Los remanentes recogidos, los convenios cumplidos

Russell M. Nelson

El Presidente Russell M. Nelson es el profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

El nombre de mi mensaje es “Los Remanentes Recogidos, Los Convenios Cumplidos.” Y este viene del Libro de Mormón. Allí el Señor habla de cumplir “el convenio que el Padre ha hecho con su pueblo,” o sea la casa de Israel. El Señor sigue diciendo “entonces los restos que estarán dispersados sobre la faz de la tierra, serán recogidos del este y del oeste, y del sur y del norte; y serán llevados al conocimiento del Señor su Dios, que los ha redimido” (3 Nefi 20: 12-13).

El recogimiento de esos remanentes y el cumplimiento de ese convenio divino se están efectuando en nuestro día. Aún así, este gran acontecimiento permanece oculto a los ojos de muchos que se enfocan más en las ofertas de los supermercados y en las posiciones de sus equipos de futbol favoritos. Examinemos nuestro lugar en el plan de Dios para Sus hijos y para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos. Relativamente, somos parte de un destino que es conocido por muy pocas personas sobre la faz de la tierra.[1]

Durante el año 1997 la atención mundial se enfocó en la Historia de la Iglesia. Los pioneros llegaron al valle del Gran Lago Salado hacía 150 años. Se han presentado réplicas de los carros de mano desde Siberia hasta Suazilandia, desde Escandinavia y América del Sur hasta las islas del Pacífico del Sur. Se han contados los relatos de los primeros conversos de la Iglesia en el cine y obras de teatro, por medios impresos y electrónicos.

Por lo general, los escritores de esos relatos han dado a conocer muy bien lo que hicieron estos pioneros. Pero muy pocos han entendido las razones del por qué lo hicieron; y aún menos de ellos han entendido esa historia en contexto con las voces de los profetas del Antiguo Testamento que la conectan con la gran obra de los últimos días que se está efectuando ahora.

Las conexiones con el Nuevo Testamento no sorprenderían a nadie que comprenda la gran dedicación hacia Jesucristo que tienen los miembros de esta Iglesia que lleva Su santo nombre. Sus fieles pioneros abrieron el período de la restauración de todas las cosas –la gran dispensación del cumplimiento de los tiempos– de acuerdo con las profecías de Pedro y Pablo (véase Hechos 3: 21 y Efesios 1: 10). Estos registros apostólicos y otras escrituras del Nuevo Testamento son una parte integral de la herencia de la Iglesia Restaurada. Su nombre describe a los miembros como santos de los últimos días para diferenciarlos de los de la Iglesia en el meridiano de los tiempos. En aquella época, al igual que ahora, los miembros eran llamados santos. Pablo escribió una epístola “a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso” (Efesios 1: 1).[2] Pablo les dijo a los conversos recientes en esa época y lugar: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2: 19; véase también 3: 17-19).

En esa epístola Pablo usó la palabra santo ¡cuando menos una vez en cada capítulo! El término santo no conlleva la beatificación o la perfección en esta vida. Simplemente describe a cada miembro de la Iglesia como creyente en Jesús el Cristo. Significa que los miembros están dedicados a amar a Dios y a su prójimo. Que deben sacrificarse, servir, y edificar la Iglesia según sean dirigidos por sus líderes inspirados.

Sin embargo, la conexión entre la Iglesia y el Antiguo Testamento es menos aparente. Este simposium, que se centra en las voces de los profetas del Antiguo Testamento, es el tiempo oportuno para hablar de los lazos fuertes e importantes entre el antiguo y el moderno Israel. Quiero limitar mis comentarios a cinco eslabones o lazos principales que son de una importancia inmensa.

Mientras les hablo de este tema, sin duda ustedes pensarán en otras conexiones adicionales. También se darán cuenta que se puede agregar mucho más a cada uno de los segmento que comentaré. Eso es bueno. Ustedes pueden explorar después esas interrelaciones sin las limitaciones de tiempo y talento que ahora pesan sobre mí.

El eslabón de José

Al primer eslabón le llamaré el eslabón de José. Se aplica al José que fue vendido a Egipto y al Profeta José Smith. Pocos hombres del Antiguo Testamento son de mayor importancia para los Santos de los Últimos Días que José de Egipto. Muchos comentaristas de la Biblia lo han descrito como símbolo y representación del Salvador. Pero también lo conocemos como un símbolo específico del Profeta José Smith y, de manera general, de todos los miembros de la Iglesia. Muchos de los miembros de la Iglesia son descendientes de José por medio de sus hijos Efraín o Manasés.

La importancia de José en el libro de Génesis se demuestra por el hecho de que aparece de manera prominente en dieciséis de sus cincuenta capítulos (ver Génesis 30; 33; 35; 37; 39-50). La vida de José desde la cuna hasta la sepultura[3] representa solamente el 4% de los 2,700 años cubiertos por el libro de Génesis. Aún así su vida se reporta en cerca de una tercera parte de sus capítulos.[4]

En la versión del Rey Santiago, el capítulo 50 de Génesis termina con el versículo 26, que registra la muerte de José. En la traducción de la Biblia por José Smith (TJS), ese capítulo agrega información importante en los versículos 24 al 26 y además proporciona doce versículos que enriquecen nuestro conocimiento del eslabón de José (véase TJS, Génesis 50: 27-38 que se encuentra en la Guía de Estudio de las Escrituras [GEE] páginas 218-219). En dichos versículos se encuentran los siguientes conceptos, que ahora menciono:

1. Una rama justa sería levantada posteriormente de los frutos de los lomos de José (véase TJS, Génesis 50: 24)

2. Israel sería esparcido. Una rama sería desgajada y llevada a un país lejano (véase TJS, Génesis 50: 25).

3. Un vidente escogido sería levantado de los lomos de José para efectuar una obra para el fruto de sus lomos (véase TJS, Génesis 50: 26-29).

4. Los escritos del fruto de los lomos de José crecerán juntamente con los escritos del fruto de los lomos de Judá para llevarlos al conocimiento de sus padres y de los convenios eternos. Ese conocimiento saldría en los últimos días (véase TJS, Génesis 50: 30-32).

5. El vidente prometido se llamaría José, igual que el nombre de su padre, y sería semejante a José, el hijo de Jacob, para traer la salvación a los hijos del Señor (véase TJS, Génesis 50: 33).

Estas adiciones son buenos ejemplos de las verdades “claras y preciosas” que han sido restauradas por medio del Profeta José Smith (véase 1 Nefi 13: 40).

Él y el antiguo José tuvieron muchas cosas en común, según se muestra en otras escrituras que citaré. En el Libro de Mormón leemos que: “parte del resto de la túnica de José se había conservado y no se había deteriorado...Así como este resto de la ropa...ha sido preservado, así preservará Dios un resto de la posteridad de mi hijo” (Alma 46: 24).

Somos remanentes de esa simiente preciosa. José Smith había sido escogido por el Señor para llevar las obras de la tribu de José, hijo de Jacob. Ese mismo José había profetizado hace muchos siglos acerca de José Smith y describió como se eslabonaban. Cito otra vez del Libro de Mormón: “Sí, José verdaderamente dijo: Así me dice el Señor: Levantaré a un vidente escogido del fruto de tus lomos, y será altamente estimado entre los de tu simiente. Y a él daré el mandamiento de que efectúe una obra para el fruto de tus lomos, sus hermanos, la cual será de mucho valor para ellos, aun para llevarlos al conocimiento de los convenios que yo he hecho con tus padres. Y le daré el mandamiento de que no haga ninguna otra obra, sino la que yo le mande. Y lo haré grande a mis ojos, porque ejecutará mi obra” (2 Nefi 3: 7-8).

El eslabón de José no se aplicó solamente a José Smith hijo sino también a su padre. Otra vez cito a José que fue vendido para Egipto: “He aquí, el Señor bendecirá a ese vidente [José Smith]....porque se cumplirá esta promesa que he recibido del Señor tocante al fruto de mis lomos.....Y su nombre será igual que el mío; y será igual que el nombre de su padre. Y será semejante a mí, porque aquello que le Señor lleve a efecto por su mano, por el poder del Señor, guiará a mi pueblo a la salvación” (2 Nefi 3: 14-15).

Además de su eslabón por el linaje, José y José Smith tenían mas cosas en común . A José, el hijo de Jacob, se le dijo de su gran destino cuando tenía 17 años de edad (véase Génesis 37: 2). A esa misma edad, se le informó a José Smith de su destino concerniente al Libro de Mormón: Él tenía 17 años cuando fue visitado por primera vez por el ángel Moroni, que le dijo al joven profeta que “Dios tenía una obra para mí.” Él debía traducir un libro escrito sobre planchas de oro que contenía el evangelio eterno. Y que “entre todas las naciones se tomaría [su] nombre para bien y para mal” (José Smith - Historia 1: 33; véase también 1: 34-41).

Los dos Josés fueron perseguidos. José en Egipto fue acusado falsamente de un delito que no cometió y fue encarcelado (véase Génesis 39: 11-20), José Smith fue encarcelado por acusaciones falsas y cargos inventados.[5]

A José, sus hermanos le quitaron su capa multicolor en un intento cruel de convencer a su padre de que habían matado a José (véase Génesis 37: 2-33). A José Smith le fue arrebatada la vida, debido en gran parte a las traiciones de falsos hermanos.

En la antigüedad, “cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere” (Génesis 41: 55). En los últimos días, el pueblo hambriento por la falta del alimento que solamente el evangelio puede brindar, serán alimentados nuevamente — por José. El Señor declaró que “esta generación recibirá mi palabra por medio de [José Smith]” (DyC 5: 10). En la actualidad, nos “deleit[amos] en las palabras de Cristo” debido a José Smith (2 Nefi 32: 3).

Este eslabón de José se resume en estas líneas del libro de Eter:

El Señor consiguientemente sacó a un resto de la descendencia de José de la tierra de Jerusalén, para ser misericordioso con la posteridad de José a fin de que no pereciera....

De manera que el resto de los de la casa de José se establecerán sobre esta tierra [de América]; y será la tierra de su herencia; y levantarán una ciudad santa para el Señor, semejante a la Jerusalén antigua....

....y benditos son los que moren en ella, porque son aquellos cuyos vestidos son hechos blancos mediante la sangre del Cordero, y son ellos los que están contados entre el resto de la posteridad de José, que eran de la casa de Israel.

....y son los que fueron esparcidos y recogidos de las cuatro partes de la tierra y de los países del norte, y participan del cumplimiento del convenio que Dios hizo con Abraham, su padre. (Eter 13: 7-8, 10-11).

El eslabón del Libro de Mormón

Al segundo eslabón lo identificaré como el eslabón del Libro de Mormón. En septiembre de 1997 tuve el privilegio extraordinario de ver una parte del manuscrito original y virtualmente todo el manuscrito del impresor del Libro de Mormón.[6] ¡Esa fue una experiencia increíble!

Las voces de los profetas del Antiguo Testamento predijeron este gran libro. Ustedes conocen la profecía de Isaías: “Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz de la tierra como la de un fantasma, y tu habla susurrará desde el polvo” (Isaías 29: 4).

¿Se podría haber descrito con otras palabras al Libro de Mormón, que salió “desde la tierra” para “susurrar desde el polvo” a las personas de nuestra época?

Otros pasajes del Antiguo Testamento predijeron el Libro de Mormón. Uno de ellos vino a mi mente en enero pasado que asistí a un desayuno de oración en la Casa Blanca en Washington, D.C, y auspiciado por el Presidente Bill Clinton. En el transcurso de una reunión informal previa al desayuno, estaba platicando con un distinguido y erudito rabino judío que venía de Nueva York. Nuestra conversación fue interrumpida por otro rabino que le preguntó a su colega de Nueva York si podía recordar la referencia en las escrituras acerca de que el palo de Judá y el palo de José se juntarían algún día. Mi amigo hizo una pausa, se apretó el mentón pensativamente, y contestó, “Creo que la encontrarás en el libro de Ezequiel.”

No me pude restringir y les dije. “Vea en el capítulo treinta y siete de Ezequiel. Allí encontrará las escrituras que busca.”

Mi amigo rabino estaba muy sorprendido “¿Cómo lo supiste ?”

Le contesté, “esa doctrina es muy importante en nuestra teología.”

Y así es. Ustedes la conocen y yo la conozco. Me gusraría leerla: “Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano” (Ezequiel 37: 16-17).

Los santos del Israel moderno en 160 naciones por todo el mundo son bendecidos al poder sostener la Biblia y el Libro de Mormón como uno en sus manos. Nunca se debe subestimar el valor de ese privilegio.

Las llaves de autoridad para el Libro de Mormón —el palo de Efraín— las tenía el ángel Moroni (véase DyC 27: 5). El Libro de Mormón es la gran escritura que amplifica, aclara y convierte. Es de hecho, “Otro Testamento de Jesucristo” (Portada del Libro de Mormón).

Los hijos del Señor siempre han sido amonestados a “escudriñad las escrituras” (Juan 5: 39; Alma 14: 1; 33: 2; 3 Nefi 10: 14). Además, a nosotros, el Israel moderno, se nos ha mandado específicamente a estudiar una voz y profeta particular del Antiguo Testamento. ¿Cuál? ¡Isaías! (véase 3 Nefi 20: 11; 23: 1). La importancia de ese mandamiento se subraya por el hecho de que 433 versículos de Isaías aparecen en el Libro de Mormón. Estudiarlos no constituye una repetición. Sidney B. Sperry reportó que 234 de esos versículos difieren de sus equivalentes bíblicos.[7] Además, la Doctrina y Convenios tiene mas de setenta citas o menciones de Isaías.[8] ¡Estudiad las palabras de Isaías! ¿Captamos el mensaje?

Otros profetas del Antiguo Testamento fueron citados a nuestros profetas modernos. Se han repetido las enseñanzas de Malaquías.[9] Elías el Profeta,[10] Moisés,[11] y otros han enseñado a personas del antiguo y el moderno Israel (véase DyC 27: 5-13).

Isaías describió al espíritu del Libro de Mormón como “conocido” Resuena entre las personas que conocen el Antiguo Testamento, especialmente entre quienes están versados en el idioma hebreo. El Libro de Mormón está lleno de hebraísmos —tradiciones, simbolismos, modismos— y estilos literarios. Es conocido debido a que el 80 porciento de sus páginas vienen de los tiempos del Antiguo Testamento.[12]

El eslabón de la casa de Israel

Al eslabón número 3 lo designaré como el eslabón de la casa de Israel. Incluye doctrinas del convenio de Abraham y del esparcimiento y recogimiento de Israel.

Hace cerca de cuatro mil años, Abraham recibió la promesa del Señor de que las bendiciones le serían ofrecidas a toda su posteridad mortal (Véase DyC 132: 29-50; Abraham 2: 6-11). Se incluyeron las promesas de que el Hijo de Dios vendría por el linaje de Abraham, que ciertas tierras serían heredadas por su posteridad, que las naciones y pueblos de la tierra serían bendecidas por medio de su simiente, y otras más. El conocimiento y la reafirmación de este convenio se hacen evidentes en las escrituras del Antiguo Testamento (véase Génesis 26: 1-4; 24:28; 35: 9; 48).

Aunque ciertos aspectos de ese convenio ya se han cumplido, hay muchos que todavía no. El Libro de Mormón enseña que nosotros, el Israel moderno, estamos entre el el pueblo del convenio del Señor (véase 1 Nefi 14: 14; 15: 14; 2 Nefi 30: 2; Mosíah 24: 13; 3 Nefi 29: 3; Mormón 8: 15). Y, más notablemente, enseña que el convenio de Abraham solamente se cumplirá en estos útimos días (véase 1 Nefi 15: 12-18). El Señor confirió este convenio de Abraham sobre el Profeta José Smith como bendición para él y su posteridad después de él (ver DyC 124: 56-59). ¿Sabían ustedes que se menciona a Abraham en más versículos de la revelación moderna que en todos los versículos del Antiguo Testamento?[13] Abraham —el gran patriarca del Antiguo Testamento— está totalmente ligado a todo aquel que se une a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.[14]

Las doctrinas relativas a la dispersión y el recogimiento de la casa de Israel también estan entre las primeras doctrinas que se enseñan en el Libro de Mormón. Cito del primer libro de Nefi: “Después que la casa de Israel fuese esparcida, sería de nuevo recogida....las ramas naturales del olivo, o sea, los restos de la casa de Israel, serían injertados, o llegarían al conocimiento del verdadero Mesías, su Señor y su Redentor” (1Nefi 10: 14).

El Antiguo Testamento esta lleno de profecías que se relacionan con la dispersión de Israel. Leo una del primer libro de Reyes: “Jehová sacudirá a Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá” (1 Reyes 14: 15),

En esta cita, la palabra “esparcirá” fue traducida del verbo hebreo zarah, que significa “esparcir, tirar, aventar, dispersar.” La riqueza del idioma hebreo nos brinda otros verbos para describir acciones similares. Por ejemplo, también en el primer libro de Reyes leemos: “Yo ví a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor” (1 Reyes 22: 17).

En este caso, “esparcido” fue traducido del verbo hebreo puwts “esparcir” o “ser dispersado.”

Isaías usó otro verbo en esta profecía: “Y levantará pendón a las naciones y juntará a los desterrados de de Israel, y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra” (Isaías 11: 12; énfasis agregado).

En este caso “dispersados” fue traducido del verbo hebreo naphats, que significa “hacer pedazos, quebrar, hacer añicos, golpear hasta hacer pedazos.”

En el Nuevo Testamento también se encuentran registradas referencias a la dispersión. Por ejemplo, el libro de Santiago empieza con estas palabras: “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud “ (Santiago 1: 1).

En esta referencia, “dispersión” se tradujo del nombre femenino en griego diaspora, que significa “dispersado” o “esparcido”. Quizás quieran buscar la palabra diaspora en el Diccionario de la Biblia (Bible Dictionary, :Diaspora,” pág. 657). Allí se resume de manera sucinta la dispersión de la casa de Israel.

Los santos del Israel moderno saben que Pedro, Santiago y Juan, fueron enviados por el Señor con “las llaves de [Su] reino, y una dispensación del evangelio para los últimos tiempos; y para el cumplimiento de los tiempos” en la cual Él “juntar[á] en una todas las cosas, tanto las que están en cielo, como las que están en la tierra” (DyC 27: 13).[15]

Los viajes y los esfuerzos de nuestros pioneros fueron de consecuencia eterna. Su misión no estaba limitada a una inmigración internacional o a una migración transcontinental en carretas y carros de mano. Ellos debían poner el fundamento de una obra sin fin que “llenaría el mundo.”[16] Fueron esenciales para esta profecía de Jeremías:

“Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid: El que esparció a Israel lo reunirá y guardará como el pastor a su rebaño” (Jeremías 31: 10).[17]

Captaron el mensaje. Muy pronto se enviaron misioneros a “las islas lejanas” para comenzar la obra del Señor. Como resultado, la Iglesia se estableció en las Islas Británicas y en las islas de la Polinesia Francesa años antes de que los pioneros entraran al valle del Gran Lago Salado. Ha sido mi privilegio participar en las celebraciones del sesquicentenario, en 1987 en las Islas Británicas, en la Polinesia Francesa en 1994. Ahora en 1997, en Utah, junto con ustedes.

Otro aspecto del recogimiento de Israel nos remite a nuestro pirmer eslabón concerniente a José. La palabra José viene del pronombre personal masculino hebreo Yowceph, cuyo significado literal es “Jehová ha añadido.” José también se relaciona con la raíz hebrea yasaph, que significa “añadir” y con asaph, que tiene dos significados “quitar” y “reunir” (véase la nota a en Génesis 30: 24)

Los verbos hebreos yacaph y acaph[18] se usan en el texto hebreo del Antiguo Testamento 186 y 180 veces cada uno. Ambas palabras se tradujeron usualmente al inglés como “reunir” en alguna de sus distintas formas. Por ejemplo, donde dice “David volvió a reunir a todos los escogidos de Israel” (2 Samuel 6: 1; énfasis agregado), se usó el verbo hebreo yacaph.

Otra escritura del Génesis merece un comentario especial. Allí se reporta el nombre dado al hijo primogénito de Jacob y Raquel: “y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo” (Génesis 30: 24; énfasis agregado).[19] En ese versículo las palabras “José” y “añádame” se derivaron de la raíz hebrea yacaph.

El linaje de José —a través de Efraín y Manasés— es la simiente asignada para dirigir el recogimiento de Israel.[20] Los pioneros sabían —por sus bendiciones patriarcales y por las doctrinas del Antiguo Testamento, ampliadas por las escrituras y las revelaciones de la Restauración— que el largamente esperado recogimiento de Israel iba a empezar con ellos.

El eslabón del Éxodo

Al cuarto eslabón que conecta al antiguo y moderno Israel le llamaré el eslabón del Éxodo.

En septiembre de 1997 en la transmisión vía satélite de una Charla del Sistema Educativo de la Iglesia, hablé del tema “El Éxodo Repetido.” Allí mencioné algunas de las conexiones entre el antiguo y el moderno Israel que también serían relevantes en una cobertura mas amplia del tema, “Los Remanentes Recogidos, Los Convenios Cumplidos.” ¡Fascinantes!, así son las muchas similitudes entre el éxodo de Egipto de los israelitas bajo el mando de Moisés y el éxodo de Los Estados Unidos de los pioneros bajo Brigham Young.

Ambos pueblos estaban oprimidos por sus gobiernos. Los israelitas antiguos eran “siervos” (Deuteronomio 6: 21). Los Santos de los Últimos Días eran perseguidos por su propio gobierno.[21]

Moisés había sido preparado en las cortes de Egipto y obtuvo mucha experiencia en las responsabilidades militares y otras (véase Hebreos 11: 24, 27). De igual manera, Brigham Young fue preparado para su su función de liderato. Durante la marcha del Campo de Sión, él observó el liderato del Profeta José Smith en circunstancias muy díficiles.[22] Brigham Young ayudó en la salida de los Santos de Kirtland y dirigió la mudanza de Missouri a Nauvoo de los Santos perseguidos.[23]

Dios preservó al Israel antiguo de las plagas que mandó sobre Egipto (véase Éxodo 15:26).

Dios preservó a los Santos de la plaga de los Estados Unidos, la Guerra Civil, que causó la muerte de más americanos que cualquiera otra guerra.

Ambos grupos tuvieron que dejar sus casas y sus posesiones terrenales. Ambos tuvieron que depender completamente del Señor y ser sostenidos por Él durante sus viajes. Ambos cruzaron desiertos, montañas y valles desolados. Los antiguos israelitas salieron de Egipto vía el Mar Rojo “como por tierra seca” (Hebreos 11: 29). Algunos pioneros dejaron los Estados Unidos al cruzar las anchas aguas del río Mississippi —que se convirtió en una carretera— congelado.[24] Ambos grupos soportaron pruebas de su fe en las cuales los débiles fueron abandonados y los mas fuertes recibieron el poder para perseverar hasta el fin (Véase Eter 12: 6; DyC 101: 101: 4-5; 105: 19).

Los hijos del antiguo Israel tenían un tabernáculo portátil en el cual se hicieron convenios y se efectuaron ordenanzas para fortalecerlos en su viaje.[25] Originalmente el tabernáculo debía ser un templo portátil, antes de que los israelitas perdieran la ley mayor (véase DyC 84: 23-26; 124: 38; y la TJS de Éxodo 34: 1-2). Similarmente, muchos SUD fueron investidos en el templo de Nauvoo antes de su partida.

El viaje de Egipto al Monte Sinaí duró aproximadamente tres meses (véase Éxodo 12: 2, 3, 6, 18; 13: 4; 19: 1). El viaje de Winter Quarters al valle del Gran Lago Salado también duró cerca de tres meses.[26]

La tierra prometida para cada grupo también tuvo similitudes. La del antiguo Israel tenía un mar interior de agua salada que recibe el agua del Río Jordán. La de los pioneros también tenía un mar interior de agua salada alimentado por el Río Jordán. El destino de cada grupo fue descrito por el Señor como una tierra “que fluye leche y miel.”[27] Los pioneros convirtieron su desierto en un campo fértil (véase Isaías 32: 15-16) e hicieron que el desierto floreciera como la rosa (véase Isaías 35:1); exactamente como fue profetizado por Isaías.

Tanto para los israelitas como para los Santos, la ley civil y eclesiástica estuvieron unidas bajo un solo mando. Moisés llevó esa responsabilidad para los antiguos israelitas.[28] Brigham Young —un Moisés moderno[29] (véase DyC 103: 16)— guió el movimiento de los santos hacia el oeste con la bendición del Señor (véase DyC 136: 1-42). Moisés y Brigham Young siguieron sistemas de gobiernos similares (véase Éxodo 18: 17-21; DyC 136: 1-4). Y cada uno de ellos sufrió la disensión de sus asociados cercanos.[30]

No obstante eso, el mismo sistema de gobierno unido prevalecerá cuando el Señor será el “Rey grande sobre toda la tierra” (Salmos 47: 2; Zacarías 14: 9) y Él gobernará desde Sión y Jerusalén (véase Isaías 2: 1-4).

Los israelitas celebraron su éxodo de Egipto. Los SUD conmemoraron su éxodo con el establecimiento de las Oficinas Generales de la Iglesia restaurada en la cima de las montañas. En ambas celebraciones aclamaron por haber sido liberados milagrosamente por Dios.[31] El eslabón del éxodo nos recuerda de una escritura de gratitud en el Antiguo Testamento: “Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte” (Éxodo 13: 3).

El eslabón de las verdades eternas del evangelio

A la quinta conexión entre el antiguo y el moderno Israel la señalaré como el eslabón de las verdades eternas del evangelio. Dichas verdades están incluídas en el interminable orden del Sacerdocio de Melquizedec, aunque solamente sea mencionado dos veces en el Antiguo Testamento (véase Génesis 14:18; Salmos 110: 4). El sacerdocio de Melquizedec le fue quitado al antiguo Israel poco después del éxodo de Egipto (véase la TJS Éxodo 34: 1-2; DyC 84: 23-25). De allí en adelante, el antiguo Israel funcionó bajo el sacerdocio levítico y la ley de los mandamientos carnales (véase DyC 84: 27).

Las verdades y los principios eternos del evangelio fueron y son importantes para los pueblos del antiguo y el moderno Israel. Por ejemplo, El Día de Reposo, fue honrado a través de las generaciones por distintas razones. Desde los días de Adán hasta Moisés, el Día de Reposo se observó como un día de descanso de la obra de la creación (véase Éxodo 20: 8-11; 31: 13; Mosíah 13: 16-19). Desde la época de Moisés hasta la Resurrección del Señor, el Día de Reposo también conmemoró la liberación de los israelitas de su servidumbre en Egipto (véase Deuteronomio 5: 12-15; Isaías 58: 13; Ezequiel 20: 20-22; 44: 24). En los últimos días, los miembros guardan santo el Día de Reposo en memoria de la Expiación de Jesucristo. [32]

La restauración del sacerdocio renovó el principio del diezmo, eslabonándolo a las enseñanzas en el Antiguo Testamento del Génesis y Malaquías (véase Génesis 14: 20; Malaquías 3: 8-12). Los Santos del Israel moderno saben como calcular su propio diezmo a partir de esta simple instrucción: “todos aquellos que hayan entregado este diezmo pagarán la décima parte de todo su interés anualmente; y ésta les será por ley fija perpetuamente, para mi santo sacerdocio, dice el Señor” (DyC 119: 4).

En contraste, ¿se han sorprendido con la idea en la época en que hay que declarar los impuestos que el llenar las declaraciones de impuestos es mas complicado? Les debo confesar que yo si me he sorprendido.

Volviendo la atención a las verdades eternas del evangelio, ninguna es mas importante que las que se asocian con la adoración en el templo. Esas forman otro eslabón entre el antiguo y el moderno Israel. El diccionario de la Biblia indica que “en cualquier época en que el Señor ha tenido en la tierra un pueblo que obedezca su palabra, se les ha mandado construir templos en los cuales se puedan administrar las ordenanzas del evangelio y otras manifestaciones espirituales concernientes a la exaltación y la vida eterna” (Bible Dictionary, “Temple,” página 781).

El templo mas conocido del antiguo Israel era el templo de Salomón. Su pila bautismal (véase 2 Crónicas 4: 15) y la oración dedicatoria (véase 2 Crónicas 6: 12-42) proporcionan el modelo que se usa en los templos hoy en día (véase DyC 109: 1-80). Las escrituras del Antiguo Testamento se refieren a vestiduras (véase Éxodo 28: 4; 29: 5; Levítico 8: 7-9; 1 Samuel 18: 3-4) y ordenanzas (véase Éxodo 19: 10, 14; 2 Samuel 12: 20; Ezequiel 16: 9) que se relacionan con los templos (véase DyC 124: 37-40). ¡Cuan agradecidos estamos de que el Señor haya restaurado las bendiciones mas grandes del sacerdocio a Sus hijos e hijas fieles! Él dijo: “Porque me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo, cosas que pertenecen a la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (DyC 124: 41).

La verdad revelada que conocemos como la Palabra de Sabiduría fue recibida por José Smith en 1833. Cada miembro de la iglesia sabe que esa es una de las marcas visibles que distinguen a nuestra fe. El último versículo de esa revelación forja otro eslabón hacia el antiguo Israel: “Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará” (DyC 89: 21).

Esta referencia a la Pascua muestra que el Señor quería que los Santos fieles del Israel moderno recibieran la protección física y espiritual que Él les había brindado siglos antes a Sus seguidores fieles.

Resumen

El antigo y el moderno Israel están unidos brazo con brazo. En nuestros días se están cumpliendo muchas de las profecías del Antiguo Testamento. Isaías predijo: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones” (Isaías 2: 2; véase también 2 Nefi 12: 2 y la TJS de Isaías 2: 2).

Durante el año pasado, viajeros de mas de cien naciones vinieros a visitar las Oficinas Generales de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. [33]

El antiguo y el moderno Israel se sujetan a este mensaje eterno del Antiguo Testamento: “Conoce, pues, que Jehová tu Dios....que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deuteronomio 7: 9). [34]

Todos los miembros fieles de la Iglesia recibirán su recompensa justa: “todas las cosas son suyas, sea vida o muerte, o cosas presentes o cosas futuras, todas son suyas, y ellos son de Cristo y Cristo es de Dios” (DyC 76: 59).

Quisiera expresar mi testimonio como uno con ustedes, mis queridos hermanos y hermanas. Amamos a nuestro Padre Celestial. Amamos al Señor Jesucristo. Somos Su pueblo. Hemos tomado sobre nosotros Su santo nombre. Somos Sus remanentes que han sido recogidos y limpiados para Sus graneros eternos (véase Alma 26: 5). Estamos cumpliendo “el convenio que el Padre ha hecho con su pueblo” (3 Nefi 20: 12). Estamos siendo traídos al conocimiento de nuestro Señor quien no ha redimido (véase 3 Nefi 20: 12-13). Somos los “hijos del convenio” (3 Nefi 20: 26; véase también Hechos 3: 25; 3 Nefi 20: 25) destinados para ser, como lo fue el antiguo Israel, “un reino de sacerdotes y gente santa” (Éxodo 19: 6; véase también DyC 76: 56-57). Sabemos que José Smith es el gran profeta de la Restauración y que el Presidente Gordon B. Hinckley es hoy el profeta del Señor.

Les dejo mi testimonio, mi amor y mi bendición, en el nombre de Jesucristo, amén.

Notas

[1] Diez millones de miembros de la Iglesia, equivalen al 0.0017 por ciento de la población mundial de 5,800 millones.

[2] El vocablo santos aparece en 62 versículos del Nuevo Testamento.

[3] José murió a la edad de 110 años (véase Génesis 50: 26)

[4] Dieciséis, de cincuenta capítulos, equivalen al 32 porciento.

[5] Véase el libro de J. Rubén Clark hijo, On the Way to Immortality and Eternal Life [En el Camino hacia la Inmortalidad y la Vida Eterna] (Salt Lake City: Deseret Book, 1949) página 133; y Ezra Taft Benson, en Conference Report, April 1954, pág. 58.

[6] Aproximadamente el 25 porciento del manuscrito original se haya en los archivos históricos de la Iglesia. El manuscrito del impresor es propiedad de la Comunidad de Cristo (antes llamada la Iglesia SUD Reorganizada) y se lo prestaron a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Se reporta que está completo, con excepción de dos renglones de la portada.

[7] Ver el artículo de Sideny B. Sperry “The ‘Isaiah Problem’ in the Book of Mormon” [“El ‘Problema de Isaías’ en el Libro de Mormón”“ publicado en Improvement Era de octubre de 1939, página 594.

[8] Monte S. Nyman, en Encyclopedia of Mormonism, [La Enciclopedia del Mormonismo] editada por Daniel H. Ludlow (Nueva York: Macmillan, 1992), 2: 702. Otra más es mencionada en José Smith - Historia 1:40).

[9] Véase 3 Nefi 24: 1; DyC 110: 14, 128: 17; 133: 64; 138: 46; José Smith - Historia 1: 40.

[10] Véase 3 Nefi 25: 5; DyC 2:1; 27: 9; 35:4; 110: 13-14; 128: 17; 133: 55; 138: 46-47; José Smith - Historia 1: 38.

[11] Se menciona a Moisés en 1300 versículos de las escrituras, 515 (el cuarenta porciento) de ellos se encuentran en la revelación moderna.

[12] Comunicación personal recibida del Elder Jeffrey R. Holland, junio de 1997.

[13] Abraham es mencionado en 506 versículos de escritura, 289 de los cuales son de la revelalción moderna.

[14] El convenio también se puede recibir por adopción (véase Mateo 3: 9; Lucas 3: 8; Gálatas 3: 27-29; 4: 5).

[15] Comparar con la profecía de Pablo acerca de la Restauración en Efesios 1: 10.

[16] José Smith, citado por Wilford Woodruff en The Discourses of Wilfor Woodruff [Los Discursos de Wilford Woodruff], seleccionados por G. Homer Durham (Salt Lake City: Bookcraft, 1946), página 39.

[17] Reunirá se usó para traducir el verbo hebreo qabats que significa “juntar, congregar.”

[18] La ortografía las palabras en The Exhaustive Concordance od the Bible [La Concordancia Exhaustiva de la Biblia] (1890' reimpresión en Nueva York: Abingdon, 1965), “Hebrew and Chaldee Dictrionary” [Diccionario Hebreo y Caldeo] 50, 15.

[19] José fue “añadido” a la familia de Raquel porque su sierva, Bilha, previamente había tenido a Dan y Neftalí (véase Génesis 30: 5-8). Véase también Deuteronomio 33: 16-17, que se refiere al pueblo de José que es empujado “hasta los fines de la tierra; ellos son los diez millares de Efraín, y ellos son los millares de Manasés.” La TJS de Génesis 50: 34 también afirma que la descendencia de José sería preservada para siempre.

[20] Véase lo escrito por Erastus Snow en Journal of Discourses [El Diario de Discursos] (Londres: Latter-Day Saints’ Book Depot, 1854-1886), 23: 183-184.

[21] Los pioneros fueron expulsados de Missouri bajo la amenaza de una orden firmada por el gobernador de Missouri en la que decía que “los mormones deben ser tratados como enemigos y deben ser exterminados o arrojados del estado” (José Smith, History of The Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints, [La Historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días], editada por B. H. Roberts, 2ª. edición revisada (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints, 1952-51), 3: 175. En 1887, el Congreso de los Estados Unidos de América dió un paso sin precedentes para eliminar la existencia legal de la Iglesia al revocar su título de incorporación (registro) y al autorizar a los receptores federales para que, virtualmente, tomaran posesión de todas las propiedades de la Iglesia y otros activos, incluyendo sus mas sagradas casas de adoración —los templos en Logan, Mantí, Saint George, y Lago Salado (véase The Late Corporation of The Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints v. United States [La Extinta Corporación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días vs los Estados Unidos], 136 U. S. [1[1890]). Pese a ello, los Santos sabían que eran de la simiente de Abraham y herederos de las promesas y la protección del Señor (véase DyC 103: 17-20).

[22] Ver History of the Church [La Historia de la Iglesia] por José Smith 2:6-12, 185; y Brigham Young: American Moses [Brigham Young; El Moisés Americano] por Leonard J. Arrington (New York: Knopf, 1985), página 58.

[23] Ver History of the Church [La Historia de la Iglesia] por José Smith 2: 529; 3: 252, 261; y el libro Presidents of the Church [Los Presidentes de la Iglesia] por Preston Nibley (Salt Lake City: Deseret Book, 1974), página 41.

[24] Ver los escrito por Orson Pratt en Journal of Discourses 21: 275-277.

[25] Se hace referencia a las ordenanzas y los convenios del antiguo Israel en 1Corintios 10: 1-3; para el Israel moderno, véase DyC 84: 26-27.

[26] Ciento once días.

[27] Para el pueblo del antiguo Israel, ver Éxodo 3: 8, 17; 13: 5; 33: 3; Levítico 20: 24; Números 13: 27; 14: 8; 16: 13, 14; Deuteronomio 6: 3; 11: 9; 26: 9, 15; 27: 3; 31: 20; Josué 5: 6; Jeremías 11: 5; 32: 22; Ezequiel 20: 6, 15; la TJS de Éxodo 33: 1. Para los pioneros ver DyC 38: 18-19.

[28] Véase Enseñanzas del Profeta José Smith escogidas por José Fielding Smith (Salt Lake City: Deseret Book, 1954), página 307.

[29] El Presidente Spencer W. Kimball escribió acerca del papel de Brigham Young en ese éxodo: “Desde la época de Adán, siempre ha habido muchos éxodos y tierras prometidas. Así sucedió con Abraham, Jared, Moisés, Lehi y otros grupos. Cuán facil nos es aceptar que los grupos de tiempos antiguos fueron dirigidos por el Señor, mas a los de nuestros tiempos los vemos como el producto del control y cálculos humanos. Analicemos por un momento la gran migración de los refugiados mormones del estado de Illinois hacia el Valle del Gran Lago Salado. Muy pocos, si no es que ninguno, de los otros grandes que han acontecido podrían igualarse a este. Muy a menudo escuchamos decir que Brigham Young dirigió al pueblo en la exploración de caminos en el desierto y en la escalada de montañas casi desconocidas por otros. Dificultosamente tuvieron que cruzar ríos sin puentes y atravesar el hostil territorio de los indios. Y mientras que Brigham Young fue un instrumento en las manos del Señor, no fue él sino el Señor de los cielos quien dirigió al israel moderno a través de las montañas, y lo llevó a su tierra prometida” La Fe Precede al Milagro (Salt Lake City: Deseret Book, 1983), página 29.

[30] Véase Números 12: 1-11 (Aarón y Miriam) para ejemplos de los últimos días véase History of the Church por José Smith 1:104-105 (Oliverio Cowdery); y 1: 226 (William McLellin).

[31] Se compartieron otros milagros, tales como el alimento provisto por el “milagro de las codornices.” (Para el antiguo Israel véase Éxodo 16: 13; Salmos 105: 40; en el caso de los pioneros ver “Nauvoo West: The Mormons of the Iowa Shore [Nauvoo Oeste: Los Mormones en la Rivera de Iowa] por Stanley B. Kimball, en BYU Studies 18 [Invierno 1978]: página 142).

[32] La protección fue brindada al antiguo Israel por el Señor, que “iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego” (Éxodo 13: 21, 22; Números 14: 14; Deuteronomio 1: 33; Nehemías 9: 19). Se ha tomado nota de un cuidado semejante para los pioneros (véase History of the Church, por Smith 3:34; y el discurso de Thomas S. Monson en Conference Report abril de 1967, página 56).

[33] Véase DyC 20: 40, 75-79; 59: 9; véase también Mateo 26: 26-28; Marcos 14: 22-24;

[34] Lucas 22: 19-20; Hechos 20: 7; 1 Corintios 16: 2 y Apocalipsis 1: 10.

Estimación brindada por la Misión de la Manzana del Templo.

Ver también Deuteronomio 11: 1, 27; 19: 9; 30: 16; Josué 22: 5; 1 Juan 5: 2-3; Mosíah 2: 4. Hay otras escrituras del Antiguo Testamento que se refieren a la recompensa de quienes son obedientes a los mandamiento de Dios durante “mil generaciones” (véase 1 Crónicas 16: 15; Salmos 105: 8).