Los primeros principios del hombre son auto existentes con Dios: la inmortalidad del alma en la teología mormona

Brent L. Top

José Smith enseñó en abril de 1844: “Estoy hablando de la inmortalidad del espíritu del hombre,” y retóricamente le preguntó a su congregación en Nauvoo, Illinois “¿de donde vino?” [1] La enfática respuesta fue tanto un repudio a la enseñanza tradicional cristiana en cuanto a la inmortalidad del alma humana, como una declaración de doctrina mormona exclusiva—que José Smith creía eran doctrinas perdidas en la antigüedad—principios que habían sido restaurados a la tierra mediante la revelación divina. “Debo hablar de la resurrección de los muertos, el alma, la mente del hombre, el espíritu inmortal. Todos los hombres dicen que Dios lo creó en el principio. Según mi concepto, esta idea rebaja al hombre. No creo en esa doctrina; tengo mejor criterio. Oídlo, todos los confines del mundo, porque Dios me lo ha dicho.” [2]

Salvo a un nivel muy superficial, es altamente improbable que José Smith estuviera familiarizado con los grandes temas filosóficos de todas las edades con respecto a la inmortalidad del hombre. Aunque es posible que él haya oído hablar de Aristóteles, Sócrates y Platón, no existe evidencia de que haya estudiado la filosofía griega o las obras de los grandes pensadores del mundo. En su historia del año 1832 José Smith dijo: “Eran necesarios los esfuerzos de todos los que pudieran a fin de prestar ayuda para sostener a la familia, por tanto se nos privó del beneficio de la educación, baste decir que se me instruyó simplemente en la lectura y la escritura y las reglas básicas de la aritmética, los cuales constituyen todos mis conocimientos literarios.” [3] Su madre lo describió como “mucho menos inclinado a examinar los libros que cualquiera de los otros hijos, pero dado mucho más a la meditación.” [4] Es razonable asumir que José Smith sabía muy poco, si acaso, con respecto a temas tales como neoplatonismo, dualismo, absolutismo o materialismo. Sus ideas teológicas no fueron formadas por estudiar los escritos de los primeros teólogos cristianos como Clemente, Justino Mártir, Orígenes o Tomás de Aquino, aunque quizás supo de ellos al estudiar algunos comentarios de la Biblia y las referencias teológicas de su época, tal como el Bucks Theological Dictionary. José Smith dijo que sus ideas con respecto al alma del hombre no vinieron de la razón sino por revelación. Aún así, sus enseñanzas y revelaciones, y las enseñanzas de los siguientes profetas-líderes mormones—incluso las adoptadas por la Iglesia en la actualidad—se cruzan, y algunas veces responden directamente, a los grandes temas y preguntas hechas por los filósofos y teólogos.

Este capítulo explorará las enseñanzas importantes dentro del mormonismo que ayudaron a formar la doctrina actual con respecto a la inmortalidad y su relación con las tres fases de la existencia—la preexistencia, la vida en la tierra y la vida después de la muerte—. Este documento ofrece un breve examen de algunas de las doctrinas más importantes y fundamentales relativas a lo que los mormones llamarían los tres “estados” del hombre [5] y argumenta que aunque los líderes de la Iglesia casi no han comentado en todas las posibilidades, sí han desafiado potentemente al cristianismo tradicional al reducir la distancia entre los humanos y la Deidad. Aunque muchos críticos cristianos se preocupan por las ideas mormonas acerca de Dios, parece ser la doctrina Santo de los Últimos Días sobre las almas humana más asombrosa debido a las teologías tradicionales.

Inteligencia: El Principal Elemento Espiritual

En el año 1833, José Smith recibió una revelación—ahora canonizada en la sección 93 de la Doctrina y Convenios—declarando que “el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o sea, la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser” (D y C 93: 29). Habiendo rechazado la tradicional idea cristiana de la creación ex nihilo [de la nada], José Smith enseñó posteriormente: “El Espíritu del hombre no es un ser creado; ha existido desde la Eternidad y existirá hasta la eternidad. Algo creado no puede ser eterno, y el agua, la tierra, etc.; tuvieron su existencia en un estado elemental desde la Eternidad.” [6] Tan pronto como septiembre de 1830—5 meses después de que la Iglesia se organizó y cuando José Smith apenas tenía 24 años de edad—una revelación declaró que todas las cosas fueron creadas, u organizadas, espiritualmente antes de ser creadas temporalmente (o naturalmente) (Ver D y C 29: 31-32). Aunque no sabemos exactamente como entendió José Smith ese concepto en 1830—ya sea que él haya percibido la “creación espiritual” como la presciencia de Dios o si se refería a una creación (u organización) literal de todas las cosas en estado espiritual previo a la creación de la tierra—sí está claro que una década después defendió la creación ex materia [a partir de materia preexistente] del mundo natural en lo general y del hombre en lo particular. [7]

Mientras estaba en Washington, D. C. el invierno de 1839-1840, José Smith fue invitado a predicar en las iglesias locales y comentar las creencias mormonas con los residentes de la capital de la nación, que tenían curiosidad por oír al “Profeta mormón.” El corresponsal en Washington del periódico New York Enquirer, Matthew L. Davis, asistió a una reunión el 5 de febrero de 1840, y reportó que José Smith declaró: “Creo que el alma es eterna; y que no tuvo principio; no puede tener fin” y que “el alma del hombre, el espíritu, había existido desde la eternidad en el seno de la Divinidad.” ¿A qué se estaba refiriendo José Smith? Davis declaró que la explicación dada “fue tan breve que no pude entenderle perfectamente.” [8] ¿Qué significa que el alma “existió desde la eternidad”?

Cuatro años después en Nauvoo, Illinois, en lo que llegó a conocerse como el discurso de King Follett, José Smith amplió su enseñanza anterior. Esto pudo haber contestado algunas de las preguntas acerca de la inmortalidad del hombre que habían surgido en las mentes de los miembros de la Iglesia en base a primeras revelaciones y doctrinas parciales, pero emergieron preguntas y controversias adicionales. En uno de los relatos de este sermón se reportó que José Smith dijo:

Decimos que Dios mismo es un Dios auto existente; ¿quién se los dijo? es lo suficientemente correcto pero ¿cómo llegó a sus mentes? ¿Quién les dijo que el hombre no existió de igual manera de acuerdo a los mismos principios? La mente del hombre es tan inmortal como Dios mismo. . . . ¿Es lógico decir que un espíritu es inmortal, pero que tuvo un principio? Porque si un espíritu tiene un principio tendrá un fin. . . . la inteligencia existe de acuerdo a un principio auto existente, es un espíritu de época en época, y no hay creación al respecto. . . . Los primeros principios del hombre son auto existentes con Dios. [9]

Es interesante notar los diversos términos que usó José Smith en este discurso al referirse al espíritu inmortal del hombre. Antes, él usó la frase “estado elemental.” Sin embargo, en el discurso de 1844 parece que define más precisamente lo que significa ese “estado elemental.” Aparentemente, los términos “alma,” “mente del hombre,” “espíritu,” “parte inteligente,” y “primeros principios del hombre” fueron usados de manera intercambiable. Esta parte del discurso ha generado discusiones y debates considerables desde 1844 hasta la fecha. Aunque a través de los años ha habido muchas interpretaciones, sigue siendo poco claro qué quiso decir José Smith con estos términos. Sin embargo, no hay duda que él pensó que el elemento principal del hombre no fue creado sino que ha existido eternamente. Pero siguen las preguntas con respecto a la naturaleza exacta de ese elemento eterno. ¿Qué es la “inteligencia”? El hombre, como un ente individual, ¿ha existido siempre? Si es así, ¿cómo?

Aún entre los contemporáneos de José Smith que escucharon este sermón hubo desacuerdo acerca de lo que quiso decir el Profeta. Quizás esto no sea más aparente que en las siguientes declaraciones de los hermanos Pratt, Parley y su hermano menor Orson. Ambos fueron muy cercanos a José Smith, defensores fervientes del mormonismo, escritores prolíficos y teólogos indoctos por su propio derecho. Aún así, cada uno interpretó de manera diferente lo relativo a la naturaleza inmortal o principal del hombre. Parley escribió que el hombre, como un ente individual, fue “creado” o salió de materia espiritual principal eterna no creada. Hablando de estas entidades “organizadas”, en el año 1853 Pratt declaró:

Las inteligencias organizadas. ¿De qué están hechas? Están hechas del elemento al que llamamos espíritu. . . . Que una cierta cantidad de este elemento, investido así, o capacitado, se organice al tamaño y en la forma del hombre. . . . ¿como le llamaríamos a esta porción individual organizada del elemento espiritual? Lo llamaríamos un cuerpo espiritual, una inteligencia individual, un agente investido con vida, con un cierto grado de independencia, o voluntad inherente, con poder de movimiento, de pensamiento, y con los atributos de los afectos y emociones morales, intelectuales y compasivos. [10]

Al igual que Parley P. Pratt, Brigham Young interpretó que las enseñanzas de José Smith acerca de la “inteligencia” inmortal indicaban que el hombre fue creado a partir del elemento espiritual pero que no existió como un ente individual pre mortal previo a un literal nacimiento espiritual. [11]

En el otro extremo del espectro, Orson Pratt, uno de los pensadores más coloridos y creativos dentro del mormonismo, argumentó elocuentemente, pero con frecuencia controversialmente, que la inteligencia inmortal es una existencia altamente individualizada. Él propuso que “cada partícula [o inteligencia] existió eternamente antes de esta organización; cada una era capaz de percibir su propia existencia, cada una tenía el poder del auto-movimiento, cada una era en sí misma un ser viviente inteligente” [12]

Durante décadas, Orson Pratt se peleó con Brigham Young por sus ideas diferentes sobre la naturaleza eterna del hombre y Dios. En el año 1865, Brigham Young y sus consejeros en la Primera Presidencia emitieron una declaración diciendo que las ideas de Orson Pratt sobre la naturaleza eterna de Dios y del hombre no debería considerarse como la doctrina oficial de la Iglesia. Declararon que los miembros de la Iglesia, junto con todos los “Profetas y Apóstoles,” deberían de estar “satisfechos con el conocimiento de que desde la eternidad han existido seres organizados (creados), en una forma organizada.” [13]

La opinión de Brigham Young, no la de Orson Pratt, fue la que “triunfó” y fue aceptada como la doctrina de la Iglesia durante la segunda parte del siglo diecinueve. Fue fortalecida aún más en el año 1884 por un sermón dado por Charles W. Penrose, un prominente escritor y líder de la Iglesia y que posteriormente serviría en la Primera Presidencia. En ese discurso, Penrose argumentó que Dios “es un Ser organizado” y que “Dios tuvo un principio.” Comentando sobre la naturaleza eterna de Dios (que Pratt había defendido), enseñó que el Todopoderoso es visto como el “Padre Eterno” y que “nunca había tenido un principio” solamente “en las partículas elementales de su organismo,” no como un ser personal. Penrose aplicó este mismo principio a la naturaleza eterna del hombre: “El individuo, la persona organizada puede haber tenido un principio (una creación), pero que el espíritu del mismo y por el cual fueron organizados nunca tuvo un principio. . . . Las partículas originales nunca tuvieron un principio. Han sido organizadas en diferentes formas [como entes individuales]; el organismo [o espíritu individual] tuvo un principio, pero los elementos o átomos que lo componen nunca lo tuvieron. . . . Las partes elementales de la materia así como del espíritu, para usar los términos usuales, nunca tuvieron un principio.” [14]

Parece que esto resolvió el asunto; al menos temporalmente. El punto de vista doctrinal de que el hombre, como una entidad individual, surgió de la organización de elementos espirituales originales permaneció indisputable hasta los principios del siglo veinte. B. H. Roberts, uno de los defensores y exponentes de la doctrina del mormonismo que mejor se expresaba y uno de los presidentes del tercer grupo gobernante de la Iglesia (el Primer Quórum de los Setenta), publicó en el año 1907 en Improvement Era, la revista oficial de la Iglesia, un artículo titulado “The Immortality of Man” [La Inmortalidad del Hombre]. También entre los años 1907 y 1912, fue el autor del Seventy’s Course in Theology; un curso de estudios teológicos de cinco años para los líderes y misioneros que poseían el oficio de Setenta. En ese curso, Roberts buscó explicar sistemáticamente las doctrinas reveladas de la Iglesia y apoyarlas por medio de evidencias científicas y argumentos filosóficos. En esas publicaciones, Roberts amplió lo que Orson Pratt había expresado medio siglo antes. La noción de Roberts de la “eternidad personal” representó un punto de vista más complejo y desarrollado sobre la inmortalidad en el pensamiento mormón. Él predicó que el hombre existió como una entidad personal, individual, consciente de sí mismo, antes de lo que los mormones habían llegado a aceptar como un “nacimiento espiritual.” Escribió:

Hay una cosa compleja, le llamamos hombre, una entidad inteligente, no creada, auto-existente, indestructible, él—porque esa entidad es una persona—como lo veremos, posee poder que va con la persona. . . .

Bajo este concepto, el ego eterno del hombre, en alguna época pasada del otro mundo que no entendemos, fue revestido con un cuerpo espiritual. Ese fue el nacimiento espiritual del hombre y su entrada al mundo espiritual. . . . Entonces, el término “una inteligencia” se le aplica al ego eterno del hombre que existe desde antes de la creación espiritual. . . .

La diferencia entre “espíritus” e “inteligencias,” según se usan aquí, es esta: Los espíritus son inteligencias no creadas que habitan en cuerpos espirituales; en tanto que las “inteligencias” simple y llanamente son entidades inteligentes, pero que no tienen cuerpos ya sea cuerpos espirituales o cuerpos de carne y hueso. Son entidades no creadas que existen por sí mismas. [15]

Aunque el mismo Roberts ni el liderazgo de la Iglesia consideraron esas enseñanzas como doctrina oficial de la Iglesia, la“eternidad personal”—la idea de que el hombre fue una “inteligencia” individual, consciente de sí misma, que actúa por sí misma, antes de ser creado como un espíritu—fue aceptada ampliamente y se enseñó en los círculos de la Iglesia durante la segunda mitad del siglo veinte. Sin embargo, la Iglesia nunca ha endosado oficialmente ninguno de esos campos filosóficos—las “partículas originales” o la “eternidad personal.” El filósofo mormón Blake Ostler ha declarado: “El conflicto entre las teologías absolutas y las finitas aún se debe resolver dentro del pensamiento mormón.” [16]

“Somos Linaje de Dios”: Hijos e Hijas Espirituales de un Padre Celestial

Aunque el uso que hizo José Smith de los términos “alma,” “espíritu,” e “inteligencia” era en cierto modo ambiguo, según se evidenció por las opiniones contrarias que expresaron los líderes de la Iglesia durante las décadas posteriores a su muerte, la doctrina Santo de los Últimos Días sobre el “nacimiento espiritual” pre-existente redujo esa ambigüedad. Una proclamación oficial de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles publicada en el año 1995 declara: “Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos.” [17] Casi cien años antes, la Primera Presidencia había publicado una declaración doctrinal con respecto a los orígenes, espiritual y físico, del hombre: “Todos, hombres y mujeres, son a semejanza del Padre y la Madre universales, y literalmente son los hijos es hijas de la Deidad.” La presidencia de la Iglesia escribió en el año 1909:

La doctrina de la preexistencia; revelada claramente, particularmente en los últimos días, derrama un magnífico torrente de luz sobre el problema (que de otra forma es misterioso) del origen del hombre. Indica que el hombre, como espíritu fue engendrado por y nació de padres celestiales y fue criado hasta la madurez en las mansiones eternas del Padre, antes de venir a la tierra en un cuerpo temporal para someterse y tener experiencia en la mortalidad. Nos enseña que todos los hombres existieron en espíritu antes de que cualquier hombre existiera en la carne, y todos los que han habitado en la tierra desde Adán han tomado cuerpos y llegaron a ser almas vivientes en esa manera. . . . El hombre es el hijo de Dios. [18]

Comenzando con José Smith, cada Presidente de la Iglesia ha enseñado consistente y claramente que los seres humanos son, como el Apóstol Pablo les explicó a los intelectuales atenienses, “linaje de Dios” (ver Hechos 17: 28-29). Y no solamente eso, sino que para los mormones, la frase que describe a Dios como el “padre de los espíritus” (ver Hebreos 12: 9), debe aceptarse literalmente. [19] En la actualidad, esta doctrina está presente en todas partes en las publicaciones y manuales oficiales de la Iglesia ,—así como en los sermones hablados, en las lecciones que se enseñan y hasta en los himnos cantados por los líderes y los miembros laicos en todo el mundo—pero, no siempre ha sido así. Existe muy poca evidencia acerca de que los mormones del año 1830 supieran algo de esta doctrina. La Doctrina Santo de los Últimos Días de la preexistencia y la naturaleza espiritual del hombre, como se ha demostrado previamente, se desarrolló gradualmente. Aún así, hay escasez de evidencias de que José Smith haya enseñado que los hombres hayan sido engendrados espiritualmente como hijos e hijas de Dios como seres espirituales preexistentes. Esta doctrina no aparece en ninguno de sus discursos públicos o en ninguna de las publicaciones oficiales de la Iglesia durante su vida; tampoco se encuentra en ninguno de los libros canónicos mormones. [20] Sin embargo, se enseño ampliamente por algunos de los contemporáneos más allegados a José Smith, quienes atribuyeron al Profeta su forma de entender la doctrina. Por ejemplo, pocos meses después de la muerte de José Smith, Orson Pratt junto con la poetisa Eliza R. Snow, una de las esposas plurales de José Smith, publicaron escritos que hablaban directamente del nacimiento espiritual del hombre de padres celestiales. Pratt publicó en su Prophetic Almanac en el año 1845: “¿Qué es el hombre? La simiente de Dios. ¿Qué es Dios? El Padre del hombre. ¿Quién es Jesucristo? Es nuestro hermano. . . . ¿Cuántos estados de existencia tiene el hombre? Tiene tres. ¿Cuál es el primero? Es espiritual. ¿Cuál es el segundo? Es temporal. ¿Cuál es el tercero? Es inmortal y eterno. ¿Cómo empezó a existir en el principio? Fue engendrado por y nació de Dios.“ [21] Algunos han sugerido que Pratt en realidad escribió esta obra y la preparó para su publicación antes de la muerte de José Smith en junio de 1844. [22]

De igual manera, un poema escrito por Eliza R. Snow titulado “Mi Padre Celestial” fue publicado en el número correspondiente al 15 de noviembre de 1845 del Times and Seasons en Nauvoo. Muchos relatos de segunda mano indican que Snow aprendió acerca del nacimiento espiritual del mismo José Smith. [23] En la actualidad, el poema de Snow es un himno muy querido por los Santos de los Últimos Días y se titula “Oh mi Padre”

Oh mi Padre, tú que moras en el celestial hogar;

¿Cuándo volveré a verte y tu santa faz mirar?

¿Tu morada antes era de mi alma el hogar?

En mi juventud primera, ¿fue tu lado mi altar?

Pues por tu gloriosa mira vine al mundo a morar,

olvidando los recuerdos de mi vida pre-mortal.

Pero algo a menudo dice: “Tú errante vas”;

mientras que un peregrino soy, de donde tú estás.

Antes te llamaba Padre, sin saber por qué lo fue,

mas la luz del evangelio, aclaróme el por qué. [24]

En el año 1847, Orson Pratt declaró que José Smith, antes de su muerte, “presentó algunas nuevas y gloriosas ideas, en las cuales nunca habíamos pensado. Eran con respecto a la simiente del Hombre y la Mujer Celestiales. Fue una cosa nueva para mí.” [25] Es razonable pensar que José Smith le presentó igualmente la doctrina a Brigham Young, según se muestra en esta declaración de Young en el año 1852: “Nuestro Padre Celestial engendró a todos los espíritus que desde siempre han estado o habrán de estar en esta tierra; y nacieron como espíritus en el mundo eterno. Entonces el Señor por medio de Su poder y sabiduría organizó los tabernáculos mortales del hombre. Primero fuimos espirituales, y después temporales.” [26]

La noción mormona del nacimiento espiritual es una interesante mezcla de las ideas de Platón sobre la inmortalidad; las ideas cristianas tradicionales concernientes a la creación del alma; de las creencias de Orígenes con respecto a la preexistencia; y las ideas de los dualistas acerca del cuerpo y la mente, la materia y la conciencia. Pero, existen grandes diferencias entre cada una de estas y el pensamiento mormón. El erudito Santo de los Últimos Días Charles Harrell ha señalado que algunos aspectos de la doctrina del nacimiento espiritual no fueron una separación del cristianismo tradicional tan radical como usualmente se cree. “Es importante comprender,” escribe Harrell, “que durante el principio del siglo diecinueve existía la tendencia común de considerar la paternidad de Dios de manera muy semejante a como se enseña en el mormonismo, con excepción del proceso creativo implícito en las enseñanzas SUD.” Como ejemplos Harrell cita “la idea del metodismo respecto a la filiación divina del hombre que resulta en su perfección moral; ” La idea de los universalistas acerca de la paternidad de Dios y un artículo publicado el año 1824 en Christian Magazine declarando que el alma del hombre posee una “chispa de la inteligencia [de Dios] y que sigue siendo, en un alto y peculiar sentido, su linaje.” [27] Sin embargo, es muy claro que la gran diferencia es, la doctrina mormona de la relación literal del hombre con padres celestiales. Esta exclusiva doctrina SUD es la que da significado al conocimiento de los Santo de los Últimos Días acerca de sus naturalezas antes de que nacieran en la tierra, como seres humanos en la tierra, y como serán después de la muerte.

La Mano y el Guante: El Espíritu y el Cuerpo

Hay una lección objetiva usada muy comúnmente en los círculos mormones que enseña de una manera simplista la doble naturaleza del hombre. Es una mano y un guante. La mano representa el espíritu del hombre y el guante representa el cuerpo físico. Así como el guante no puede cumplir su propósito sin que la mano esté dentro de él, el cuerpo depende del espíritu y es la “vestimenta” exterior del espíritu inmortal. Claramente, la naturaleza física del hombre tiene un efecto poderoso en su existencia, y el “hombre exterior” (o el cuerpo) es un elemento esencial en la existencia del hombre, pero el “hombre interior” (el espíritu) es central para la identidad eterna. Juntos, como lo declaran las escrituras mormonas, “el espíritu y el cuerpo son el alma del hombre” (D y C 88: 15).

Pocos meses después de la organización de la Iglesia, José Smith habló de las naturalezas, espiritual y temporal (física) del hombre y de toda la creación (ver D y C 29: 31-32). Dijo que Dios le reveló que “lo espiritual a semejanza de lo temporal, y lo temporal a semejanza de lo espiritual; el espíritu del hombre a semejanza de su persona, como también el espíritu de los animales y toda otra criatura que Dios ha creado” (D y C 77:2; énfasis agregado). Una década después, José Smith explicó más acerca de la naturaleza de los espíritus:

Muchos creen que el espíritu es inmaterial, sin substancia. Nos permitimos disentir de esto último, y declaramos que el espíritu es una substancia; que es material, pero que es materia más pura, elástica y refinada que el cuerpo [físico]; que ha existido antes que el cuerpo, que puede existir en el cuerpo; y que existirá separada del cuerpo, cuando el cuerpo esté desmoronándose en el polvo; y que en la Resurrección de nuevo será unido al cuerpo. [28]

De igual manera, Orson Pratt enseñó que los espíritus “tienen forma y semejanza al tabernáculo humano. [29] Su hermano Parley fue un paso más adelante en su clásico Key to the Science of Theology, publicado por primera vez en el año 1855. Él enseñó que los seres espirituales no solamente eran “a semejanza y según el modelo del tabernáculo carnal” sino que “poseen, de hecho, todos los órganos y partes que corresponden exactamente con el tabernáculo exterior.” [30] Esa no es doctrina oficial mormona, pero es bastante fascinante.

La idea mormona de que el cuerpo espiritual es “a semejanza de su persona” también da forma a la percepción mormona de lo que hacen los seres espirituales—los pre mortales y los post mortales—. José Smith enseño en el año 1843 que “la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá” (D y C 130: 2). Contextualmente, estaba hablando de la “sociabilidad” posterior a la Resurrección, pero esta noción ha sido aplicada por otros líderes y eruditos mormones a los espíritus preexistentes y a aquellos que han vivido sobre la tierra. Por ejemplo, Brigham Young enseñó que: “los espíritus se conocerán unos a otros en el mundo de los espíritus—conversarán, se verán, y ejercerán toda clase de comunicación entre ellos—tan natural y familiarmente como lo hacían mientras estaban en los cuerpos. “ [31]

La Muerte, Una Separación—Temporal—del Cuerpo y el Espíritu

Cuando José Smith censuró a “los entendidos y a los doctores de la divinidad” por lo que él consideró sus ideas equivocadas sobre la inmortalidad del alma, posiblemente se estaba refiriendo no sólo a las ideas en boga en cuanto a la preexistencia, sino también a sus ideas concernientes a la condición del alma después de la muerte. En contraste a las enseñanzas del materialismo cristiano del siglo diecinueve, que muchos de los primeros mormones deben haber conocido por sus antecedentes protestantes, José Smith proclamó que la muerte es solamente una separación temporal del cuerpo espiritual y del cuerpo físico. El Libro de Mormón enseña: “respecto al estado del alma entre la muerte y la resurrección. . . . que los espíritus de todos los hombres, en cuanto se separan de este cuerpo mortal, sí, los espíritus de todos los hombres, sean buenos o malos, son llevados a ese Dios que les dio la vida” (Alma 40:11). En vez de un “sueño del alma” al morir, o un juicio final en el que los justos son llevados de inmediato a la recompensa celestial y los no salvados son arrojados al tormento eterno, como muchos cristianos abogaban. el Libro de Mormón y los primeros líderes mormones enseñaron que al morir los espíritus inmortales van a una esfera o reino intermedio “hasta el tiempo de la resurrección” (Alma 40:14). Brigham Young enseñó que Dios, el Padre Celestial, se “complació al organizar los tabernáculos aquí, y puso espíritus en ellos y se transformaron en seres inteligentes. Tarde o temprano, el cuerpo, esto que pueden tocar, que pueden sentir, ver, manejar, etc., regresa a la madre tierra. ¿Está muerto el espíritu? No. Ustedes creen que el espíritu aún existe cuando este cuerpo se haya desmoronado a la tierra otra vez, y el espíritu que Dios pone en los tabernáculos va al mundo de los espíritus.” [32]

Los mormones creen que las condiciones en ese mundo espiritual post mortal, son muy parecidas a las del reino pre mortal. Los espíritus, como el hombre y la mujer en la tierra, pueden actuar, pensar, sentir, y aprender. José Smith enseñó en el año 1843: “Los espíritus en el mundo eterno son como los espíritus en este mundo.” [33] El mundo de los espíritus post mortal es un “estado” intermedio—un estado preparatorio y purificador en donde a todos se les dará la oportunidad de aprender y aceptar o rechazar los principios de la salvación eterna—. Por eso pueden, como enseñó el Apóstol Pedro en el Nuevo Testamento, ser “juzgados en la carne según los hombres” (1 Pedro 4: 6). Esta doctrina que se relaciona con el destino eterno de los que no conocieron el evangelio, es una característica de la teología y la práctica mormonas. Fue una enseñanza prominente de José Smith en Nauvoo antes de su muerte en el año 1844 y se hizo todavía más institucionalizada en el mormonismo con la inclusión de una visión del año 1918, que tuvo el Presidente de la Iglesia José F. Smith, conocida como la “Visión de la Redención de los Muertos” en los libros canónicos Santo de los Últimos Días. (ver D y C 138).

“La Resurrección de los Muertos Es la Redención del Alma”

El fundamento del cristianismo es la Resurrección de Jesucristo y la promesa, que resulta de ella, de que el hombre resucitará de la muerte. ”Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15: 22). También es la piedra angular de la teología SUD, José Smith dijo: “es el principio fundamental del Evangelio”, y todas las otras doctrinas de la religión son “apéndices” de ella. [34]

La escritura mormona enseña que “el espíritu y el cuerpo son el alma del hombre” (D y C 88: 15; énfasis agregado). Por lo tanto, “la resurrección de los muertos es la redención del alma” (D y C 88: 16). La relación culminante entre el cuerpo y el espíritu se encuentra, como se enseña en el mormonismo, en una resurrección literal. La muerte resulta en una separación temporal del cuerpo y el espíritu. La Resurrección es la unión inseparable y eterna de ambos. El Libro de Mormón habla de la Resurrección como una “restauración” en la cual “el espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma; los miembros así como las coyunturas serán restauradas a su propia forma.”

Pues bien, esta restauración vendrá sobre todos, tanto viejos como jóvenes, esclavos así como libres, varones así como mujeres, malvados así como justos; y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza, sino que todo será restablecido a su perfecta forma, o en el cuerpo. . . .

Ahora bien, he aquí te he hablado concerniente a la muerte del cuerpo mortal y también acerca de la resurrección del cuerpo mortal. Te digo que este cuerpo terrenal se levanta como cuerpo inmortal, es decir, de la muerte, sí, de la primera muerte a vida, de modo que no pueden morir ya más; sus espíritus se unirán a sus cuerpos para no ser separados nunca más; por lo que esta unión se torna espiritual e inmortal, para no volver a ver corrupción. (Alma 11: 44-45; énfasis agregado).

Qué hay una resurrección universal; que todas las almas vivirán eternamente con cuerpos tangibles de carne y hueso; que éstas almas disfrutarán de gloria y gozo, o la falta de ellos, de acuerdo con su obediencia a la ley que estuvieron dispuestos a obedecer en el tiempo y en la eternidad (véase D y C 88: 21-38)—son cosas que se enseñan ampliamente en las escrituras mormonas y en los sermones de los líderes mormones—. Sin embargo, Lo que casi no se comenta es el cómo esa Resurrección—la redención del alma—se efectúa en realidad. Desde los primeros años en que fue organizada la Iglesia hasta hoy, los líderes de la Iglesia y los miembros laicos han especulado sobre el proceso de la resurrección, pero no existe ninguna enseñanza normativa en las publicaciones oficiales de la Iglesia con respecto a este proceso de resurrección. [35] Por ejemplo, Brigham Young declaró que: “en la resurrección se traerán todos los elementos que sean necesarios para revestir y embellecer a los Santos resucitados que recibirán su recompensa” [36] En el año 1854, Orson Pratt comparó la muerte del cuerpo humano y su resurrección final a una semilla de trigo que se convierte en un nuevo organismo:

Cuando una semilla de trigo cae a la tierra, muere, o más bien, una parte de su substancia se desorganiza, y el germen se une con otros materiales, y forma un tallo que crece y florece, y muchas más semillas de trigo empiezan a aparecer las cuales crecen y maduran; y al final se encuentra que se producen sesenta o cien semillas de la misma forma, tamaño y calidad que la que fue sembrada. . . . cada una se compone casi en su totalidad de nueva substancia que nunca había sido organizada como trigo. . . . De igual manera el hombre no siembra el cuerpo que será, sino uno que contiene forma, magnitud y hasta cierto grado, los elementos del nuevo. Sin sembrar el trigo viejo, y su disolución en la tierra, no se puede esperar al nuevo; así también, si no se siembran nuestros cuerpos en corrupción, no existiría el fundamento para cuerpos incorruptibles. Y así como el nuevo trigo se compone de nuevas partículas que nunca habían sido organizadas como trigo; así, es probable, que el nuevo cuerpo inmortal contendrá mucha materia que nunca antes había sido organizada en cuerpos humanos. [37]

Estas ideas—particularmente la frase “se traerán de los elementos”—reflejan la doctrina mormona de que toda la materia es eterna y que no ha sido creada, y que como tal, puede ser reorganizada pero no destruida. Parte de esta “reorganización” necesitará un cambio de lo que Pablo llamó “corruptible” cuerpos que caen, mueren y se descomponen para ser un cuerpo incorruptible y divino (véase 1 Corintios 15: 47-54). José Smith enseñó: “El Dios Omnipotente habita en fuego eterno; y allí no puede ir lo que es de carne y sangre, porque el fuego consume toda corrupción, Nuestro Dios es fuego consumidor.” Cuando nuestra carne sea vivificada por el Espíritu, no habrá sangre en este cuerpo. Algunos moran en mayor gloria que otros. . . . Todos los hombres que son inmortales moran en fuegos eternos. . . . Todo hombre nace para morir, y todo hombre ha de resucitar: todos entrarán en la eternidad.” [38]

Conclusión

El 7 de abril de 1844 en Nauvoo, Illinois, durante el sermón en el que José Smith estaba “hablando de la inmortalidad del espíritu del hombre,” se quitó el anillo matrimonial de su dedo, lo mostró a la congregación y declaró: “Me quito el anillo del dedo y lo comparo a la mente del hombre: a la mente inmortal, porque no tiene un principio y un fin, pero si lo partimos en dos; ahora tiene un principio y un fin, pero si lo volvemos a unir sigue siendo un círculo eterno. . . Vive el Señor , que si tuvo un principio tendrá un fin.” [39] Dentro del mormonismo, el hombre, al igual que Dios, es un ser eterno. Aunque José Smith y ninguno de sus sucesores han podido responder a todas las preguntas con respecto a cómo es que Dios y el hombre son inmortales y no creados, y tampoco han explicado acerca de cualquier doctrina relacionada, los mormones creen en una inmortalidad de “dos direcciones”—un pasado eterno y un futuro eterno—. Al igual que todos los cristianos, los Santos de los Últimos Días creen que Jesucristo hace que sea posible la inmortalidad del alma, porque hace posible la inmortalidad resucitada y glorificada. La doctrina mormona, sin embargo, se separa del cristianismo tradicional al proclamar abiertamente que el hombre no sólo es eterno sino que también es “la simiente de Dios”—hijos e hijas de la Divinidad con un potencial infinito—. Sin duda, ese potencial solamente puede efectuarse al aplicar la Expiación de Jesucristo, para que los hombres y mujeres caídos sean redimidos del pecado y sean puestos en la relación correcta con Dios. A pesar de las diferencias en los detalles doctrinales, los mormones se unen alegremente a muchos otros cristianos al declarar que la muerte no acaba con la existencia del hombre sino que es simplemente un umbral para la resurrección y la recompensa eterna—un don de Dios, mediante el poder de Su Hijo—. Un pasaje muy conocido de las escrituras mormonas en la Perla de Gran Precio quizás lo exprese mejor: “Porque he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). [40]

Estas ideas excepcionales respecto a la inmortalidad del alma y de la relación del hombre con Dios afectan poderosamente las mentes y las vidas de los mormones hoy día. Son parte central al enfoque Santo de los Últimos Días en Dios y la forma en que lo adoran. Además de esta “perspectiva celestial,” la teología mormona de la inmortalidad del alma le da “una idea terrenal:”el conocimiento de que todos los pueblos de la tierra están eslabonados como hermanos y hermanas, hijos de Dios. B. H. Roberts declaró:

Señalo que esta relación del hombre con la Deidad, no es para halagar al primero, sino porque creo que es un hecho. Este es un tema que me gusta meditar, no porque devalúe a la Deidad, sino porque eleva al hombre, y debe inspirarlo con aspiraciones nobles, para el desempeño de actos virtuosos. Si tan solo una vez lo pudiera entender y comprender la humanidad, creo que este concepto sería un fuerte incentivo para reformar al mundo. [41]

Notas

[1] Diario de Wilford Woodruff, página 137 , Biblioteca de Historia de la Iglesia en Salt Lake City. Este discurso lo dio José Smith a una audiencia de cerca de veinte mil personas durante una conferencia general de la Iglesia en Nauvoo, Illinois el domingo 7 de abril de 1844. Algunos de los presentes mencionaron el discurso en sus diarios. José Smith declaró que era un sermón fúnebre dado a petición de la familia de King Follet, un miembro de la Iglesia que había muerto trágicamente en un accidente en marzo de ese año. El discurso fue registrado por cuatro hombres que tenían experiencia y capacitación en tomar notas, y varios de ellos sirvieron como escribientes de José Smith en diversas ocasiones. Se publicó por primera vez el 15 de agosto de 1844 en el periódico mormón Times and Seasons. Este capítulo mencionará de estas diversas antiguas fuentes del sermón. En el año 1855 las notas y relatos preparados por esos cuatro diaristas se fusionaron para formar la versión oficial del sermón, que fue publicado en Salt Lake City en el periódico Deseret News el 8 de julio de 1857. Desde esa fecha, esa versión se ha publicado varias veces en publicaciones oficiales de la Iglesia, principalmente en History of the Church of Jesus Christ of Latter-daxy Saints por José Smith, editada por B. H. Roberts, 2da edición, revisada. (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1932-51), 6: 310-311.

[2] “Conference Minutes,” Times and Seasons, 15 agosto 1844, página 615. En español se encuentra en Enseñanzas del Profeta José Smith, compiladas por Joseph Fielding Smith (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1954), página 436.

[3] Karen Lynn Davidson, David J. Whittaker, Mark Ashurst-McGee y Richard L. Jensen son los editores de Histories, Bolume I: Joseph Smith Histories, 1832-1844, que es el volumen I de la serie de Historias de The Joseph Smith Papers editado por Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman (Salt Lake City: Church Historian Press, 2012), página 11. Disponible en línea en: http://josephsmithpapers.org/ paper Summary/history-circa-summer1832.

[4] Lucy Mack Smith, Biographical Sketches of Joseph Smith the Prophet, and His Progenitors for Many Generations (Liverpool: S. W. Richards, 1853), página 84.

[5] La palabra “estado” se usa en las escrituras para definir una condición o una lugar para morar (véase Eclesiastés 3: 18; Ezequiel 16:55; Judas 1: 6). Las escrituras Santo de los Últimos Días usan el término “primer estado” para explicar la existencia espiritual del hombre antes de su vida en la tierra. Aunque no se encuentra en las escrituras, el término “segundo estado” se usa dentro del mormonismo para referirse a la vida en la tierra. Por extensión, a la vida después de la muerte—ya sea en el mundo de los espíritus o hasta después de la Resurrección—se les podría llamar respectivamente como el “tercer estado” o el “cuarto estado.” Parley P. Pratt usó estos términos específicos en su capítulo “Origins of the Universe,” en Key to the Science of Theology: Designed as an Introduction to the First Principles of Spiritual Phisosophy; Religion; Law and Goverment; as Delivered by the Ancients, and as Restored in this Age, for the Final Development of Universal Peace, Truth and Knowledge (Liverpool: F. D. Richards, 1855).

[6] The Words of Joseph Smith, editado por Andrew F. Ehat y Lyndon W. Cook, (Provo, UT: Religious Studies Center, 1980), página 9.

[7] Ver de Blake Ostler, “The Idea of Pre-Existence in the Development of Mormon Thought,” Dialogue: A Journal of Mormon Thought 15, num. 1 (primavera 1982), página 59-78; ver también de Ostler, “Out Of Nothing: A History of Creation ex Nihilo in Early Christian Thought” (revisión de Paul Copan y William Lane Craig, “Craftsman or Creator? An Examination of the Mormon Doctrine of Creation and a Defense of Creation ex nihilo,”en The New Mormon Challenge: Responding to the Lattest Defenses of a Fast-Growing Movement, editado por Francis J. Beckwith, Carl Mosser y Paul Orwen), FARMS Review 17, num. 2 (2005): páginas 253-320.

[8] Manuscript History of the Church, bk. C-1 páginas 152-153, Biblioteca de Historia de la Iglesia.

[9] “Conference Minutes,” Times and Seasons, 15 agosto 1844.

[10] Parley P. Pratt, en Journal of Discourses (Liverpool: F. D. Richards, 1855-86), 1:7-8.

[11] Ver Discourses of Brigham Young, selección de John A. Widtsoe (Salt Lake City: Bookcraft, 1998), páginas 47-51

[12] Orson Pratt, “ The Pre-existence of Man,” The Seer, julio de 1853, página 103.

[13] La Primera Presidencia, 1865, en Messages of the First Presidency, compilado por James R. Clark, 6 vols. (Salt Lake City: Bookcraft, 1965), 2:233.

[14] Charles W. Penrose, en Journal of Discourses, 26:23; énfasis agregado.

[15] B. H. Roberts, The Seventy’s Course in Theology (Independence,MO: Zion’s Printing and Publishing, 1907-11), 4:13-14; véase también de Roberts, “Immortality of Man,” Improvement Era, abril de 1907, págínas 403-423; véase también The Seventy’s Course in Theology, volumen 4, lecciones 1-23.

[16] Ostler, “The Idea of Pre-Existence in the Development of Mormon Thought,” página 72.

[17] “La Familia: Una Proclamación para el Mundo,” La Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles, Liahona, noviembre de 1995.

[18] La Primera Presidencia (Joseph F. Smith, John R. Winder, Anthony H. Lund), “The Origin of Man,” Improvement Era, noviembre de 1909 páginas 75-81; re-impreso en Messages of the First Presidency, 4: 203-206, compilados por James R. Clark.

[19] Un ejemplo representativo de la forma en que esto se enseña dentro del mormonismo en la actualidad se puede encontrar en la siguiente declaración escrita en el año 1985 por uno de escritores más prolíficos y un teólogo importante dentro del mormonismo, el Apóstol Bruce R. McConkie: “[Dios] es más que el Padre del Primogénito; más que el Padre del Unigénito en la carne, más que el Padre en el sentido de que él creó al primer hombre mortal. Él es, el Padre de los espíritus de todos los hombres en sentido literal y completo de la palabra. Cada uno de nosotros fue engendrado por él en la vida pre portal. Somos sus hijos espirituales.” A New Witness for the Articles of Faith (Salt Lake City: Deseret Book, 1985), página 61.

[20] En la actualidad, algunos eruditos mormones sugieren que el “nacimiento espiritual” que José Smith pudo haber entendido y enseñado a otros, si es que lo hizo, no fue un nacimiento literal, sino más bien una “adopción” por la cual Dios “se atribuyó a estas inteligencias como propias” y “las organizó en una familia celestial.” (Ver de Samuel M. Brown, “Believing Adoption” BYU Studies, 52, núm. 2 (2013); página 50; ver también de Terrul L. Givens, Wrestling the Angel, (Nueva York: Oxford University Press, 2015), páginas 147-175. Trazando los desarrollos históricos de la creencia que la mayoría de los Santos de la Últimos Días en la actualidad exponen como el “nacimiento espiritual” de “padres celestiales,” Givens escribió: “Aunque la transformación o progreso de la materia espiritual o inteligencia para ser espíritu mediante un proceso análogo al nacimiento, no existe una base verificable en las enseñanzas de José Smith, esta interpretación es la implicación lógica de un modelo celestial—presentado por José Smith en su Discurso King Follet y en la sección 132—los hombres y mujeres exaltados llegan a ser los creadores de simiente eterna, emulando a sus propios Padres Celestiales. . . . José Smith pudo haber estado dirigiéndose en la dirección de reconciliar la existencia eterna con el nacimiento espiritual o la ‘organización’ espiritual. En otras palabras, pudo haber estado trabajando en un esquema en el cual la inteligencia primordial es transformada a una corporeidad espiritual. . . . Cuando el lenguaje del nacimiento espiritual se usa en la Iglesia moderna, se hace sin la aclaración de que tal nacimiento puede ser nuestro mejor equivalente para explicar que Dios es el padre del espíritu humano.” Givens, Wrestling the Angel, páginas 160-161.

[21] Orson Pratt, Prophetic Almanac for 1845 (Nueva York: Prophet’s Office, n.d.), páginas 7-8.

[22] Ver de Charles R. Harrell, “The Development of the Doctrine of Preexistence, 1830-1844,” BYU Studies 28 núm. 2 (1988): página 88.

[23] Ver de Jill Mulvay Derr, “The Significance of ‘O My Father’ in the Personal Journey of Eliza R. Snow,” BYU Studies 36 núm. 1(1996-97): páginas 85-126.

[24] Eliza R. Snow, “Oh mi Padre,” Himnos (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1992,) número 187.

[25] Orson Pratt, minutas generales de la Iglesia, 21 de noviembre de 1847, Biblioteca del Historiador de la Iglesia, CR 100 318, caja I, folder 58, del 15 al 30 de noviembre de 1847.

[26] Brigham Young, en Journal of Discourses, 1: 50.

[27] Harrell, “Doctrine of Preexistence,” páginas 89-90.

[28] José Smith, editorial del Times and Seasons, 1 de abril de 1842, página 745.

[29] Orson Pratt, en Journal of Discourses, 242.

[30] Parley P. Pratt, Key to the Science of Theology (Salt Lake City: Deseret Book, 1979), página 79.

[31] Brigham Young, en Journal of Discourses, 7: 239.

[32] Brigham Young, en Journal of Discourses, 2: 138.

[33] Diario de José Smith, 21 de mayo de 1843, página 215. MS 155, caja 1, folder 6, Biblioteca de Historia de la Iglesia.

[34] José Smith, Elder’s Journal, julio de 1838, página 42.

[35] Para comentarios de las ideas de José Smith concernientes a la resurrección literal y sus críticas a las filosofías de otros al respecto, véase de Samuel Morris Brown, In Heaven as It is on Earth: Joseph Smith and the Early Mormon Conquest of Death (Nueva York: Oxford University Press, 2012).

[36] Brigham Young, en Journal of Discourses, 9: 192; énfasis agregado.

[37] Orson Pratt, “Resurrection of the Saints,” The Seer, junio de 1854, página 277.

[38] Thomas Bullock, en las minutas de un discurso, el 12 de mayo de 1844, Joseph Smith Collection, en la Biblioteca de Historia de la Iglesia. En español se encuentra en Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 456-457.

[39] “Conference Minutes” Times and Seasons, 15 de agosto de 1844, página 615. En español se encuentra en Enseñanzas del Profeta José Smith, página 438.

[40] Los mormones aceptan la Perla de Gran Precio como un libro canónico al igual que a la Santa Biblia, el Libro de Mormón, y La Doctrina y Convenios. Aunque fue aceptada oficialmente por la Iglesia como escritura en el año 1880, algunas partes de las obras que contiene fueron publicadas en los periódicos oficiales de la Iglesia, el Evening and Morning Star (en Independence, MO) y el Times and Seasons (en Nauvoo, IL) tan temprano como el año 1832. Para ayudar en la obra proselitista de los misioneros mormones y al enseñar a los nuevos conversos en la Gran Bretaña a mediados del siglo diecinueve, el Apóstol Franklin D. Richards compiló las partes que habían sido publicadas antes en un folleto titulado La Perla de Gran Precio que fue publicado en Liverpool en el año 1851. El Libro de Moisés es una de las obras contenidas en la Perla de Gran Precio. Es un extracto de la “traducción inspirada” que hizo José Smith de la Biblia y contiene varias visiones que supuestamente le fueron dadas a Moisés que difieren, y amplían, del relato de Génesis. Los mormones consideran esta obra como una “restauración” de principios doctrinales e históricos excepcionales.

[41] B. H Roberts, The Gospel and Man’s Relationship to Deity, 10ª edición (Salt Lake City: Deseret Book, 1965), página 282.