Crear y Transmitir una Cultura Cristiana: Algo Más que un Empleo

Dale G. Renlund

Dale G. Renlund es miembro del Quórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Artículo tomado del discurso en la conferencia para empleados de la Universidad Brigham Young el 26 de agosto de 2019.

Gracias hermanas Johnson, Evans y Haws por cantar y acompañar el himno “Savior, Redeemer of My Soul.” Yo estoy aquí para declarar lo que la hermana Johnson acaba de cantar, o sea las grandiosas palabras del élder Orson F. Whitney de que nuestro Salvador y Redentor es el Único cuya poderosa mano nos puede sanar. Él es el único que puede llenar con dulzura una copa amarga. Nuestra oración unida es que todos podamos estar en armonía con Él y ser aptos para vivir allá arriba. De esto es de lo que me gustaría hablar hoy.

Estoy encantado por estar con ustedes. Estoy muy agradecido por lo que hacen y por el efecto que tienen sobre los estudiantes de la Universidad Brigham Young y en la Iglesia. Mi esposa y yo encontramos a ex-alumnos de esta Universidad por todo el mundo. Ellos forman familias admirables, contribuyen en sus comunidades de manera significativa y sirven hábilmente en la Iglesia. A nombre del Señor y de Su Iglesia, les agradezco su fe y su fidelidad, su dedicación y su diligencia, y por preocuparse en atender a los hijos del Padre Celestial.

El Recogimiento de Israel

Como maestros, administradores, y empleados de todas las líneas, cualquiera que sea su trabajo en BYU, están participando en una de las razones para el recogimiento de Israel, al crear un entorno para un tipo especial de educación. La educación disponible en la Universidad Brigham Young prepara a los alumnos para “salir a servir” como discípulos de Jesucristo. Pero este tipo de educación depende de todos los que están empleados aquí al esforzarse consistentemente en crear y transmitir los atributos cristianos. Sí, ustedes tienen mucho más que un empleo. Ustedes están cumpliendo uno de los propósitos importantes para el recogimiento de Israel. Permítanme explicarlo.

En preparación para la Segunda Venida del Salvador, pocos profetas en esta dispensación han hablado más acerca del recogimiento del Israel disperso que el Presidente Russell M. Nelson; que le dijo a la Iglesia “que el recogimiento de Israel es el desafío más grande, la causa más sublime y la obra más grandiosa de la tierra hoy en día. . . .Nada de lo que se está llevando a cabo hoy en la tierra es más importante. . . . Nada se le compara en magnitud, nada se le compara en importancia, nada se le compara en majestad”.[1]

El recogimiento involucra el invitar a todos los hijos del Padre Celestial a que sepan “que el Señor es su Salvador y su Redentor, el Fuerte de Israel,”[2] para que se anclen al Salvador y sean impulsados a lo largo del camino del convenio que es explícito en el plan del Padre Celestial.

Pero el Israel disperso debe ser congregado a un lugar, a una localidad física. ¿Porqué? Cuando los primeros líderes de la Iglesia animaban a los miembros a congregarse en un lugar central, Heber C. Kimball explicó que “así como la rama de la vid no puede extraer savia y alimento de la planta si se separa de ella, los miembros de la iglesia en el extranjero, cuando se les ordena reunirse con el cuerpo, no pueden recibir vida e inteligencia, lejos de él, ni crecer en las cosas del reino de Dios.”[3]

El adquirir la inteligencia y el conocimiento del reino de Dios son razones por las que Dios ha ordenado efectuar el recogimiento. De hecho, José Smith dijo: “La inteligencia es el gran objeto de nuestra santa religión. . .La inteligencia es el resultado de la educación, y la educación solo puede obtenerse viviendo en una sociedad compacta. . .Por tanto, uno de los principales objetivos para reunirnos, es obtener la ventaja de la educación; y para lograrlo, es absolutamente necesaria la sociedad compacta”.[4]

La sociedad compacta que llamamos la Universidad Brigham Young cumple una función clave para promover el gran objetivo de nuestra religión: adquirir inteligencia.

La inteligencia, una vez adquirida en esta vida, “se levantará con nosotros en la resurrección” y le brindará ventajas a la persona en el más allá.[5] Es más importante que el alfabeto y la astrofísica; es más importante que las tablas de multiplicar y que la tabla periódica de los elementos; es más importante que Esquilo y Eurípides y repasar a Shakespeare. Este tipo de enseñanza y aprendizaje no se limita a las aulas; la enseñan los administradores y los cocineros, los bibliotecarios y los ingenieros. Se efectúa en un aula ya sea que enseñe ecuaciones diferenciales parciales o poesía. La enseñanza especial disponible en la Universidad Brigham Young emana del carácter y los atributos de las personas que trabajan aquí. Se deriva más de lo que ustedes son que de lo que hagan o puedan explicar o de lo que sepan. Por esta razón su función en la Universidad Brigham Young es más que un empleo.

Enseñando con el Ejemplo Personal

Cada empleado en la Universidad Brigham Young contribuye a la cultura cristiana propia de este lugar. Para que no piensen que exagero, tomen en cuenta qué impresión tendrían del mejor médico del mundo si estuviera rodeado de gente gruñona, sarcástica e indiferente. Sería muy difícil separar la impresión, acerca de la atención y del consejo médico recibidos, del entorno en el que se brinda esa atención.

Lo mismo es verdad para los estudiantes en la Universidad Brigham Young. Todo el entorno universitario contribuye al aprendizaje que ocurre aquí. Todos importan en esta empresa educativa. Aunque “ninguna mano impura puede detener la obra [del Médico Mayor] y evitar que progrese”,[6] las manos consagradas o empleadas sí pueden impedirla.

Me gustaría tomar las enseñanzas del élder Jeffrey R. Holland al hablar de los padres y los hijos y aplicarlas a los empleados y estudiantes de la Universidad Brigham Young. Para los empleados que “tal vez se inclinan por el cinismo o el escepticismo, que en los asuntos de la devoción de toda el alma siempre parecen frenarse un poco,. . . .digo que estén conscientes de que el precio que se debe pagar por tal postura no siempre se paga" durante el tiempo de su empleo. Ningún estudiante de esta Universidad “debe quedar con incertidumbre en cuanto a la devoción” de ustedes “al Señor Jesucristo, a la Restauración de Su Iglesia, y a la realidad de profetas y apóstoles vivientes.” Si están un poco fuera del centro, pueden llevarlos “aunque sea sin darnos cuenta, lejos de la fidelidad, de la lealtad y la creencia básica”. El élder Holland continuó: “En los asuntos de la religión, una mente escéptica no es una manifestación más elevada de virtud que un corazón creyente;. . .Y tal desviación del verdadero camino puede ser aparentemente lento y sutil en su impacto”.[7]

Permítanme ilustrarlo. Usaré un ejemplo óptico: consideren un rayo de luz que se origina a la izquierda de un diagrama. En el centro del diagrama hay una lente cóncava. A la derecha del diagrama hay un objetivo. Si el rayo de luz golpea la lente fuera del centro, el rayo se desvía y no dará en el objetivo. Cuanto más descentrado esté el rayo hacia la lente, más lejos del objetivo terminará el rayo. Solo cuando el rayo de luz golpea la lente justo en el centro, pasará a través de la lente y alcanzará el objetivo en el centro. Al igual que la luz y la lente, su actitud, su discurso y su empatía crean un rayo que puede centrarse en el Salvador o evitar al Maestro por completo.

Comprendo que no siempre es fácil ser alegre y empático. Todos tenemos nuestros días o semanas malos al enfrentar nuestros desafíos y dificultades. Pero el Señor espera que: sin importar que, sin importan cuando, sin importar donde, vivamos el evangelio a lo mejor de nuestra capacidad e inquebrantablemente guardemos los convenios que hemos hecho.

Todos los empleados de la Universidad Brigham Young deben “ayudar a otros a convertirse en “discípulos verdaderos de Jesucristo” (Moroni 7:48). Para lograrlo, primero se esfuerzan [ustedes] en ser discípulos fieles. . . . Entonces [ustedes] pueden ayudar a los demás a desarrollar firmes testimonios y acercarse más a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo. . . [Ustedes] pueden enseñar mejor a los demás a ser “discípulos verdaderos” mediante [su] propio ejemplo”.[8]

Francisco de Asís, aconsejaba a quienes se unían a sus monasterios que, sin importar lo que estuvieran haciendo, “todos los frailes deberían predicar con sus obras”.[9]

Dominar el Atributo de la Auto-Disciplina

Es desafiante buscar durante toda la vida el desarrollar atributos cristianos, y somos más desafiados al manifestar esos atributos cuando sufrimos estrés en nuestra vida. En al año 2001 cuando yo era un Setenta de Área, acompañé a una Autoridad General al organizar la primera estaca en Saratoga Springs, Utah. Uno de los miembros del Sumo Consejo era un ranchero, al entrevistarlo y pedirle que recomendara a alguien para ser el presidente de estaca, nos sugirió, entre otros, al hermano Roger E. Rees, un médico veterinario de animales grandes.

Cuando le preguntamos el porqué lo recomendaba, el ranchero contestó con el acento característico de Utah: “El doctor Rees vino a ayudarme con uno de mis caballos enfermos. Mientras lo atendía el caballo se levantó y lo pateó en el muslo. El Dr. Rees ni siquiera dijo una mala palabra. Se requiere ser un hombre muy bueno para no maldecir cuando un caballo lo patea a uno en el muslo”.

A propósito, el hermano Rees fue llamado a la presidencia de la estaca.

Mi esposa y yo hemos comentado si el no maldecir cuando lo patea un caballo es un atributo divino.[10] Hemos terminado con voto dividido. Pero estamos de acuerdo en que la habilidad de abstenerse de hablar con groserías o de forma inapropiada requiere autodisciplina. Dominar el atributo de la autodisciplina se manifiesta con mayor claridad en épocas de estrés o dificultades.

Quisiera confesar que una vez fallé. Acababa de terminar mi año como ‘interno’ en medicina interna en el Hospital Johns Hopkins en Baltimore, Maryland. Ahora ya era un residente y estaba trabajando con un interno muy estresado. Eran las dos de la mañana, y el interno no pudo logar acceso intravenoso en un paciente muy grave. El interno se fue a dormir y no se quedó para ayudar; así que yo coloqué meticulosamente una sonda en la vena subclavia debajo de la clavícula izquierda.

Es una práctica estándar al colocar ese tipo de sonda, hacer una radiografía de tórax para asegurarse de que el procedimiento no haya causado alguna complicación. Mientras el técnico de rayos X se alejaba por el pasillo después de tomar la radiografía, revisé al paciente antes de bajar al siguiente piso para revisar la radiografía. Para mi horror, vi que la sonda que había colocado con tanto cuidado había sido extraída del paciente mientras el técnico movía la cama del hospital para tomar la radiografía.

En ese piso del hospital, a esa hora de la noche, solamente había pacientes, algunas enfermeras y yo. Dije una mala palabra. Una de las enfermeras, la señora Paulee, a quien no conocía muy bien, se espantó y dijo, con su acento de Baltimore: “¡Doctor Renlund! Nunca lo oí maldecir cuando era un interno.”

Eso me dolió. Después de volver a colocar la sonda y de revisar una radiografía bien tomada, busqué a la señora Paulee. Me disculpé y le prometí que no volvería a oírme hablar mal.

Sin tratar de agradarme, simplemente dijo: “Así espero”.

Propagar Hacia el Futuro la Influencia de Cristo

La invitación de Cristo “sígueme”[11] es una invitación para unirse a Él en Su obra y a seguir Su ejemplo de llegar a ser como Él. Para actuar siempre en forma cristiana se requiere: la ayuda del Espíritu Santo, mucha paciencia con uno mismo y mucho trabajo. Vencer la inercia espiritual a la que nos referimos como “el hombre natural”[12] requiere de mucho esfuerzo. De otra forma, no cambia nada.

Vale la pena ver los atributos de Cristo uno por uno, estudiarlos uno a uno y trabajar en ellos uno a la vez. Pero, recuerden por favor, que estas características no funcionan por separado o de forma autónoma, como si un carburador perfecto fuera todo lo que se necesita para completar un motor. No obstante, por lo general un mecánico trabajará en el carburador, y luego en otra parte del motor para que la máquina funcione efectiva y seguramente.

No podemos adquirir los atributos cristianos nosotros mismos. Desarrollamos Sus atributos solamente con Su ayuda mediante el poder de su Expiación. Después de todo, los atributos cristianos son dones que recibimos. Necesitamos anhelarlos, pero al final, no los ganamos.

Desarrollar los atributos cristianos no sucede en el vacío o al aislarnos. No ocurre al encerrarnos metafóricamente en monasterios y cantar mantras. Ese no es el propósito de las sociedades compactas. Los atributos cristianos llegan a nosotros mientras servimos a Dios y a nuestros semejantes. El propósito del evangelio es producir personas de carácter perfecto cuyas acciones son motivadas por el amor puro de Cristo.

Para ayudarle a Él, no pueden dirigir a los estudiantes fuera del objetivo al sembrar semillas de duda o al portarse de forma egoísta. Su consistencia colectiva al crear y transmitir los atributos cristianos es esencial para influir positivamente en los estudiantes de la Universidad Brigham Young y para propagar esa influencia hacia el futuro.

Me gustaría hacer otra analogía óptica. Tengo aquí una linterna y también un puntero láser. Ambos usan dos baterías AAA. Cuando enciendo la linterna y la dirijo hacia atrás, puedo iluminar a mi esposa, al élder Johnson, y a otros, pero si trato de iluminar más allá, la luz se disipa y no ilumina más allá de nueve o diez metros. Por el contrario, si uso un puntero láser, enviará la luz a mayor distancia, Podría mandar la luz muy lejos. Si lo dirigiera hacia ustedes, quemaría algunas retinas, así que no lo haré.

Así que, ¿porqué funcionan diferente estas luces? A la luz de la linterna se le llama “incoherente.” La luz emitida es de diferentes frecuencias, y las ondas estan desfasadas una de la otra. Las fuentes convencionales de luz son incoherentes. Por el contrario, la luz del puntero láser es coherente y de un solo color. La luz láser tiene las mismas frecuencias, y las ondas están en fase una con la otra. Aún a falta de mayor potencia, la luz del láser se propaga mucho, mucho más lejos.

Las Lecciones Perduran

Me gustaría compartir el ejemplo de un breve, pero significativo incidente, en el cual una influencia cultural positiva afectó las actitudes de forma inmediata y durante décadas siguientes. Este incidente ocurrió en el Hospital Johns Hopkins. El episodio sucedió en la sala de urgencias. Participaron tres personas, yo solamente fui un observador. Esos tres fueron: un paciente llamado Ben, un residente llamado Doctor Cohen y la Doctora Jones, una residente nueva. A Ben lo conocía bien el personal médico; pues era alcohólico y había sido admitido en el hospital muchas veces por enfermedades relacionadas con el alcohol; pero era un hombre agradable, cortés y considerado con el personal médico. Pero Ben estaba de nuevo en la sala de urgencias, esta vez con una pancreatitis (inflamación del páncreas) causada por el alcohol lo suficientemente severa para ser admitido en el hospital.

El Doctor Cohen era el residente a cargo de Ben en la sala de urgencias. El Dr. Cohen era un residente al cual admiraban y buscaban otros residentes e internos. Era brillante, muy trabajador, un gran ejemplo en todas formas. Había decidido que Ben necesitaba ser admitido en el hospital.

El siguiente interno en la rotación era la Doctora Jones, una interna nueva. Ella había asistido a una escuela de medicina de prestigio, era brillante por propio derecho, y estaba comenzando su educación de post-grado. La capacitación para los internos era brutalmente difícil, con mucha presión, y asociada con la constante falta de sueño. Posiblemente eso causó la respuesta que la Dra Jones tuvo para éste, su quinto paciente de la noche. Ella se quejó vocal y ruidosamente del hecho de que ahora tendría que pasar varias horas atendiendo a Ben, quien de hecho había provocado su propia situación. Le hizo saber al Dr. Cohen como se sentía.

La reprimenda del Dr. Cohen hacia ella, fue concisa, y dicha casi en un susurro: “Doctora Jones, usted se convirtió en doctora para atender a las personas y para curarlas. Usted no se convirtió en doctora para juzgarlas. Si no entiende la diferencia, no tiene derecho a capacitarse en esta institución.”

Disgustada, la doctora Jones le dio gran atención a Ben en esa y las siguientes hospitalizaciones. Ben ya falleció, pero la lección perduró, pues tanto la doctora Jones como el doctor Cohen continuaron sus carreras compasivas, ejemplares y de mucho éxito.

La cultura de capacitación en Johns Hopkins era que los médicos debían brindar atención de buena manera y sin prejuicios. Quienes eran nuevos en la Institución debían aprender esta cultura, porque no era “natural” o inherente en los recién graduados de las escuelas de medicina. El doctor Cohen ya había aprendido esta cultura y en este breve pero significativo momento le enseño a la doctora Jones la actitud apropiada hacia quienes debían recibir ayuda y ser sanados. Por haber oído esa conversación, no se perdió en mí ese tema. Había tomado muchos años para que esa cultura se arraigara. Pero también debía ser comunicada. Eso fue lo que hizo el doctor Cohen.

Los empleados de la Universidad Brigham Young tienen oportunidades frecuentes para comunicar la cultura cristiana de BYU en momentos breves pero importantes. Los estudiantes se beneficiarán grandemente por estos breves encuentros. Además, los estudiantes los observarán a ustedes durante años, hasta por décadas. Sabrán de ustedes por medio de los futuros estudiantes. Sabrán de ustedes por medio de otros maestros. Sabrán de ustedes por medio de sus hijos y nietos. Y pueden estar seguros de que los observarán. Y ustedes tendrán la oportunidad de enseñarles con el ejemplo de su vida.

El Impacto es Duradero

El impacto duradero es algo que me gustaría compartir. Del año 1972 al 1974 serví como misionero en Suecia bajo dos presidentes de misión y sus esposas. Ya han fallecido ambos presidentes de misión. Durante la misión y a través de los años desde entonces, ví que las esposas de ambos presidentes sufrieron angustia, desamor, pérdidas, traición y otros desafíos. Estas fieles mujeres enfrentaron cada prueba con fe, paciencia, compasión, amor, servicio desinteresado y perdón.

Después de ser llamado al Quórum de los Doce Apóstoles, tuve la impresión que debíamos visitar a la hermana Spencer, en ese entonces de 87 años de edad, y a la hermana Folkersen, de 86. Cuando mi esposa y yo las visitamos, les expresé a ambas hermanas la forma en que ellas han influido en mí durante estos años. Que su ejemplo cristiano había durado mucho más allá de mi misión. Hubo veces en que pude haber hecho decisiones diferentes a las que hice. Pero la idea de decepcionar a estas santas mujeres me detuvo. Para evitar decepcionarlas, hice mejores decisiones que de lo contrario habría hecho. Sin su influencia, mi vida habría sido diferente.

Así que al visitarlas le informé a cada hermana que me había inspirado o impresionado durante más de 42 años. Estas mujeres habían nacido espiritualmente de Dios. Habían recibido en sus rostros la imagen del Salvador. Habían experimentado ese gran cambio de corazón que se describe en las escrituras.[13] Ya habían sido calificadas y recibido el don espiritual de llegar a ser como el Salvador. Su influencia animó a sus misioneros—a todos ellos—a buscar los mismos dones, a llegar a ser como el Salvador. Sé que mi esposa está agradecida por el efecto que estas dos mujeres han tenido sobre mí.

Con el permiso de la hermana Spencer, me gustaría decirles más de su historia, la cual conocimos al visitarla en octubre de 2015, poco después de mi ordenación como Apóstol. Años después de que los Spencer habían regresado de su misión, el Presidente Spencer tuvo algunos problemas de salud que alteraron su personalidad. Se enamoró de otra mujer, perdió su membresía en la Iglesia, se divorció de la hermana Spencer y se casó con la otra mujer.

La hermana Spencer estaba desconsolada. Se mudó de la comunidad donde vivía. Se dedicó a educar a sus cinco hijos y a sus nietos. Sirvió otras cuatro misiones. Durante ese tiempo, su antiguo esposo, el Presidente Spencer, volvió a ser miembro de la Iglesia, y se le restauraron el sacerdocio y las bendiciones del templo. Esa es la parte de la historia que mi esposa y yo ya conocíamos.

La parte que conocimos al visitarla fue que después de 29 años de matrimonio, la esposa número dos se divorció del Presidente Spencer. A los 86 años de edad, se hallaba solo, pobre y con mala salud.

En un acto incomprensible de perdón, compasión y amor, y para alegría de sus cinco hijos adultos, la hermana Spencer se volvió a casar con el Presidente Spencer. Nos explicó que su sellamiento en el templo seguía intacto, que él era digno de entrar al templo, así que ella no vio impedimentos para casarse con él. A pesar de todo, ella nunca había dejado de amarlo.

Él se fue a vivir a casa de ella, y disfrutaron cierto tiempo juntos mientras la salud de él era estable. Pero la salud del Presidente Spencer empezó a declinar, y muy pronto fue evidente que necesitaría mayores cuidados de los que se le podían brindar en la casa. La hermana Spencer hizo los arreglos para que fuera admitido en un hospicio cercano a fin de que ella pudiera visitarlo a diario. Ella pagó su atención con el dinero que había ahorrado muy meticulosamente.

Al enterarnos de que el Presidente Spencer estaba en un lugar cercano, le preguntamos a la hermana Spencer si podíamos ir con ella a visitarlo. Subimos al coche y fuimos a visitarlo. Era notorio que él estaba sufriendo. Aproveché la oportunidad para darle a mi querido presidente de misión una de mis primeras bendiciones apostólicas. El Presidente Spencer falleció dos días después.

Cuarenta y tres años después de mi misión, la demostración de la hermana Spencer de los atributos de Cristo me inspira. Es más difícil ser cristiano cuando te han hecho daño, cuando tienes todo el derecho de guardar rencor, cuando tus propios recursos son escasos o cuando tu corazón ha sido roto. Pero, al ser semjante a Cristo, la hermana Spencer perdonó a su esposo, encontró solaz en sus bendiciones del templo y fue caritativa. Ella obtuvo atributos semejantes a los de Cristo al vivir el evangelio a diario y al extender su amor a todos. El ejemplo de ella dice más sobre el desarrollo de los atributos cristianos que lo que podría decir cualquier discurso o sermón.

Ayuden a los Estudiantes a Obtener el Conocimiento de su Redentor

Hermanos y hermanas, ustedes tienen más que un empleo. Están participando en el cumplimiento de uno de los propósitos del recogimiento de Israel. Lo hacen al enseñar y ayudar a otros a adquirir inteligencia. Más importante todavía, les ayudan a los estudiantes a obtener el conocimiento de su Redentor. El ejemplo de ustedes y sus decisiones influyen en ellos. Dios nos ha bendecido con una sociedad compacta llamada Universidad Brigham Young. A lo largo de los años, miles y miles de personas han contribuido a la creación de una cultura cristiana. La tarea que Dios les ha dado, es transmitir esa cultura. Eso es más que un empleo.

Así que sigamos adelante con alegría y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para comunicar este carácter cristiano, este atributo cristiano, el ambiente social que es la Universidad Brigham Young, a fin de que quien entre aquí pueda sentir que el Salvador es el Redentor de su alma. Yo sé que Él lo es. Sé que Él ama a estos estudiantes. Sé que Él les ama a ustedes. Ruego que las bendiciones más ricas de Dios estén sobre ustedes, en el nombre de Jesucristo, amén.

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Notas

[1] - Russell M. Nelson en “Juventud de Israel” Devocional para la Juventud el 3 de junio de 2018; énfasis agregado.

[2] - 1 Nefi 22:12.

[3] - Heber C, Kimball, “Extracts from Elder H. C. Kimball’s Journal,” Times and Seasons 4, núm. 2 (1 diciembre 1842): página 24; énfasis agregado; citado por Terryl L. Givens en Feeding the Flock: The Foundations of Mormon Thought: Church and Praxis (Nueva York: Oxford University Press, 2017), página 37.

[4] José Smith, “To the Saints Abroad,” Elders’ Journal 1 núm. 4 (agosto de 1838): página 53; citado por Givens en Feeding the Flock, página 37. Una razón posterior para congregar a los miembros de la Iglesia fue el tener los recursos colectivos suficientes para construir templos, según lo declaró Terryl L. Givens: “Aunque no estuvo del todo claro en los primeros años, el templo y la gama completa de sacramentos que eventualmente se administrarían allí se convertirían en la década de 1840 en la razón de ser de la Restauración”. Feeding the Flock, página 38.

[5] - D y C 130:18-19.

[6] - José Smith, carta a John Wentworth, “Church History,” Times and Seasons 3, núm. 9 (1 Mar 1842): página 709; también en José Smith, History of the Church editada por B. H. Roberts, 2ª edición revisada (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1978), 4:540, y José Smith, “The Wentworth Letter,” Ensign, julio de 202, página 31.

[7] - Jeffrey R. Holland, “Una Oración por los Niños,” Liahona, mayo de 2003.

[8] - Manual 2: La Administración de la Iglesia (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2010), 3.1

[9] - Francisco de Asís, Orthodox Order of Friars Minor, Primera Regla (1221, también llamada Earlier Rule o Regula non Bullata), “Of Preachers,” sección 17. La expresión “Prediquen a Jesús, y si es necesario usen palabras”, se le atribuye ampliamente a Francisco, pero no existe ninguna fuente publicada antes del principio de la década de 1990. También existen algunas variantes de este tema.

[10] - Ver 2 Pedro 1:4.

[11] - Lucas 9:23, 59.

[12] - Mosíah 3:19.

[13] - Véase Alma 5:14; Ezequiel 36:25-27.