo en el sacramento. De hecho, muchos diarios antiguos nos dan un indicio de su uso común. John Murdock, un simple élder, incluyó en su diario esta anotación: “Siguiendo mi consejo, las hermanas juntaron grosellas e hicieron vino para nuestra comunión.” [2] En tan temprano período, era natural que los Santos usaran alguna de la terminología de sus religiones anteriores. Todavía no se habían acostumbrado al uso de la palabra sacramento; algunas veces usaban la palabra comunión o la frase “La Cena del Señor”, y ocasionalmente la palabra Eucaristía. Elizabeth Ann Whitney escribió: “Teníamos muy buena huerta y un buen jardín, planificados y arreglados de acuerdo a nuestros gustos y habilidades, y entre otras frutas, teníamos una gran cantidad de grosellas rojas, de las cuales hacíamos vino de calidad y sabor muy superior, aunque era totalmente local, o hecho en casa, habíamos usado este vino para el sacramento, y fue el primer vino usado por nuestro pueblo para ese propósito .” [3]

Años más tarde Brigham Young dijo: Espero que algún día tengamos el privilegio de usar en nuestros sacramentos, vino puro producido dentro de nuestras fronteras. No creo que nos dañe el usar vino de nuestra propia hechura, aunque estaríamos mejor sin él, que beberlo en exceso.” [4] Fieles al comentario del Hermano Brigham, los Santos de los Últimos Días intentaron sembrar uvas cuando y en donde pudieron para producir vino para usarlo principalmente en el sacramento. Hasta existió la “Dixie Wine Mission” en el sur de Utah durante la segunda mitad del siglo XIX. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce no dejaron de usar vino en sus reuniones sacramentales semanales en el templo sino hasta 1906.

En los primeros años, el obispo Newel K. Whitney anotó en su libro de cuentas: “Recibí de la iglesia para vino $ 13.12. La iglesia recibió dos litros de vino, de la cuarta graduación.” [5] Esta compra iba de acuerdo con lo que era aceptable en esa época, El obispo Whitney compró el vino y apuntó el precio, la cantidad y la graduación. La palabra graduación significa dos veces el porcentaje de alcohol; por tanto a la “cuarta graduación,” este vino tenía solamente el 2 por ciento de alcohol, una bebida muy suave. En aquel entonces, antes de que Luis Pasteur desarrollara su sistema, no era posible evitar la fermentación, y por lo tanto no era posible conseguir jugo de uva pasteurizado.

¿Qué significaba el término vino puro? Cuando Newell y Polly Knight visitaron a José Smith en el verano de 1830 y se presentó la ocasión para participar del sacramento, la revelación que conocemos como la sección 27 les mandó: “Por tanto, os doy el mandamiento de no comprar vino, ni bebidas alcohólicas a vuestros enemigos; de modo que, no beberéis de ninguno, a menos que sea recién hecho por vosotros” (versículos 3-4). Los Santos se estaban enfocando en la contaminación. Lo hicieron ellos mismos a fin de estar seguros que no contenía ingredientes impropios.

Consideremos el uso histórico del término sacramento. Era común en esa época el considerar el matrimonio como un sacramento, y parte de la costumbre matrimonial de la época era hacer un brindis con un vaso de vino. En realidad los Santos participaron de esa costumbre al igual que José Smith. Tenemos un relato en su diario en enero de 1836 cuando él efectuó un casamiento y después escribió: “Participamos de algunos refrigerios, y nuestros corazones se alegraron con el fruto de la vid. Esto va de acuerdo con el modelo puesto por nuestro Mismo Salvador, y nos sentimos dispuestos a patrocinar todas las instituciones del cielo.” [6] El Salvador mismo agració la boda en Caná de Galilea y convirtió el agua en vino.

Así que ¿cuando llegó el agua a ser parte del sacramento? La gente asume que los primeros miembros usaron el agua a partir de la fecha en que se reveló la sección 27. No fue así. La revelación solamente permite pero no ordena el uso de una bebida distinta al vino. Aunque históricamente se había acostumbrado el vino, ahora el Señor dijo que no importaba qué usaran. Tanto el agua como el vino se usaron por muchos años. Sin embargo, cuando los Santos llegaron a la Gran Cuenca y la misión del vino en Dixie ya no pude abastecer más que a la población local, el agua llegó a ser predominante en el servicio sacramental.

La Palabra de Sabiduría dice: “Que si entre vosotros hay quien beba vino o bebidas fuertes, he aquí, no es bueno” (Doctrina y Convenios 89: 5). En esas fechas había diferentes tipos de bebidas alcohólicas: el vino, con frecuencia con un contenido alcohólico más alto que el que el obispo Whitney compró; la sidra fuerte, un poco menos alcohólica, y la cerveza con el más bajo contenido alcohólico de todas (no como las cervezas de la actualidad). En esa época, “las bebidas fuertes” eran una categoría en sí mismas. Eran licores destilados —whiskey, ron, ginebra y brandy—. La mayoría tenía 40 % o más de alcohol.

La Palabra de Sabiduría menciona que las bebidas fuertes son para lavar el cuerpo. En ese entonces, la gente no tenía el alcohol desnaturalizado; hoy usamos el alcohol desnaturalizado para limpiar las heridas o para obtener una limpieza especialmente buena. Leemos de una reunión en 1836 de la cual Oliver Cowdery registró: “Me reuní al atardecer con el hno. José Smith, hijo, en su casa, en compañía del hno. John Corrill, y después que fue preparada agua limpia, oramos al Señor y procedimos a lavar los cuerpos de los demás, y a bañarlos con whiskey perfumado con canela. Hicimos esto para que pudiéramos estar limpios delante del Señor para el Día de Reposo, confesando nuestros pecados y haciendo convenio de ser fieles a Dios. Mientras con toda solemnidad efectuábamos este lavamiento para el Señor, nuestras mentes reflexionaron acerca de lo apropiado del mismo, y la manera en que antiguamente los sacerdotes acostumbraban lavarse siempre antes de servir delante del Señor.” [7] Debido a que no tenían alcohol desnaturalizado, le agregaban canela al whiskey para cambiarle el olor. Cuando uno entiende el contexto, esta es una experiencia hermosa y espiritual y muestra que los Santos usaron lo que tenían disponible en esa época.

Enseguida, la Palabra de Sabiduría menciona el término bebidas calientes. Algunos años después, Hyrum Smith hizo la famosa declaración : “Y otra vez, ‘las bebidas calientes no son para el cuerpo ni el vientre;’ y muchos se preguntan que es lo que esto quiere decir; si es que se refiere o no al té o al café. Yo digo que si se refiere al té, y al café.” [8] Esa declaración del Times and Seasons ha llegado a ser la interpretación oficial del versículo 9. Por supuesto, entonces existía el acuerdo, muy extendido, de que las bebidas que se tomaban a temperaturas elevadas eran dañinas. Esa era una idea común en esa época. Y para los reformadores de la salud era una preocupación creciente el hecho de que, en particular, el té y el café no eran benéficos para el cuerpo. El té y el café no habían sido un tema prominente en las campañas de moderación porque la bebida americana preferida era el whiskey, que era lo que se conseguía más fácilmente. Cuando las personas de la moderación lograron que el Congreso removiera los aranceles para el té y el café, ya podrían competir con el whiskey, un licor destilado. Uno de los objetivos de la campaña de moderación era eliminar el whiskey de entre la sociedad, por lo que propusieron que el té y el café fueran un substituto más suave. Después, con el paso del tiempo, la gente empezó a ver problemas también con el té y el café .[9]

La Palabra de Sabiduría habla del beneficio de las hierbas al decir: “que Dios ha dispuesto toda hierba saludable para la constitución, naturaleza y uso del hombre” (Doctrina y Convenios 89: 10). ¿Qué significaba el término hierba? En aquel entonces incluía más que los hierbas y las numerosas plantas que se usaban con propósitos culinarios. Las hierbas también eran usadas medicinalmente, y en la Iglesia había una cantidad de “doctores en hierbas”, entre ellos el doctor Frederick G. Williams y el doctor Willard Richards.. No eran doctores en medicina, sino doctores botánicos. Este mismo tipo de práctica se encuentra en el Libro de Mormón en el que un pasaje breve menciona “las excelentes cualidades de las muchas plantas y raíces que Dios había preparado para destruir la causa de aquellas enfermedades, a las cuales la gente estaba sujeta por la naturaleza del clima— ” (Alma 46: 40).

¿Qué hay acerca de la carne animal y su consumo? La Palabra de Sabiduría, al igual que otras revelaciones previas, lo afirma. “Sí, la carne de las bestias, y de las aves del cielo, yo, el Señor, he dispuesto para el uso del hombre, con acción de gracias; sin embargo, han de usarse limitadamente” (Doctrina y Convenios 89: 12). Antes en la sección 49 se dijo: “Y quien manda abstenerse de la carne, para que el hombre no la coma, no es ordenado por Dios” (versículo 18). Unos meses después, otra revelación dijo: “todas las cosas que de la tierra salen. . . son hechas para el beneficio y el uso del hombre, tanto para agradar la vista como para alegrar el corazón; sí para ser alimento y vestidura, para gustar y oler, para vigorizar el cuerpo y animar el alma. Y complace a Dios haber dado todas estas cosas al hombre; porque para este fin fueron creadas, para usarse con juicio, no en exceso” (Doctrina y Convenios 59: 18-20).

La Palabra de Sabiduría previene en contra del uso excesivo de la carne: “sin embargo, han de usarse limitadamente” (Doctrina y Convenios 89: 12). Poniendo esta idea en el contexto histórico ¿qué sabemos acerca del consumo de carne en los años de 1830? Un estudio indicó que la dieta americana tenía el porcentaje más alto de consumo de carne en el mundo: el americano promedio probablemente consumía toda una libra de carne al día. [10] Por lo tanto, es posible que “limitadamente” quiera decir bajar de una libra a media libra o a un cuarto de libra o quizás, usarla solamente de vez en cuando. La frase “y a mí me complace que no se usen, sino en temporadas de invierno, o de frío, o hambre” (versículo 13). reflejó las realidades convencionales de la época, dadas las técnicas de preservación de que se disponía en esas fechas. Esta práctica debió ser considerada como sabia por todos los que la leyeran.

¿Que hay acerca del uso de granos? La Palabra de Sabiduría dice: “Se ha dispuesto todo grano para el uso del hombre y de las bestias, como sostén de vida” (Doctrina y Convenios 89: 14). Los Santos de los Últimos Días, particularmente en el siglo XX, tuvieron preferencia por el trigo.. Hubo un período en el siglo pasado en el cual el consumo de trigo era muy común en los hogares Santos de los Últimos Días.

También entre los granos, la revelación habla acerca de la cebada y su uso para “bebidas moderadas” (versículo 17). Entendamos algo acerca del consumo de líquidos en la época. Hoy, tenemos un agua maravillosa, limpia y pura, pero muchos que han servido misiones por todo el mundo saben que la Iglesia aconseja a los misioneros que no tomen el agua sino que beban una bebida suave. Los americanos de 1830 no bebían mucha agua. Esa no era la práctica ni lo aconsejable en la época de José Smith. Ante esa realidad ¿cuales eran las alternativas? Una de las alternativas era un bebida moderadamente alcohólica, y una de las mejores candidatos era la cerveza, que en esas fechas tenía un bajo contenido alcohólico. Esto es lo que pudo haberse previsto en la frase “bebidas moderadas.” Por ejemplo, José Smith en su diario en marzo de 1843, hizo que su secretario registrara: “Le dije a Theodore Turley que no tenía objeciones a que construyera una cervecería.” [11] Cuando uno piensa en lo diferente que era la cerveza en ese entonces y en su contenido moderado y lo que eran las alternativas, en la realidad al construir su cervecería el Hermano Turley daría un servicio.

¿Qué podemos decir en resumen? Tomó tiempo para que prácticas tales como la Palabra de Sabiduría se establecieran. El Presidente Joseph F. Smith hizo una declaración de que la Palabra de Sabiduría “no fue dada en esa época, por vía de mandamiento o restricción sino por revelación.” [12] No fue sino hasta los años 1920 y 1930 en que realmente la Palabra de Sabiduría se convirtió en mandamiento. [13] Uno puede escudriñar el siglo diecinueve y hallar que muchos de los grandes Santos tuvieron una interpretación más amplia de la Palabra de Sabiduría que la que tenemos hoy, o que abandonaron algunos aspectos de ella.

El Templo de Kirtland

En diciembre de 1832, en esa gran revelación que ahora conocemos como la sección 88, el Señor por primera vez les dio instrucciones a los Santos para que construyeran una casa a su nombre. La revelación también incluye el mandamiento de instituir una escuela de los profetas. La casa del Señor en Kirtland no estaba pensada para ser un templo como los que tenemos hoy. Era esencialmente un lugar de reuniones y una escuela. Aunque pasaron algunos meses desde el mandato de construir el templo sin que hubiera ninguna actividad, a principios de mayo de 1833 hubo algún movimiento: se designó a un comité para reunir los fondos. Para principios de junio, habían preparado una circular en la cual se presentaban ante los Santos como las personas a cargo de reunir los fondos. En dicha circular escribieron: “A menos que cumplamos este mandato, o sea: establecer una casa, y se prepare todo lo necesario para que los élderes se puedan reunir en una escuela, llamada la Escuela de los Profetas, y reciban las instrucciones que el Señor ha dicho que puedan recibir, nos desesperaremos por no obtener las grandes bendiciones que Dios ha prometido a los fieles de la Iglesia de Cristo.” [14] Poco tiempo después, José recibió la sección 95, en la cual los Santos fueron reprendidos por haber permitido que pasaran casi seis meses sin haber hecho mucho. La revelación también se puede ver como un fortalecimiento del interés y actividad recién mostrados.

La sección 95 comenta la investidura de una manera que muestra como es que los primeros Santos la entendían. El Señor dijo: “os mandé edificar una casa” —hace seis meses que les dí ese mandamiento— “en la cual me propongo investir con poder de lo alto a los que he escogido; porque ésta es la promesa del Padre para vosotros; por tanto, os mando permanecer, así como mis apóstoles en Jerusalén” (versículos 8-9). En el último capítulo de Lucas, el Señor les dice a los apóstoles que se queden en Jerusalén hasta que sean investidos con poder de lo alto (véase Lucas 24: 49). Lucas, quien es considerado generalmente como el autor de Hechos, continúa ese relato al principio de los Hechos, al indicar que los apóstoles que se habían quedado en Jerusalén se reunieron para celebrar el Día de Pentecostés. En esa ocasión hubo una gran manifestación del Espíritu que capacitó a los apóstoles para predicar el evangelio poderosamente y eso incluyó un despliegue dramático del don de lenguas (véase Hechos 2: 4).

Esta repetición de Lucas nos ayuda a entender lo que significó la investidura para los primeros Santos. Era una repetición de aquel momento pentecostal, de esa capacitación para el ministerio. Muchos han encontrado un modelo de narrativa en el libro de Hechos. Una efusión y capacitación iniciales es seguida en los capítulos siguientes por la descripción de misioneros que salieron llenos del Espíritu y produjeron conversiones asombrosas. Así que, los primeros Santos de los Últimos Días, al menos en esa época oían en la palabra investidura una promesa de poder espiritual, más bien que una ceremonia separada, o una nueva liturgia sagrada. La investidura era una manifestación de poder espiritual que los preparaba para salir y predicar.

Esta misma visión es capturada en las palabras de la oración dedicatoria de la casa. El Profeta ora: “Permite que la unción de tus ministros sea sellada sobre ellos con poder de lo alto. Cúmplase en estos, como se hizo en aquellos el día de Pentecostés; derrámese sobre tu pueblo el don de lenguas, sí, lenguas repartidas como de fuego, así como su interpretación. E hínchase tu casa con tu gloria, como con un viento fuerte e impetuoso” (DyC 109: 35-37); otra vez, una repetición clara de Hechos capítulo 2 y su visión de la investidura como una capacitación por la manifestación del Espíritu.

Con el pueblo mormón en Missouri acercándose a un millar, el Profeta hizo que Frederick G. Williams dibujara los planos de como se vería el templo de Sión y que los enviara a Missouri. Es interesante que los templos en Missouri y Kirtland eran básicamente del mismo diseño. El templo en Missouri iba a ser un poco más grande, pero los planos del templo en Sión que han sobrevivido , muestran una estructura muy parecida a la del templo de Kirtland. La ironía aquí es que aunque ninguno de los planos del templo de Kirtland han sobrevivido, si se construyó; en tanto que los planos para el primer templo en Sión han sobrevivido, pero nunca se construyó. Ahora, la sección 95 menciona un “modelo” revelado para el templo. La Primera Presidencia lo vio en visión, pero también sabemos que lo que vieron aparentemente era un modelo general de la forma en que debía construirse el templo. Los historiadores de arquitectura han encontrado que los detalles menores de la construcción, tales como las molduras, fueron hechos por los artesanos mismos usando los manuales de carpintería disponibles y que no fueron incluidos en los planos hechos por José Smith, Sidney Rigdon y Frederick G. Williams. La Primera Presidencia definió los elementos principales del diseño del Templo de Kirtland, pero lo constructores mismos prepararon los detalles de la construcción y los adornos usando lo mejor de sus habilidades. Eso es consistente con la declaración del Profeta: “Les enseño principios correctos, y ellos se gobiernan solos.” [15] En otras palabras, les doy como guía la visión general y dejo que mis consiervos se encarguen de los detalles.

La Expulsión de Sión

Para el verano de 1833, había más Santos en Sión que en el noreste de Ohio. Aún así, toda la Iglesia no era ni siquiera del tamaño de una estaca hoy. Al haberse reunido en Sión, había más de un millar de Santos en el condado de Jackson, Missouri. ¿ Cuáles fueron algunas de las tensiones que llevaron a las dificultades? ¿ Por qué es que este gran sueño se desbarató en la última parte del año 1833? Veamos primero los factores internos y luego comentaremos brevemente los factores externos.

Internamente, había existido un historial de tensiones entre los líderes de la Iglesia en Sión y los de Kirtland. Hoy en día no vemos a los líderes de la Iglesia criticándose mutuamente, pero los primeros hermanos eran jóvenes e inexpertos. José tenía veintitantos años. Muchos de los otros líderes de la Iglesia apenas rebasaban los treinta años. Surgieron algunas pequeñas diferencias de manera intermitente entre el otoño de 1831 y el verano de 1833. Algunas de las cartas de esos años muestran que trataron de arreglar sus diferencias, pero parece que persisitió la falta de armonía total entre los líderes. Esto se refleja en una carta de enero de 1833; en realidad, es la carta que acompañó a esa gran revelación conocida como la “Hoja del Olivo” (sección 88) al ser enviada a Missouri. José escribe: “Si Sión no se purifica a fin de ser aprobada en todas las cosas ante Su vista, Él buscará a otro pueblo.” Entonces les dice a los líderes: “Purifíquense a sí mismos, y a todos los habitantes de Sión, no sea que la ira del Señor se encienda en toda Su furia. Arrepentíos, arrepentíos, es la voz de Dios para Sión; y por extraño que parezca, es verdadero, la humanidad persistirá en la auto-justificación hasta que todas sus iniquidades sean expuestas, y su carácter anterior haya sido redimido, y que lo que se atesora en su corazón sea expuesto para ser visto por todos los hombres. Les digo a ustedes (y lo que les digo a ustedes se los digo a todos,) oíd la voz de amonestación de Dios, no sea que Sión caiga, y el Señor jure en Su ira que los habitantes de Sión no entrarán en Su descanso. . . .Esto de parte de su hermano que tiembla por Sión, y por la ira del cielo, que le sobrevendrá si no se arrepiente.” [16]

Esto se dijo en enero —seis meses antes de que empezaran las dificultades en el Condado de Jackson— y esa no fue la única advertencia. José les había pedido en varias ocasiones a los líderes que se reconciliaran y que promovieran la armonía por toda la Iglesia.

También existieron factores externos. Los Santos vinieron del norte, y bajo el Missouri Compromise [El Compromiso de Missouri o el Compromiso de 1820], Missouri había sido admitido en la Unión, apenas una década antes, como un estado esclavista. En el mes de julio apareció en The Evening and the Morning Star un artículo que fue la chispa que encendió el polvorín. Ese artículo aconsejaba a los Santos inmigrantes que fueran muy cuidadosos al incluir a negros libres como parte de sus compañías ya que había restricciones en Missouri. Lo que apareció impreso, en la realidad, fue distorsionado por los de Missouri, y se expandió el rumor de que los mormones estaban invitando a venir a Missouri a negros libres y que eso causaría estragos entre sus esclavos. [17] La realidad fue que, relativamente, eran muy pocos los ciudadanos del Condado de Jackson que tenían esclavos, pero ese artículo los irritó de todos modos. Unos días antes de que empezaran las dificultades, la Iglesia emitió una “edición especial” en la que trató de aclarar la situación y calmar los sentimientos de enojo. No lo lograron, y unos días después se desató una revuelta. El resultado fue la destrucción de los trabajos de impresión. El impresor Phelps y su familia fueron sacados del edificio, y la imprenta y el taller fueron destruídos. El obispo Partridge fue emplumado, y se les dio a los Santos un ultimátum para salir del estado en cosa de meses.

Tristemente, este tipo de violencia era común en los Estados Unidos de antes de la Guerra Civil. Abraham Lincoln, en 1837 lamentó “la creciente falta de respeto por la ley que inunda el país; la creciente disposición de substituir con las pasiones groseras y furiosas, a los sobrios juicios de las Cortes; y con las turbas más que salvajes, a los ministros de justicia ejecutivos. . . Cuando se le permita a la parte viciosa de la población reunirse en grupos de cientos o miles, para quemar iglesias, causar estragos y robar las tiendas de víveres, arrojar las impresoras a los ríos, fusilar a los editores, y colgar y quemar a las personas odiosas, a su placer y hacerlo con impunidad; y depender de ello, este gobierno no puede durar.” [18] Por esta cita aprendemos que este tipo de vigilancia callejera era cosa de todos los días en las fronteras violentas de Estados Unidos.

Un par de días después de todo este caos en Independence, John Whitmer, uno de los líderes en Sión, se sentó y escribió una carta para reportarle a José el desastre. Los líderes de la Iglesia en Missouri despacharon a Oliver Cowdery con la carta, y él la llevó a Kirtland. Pero Whitmer incluyó un revestimiento plateado sobre la negra nube: “Es maravilloso decir que en medio de toda esta furia y persecución , Dios está derramando su Espíritu sobre su pueblo de forma tal que la mayoría de nosotros, el jueves pasado en la escuela [de los profetas] recibimos el don de lenguas y hablamos y profetizamos. Al día siguiente, David [Whitmer, hermano de John] reunió a su rama y la mayoría de ellos recibieron el don.” Whitmer continuó: “Muchas cosas antiguas están volviendo a la luz, que de no haber sido por este don habríamos permanecido en la obscuridad y traído la ira de Dios sobre los habitantes de Sión.” Que emocionante poder vislumbrar un poco del entorno emocionalmente lleno y espiritualmente elevado de esa época. Entonces él termina: “Nuestra súplica diaria a Dios es que libere a su pueblo de la mano de nuestros enemigos, que mande a sus ángeles destructores, Oh Dios por el bien de tu pueblo que Sión pueda ser edificada.” [19]

Unos pocos días después de que José Smith recibiera la carta de Whitmer y de haber oído reportes adicionales de primera mano dados por Oliver, se sentó y escribió una carta. Es una joya rara —en parte porque está escrita por la mano del Profeta, José escribió muy poco por sí mismo. La gran mayoría de sus registros, más del 95 por ciento, está escrita por sus escribientes. Pero el 18 de agosto de 1833, después de conocer el desastre que les había sobrevenido a sus amados Santos en Missouri. José tomó la pluma en su mano y escribió una de las cartas más largas, escritas por él mismo, que tenemos. Como parte de ella, repitiendo lo que John Whitmer había dicho, le pidió al Señor con respecto a “todos esos hombres impíos, que han cometido esos hechos impíos. . . permite que tu ira sea encendida en contra de ellos y deja que sean consumidos delante de tu faz y que sean removidos de Sión” [20] Esa es retórica al estilo del Antiguo Testamento, pero era parte de los antecedentes y estado mental con los que crecieron los primeros Santos y que trajeron a la Iglesia. No estaban diciendo, “Déjame tomar venganza, Señor”, sino, “por favor hazlo, Señor. Es hora de arreglar las cuentas. Que los inicuos reciban lo que merecen. Sabemos que puedes hacerlo.”

En esta carta, José se expresó muy emocionalmente, y recuerden, que no lo recibimos filtrado por un secretario. Esto salió de su mente al papel, sin edición. “Queridos Hermanos en compañerismo y <amor> hacia ustedes y con un corazón quebrantado y un espíritu contrito tomo la pluma para dirigirme a ustedes pero no se que decirles y la idea <de que> esta carta tardará tanto en llegarles mi corazón desfallece dentro de mí y deseo exclamar Oh Señor deja que el deseo de mi corazón se sienta y se entienda en este momento <sobre su[s] corazones> y que les enseñe todas las cosas que su siervo les comunique a ustedes mis Hermanos.” [21] Captamos la frustración de José cuando escribe acerca de que la carta tomaría mucho tiempo para llegar. De dos a tres semanas era lo usual. Oliver se apresuró tanto como pudo para ir a Ohio, pero le tomó diez días el llegar allí. José sabía que la revuelta se había desatado a fines de julio. Él escribió el 18 de agosto, y los Santos no la iban a ver antes del primero de septiembre, casi seis semanas después de la tragedia. Piensen ahora en cuanto dolor y sufrimiento tuvieron que soportar antes de poder oír la primera palabra consoladora de parte de su profeta. Piénselo y contrástenlo con nuestra respuesta rápida ante los desastres hoy en día y nuestros sistemas de comunicación casi instantáneos.

Oigan otro poco de esta carta: “¿Qué les diré que conforte vuestros corazones? Bueno, les digo que tienen toda mi confianza y que no hay ni una duda en <mi corazón> ningún lugar en mí que no esté lleno de confianza perfecta y amor por ustedes.” Imaginen lo que esas palabras, cuando por fin llegaron, significaron para los Santos. “Y esta aflicción ha sido enviada sobre nosotros no por los pecados de ustedes sino debido a los pecados de toda la iglesia.” [22] Aquí está un gentil profeta, distribuyendo la responsabilidad. Él pudo haberlos acusado. Les había escrito numerosas cartas advirtiéndoles claramente que se arrepintieran y se compusieran, diciéndoles que Dios escogería a un nuevo pueblo si ellos no se elevaban a la altura de las circunstancias. Pero en este caso, él comparte la responsabilidad del problema. Él dice: todos contribuimos a eso. Todos fuimos mezquinos. Nosotros aquí en Kirtland no respondimos a la petición del Señor de reunir dinero para comprar toda la propiedad que pudiéramos. No nos esforzamos para vencer nuestras debilidades. Entonces agrega: “Dios ha permitido que esto pase no por los pecados de ustedes sino para <pre> pararlos para una obra mayor para que puedan estar preparados para la investidura de lo alto, no les echamos la culpa a ustedes.” Fíjense la forma en que él toma una opinión positiva de hacia donde les pueden llevar sus aflicciones —a una investidura de lo alto. Los Santos han mejorado al pasar por el fuego del refinador. “Tenemos la palabra del Señor de que ustedes ser[án] liberados de su[s] peligros y <otra vez> florecerán a pesar del infierno.” [23]

Él reitera esto mismo poco después en su carta: “Verdaderamente sé que él rápidamente salvará a Sión porque tengo su convenio inmutable que tal será el caso pero dios se complace en mantener escondido de mis ojos la forma exacta en que esto será hecho.” [24] ¿No es esto hermoso? José Smith ha sentido los susurros del Espíritu de que todo estará bien, pero todavía no puede discernir la forma en que sucedería. “La iglesia en Kirtland” continuó, “aceptaron de común acuerdo redimirlos o morir con ustedes y nunca jamás he sentido como lo siento ahora ese amor puro por ustedes mis Hermanos y el calor y el Celo por vuestr[a] seguridad que apenas podemos contenernos pero confío en que la sabiduría nos guardará de la desesperación y la locura y el poder del eva[n]gelio nos ayudará a aguantar.” [25] ¿Aman ustedes a José Smith? Me encantan su pasión, sus sentimientos y su patetismo. ¡Qué destello! ¿No sienten aquí a un maravilloso, amoroso y frustrado profeta? Esto es semejante a lo que probablemente ustedes le escribirían a sus seres queridos, a su familia, si hubieran sido secuestrados en algún país extraño o sufrieran un desastre en otras tierras. Ustedes también serían conducidos a la “desesperación y la locura” por estar aquí y no poder pagar la fianza allá. Esos Santos en Missouri no eran para José Smith solamente una estadística de membresía — eran sus hermanos.

Termina su carta con unos cuantos renglones igualmente maravillosos: “Ahora concluyo diciéndoles que esperamos el Mandato de Dios para hacer lo que él desee y si <él> dice vayan a Sión y defiendan a sus Hermanos con <la espada> volamos y no escatimamos nuestras vida soy su Hermano en Cristo. José Smith, hijo.” [26] Un apasionado profeta estaba listo para dar su vida por sus amados Santos. Esto nos trae a la mente un par de declaraciones en la revelación que se dio el día que se organizó la Iglesia, o sea la sección 21. El Salvador dice acerca del Profeta: “He oído sus oraciones. Sí, he visto su llanto por Sión” (versículos 7-8). ¿Nos sentimos igual por la gente que nos rodea? ¿Tenemos esa clase de amor y devoción? ¿Cuándo fue la última vez que derramamos una lágrima por alguien de nuestro rebaño? El Hermano José pone un gran ejemplo.

Otro aspecto de este desorden en Missouri es que sucede en el contexto de una expectativa milenaria y del fin del tiempo. Esta es la situación. Cuando los Santos, en vez de empezar a hacer sus maletas, empezaron a buscar compensación legal, los de Missouri se enojaron mucho. Para finales de octubre tomaron las armas y corrieron a los Santos de sus casas, y los mandaron a través del río Missouri hasta el Condado de Clay. Esencialmente, la expulsión se terminó para el fin de la primera semana de noviembre. Entonces, justo unos días después de ese evento, pero antes de que José supiera que habían sido expulsados, el 13 de noviembre, ocurrió una extraordinaria lluvia de estrellas de las Leónidas, que es bien conocida en todos los libros de historia astronómica, un fenómeno que fue visto por todo Estados Unidos. Se hicieron muchos dibujos y pinturas de esta famosa lluvia de estrellas y que coincide con este momento de crisis. Debido a sus antecedentes en las escrituras, a la tensión de esas fechas y a su pronunciada creencia en el milenio, no nos sorprende que José Smith escriba lo siguiente, otra vez por su propia mano: “Nada de interés sucedió entre el 4 de noviembre [h]asta hoy cuando a las cuatro de la mañana me despertó el Hermano Davis que tocaba a <mi> puerta diciendo Hermano José venga levánte <se> y vea las señales en los cielos así que me levanté y contemplé, para mi Gozo, caer las estrellas sí cayeron como piedras de granizo un cumplimiento literal de la palabra de Dios según está registrada en las santas escrituras y una señal segura de que la venida de Cristo está cerca Oh cuan maravillosas son tus obras Oh Señor y te agradezco tu mise[r]icordia [h]acia tu mi tu siervo Oh Señor sálvame en tu reino en el nombre de Cristo Amén.” [27] ¡Qué maravillosa mirada furtiva e intima al Profeta! Uno ve aquí sus reflexiones y expectativas naturales y comprensibles. Recuerden que esta no fue una revelación canonizada ni una declaración de política cuidadosamente deliberada; este era José Smith el hombre, que reaccionaba como cualquiera de nosotros lo haría bajo las circunstancias de esos días difíciles. Esta es una expresión perfectamente comprensible de un devoto y apasionado joven de 28 años de edad.

A causa de que el Profeta tenía fe de que Sión sería restaurada esa carta de agosto les recordaba a los Santos que era “la voluntad del Señor” que “ni un solo metro de tierra que había sido comprada se entregara o vendiera a los enemigos de Dios pero que si se ha de vender algo que se le venda a la iglesia.” [28] La idea de conservar la propiedad en el Condado de Jackson aparece en varias cartas que el Profeta escribió después. Por ejemplo, el 5 de diciembre escribió: Retengan sus tierras, aún hasta lo último.” [29] Un “Llamado” en agosto de 1834 que se publicó en The Evening and the Morning Star lo explicó de esta manera: para los Santos, el vender su tierra “equivaldría a una negación de su fe, ya que esa tierra es el lugar donde estará la Sión de Dios.” [30]

A principios de diciembre de 1833, después de enterarse de la expulsión, el Profeta escribió: “Es su privilegio usar todo medio legal a su alcance para buscar compensación a sus quejas, pero” agrega de manera conmovedora, “nos será imposible el brindarles alguna ayuda temporal, ya que nuestros recursos ya se han agotado y estamos hundidos profundamente en deudas, y no se de ninguna forma en que podamos librarnos de ellas.” La Iglesia en Ohio también estaba en un gran predicamento. “Los habitantes de este país nos amenazan con la destrucción, y no sabemos qué tan pronto se les permita seguir el ejemplo de los de Missouri.” [31] Días después y justo una semana antes de que se recibiera lo que ahora es la Doctrina y Convenios 101, José les escribió a sus hermanos en Missouri lo siguiente:

No he podido saber por medio de lo que me dice el espíritu que Sión haya perdido su derecho a una corona celestial no importando que el Señor haya permitido que sea afligida de tal forma; excepto que algunos individuos hayan desobedecido y olvidado los nuevos convenios; y eso se manifestará, en su debido tiempo por sus obras. Siempre he esperado que Sión sufriría aflicción dolorosa según lo he aprendido de los mandamientos que se han dado. Pero les recordaría de un cierto pasaje en uno de ellos que dice que después de la mucha tribulación vienen las bendiciones. Por este y por otros y en base a uno recibido recientemente, sé que Sión será redimida en el propio y debido tiempo del Señor, pero por ahora serán muchos los días de purificación, tribulación y aflicción, el Señor lo ha ocultado de mis ojos; y cuando pregunto con respecto a este tema la voz del Señor es, ¡Estad tranquilos y sabed que yo soy Dios! todos los que sufran por mi nombre reinarán conmigo, y el que pierda su vida por mí nombre la hallará otra vez. [32]

Esta expresión prepara el camino para un destello fascinante de la forma en que algunas veces la revelación se presenta en la mente del Profeta. José escribe en esa misma carta: “Hay ahora dos cosas que ignoro y el Señor no me las mostrará —quizás por uno de sus sabios propósitos, quiero decir en algunos aspectos y son estos, Por qué el Señor ha permitido que venga tan grande calamidad sobre Sión; o cual sea la causa que impulsa esta gran aflicción y por que medios él la devolverá a su herencia. . . . Estas dos cosas hermanos, en parte me están ocultas y no se [me han mostrado] claramente.” [33] Por qué el Señor ha permitido que venga tan grande calamidad sobre Sión es la pregunta, la angustia de alma, que había estado en la mente del Profeta desde el mes de agosto. Una semana después, por fin es contestada en lo que llega a ser Doctrina y Convenios 101, versículos 2 y 7: “yo, el Señor, he permitido que les sobrevenga la tribulación con que han sido afligidos, por motivo de sus trangresiones; . . . Fueron lentos en escuchar la voz del Señor su Dios; por consiguiente, el Señor su Dios es lento en escuchar sus oraciones y en contestarlas en el día de sus dificultades.”

Hacia el fin de la sección 101 se halla una descripción de como importunar a las autoridades del gobierno. Nos brinda un buen ejemplo de la forma en que los pensamientos en la mente del Profeta se edifican hacia la revelación. En su carta a los Santos en Missouri escrita una semana antes de registrar Doctrina y Convenios 101, José había escrito: “Oren a Dios de día y de noche para que les regrese en paz y seguridad a las Tierras de vuestra herencia, y, cuando el juez les falle, vayan al gobernador, y si este les falla, acudan al Presidente, y cuando el Presidente les falle, y todas las leyes les fallen, y la humanidad de la gente les falle, y cuando todo lo demás les falle, excepto Dios, y continúen cansándolo con sus quejas, como la mujer pobre hizo con el Juez injusto, él no fallará al ejecutar Juicio sobre sus enemigos y para vengar a sus elegidos que claman ante él de día y de noche.” [34]

Entonces, siete días después, dictó estas palabras en Doctrinas y Convenios 101:

“ Insistan [los Santos] a los pies del juez; y si éste no les hace caso, insistan a los pies del gobernador; y si el gobernador no les hace caso, insistan a los pies del presidente; y si el presidente no les hace caso, entonces el Señor se levantará y saldrá de su morada oculta, y en su furor afligirá a la nación; y en su ardiente indignación y furiosa ira talará, en su tiempo a los inicuos, infieles e injustos mayordomos, y les señalará su porción entre los hipócritas y los incrédulos; sí en las tinieblas de afuera” (versículos 86-91). ¿No es interesante? Se ve la misma imágen del libro de Lucas —la parábola de la viuda molesta— y un vocabulario similar al de la carta incluido en la revelación,

Los Santos continuaron buscando una compensación, aunque en vano, y continuaron reflexionando en el significado de la expulsión de Sión. Pocos años después, se publicaron en el periódico de la Iglesia estas palabras:

Muchos estan listos para gritar en contra de los Santos, y murmuran contra los tratos de Dios con su pueblo. Pero con solo leer una vez estos párrafos, se podrá ver, que rara vez se obedecieron los mandatos de Dios. Los Santos han descuidado la necesaria preparación preliminar; no han enviado a sus hombres justos con dinero para comprar la tierra, pero los ricos por lo general se han quedado atrás y guardado su dinero, mientras que los pobres se fueron primero y sin dinero. Bajo éstas circunstancias ¿que otra cosa se podría esperar sino la horrorosa escena que se presenta? El Señor siempre reprende a su pueblo, ese pueblo al que le da revelación inmediata, más rápidamente y aparentemente más severamente a causa de sus transgresiones, que a los que desprecian la revelación. Esperamos que los santos aquí y en todas partes; aprenderán humildad, sabiduría y obediencia por las cosas por las cuales sus hermanos en el oeste ahora tienen que sufrir. [35]

Esa es una invitación digna de ser aceptada por todos nosotros al concluir nuestros comentarios de los importantes eventos de 1833. Que podamos obtener inspiración del ejemplo de como el Profeta enfrentó estos momentos tan desafiantes, y también, que podamos crecer en humildad, sabiduría y obediencia.

Notas

[1] Sobre la moderación, ver Ian Tyrell, Sobering Up: From Temperance to Prohibition in Antebellum America (Westport, CT: Greenwood Press, 1979). En cuanto a la Reforma de Salud, ver Stephen Wissenbaum, Sex, Diet, and Debility in Jacksonian America: Sylvester Graham and Health Reform (WestPort, CT: Greenwood Press, 1980).

[2] Diario de John Murdock, 11 de agosto de 1833, Biblioteca de Historia de la Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City.

[3] Elizabeth Ann Whitney, “A Leaf from an Autobiography,” Woman’s Exponent, 1 de octubre de 1878, página 71.

[4] Brigham Young, en Journal of Discourses (Liverpool, F.D. Richards, 1854-1886), 10:300.

[5] Newel K. Whitney, Libro de Cuentas, 2 de agosto de 1835. Colecciones especiales L. Tom Perry, Biblioteca Harold B. Lee, de la Universidad de Brigham Young, en Provo, Utah.

[6] José Smith, History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, B.H. Roberts editor, 2a. edición revisada. (Salt Lake City: Deseret Book, 1957), 2: 369.

[7] Citado en “Oliver Cowdery’s Kirtland, Ohio, Sketch Book,” por Leonard J. Arrington, BYU Studies 12, num. 4 (verano de 1972); página 416.

[8] Hyrum Smith, “La Palabra de Sabiduría,” Times and Seasons, 1 junio de 1842, página 800.

[9] Véase The Alcoholic Republic de William J. Rorabaugh (Nueva York: Oxford University Press, 1979). Una publicación contemporánea que advertía acerca del té y el café era Tea and Coffee: Their Physical, Intellectual Effects on the Human System por William A. Alcott (Nueva York, 1839).

[10] William J. Rorabaugh, The Alcoholic Republic, página 113.

[11] José Smith, History of the Church, 5:300.

[12] Joseph F. Smith, en Conference Report , 4 de octubre de 1908, página 4.

[13] Véase Mormonis in Transition de Thomas G, Alexander, (Urbana University of Illinois Press, 1986), páginas 250-271.

[14] Joseph Fielding Smith, “Life of Joseph F. Smith (Salt Lake City: Deseret Book, 1938), páginas 48-49.

[15] Citado por John Taylor, en Millenial Star, 15 de noviembre de 1851, página 139.

[16] José Smith, History of the Church, 1: 316-317.

[17] Ver, de Newel G. Bringhurst y Darron T. Smith, Black and Mormon (Urbana: University of Illinois, 2004), página 14.

[18] Citado por Christopher Waldrep en Lynching in America: A History in Documents (Nueva York: NYU, 2006), páginas 58 y 66.

[19] De John Whitmer para José Smith y Oliver Cowdery, 29 de julio de 1833, Biblioteca de Historia de la Iglesia.

[20] Personal Writings of Joseph Smith, editado por Dean C. Jessee, edición revisada. (Salt Lake City: Deseret Book; Provo, UT: Brigham Young University Press, 2002), página 308.

[21] Personal Writings of Joseph Smith, página 308.

[22] Personal Writings of Joseph Smith, página 310.

[23] Personal Writings of Joseph Smith, páginas 310 - 311.

[24] Personal Writings of Joseph Smith, páginas 308- 309.

[25] Personal Writings of Joseph Smith, página 309.

[26] Personal Writings of Joseph Smith, páginas 311 -312.

[27] Personal Writings of Joseph Smith, páginas 7 - 8.

[28] Personal Writings of Joseph Smith, página 311.

[29] José Smith, History of the Church, 1: 455.

[30] Millenial Star, agosto de 1834 página 183.

[31] José Smith, History of the Church, 1: 450.

[32] Personal Writings of Joseph Smith, página 329.

[33] Personal Writings of Joseph Smith, página 329.

[34] Personal Writings of Joseph Smith, páginas 330-331.

[35] Messenger and Advocate, septiembre de 1836, página 379.