Que Sepan Cómo Venir a Él y Ser Salvos

Chad H Webb

Chad H Webb (webbch@ldschurch.org) es el Administrador de Seminarios e Institutos de Religión

foto de una mujerHacer preguntas y buscar las respuestas son parte importante de nuestro esfuerzo por aprender la verdad. Las preguntas inspiradas deben ser consideradas como dones de Dios que nos dan la oportunidad de aumentar nuestra comprensión y cóm acercarnos más a Él.

Transcripción del discurso dado en un devocional en Brigham Young University - Hawaii el 12 de marzo de 2016.

Estoy agradecido de estar con estudiantes maravillosos como ustedes en este hermoso plantel. Gracias por venir preparados para aprender.

Deseo empezar compartiendo con ustedes un relato acerca de un equipo de beisbol. El manager de este equipo pensó que si los jugadores se turnaban para jugar las distintas posiciones llegarían a ser un mejor equipo. Así, durante uno de los juegos el manager pidió tiempo; fue al campo y le dijo al jugador de la tercera base y al de la primera base que cambiaran de posición. En este caso el problema fue que el jugador de la tercera base nunca había jugado otra posición. Desde que era niño había aprendido a atrapar las pelotas que iban por el suelo y lanzarlas a través del campo hasta la primera base. Y ahora, como profesional, estaba jugando en un gran estadio, ante muchos espectadores y bajo mucha presión, y se le pidió que jugara en una posición en que no había jugado.

El siguiente bateador fue un jugador grande y zurdo que bateó un roletazo abrazador hacia el nuevo primera base. Los años de experiencia del jugador entraron en acción y con facilidad atrapó la pelota. Pero reaccionó, en lugar de pensar, alzó el brazo para lanzar la pelota al otro lado del campo; olvidando que la primera base estaba muy cerca. Al hacerlo, el corredor—cuya única opción era correr hacia la primera base—se detuvo de inmediato pues creyó que el primera base le arrojaría la pelota.

Todos empezaron a gritarle al jugador de primera para que pisara la base. Pero entre toda esa confusión y ruido, el joven jugador no estaba pensando bien; así que cuando vio que el catcher se quitó la máscara y levantó los brazos gritando algo que no podía entender, decidió arrojarle la pelota al catcher.

Ahora el que estaba confundido era el corredor porque el catcher y el de primera base empezaron a lanzarse la pelota entre sí. Aunque un corredor no puede regresar al home plate; él estaba tratando de que no lo tocaran y le hicieran un out. Por tanto, pensó que podría llegar a salvo al home plate. Cuando se deslizó hacia el plato, el catcher atrapó la pelota y lo tocó. El oficial grito: ¡Es Out!. El catcher volteó hacia el oficial y le dijo “Y si no hubiese sido out ¿qué?”

Este es un relato muy raro. Quienes entienden de beisbol saben que el primera base debía saber qué hacer, y también debió saberlo el corredor. Pero en todo el ruido y el caos, lo que parecía ser obvio y sencillo, se hizo muy confuso.

Algunas veces nos parecemos a estos jugadores y se nos hace difícil pasar por entre todo el ruido y la confusión en el mundo a fin de reconocer la simple verdad.

Piensen en la forma en que el sueño de Lehi describe ese desafío. En su sueño hubo algunos que llegaron al árbol y se mantuvieron fieles. Pero hubo otros que se confundieron por el vapor o se apartaron debido a las voces persuasivas de los que estaban en el edificio grande y espacioso. Estas personas se ahogaron en las profundidades del río o se perdieron por senderos extraños y prohibidos. Otros hasta llegaron hasta el árbol y experimentaron el gozo de participar del fruto, pero luego se avergonzaron y se apartaron (ver 1 Nefi 8:23-25, 28, 31-32).

Así que les hago una pregunta: ¿Por qué algunas veces es tan difícil hallar la verdad y asirse a ella?

Para algunos puede ser que simplemente no saben donde hallar la verdad (ver D y C 123:12). Otros, al igual que los jugadores de beisbol del relato y los de la visión de Lehi, pueden estar confundidos por todas las voces. En un mundo que valora el tolerar y aceptar todo tipo de comportamiento, puede ser que nos de vergüenza hablar o vivir de acuerdo a lo que creemos que es verdadero. Y si empezamos a temer a los demás y a sus opiniones más que a los mandamientos del Señor, se puede crear una neblina que nos ciegue de las realidades eternas de nuestro Padre Celestial y Su evangelio.

Para otros puede ser difícil hallar la verdad y asirse a ella porque quieren confiar en su propio razonamiento y lógica en vez de buscar al Señor. El orgullo nos puede llevar a preocuparnos más en tener la razón, que el conocer y aceptar lo correcto. O podemos volvernos complacientes y pensar que todo está bien en Sión (ver 2 Nefi 28:21-27), y simplemente apartarnos. Podemos dejar de hacer las cosas sencillas y básicas que nos dieron el testimonio la primera vez y luego despertar un día y sorprendernos de qué tan lejos nos apartamos del camino estrecho y angosto. A otros les puede ser difícil porque “aquel inicuo viene y despoja a los hijos de los hombres de la luz y la verdad, por medio de la desobediencia. . . . y las tradiciones de sus padres” (D y C 93:39). Por todas estas y otras razones, el Presidente Henry B. Eyring dijo: “Vivimos en una época en que aun los más sabios tendrán dificultades para distinguir entre la verdad y el engaño ingenioso.” [1]

Toda esta oposición puede ser desalentadora, pero hay esperanza. Este mundo es de nuestro Padre Celestial, y, como Sus hijos, estamos viviendo Su plan. Podemos confiar completamente en él y depender de su sabiduría, su amor y su poder para ayudarnos. Él sabe todas las cosas, y es la fuente de toda verdad (ver Mosíah 4:9). Él ha prometido revelar la verdad a nuestra mente y corazón por medio del Espíritu Santo si lo buscamos diligentemente (ver D y C 8:2-3). Nefi resaltó la importancia eterna de esta idea al profetizar: “Por tanto, llegarán al conocimiento de su Redentor y de los principios exactos de su doctrina, para que sepan cómo venir a él y ser salvos” (1 Nefi 15:14). Por esta razón nuestra búsqueda de la verdad es esencial en nuestra búsqueda de la vida eterna. Si no conocemos la doctrina de Dios, si no entendemos y seguimos la verdad divina y eterna, no podemos saber cómo venir a Él para ser salvos y redimidos.

Para ese propósito, el Señor ha establecido modelos divinamente ordenados y ha revelado los principios y las condiciones sobre las cuales podemos llegar a conocerlo y por los cuales podemos aprender las verdades eternas. Es posible que seamos tentados a pensar que podemos fijar los términos y las condiciones; pero siempre ha sido el Señor quien determina lo que debemos hacer para llegar a saber las cosas del Espíritu. Él requiere que tengamos el ferviente deseo de conocer la verdad (ver Moroni 10:4-5) y que estemos dispuestos a seguirla (ver Juan 7:17). Frecuentemente, el adquirir conocimiento espiritual exige que luchemos ante el Señor, como le pasó a Enós; que nuestra alma tenga hambre y que clamemos con potente oración (ver Enós 1:2, 4). [2] Se requerirá no solamente que escudriñemos las escrituras sino que lo hagamos diligentemente (ver 2 Timoteo 3:15-17; Alma 12:9; 17:2).

Pero aún después de haber hecho estos esfuerzos, habrá ocasiones en que descubramos nueva información que parece difícil de entender, o cuando tengamos preguntas, que sean difíciles de contestar, sobre la doctrina, la historia o las prácticas de la Iglesia. Esto puede suceder cuando nos crucemos con nueva información en nuestro estudio personal, o puede suceder cuando alguien dude de nuestra religión. Cualquiera que sea la razón, habrá veces en que cada uno de nosotros tengamos preguntas. ¿Les puedo sugerir cuatro principios que pueden bendecirles y ayudarles en esas ocasiones importantes?

Principio Uno

La actitud y la intención con la que hagamos las preguntas afectará en gran manera nuestra capacidad para aprender del Espíritu Santo. Hacer preguntas y buscar las respuestas son parte importante de nuestro esfuerzo por aprender la verdad. Las preguntas inspiradas deben ser consideradas como dones de Dios que nos dan la oportunidad de aumentar nuestra comprensión y cómo acercarnos más a Él. Las escrituras y la historia de la Iglesia están llenas de ejemplos. La Primera Visión vino en respuesta a una pregunta. Muchas secciones de la Doctrina y Convenios son evidencia de que el Señor nos enseña cuando estudiamos, meditamos, oramos y hacemos preguntas inspiradas.

En Doctrina y Convenios 138 se registra un ejemplo. Debido a los eventos mundiales como la Primera Guerra Mundial y la epidemia de influenza; y tras la trágica pérdida de varios de sus hijos, el Presidente Joseph F. Smith anhelaba entender mejor la condición de los espíritus que salen de esta tierra. Con esa pregunta presionándole su corazón y mente, recurrió a las Escrituras en busca de respuestas. El Presidente Smith explicó: “Mientras meditaba en estas cosas que están escritas, fueron abiertos los ojos de mi entendimiento, y el Espíritu del Señor descansó sobre mí, y vi las huestes de los muertos, pequeños así como grandes” (D y C 138:11; ver también los versículos 1-3). Esta extraordinaria revelación fue dada debido a la voluntad del Presidente Smith para orar y estudiar y porque tenía una pregunta importante.

Las Escrituras también nos indican que la intención de nuestras preguntas influirá grandemente en nuestra habilidad para aprender y entender las cosas del Espíritu. Consideremos un ejemplo, cuando Alma y Amulek estaban enseñando al pueblo de Ammoníah, mucha gente, incluyendo a un hombre llamado Zeezrom, empezaron a hacerles preguntas. Escuchen la forma en que las Escrituras describen sus preguntas y las razones para hacerlas: “Sin embargo, hubo algunos entre ellos que pensaron interrogarlos [a Alma y Amulek] para que por medio de sus astutas tretas pudieran enredarlos con sus propias palabras, a fin de obtener testimonio contra ellos. . . . Y había entre ellos uno cuyo nombre era Zeezrom. Y era el principal acusador de Amulek y Alma” (Alma 10:13,31). En otras palabras, la intención de sus preguntas era atraparlos, encontrar fallas y acusar.

Posteriormente, cuando Zeezrom se convirtió al evangelio, todavía tenía preguntas. Pero, fíjense la forma en que cambió su intención: “Y Zeezrom empezó a interrogarlos solícitamente a fin de saber más concerniente al reino de Dios. . . [y] la resurrección de los muertos, que todos se levantarán de los muertos. . . .para comparecer ante Dios para ser juzgados” (Alma 12:8).

Por tanto, en vez de hacer preguntas para criticar, Zeezrom empezó a hacer preguntas porque quería aprender realmente. Había oído del día del juicio, y quería prepararse. Humildemente, empezó a hacer preguntas porque quería conocer y seguir la verdad eterna. Por lo tanto, nuestra actitud y nuestra intención también tendrán mucho que ver con nuestra habilidad para aprender las cosas que al Señor le gustaría enseñarnos.

Principio Dos

Cuando nos acercamos al Señor con fe, sujetándonos a lo que ya sabemos que es verdadero, vendrán conocimiento y entendimiento espirituales adicionales. Actuamos con fe cuando decidimos confiar en Dios y acercarnos primero a Él en nuestro esfuerzo de adquirir y entender el conocimiento espiritual. Actuamos con fe al guardar Sus mandamientos y estar atentos a las evidencias de sus bendiciones prometidas. Actuar con fe incluye hacer las cosas que invitarán al Espíritu al buscar un mayor entendimiento. El élder M. Russell Ballard compartió este ejemplo:

Uno de nuestros misioneros destacados que sirvió con nosotros hace años en la Misión Canadá Toronto, vino a mi oficina en Salt Lake City. Durante nuestra visita, me dijo que estaba perdiendo su fe y su testimonio y que tenía muchas preguntas. Le pedí que escribiera sus preguntas y le prometí que encontraría respuestas, sin duda tantas como pudiera. Cuando estaba a punto de irse. . . le dije: "Elder, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que estudió las Escrituras?; específicamente, ¿cuánto tiempo hace que no lee el Libro de Mormón? Él bajó la cabeza y dijo que no lo había hecho. Le di la asignación de comenzar a leer el Libro de Mormón durante una hora cada día mientras yo trabajaba en preparar las respuestas a sus preguntas. Él aceptó hacerlo.

Dos semanas después, regresó a mi oficina, y cuando entró y se sentó, dijo: "Presidente, ya no necesito respuestas para esas preguntas. Hice lo que me pidió. Sé que el Libro de Mormón es verdadero y sé que José Smith es un profeta de Dios". Me alegró mucho escuchar eso, pero dije: "Elder, pasé mucho tiempo buscando respuestas a sus preguntas, ¡así que tendrá que sentarse y escuchar las respuestas!" ¡Que gozo! El Espíritu y la luz del evangelio le habían regresado. Lo felicité y le di un fuerte abrazo antes de que se fuera. [3]

Al actuar con fe mediante el estudio, la oración y la obediencia, invitamos al Espíritu Santo a disipar la incertidumbre y a reafirmar el testimonio de Jesucristo y de Su evangelio restaurado que ya se nos ha dado.

El élder Jeffrey R. Holland enseñó:

Cuando lleguen los problemas y surjan las dudas, al tratar de adquirir fe, no comiencen expresando lo mucho que no tienen, empezando, por así decirlo, a partir de su “incredulidad”. . . . Cuando lleguen esos momentos y surjan los problemas, y la resolución de esos problemas no sea inmediata, aférrense al conocimiento que ya tienen y manténganse firmes hasta que reciban más conocimiento. . . . La cantidad de fe que tengan o el grado de conocimiento que posean no es lo que importa; es la integridad que demuestren hacia la fe que ya tienen y hacia la verdad que ya conocen.

. . . . No les estoy pidiendo que finjan tener una fe que no tienen; les estoy pidiendo que sean fieles a la fe que tienen. . . . Sean tan francos en cuanto a sus dudas como tengan que serlo; la vida está llena de dudas sobre un tema u otro; pero si ustedes y su familia desean ser sanados, no permitan que esas dudas impidan que la fe produzca el milagro. [4]

Aunque el Padre Celestial ha revelado todo lo que es necesario para nuestra salvación, todavía no ha revelado toda la verdad. Al seguir buscando las respuestas, debemos vivir por la fe (ver Proverbios 3:5-6; Eter 12:6). El Señor ha prometido que mientras seamos fieles, el nos dará luz, conocimiento y verdad adicionales, “línea por línea, precepto por precepto” (2 Nefi 28:30; ver D y C 50:24).

En la historia de la Iglesia hay un ejemplo interesante que ilustra la diferencia entre dudar—que usualmente conduce a incertidumbre y la obscuridad— y la investigación paciente e inteligente—que lleva a la comprensión y la confirmación espiritual—. Cuando el Profeta José Smith recibió la visión de los tres grados de gloria, que se encuentra en la sección 76 de la Doctrina y Convenios, muchos miembros de la Iglesia, incluso Brigham Young, tuvieron dificultades para aceptarla como una revelación del Señor ya que se apartaba de manera significativa de la creencia cristiana dominante de un cielo y un infierno. Sin embargo, escuchen la forma en que Brigham Young contestó: “Mis tradiciones eran tales, que cuando la Visión me llegó, era tan directamente contraria y opuesta a mi educación anterior que dije, espera un poco. No la rechacé, pero no pude entenderla.” [5]

Brigham Young decidió tener paciencia, orar, meditar, y pedir aclaraciones al Profeta. Pero mientras buscaba la comprensión adicional, no se apartó de lo que había aprendido a amar en el evangelio restaurado. [6] Poco después, obtuvo su propio testimonio de parte del Espíritu Santo.

Dejar ir nuestras bendiciones en la Iglesia debido a una pregunta que no ha sido contestada sería semejante a un hombre que durante la primavera, visitó la Manzana del Templo en Salt Lake City. Mientras caminaba por los jardines, disfrutando las innumerables flores, se dio cuenta que había una mala hierba. Se molestó porque en un lugar tan bonito, con miles de impresionantes flores, alguien hubiera fallado y no arrancó una mala hierba. Durante todo el día su enfoque estuvo en la mala hierba y se olvidó de todas las flores bonitas que le produjeron tanto gozo.

El élder Jeffrey R. Holland preguntó:

¿Qué posible problema histórico, doctrinal o de procedimiento que pudiera surgir entre cualquier grupo podría eclipsar o negar la propia convicción espiritual de uno con respecto al misericordioso plan de salvación del Padre; El nacimiento, la misión, la Expiación y la Resurrección de Su Hijo Unigénito; la realidad de la Primera Visión; la restauración del sacerdocio; el recibir la revelación divina, tanto personal como institucionalmente; el espíritu que moldea el alma y el poder conmovedor del Libro de Mormón; lo admirable y la majestuosidad de la investidura del templo; la propia experiencia personal con los milagros; etcétera? ¡Vaya pregunta! Para mí es un misterio cómo es que esas majestuosas y eternas verdades de primer nivel, tan fundamentales para la grandeza de todo el mensaje del evangelio, pueden ser dejadas de lado o descartadas por completo por algunas personas que prefieren obsesionarse con las partes de segundo, tercer, o cuarto nivel de ese gran todo. [7]

Para protegernos de este error trágico, no debemos avergonzarnos, distraernos, enorgullecernos o simplemente ser casuales en nuestra observación y devoción religiosa. El costo es demasiado alto. Permanecer firmes en nuestra convicción espiritual de las “majestuosas y eternas verdades de primer nivel” que mencionó el élder Holland, nos brinda bendiciones que simplemente no pueden ser reemplazadas con nada de lo que el mundo ofrece. Para mí, estas verdades son los pilares de mi fe y testimonio. Son las cosas que he aprendido mediante el Espíritu Santo y he llegado a amarlas. Me han conectado con el cielo y se que Dios sabe lo que me ha enseñado, y yo no puedo negarlas ni alejarme de ellas. [8]

Sé que muchos de ustedes han tenido experiencias similares al aprender por medio del Espíritu Santo. Sé que ustedes se están sujetando fielmente a lo que saben que es verdadero. Gracias por defender la verdad—siempre con bondad y compasión—pero fielmente defendiendo la verdad. Puede ser que al hacerlo se sientan solos, pero no lo están. Cuando defienden la verdad, ustedes están con el Señor y con Sus profetas.

Principio Tres

Al examinar las preguntas y los conceptos con una perspectiva eterna, estamos mejor capacitados para superar la confusión y reconocer la verdad eterna. Al examinar los conceptos doctrinales, las preguntas y los problemas sociales con la perspectiva eterna, los vemos en el contexto del plan de salvación y las enseñanzas del Salvador. Buscamos la ayuda del Espíritu Santo a fin de ver las cosas de la manera en que las ve el Señor (ver 1 Corintios 2:5-11). Es posible que tengamos que rehacer las preguntas o verlas dentro del marco o contexto de las normas de verdad del Señor en lugar de aceptar las premisas o las pretensiones del mundo. [9]

El élder Dallin H. Oaks enseñó brillantemente este principio cuando dijo:

Debido al conocimiento del plan de salvación y otras verdades que Dios ha revelado, empezamos con suposiciones diferentes a las de aquellos que no comparten nuestro conocimiento. Como resultado, llegamos a conclusiones diferentes sobre muchos temas importantes que los demás juzgan solo en términos de sus opiniones sobre la vida mortal.

Con frecuencia, estaremos en mejores condiciones para responder, al identificar las premisas o suposiciones mundanas en la afirmación que enfrentemos y luego identificando las diferentes suposiciones o premisas que guían el pensamiento de los Santos de los Últimos Días. [10]

Esa es una idea profunda. Si comenzamos con una perspectiva eterna, llegaremos a conclusiones que reflejen la verdad eterna. Pero si comenzamos con las presunciones mundanas, probablemente llegaremos a conclusiones mundanas. Así que tendremos que rehacer algunas preguntas debido a que simplemente no aceptamos las premisas sobre las que se basan.

Por ejemplo, probablemente les han preguntado “¿No deberían poder casarse dos personas que se aman?” Desde la perspectiva de gran parte del mundo, parecería que la respuesta es sí. Pero piensen en lo que ustedes saben del plan de salvación y del propósito del Padre Celestial para el matrimonio. El plan de salvación provee una perspectiva eterna y una premisa del evangelio que modifica la pregunta. Algunas de las preguntas que podrían considerar son: ¿Porqué fue ordenada la familia por Dios? o ¿Porqué el Señor ha establecido el matrimonio entre un hombre y una mujer? Piensen en lo que saben acerca de los hijos espirituales del Padre Celestial—de donde vienen y lo que Él quiere para ellos en la eternidad— y el porqué nos ha bendecido con el poder de sellar a las familias en los templos. ¿En que forma rehace las preguntas su conocimiento de estos principios y les permite ver el tema a través de la luz del evangelio?

La hermana Julie B. Beck, que fue Presidenta General de la Sociedad de Socorro, dio un ejemplo sobre cómo poner esta pregunta específica en el contexto del plan de salvación. Nos recordó los tres pilares del plan de salvación—la Creación, la Caída y la Expiación—y sugirió que estos también son los pilares de la familia. Enseñó: “La Creación de la tierra proporcionó un lugar en donde las familias pudieran vivir. Dios creó a un hombre y a una mujer, que eran las dos mitades imprescindibles de una familia. . . .La Caída proporcionó un camino para que la familia creciera. . . .La Expiación permite que las familias se sellen por la eternidad.” [11]

Entender la parte central de las familias en el plan de salvación nos ayuda a comprender que la verdadera felicidad duradera, en esta vida y en las eternidades, se halla al formar una familia con un potencial eterno.

Una fiel mujer fue puesta en una situación difícil cuando una de sus amigas le confesó, a ella y a otras amigas, que estaba siendo tentada por los sentimientos con respecto a la atracción por el mismo sexo, que afectaban sus sentimientos sobre la moralidad. Les pidió que la apoyaran en su deseo de buscar ese tipo de relaciones. La hermana fiel, armada con su conocimiento de la doctrina acerca de la familia y de la importancia de las ordenanzas eternas, respetuosamente le expresó su amor y con bondad le comentó: “Sabiendo que ese es tu desafío en la vida, ¿cómo piensas cumplir con tus convenios?”

Cuando toman en cuenta su comprensión del plan y los propósitos de Dios, empiezan con una premisa diferente y por lo tanto llegan a conclusiones distintas.

Permítanme dar otro ejemplo sobre el mantener una perspectiva eterna, Hace poco, en una serie de artículos periodísticos se reportó que algunos ‘millennials’ prefieren la ‘“espiritualidad’ en vez de la religión organizada.” [12] Usando este ejemplo imagínense que un amigo les dice: “Te puedes sentir cerca de Dios sin ser religioso. ¿No preferirías venir a disfrutar de sus creaciones en vez de sentarte en una reunión de la iglesia?”

Si la pregunta es ¿te puedes sentir cerca de Dios mientras disfrutas de sus creaciones?, la respuesta es un rotundo “Sí.” Pero, formulemos la pregunta real, la concerniente a la espiritualidad y la religión organizada. ¿Qué sabes tu acerca de lo que desea el Padre Celestial para sus hijos? Que nada más se sientan cerca de Él, o ¿que lleguen a ser como Él y que cada uno de nosotros reciba la vida eterna? (ver Moisés 1:39), y ¿qué función desempeña el asistir a la Iglesia si queremos recibir esas bendiciones?

Primero, Jesús organizó y luego restauró Su Iglesia para otorgar las llaves del sacerdocio y dar revelación (ver Mateo 16:18-19; D y C 1:30) para que supiéramos cómo seguirlo. Segundo, Su iglesia es el vehículo por el cual tenemos acceso a las ordenanzas de salvación y a los convenios. Es muy importante el sentirse cerca de Dios y apreciar sus creaciones, pero nuestro Padre Celestial quiere que seamos y tengamos aún más. Él quiere que seamos perdonados, sanados y cambiados. Quiere que crezcamos y lleguemos a ser como Él para que podamos disfrutar de todo lo que Él disfruta. Eso sucede solamente al recibir las ordenanzas que Él ha establecido —incluyendo el participar con regularidad de los sacramentos—y guardar los convenios asociados con esas ordenanzas.

¿Pueden ver cómo es que el rehacer las preguntas con la perspectiva eterna impacta dramáticamente nuestras conclusiones? Si la pregunta es ¿Podemos sentirnos cerca de Dios en la naturaleza?, la respuesta es “Sí.” Si la pregunta es ¿Podemos sentirnos cerca de Dios en la playa o en las montañas en vez de asistir a las reuniones de la Iglesia?” la respuesta es “No, porque se pierde la oportunidad de guardar y renovar los convenios sagrados que nos permitirán acceder al poder de la expiación de Jesucristo en nuestras vidas; no, pues se pierde la oportunidad de buscar el perdón y la curación; no, pues se pierde la oportunidad de aprovechar las bendiciones prometidas de tener Su Espíritu con nosotros (ver 3 Nefi 18:11); no, para no perder la oportunidad de aprender de los líderes del sacerdocio que tienen las llaves para guiarnos y dirigirnos; y no, para usar la oportunidad de servir en la Iglesia y reino del Señor restaurados a la tierra en estos últimos días.”

No permitamos que una pregunta que se basa en las premisas equivocadas nos confunda y nos haga escuchar a las voces erróneas o que nos vayamos por el camino equivocado.

Principio Cuatro

El buscar el conocimiento y entendimiento en las fuentes designadas divinamente por el Señor disipa la obscuridad, la duda y la confusión. Como parte del proceso del Señor para obtener el conocimiento espiritual, Él ha establecido fuentes dignas de confianza mediante las cuales revela la verdad a sus hijos. Nos ha bendecido con líderes en la Iglesia y con padres que nos guíen. Nos ha dada las Escrituras y el don del Espíritu Santo, que son esenciales en nuestro esfuerzo para hacer preguntas con la perspectiva eterna para encontrar la verdad eterna. Nos ha dado profetas videntes y reveladores en estos últimos días. Ellos son una fuente de verdad vital y autorizada. El Señor ha ordenado a sus apóstoles y profetas para que hablen por Él (ver Jeremías 1:4-5; Juan 15:16) para que en un mundo de tantas opiniones podamos saber con confianza lo que es verdadero.

Aunque también podemos aprender la verdad por medio de otras fuentes de confianza, los buscadores sinceros de la verdad deben tener cuidado con las fuentes de información no confiables. Vivimos en un mundo en donde muchos “a lo malo llaman bueno, y a lo bueno, malo” (Isaías 5:20). Satanás es el padre de las mentiras y la decepción, y el busca distorsionar la verdad y persuadirnos para que nos alejemos del Señor y de sus siervos designados. Aprender a reconocer y a evitar las fuentes no confiables nos puede proteger contra la desinformación y de aquellos que buscan destruir la fe.

Hablando a los miembros de Su recién organizada Iglesia en los últimos días, el Señor dijo: “Por tanto, vosotros, es decir, la iglesia, daréis oído a todas sus palabras y mandamientos [del Profeta José Smith]. . . . porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca. Porque si hacéis estas cosas, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros” (D y C 21:4-6).

Evitemos la trampa de pensar que si los profetas y apóstoles simplemente están dando consejo o fijando la política, solamente los seguiremos si nos conviene o van de acuerdo con nuestros propios deseos sociales, financieros o intelectuales. Si no entendemos algo de lo que hayan enseñado, debemos ir directamente a sus palabras para entenderlas mejor en vez de apoyarnos en lo que otras personas estén diciendo al respecto de segunda o tercera mano. Entonces, después de que hayamos estudiado las enseñanzas de esos apóstoles y profetas, debemos acercanos al Señor en oración para que nos ayude a entender Su intención y voluntad. Y como lo enseñó recientemente el élder M. Russell Ballard: “Santiago no dijo: ‘si alguno de

vosotros tiene falta de sabiduría, ¡busquela en Google!’” [13] Es demasiado lo que está en juego. Si tienen falta de sabiduría pídansela a Dios.

Hay otra lección importante en la visión de Lehi. Cuando se nos enseña acerca del edificio grande y espacioso, se nos dice que quienes estaban en el edificio se burlaban de los que se sujetaban a la barra de hierro y de quienes habían llegado al árbol. ¿Se han preguntado que estaban diciendo los que se hallaban en el edificio grande y espacioso? Escuchen lo que Nefi escribió:

[El Cordero de Dios] fue levantado sobre la cruz e inmolado por los pecados del mundo.

Y después que fue muerto, vi a las multitudes de la tierra, y que estaban reunidas para combatir contra los apóstoles del Cordero. . . .

Y estaban reunidas las multitudes de la tierra. . . . en un vasto y espacioso edificio. . . . Y de nuevo me habló el ángel del Señor, diciendo: He aquí el mundo y su sabiduría; sí, he aquí, la casa de Israel se ha reunido para combatir contra los doce apóstoles del Cordero.

Y aconteció que vi, y doy testimonio de que el grande y espacioso edificio representaba el orgullo del mundo; y cayó, y su caída fue grande en extremo (1 Nefi 11:33-36).

Me entristece que no solamente el mundo sino algunos de la casa de Israel se burlan de quienes se sujetan a la barra de hierro. ¿Qué creen que están diciendo? Sea lo que sea, es un intento de luchar contra los Doce Apóstoles del Señor.

¿Qué es lo que escuchan en el mundo de hoy? Hay muchas voces que quieren su atención. Algunas se burlan de las verdades sagradas y eternas sobre la ley de castidad, y la importante función de las familias. Se burlan de la decencia y la civilidad de la obediencia a los mandamientos de Dios. A lo bueno le llaman malo y a lo malo bueno. Están luchando contra los Apóstoles del Cordero de Dios y, por lo tanto, contra el Señor mismo.

En mi puesto en el Sistema de Educación de la Iglesia, tengo el privilegio de asociarme con muchos líderes de la Iglesia. Les he oído orar por ustedes. Los he escuchado expresar su gran preocupación y amor por ustedes. Mi experiencia me ha mostrado que sus motivos son desinteresados y que su deseo es conocer y hacer la voluntad del Señor. Pueden confiar en que ellos quieren lo mejor para ustedes, que saben que el camino a la felicidad está en guardar los mandamientos. Mi experiencia me ha mostrado que ellos son todo lo que ustedes quisieran que fueran; y más.

Conclusión

Ahora, antes de terminar, me gustaría compartirles un último relato. Hace algunos años tuve el privilegio de asistir a un devocional para los alumnos de seminario matutino en mi propia estaca. El orador fue uno de los editores del Proyecto de los Documentos de José Smith. Dio un magnífico discurso sobre el Profeta José Smith.

Hacia el fin de la presentación, les preguntó a los jóvenes si tenían preguntas. Se alzó una gran cantidad de manos y fue evidente que no tendría tiempo para contestar a todas las preguntas. Así que, después de responderles a unos cuantos jóvenes, dijo: “En mi trabajo en el Proyecto de los Documentos de José Smith, he leído más de diez mil documentos, incluyendo cartas y documentos escritos por José Smith y muchos escritos a José Smith. He leído sus enseñanzas y las revelaciones registradas. He leído la mayoría de lo que han escrito sobre él quienes lo conocieron mejor. En todo eso, nunca he leído algo que me hiciera dudar que José Smith fue un profeta de Dios. Y si ustedes han leído o escuchado algo que les haga tener dudas sobre eso, estoy dispuesto a quedarme todo el tiempo necesario para contestar cualquier pregunta que tengan. La mayoría de los jóvenes se regresaron a la escuela, pero treinta o cuarenta se quedaron. Se alinearon en el pasillo de la capilla mientras el fiel historiador bajaba del estrado para saludarlos y conocerlos.

Permítanme darles como ejemplo una sola de sus preguntas. El primer jovencito preguntó: “Si José Smith fue como un cordero al matadero a la Cárcel de Cartago, ¿por qué tomó una pistola?” El orador contestó diciendo que él se había hecho esa pregunta y que había buscado la respuesta estudiando los registros históricos de quienes conocieron personalmente al Profeta y que estuvieron con él en la Cárcel de Cartago, incluyendo a Juan Taylor. El orador aprendió que Cyrus Wheeler, un amigo del Profeta, había dejado la pistola en la cárcel ese mismo día. También aprendió que una de las razones de que John Taylor y Willard Richards hubieran sobrevivido ese día fue por el valor de José Smith al defenderlos. El populacho había intentado simplemente entrar por la puerta a la celda y dispararle a todas las personas que estuvieran allí. Pero cuando José sacó la pistola por la puerta y disparó, el populacho se asustó. En lugar de irrumpir por la puerta, metieron sus armas alrededor del marco de la puerta y dispararon indiscriminadamente hacia adentro, ya que no querían ponerse en la línea de fuego. Luego salieron rápidamente de la cárcel para protegerse.

Entonces, el orador sacó de su portafolios una declaración de John Taylor que incluía lo siguiente:

Tuve la suerte de asociarme con el hermano José Smith. . . . Y este es mi testimonio acerca de él. Lo sé ante Dios y sus santos ángeles. Yo no lo creo; lo sé. Sé que él era un siervo de Dios y profeta del Señor y que vivió y murió en la fe. No solo lo sé por mi vista natural sino por las revelaciones de Dios. Sé que el deseo de José y de Hyrum Smith era promover la paz. . . . Promover la felicidad y el bienestar de la familia humana. . . . Y aunque hay miles de falsedades en circulación concernientes a ellos, y aunque muchas de ellas son creídas por la gente, este fue el auténtico sentimiento de esos siervos de Dios mientras vivieron en la tierra; ¡y lo sé! [14]

A medida que los estudiantes hacían sus preguntas, observé que el orador las contestaba usando las enseñanzas de los profetas. Cuando las preguntas eran acerca del Profeta José Smith y de la historia de la Iglesia, sacaba de su portafolios las declaraciones de quienes conocieron personalmente al Profeta y fueron testigos de su amor por la gente y por el Señor.

Muchos jóvenes estuvieron en la fila. Observé que uno por uno se fueron contentos porque les habían contestado sus preguntas. A cada uno se les había dado entendimiento y perspectiva adicionales, y todos recibieron algo más. Si fueron observadores, habían visto un ejemplo que podrían seguir. Habían visto a alguien que ha estudiado en las fuentes confiables, que ha pagado el precio del conocimiento, y que ha permanecido enraizado en su fe y en el evangelio de Jesucristo.

Mi propósito al compartir esta historia es que podemos encontrar las respuestas a nuestras preguntas. Mientras ustedes y yo pasamos por la vida, incluso por este proceso asignado divinamente para poder llegar a conocer y amar a nuestro Padre Celestial, por favor, no se sientan frustrados por todo el ruido y el caos del mundo. No se confundan como el jugador de beisbol que corrió en sentido contrario. Ustedes saben donde buscar la verdad. Ustedes saben en donde encontrar seguridad en un mundo atribulado. Y si todo lo que pueden hacer es correr hacia la primera base y quedarse quietos hasta que se acabe el ruido, ¡háganlo! Pero no se regresen. Llamen a su Padre Celestial. Él está aquí con los brazos abiertos para ayudarles. Confíen en Él. Los guiará seguramente a casa. Les guiará en su búsqueda por conocer a Su Hijo, el Redentor del mundo, y para conocer los puntos precisos de Su doctrina, para que puedan saber cómo venir a Él y ser salvos. Doy testimonio de esto en el nombre de Jesucristo, amén.

Notas

[1] Henry B. Eyring, “El Espíritu Santo Como Su Compañero,” Liahona, noviembre de 1915.

[2] Ver también Santiago 1:5-6; 2 Nefi 32:8-9.

[3] M. Russell Ballard, “To the Saints in the Utah South Area,” 13 de septiembre de 2015. Https://www.lds.org/prophets-and-apostles/unto-all-the-world/to-the-saints-in-the-utah-south-area.

[4] Jeffrey R. Holland, “Creo,” Liahona, mayo de 2013.

[5] Brigham Young, Deseret News—Extra, 14 de septiembre de 1852, página 24.

[6] Matthew McBride, ‘“The Vision’ D y C 76,” en Revelations in Context, https://history.lds.org/article/doctirne-and-covenants-revelations-in-context-the-vision.

[7] Jeffrey R. Holland, “Be Not Afraid, Only Believe,” (una velada con una Autoridad General, el 6 de febrero de 2015). https://www.lds.org/broadcasts/article/evening-with-a-general-authority/2015/02/helping-with-the-real-issues.

[8] José Smith–Historia 1:25; ver también Juan 6:66-69.

[9] Hasta las preguntas que se relacionen con la historia de la Iglesia pueden necesitar ser examinadas con la perspectiva eterna. Pero también puede ayudar examinar las preguntas sobre la historia en el contexto histórico apropiado tomando en cuenta las normas de esa época más que imponer las perspectivas y actitudes actuales. Es importante recordar que el conocimiento histórico siempre está teñido por la percepción de quienes lo registran y quienes lo interpretan. Con frecuencia carece la seguridad que puede venir de fuentes de conocimiento más divinas. Aunque es importante, la información histórica no tiene el poder de dar directivas inspiradas para la vida, ni nos muestra el camino a la salvación. Enfocarse excesivamente en los problemas históricos a expensas de una importancia más eterna y del conocimiento seguro es como pasar el tiempo analizando una caja de regalo e ignorando la maravilla del regalo mismo.

[10] Dallin H. Oaks, “As He Thinketh in His Heart,” (una velada con una Autoridad General, el 8 de febrero de 2013). , https://www.lds.org/prophets-and-apostles/unto-all-the-world/as-he-thinketh-in-his-heart.

[11] Julie B. Beck, “Enseñar la Doctrina de la Familia,” Liahona, marzo de 2011.

[12] Kristina Smith y Miranda Facer, “Leaving Religion,” Daily Universe, 2 de febrero de 2016.

[13] M. Russell Ballard, “The Opportunities and Responsibilities of CES Teachers in the 21st Century,” (una velada con una Autoridad General, el 18 de febrero de 2016), https://www.lds.org/broadcasts/article/evening-with-a-general-authority/2016/02/the-opportunities-and-responsibilities-of-ces-teachers-in-the-21st-century.

[14] En George D. Watt, “Note book June 17th 1854 Contents,” George D. Watt’s Papers, Biblioteca de la Historia de la Iglesia en Salt Lake City.