Libertad religiosa y justicia para todos

Ronald A. Rasband

El élder Ronald A. Rasband, cuando dio este discurso en la Universidad Brigham Young el 15 de septiembre de 2015, era miembro de la Presidencia de los Setenta.

foto de Elder Ronald A. Rasband

Una de mis asignaciones en la Iglesia es servir en el Comité de Relaciones Públicas de la Iglesia. Este es un comité dirigido por la Primera Presidencia, y me siento muy honrado por servir bajo su liderazgo. El director del comité es un miembro del Quórum de los Doce. Durante mi servicio, quienes lo han presidido han sido el élder L. Tom Perry, y antes de él, el élder M. Russell Ballard. Actualmente, el élder D. Todd Christofferson es el director en funciones. Con el apoyo del Comité de Relaciones Públicas estoy aquí para hablarles de un tópico importante que atrae más y más la atención del público, y es el tema de la libertad religiosa.

Debido a que ustedes son una audiencia sofisticada e inteligente, pienso hablarles con la franqueza que su generación reclama. Me sospecho que para algunos de ustedes la frase “libertad religiosa” se siente más como la “libertad para discriminar”. Deseo hablarles sobre este punto de vista y ayudarles a entender la intención de la Iglesia cuando se habla de la libertad religiosa y el por qué es tan vitalmente importante para su futuro y para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. También pienso aclarar algunos recelos y malos entendidos que algunos de ustedes pudieran tener cuando se trata de la libertad religiosa.

Algunos de ustedes pueden tener problemas para entender el papel de la libertad religiosa en la sociedad, en la política y en los asuntos cívicos. Para empezar, algunos en su grupo de edad, se preguntan el por qué los grupos religiosos se involucran en la política, y, cuando lo hacen, a menudo se muestran escépticos con respecto a los motivos de esas personas. En años recientes, ha aumentado la voz colectiva de los grupos que piensan que la religión no debe ser parte de la deliberación política.

La oportunidad de ser parte del proceso político es un privilegio que se le concede a todos los ciudadanos. Nuestras leyes y legislación tienen un papel importante en la enseñanza y la formación de nuestra cultura social y moral. Necesitamos que cada persona en la sociedad participe activamente en el diálogo cívico que ayude a enmarcar las leyes y las legislaciones a fin de que sean justas para todos.

Libertad para Todos

¿De qué estamos hablando cuando nos referimos a la libertad religiosa? Voy a contarles las historias de dos personas que son un poco mayores que ustedes, y, al hacerlo, me gustaría que piensen sobre cómo se sentirían si ustedes fueran una de esas personas.

El primer relato es el de alguien a quien llamaré Ethan. Recientemente había comenzado su empleo en una carrera que había anhelado, y quería causar una buena impresión. Llegaba temprano a trabajar y se quedaba hasta tarde. Aceptaba proyectos extras y hacía un trabajo excelente. Les caía bien a muchos de sus colegas y disfrutaba de su trabajo. Un día estaba con dos de sus compañeros a la hora del almuerzo, se sintió cómodo al decirles que era ‘gay’ [homosexual]. Se hizo un silencio embarazoso ya que nadie supo responder y el entorno laboral era muy conservador. Ethan se decepcionó por la fría respuesta y se sintió herido y rechazado. Empezó a sentirse mal evaluado y vulnerable en el trabajo. Después de esa reunión durante el almuerzo, las cosas llegaron a ser más incómodas para Ethan en el trabajo. Fue excluido de los proyectos grandes y de las actividades sociales después del trabajo, su productividad comenzó a sufrir, ya que sentía que no pertenecía allí y que no lo querían. Unos meses después lo dejaron ir porque su jefe sintió que ya no estaba a la par de los demás. A pesar de todas las expresiones que lo negaban, Ethan sintió que lo habían despedido por ser ‘gay’.

Ahora quiero hablarles de Samantha. Samantha apenas había comenzado a trabajar en las oficinas administrativas de una universidad local. Estaba muy emocionada por trabajar en un ambiente estimulante lleno de ideas, formas de pensar y antecedentes diversos. Un día una compañera de trabajo se le acercó y le dijo que había oído que Samantha era mormona y le preguntó si era cierto. Samantha alegremente respondió que si era, pero la pregunta que siguió la disminuyó.

Su compañera le preguntó “¿ Por qué odian ustedes a los gay?” Samantha se sorprendió por la pregunta pero trató de explicar su creencia en Dios y en el plan de Dios para Sus hijos, el cual incluía, según ella creía, los lineamientos sobre el comportamiento moral y sexual. Su compañera de trabajo respondió en sentido contrario al decirle que el resto de la sociedad ya había progresado más allá de esas creencias, y le dijo: “además , la historia está llena de personas que usan las enseñanzas religiosas para hacer las guerras y para marginar a grupos vulnerables.”

Samantha volvió a declarar sus convicciones y su comprensión del amor de Dios para toda la gente y le pidió a su compañera de trabajo que respetara su derecho de creencia. Su compañera se sintió compelida a decirle a otros empleados acerca de esa conversación, y durante las siguientes semanas, Samantha se sintió más aislada a medida que más y más compañeros la confrontaban con ataques y preguntas.

El jefe de Samantha, al ver que aumentaban las conversaciones religiosas en la oficina, le advirtió a Samantha que no debía hacer proselitismo en la oficina ya que su empleo estaría en peligro. Su trabajo, al igual que el de Ethan, empezó a sufrir. Pero en vez de arriesgarse a ser despedida, Samantha empezó a buscar otro empleo.

Ahora, estas son historias hipotéticas, pero a la vez no lo son. Existen muchas Samanthas y Ethans. Sin importar lo que escojamos vivir y las decisiones que tomemos, todos compartimos una humanidad común y un deseo de justicia y bondad. Ethan no debió ser despedido por ser ‘gay’ y Samantha no debió haber sido intimidada por ser religiosa. Equivocadamente, ambos fueron, criticados. juzgados y recibieron represalias.

En la sociedad actual, es políticamente correcto tener empatía con la situación de Ethan pero no tanto con la de Samantha. Es posible que Ethan logre que su caso sea aceptado por un grupo que abogue por él, como otro ejemplo de discriminación anti-gay. Y, en realidad, él merece la protección.

Pero, ¿qué pasa con Samantha? ¿Quien defenderá su derecho a la conciencia religiosa? ¿Qué hay con su derecho de vivir auténticamente como una persona de fe, comprometida a amar y servir a todos, pero también con el derecho de decidir lo que es correcto o equivocado y dirigir su vida de acuerdo a ello?

Justicia para Todos

Nuestra sociedad se ha cegado tanto por su deseo de corregir la discriminación errónea contra cierta clase de gente, que ahora está en peligro de crear otra clase de víctima: las personas de fe como ustedes o como yo.

Algunas escuelas de religión ya están siendo cuestionadas porque requieren que los estudiantes y los maestros se adhieran a un código de honor que exige fidelidad y castidad. Algunos directivos de grandes compañías han sido marginados o forzados a renunciar porque sus opiniones personales religiosas ya no son aceptables políticamente. Y algunos negocios se han visto forzados a cerrar porque sus propietarios han hablado de acuerdo a su conciencia.

A pesar de lo que ustedes hayan oído o leído a lo largo de los años, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se ha sostenido consistentemente a favor de la libertad de elección y conciencia. Hace muchos años el Profeta José Smith escribió: “Creemos. . . que todos los hombres son creados iguales y que todos tienen el privilegio de pensar por sí mismos cualquier asunto relativo a la conciencia .” [1]

Posteriormente dijo: “ Si. . . estoy dispuesto a morir por un “mormón”. . . estoy igualmente dispuesto a morir en defensa de los derechos de un presbiteriano, un bautista, o cualquier hombre bueno de la denominación que fuere; porque el mismo principio que hollaría los derechos de los santos de los últimos días, atropellaría los derechos de. . . .cualquier otra denominación que no fuera popular y careciera de la fuerza para defenderse.” [2]

Así que, ¿cual es la posición de la Iglesia en cuanto a la libertad religiosa? Les puedo asegurar que los apóstoles y profetas, bajo la inspiración del cielo, le han dado una gran consideración a este asunto. Creemos en obedecer los mandamientos de Dios, que han sido diseñados para asegurar nuestra felicidad eterna. Sin embargo, “[Dios] a nadie forzará” [3] Creemos en crear un espacio para que todos vivan de acuerdo con su conciencia sin infringir los derechos y la seguridad de los demás. Cuando los derechos de un grupo chocan contra los derechos de los demás, debemos seguir el principio de ser justos y sensibles hacia tantas personas como sea posible. La Iglesia cree y enseña “la justicia para todos.” [4]

El proteger la conciencia tiene que ver con salvaguardar la forma en que alguien piensa y siente y su derecho de actuar en base a esas creencias. Me refiero a que alguien les diga que los pensamientos, los sentimientos y las creencias que ustedes tienen no están permitidos, ni son valorados, ni aceptables porque sus ideas no son populares. Se peleó una gran batalla en los cielos a causa del libre albedrío y es una violación flagrante de ese albedrío el forzar a alguien a traicionar su conciencia porque sus puntos de vista no se alinean con los de la multitud.

Por favor no me mal interpreten en esto. Cuando hablo de que seamos auténticos, el Señor no nos da un pase gratuito para vivir de la forma que decidamos sin que haya consecuencias. Todavía somos responsables ante Él por nuestras decisiones. Él ha dicho: “Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” [5] El mandamiento de buscar la perfección implica que empezamos donde estamos y buscamos la ayuda del Señor para elevarnos a donde Él quiere que vayamos. El ser leales a nuestro auténtico yo, requiere un esfuerzo continuo para aumentar nuestra luz, conocimiento y comprensión.

Su generación es la más “conectada” de la historia. Ustedes siempre están conectados. ¿Y saben que todo lo que está en Internet es siempre perfecto y exacto al 100 por ciento, verdad? ¿No? Muy bien. Así que no crean todo lo que han oído en la Internet acerca de la Iglesia y su postura en los derechos de los ‘gay’.

Un ejemplo reciente de este enfoque de “justicia para todos” ocurrió en enero de este año cuando tuvimos una conferencia de prensa con tres apóstoles y un miembro de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes para recordarle a nuestros miembros, a la comunidad, y a la legislatura del estado que la Iglesia favorece un enfoque equilibrado que asegure los derechos de todas las personas.

En esa conferencia de prensa, el élder Dallin H. Oaks expresó lo siguiente: “Hacemos un llamado al gobierno local, estatal y federal para que sirvan a todo su pueblo aprobando legislación que proteja los derechos vitales de las libertades religiosas para las personas, las familias, las iglesias, y otros grupos de fe; mientras protejan también los derechos de los ciudadanos LGBT en los aspectos de vivienda, empleo y en lugares públicos como hoteles, restaurantes y el transporte; protección que no está disponible en muchas partes del país.” [6]

Seis semanas después, con la aprobación de la protección tanto para la comunidad LGBT como para las personas religiosas, los líderes de nuestra Iglesia y de otras felicitaron a la comunidad LGBT. Fue alentador verlos protegidos en todo el estado en contra de los desalojos, la discriminación para obtener vivienda, o el ser despedidos de un empleo por causa de su orientación sexual. También felicitamos a nuestros amigos de otras denominaciones por verlos igualmente protegidos tanto en los lugares de trabajo como en la plaza pública.

Utah—y la Iglesia—recibieron cobertura noticiosa nacional y elogios por dicho compromiso histórico. Ahora, noten que no se sacrificó ningún principio doctrinal o religioso. No se hicieron cambios a las leyes morales de Dios o a nuestra creencia de que las relaciones sexuales deben ocurrir dentro del matrimonio de un hombre y una mujer. El resultado fue justo para todos y reflejó ser consistente con las normas y enseñanzas morales y con el respeto hacia los demás.

Un Mensaje de Justiicia

No muchos de nosotros tendremos un papel prominente en el gobierno y en la preparación de las leyes, así que es posible que se estén preguntando en qué forma les atañe a ustedes en lo personal este tema en la vida diaria. Me gustaría hablar con ustedes acerca de tres cosas que pueden hacer—todos y cada uno de ustedes—para apoyar y promover el mensaje de justicia.

Primero, traten de ver a los demás con un lente de justicia. Para hacerlo se les requiere que reconozcan que el Padre Celestial ama a todos Sus hijos por igual. Él ha dicho: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado.” [7] No existe una decisión, pecado, o error que ustedes o alguien más pueda cometer que cambie Su amor por ustedes o por ellos. Eso no significa que Él excusa o condona la conducta pecaminosa; ni tampoco nosotros lo hacemos, ya sea en nosotros o en los demás. Eso significa que extendemos nuestro amor para persuadir, para ayudar y para rescatar.

Cuando ustedes se sienten amados completa y perfectamente, es mucho más fácil amar a los demás y verlos como los ve el Salvador. Por favor, acudan a nuestro Salvador en oración y pidan recibir Su amor puro tanto para ustedes como para los demás. Él ha prometido que sentirán Su amor si lo piden con fe.

El estar llenos con este amor puro guiará sus pensamientos y acciones, especialmente en un entorno político que a veces puede ser muy contencioso. Las tensiones se pueden encender fácilmente cuando se discute sobre política, y especialmente cuando se habla de la libertad religiosa. Si permitimos que esos momentos venzan a lo mejor de nosotros, apareceremos ante nuestra familia, nuestros amigos, vecinos y conocidos como muy poco cristianos. Recuerden la manera en que el Salvador atendió las preguntas difíciles y los puntos de vista desafiantes. Él siguió calmado, mostró respeto, y enseñó la verdad, pero Él nunca forzó a nadie a vivir de la manera que enseñó.

Segundo, permitan que la justicia guíe su trato a los demás. Jesucristo vio más allá de la etnia, el rango, y las circunstancias de las personas a fin de enseñarles la verdad pura. Acuérdense de la mujer samaritana en el pozo; del centurión romano; y del no popular publicano. El Señor nos ha mandado que sigamos Su ejemplo, cuando dijo: “cuidaréis de hacer las cosas que me habéis visto hacer.” [8] No juzguen a la gente ni la traten injustamente porque pecan de manera diferente a como ustedes, o nosotros , lo hacemos.

Quizás el mayor desafío al tratar justamente a los demás se encuentre en el equilibrio que se necesita para apoyar la libertad religiosa cuando tienen amigos o familiares que sienten atracción por el mismo sexo o que apoyan con firmeza esos derechos. Algunos de ustedes se preocupan porque temen aparecer como intolerantes si buscan la protección para ejercer su fe pública y libremente.

Otra vez, estudien la vida de nuestro Salvador y busquen Su guía. El Salvador demostró perfectamente como expresar amor y ánimo a la vez que se mantuvo firme a lo que sabemos que es verdadero. Recuerden que cuando la mujer fue hallada en adulterio, el Señor pidió que el que estuviera sin pecado se adelantara y fuera el primero en condenarla. Cuando nadie lo hizo, nuestro Salvador, que sí estaba libre de pecado, comentó: “Ni yo te condeno; vete y no peques más.” [9] El perdón y el amor que le demostró a la mujer no contradijeron Sus enseñanzas de que la intimidad sexual debe ser entre un hombre y una mujer que están legítima y legalmente casados. Ustedes también pueden ser inflexibles en el derecho y la verdad, pero aún así expresar bondad.

Cuando los amigos y los seguidores de Cristo terminaron su relación con Él, Él demostró tristeza y dolor. Sin embargo, cuando se terminó una relación, fue porque ellos estaban incómodos con Sus enseñanzas, y no porque Él se sintiera incómodo con ellos.

Cuando intentemos tratar justamente a los demás, debemos recordar el principio del albedrío. Siempre debemos respetar la capacidad de los demás para elegir y debemos pedirles que nos extiendan la misma cortesía. Cuando hablemos con otros respecto a la libertad religiosa, siempre debemos recordar que es posible no estar de acuerdo sin ser desagradables. o antipáticos. Por favor no rehuyan una conversación sobre estos temas importantes simplemente porque les resulte difícil o incómodo. Podemos orar pidiendo ayuda, y podemos esperar que el Salvador nos ayudará a hablar y actuar de una manera agradable para Él.

Tercero, Los animo a que apoyen la equidad al ver que se obstaculizan los derechos de los demás. El élder L. Tom Perry fue un gran ejemplo de alguien que creía firmemente en el matrimonio entre un hombre y una mujer, pero aún así, estuvo dispuesto a apoyar los derechos de los demás. Dio ejemplo al proteger los derechos de los demás cuando vio un desequilibrio o un trato injusto en nuestras leyes.

Desde la época de José Smith hasta la actualidad, nuestro legado es uno de adelantarnos para sanar las heridas y desavenencias sin poner en riesgo la doctrina que no nos corresponde cambiar.

La Necesidad de una Participación Activa

Esto me acerca a mi punto final, que es la necesidad de la participación activa de su generación en este tema. Me uno a los líderes de la Iglesia de nuestro Señor cuando digo que necesitamos la comprensión natural de su generación de la compasión, el respeto y la justicia. Necesitamos su optimismo y su determinación al tratar estos complicados asuntos sociales.

Tenemos la fe de que ustedes se acercarán al Señor a fin de poder entender como llevar una vida semejante a la de Cristo a la vez que muestran justicia y amor hacia quienes no comparten sus creencias. Sabemos que ustedes quieren ser parte de algo importante, y sabemos que son colaboradores y resistentes.

Aún más importante, necesitamos que participen en diálogos con respecto a las complejidades de este tema y que encuentren soluciones para extender mejor la justicia para todos, incluyendo a las personas de fe. Es necesario que estas conversaciones se lleven a cabo en nuestras escuelas—quizás aquí en la Universidad Brigham Young—en nuestros hogares, y en las relaciones con amigos y compañeros de trabajo.

Cuando tengan estas conversaciones, por favor recuerden los principios que hemos comentado hoy y que, simplemente, son estos: ver a los demás con un lente de justicia, tratarlos con respeto y bondad, y esperar que ellos nos traten igual.

Cuando hagan estas cosas, deseo que por favor se reporten conmigo. Quiero conocer sus experiencias y los éxitos que están teniendo al crear amistades con quienes ven la vida de forma diferente a la de ustedes. En mi página de Facebook Ronald A. Rasband, he publicado mis comentarios de este devocional. ¿Se dirigirán a mi página de Facebook en los próximos días? Me encantaría que me comenten sobre sus deseos , y sus experiencias, al difundir nuestro mensaje de imparcialidad para todos. ¡Quiero saber de ustedes! Se que algunos de ustedes prefieren Twitter e Instagram, pero ¡espero relatos más largos de 140 caracteres! Por favor escríbanme.

Un Aumento de Amor

Finalmente, quiero dar fe y mi testimonio de que a medida que sigan nuestra invitación de acercarse a otros con un espíritu de equidad sentirán que aumenta el amor del Salvador por ustedes y por todos los hijos del Padre Celestial. Su ejemplo de respeto y justicia abrirá puertas y creará amistades significativas que ustedes apreciarán durante toda su vida.

Les testifico que nuestro Padre Celestial vive, que Él les conoce y les ama personalmente. Él está listo para ayudarles durante esta época emocionante y desafiante en sus vidas. Él ha revelado Su plan para nosotros, no sólo para que podamos regresar y vivir con Él para siempre sino también para que podamos ser bendecidos y felices en esta vida. Al seguir Sus enseñanzas y cuando se acerquen a los demás con amor y consideración, sentirán aún más Su amor y Su poder.

Les doy testimonio de estas verdades, así como de mi amor por nuestro Salvador y mi conocimiento de que Él les ama y les cuida, a todos y a cada uno. En el nombre de Jesucristo, amén.

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Notas

[1] José Smith, History of the Church, editada por B. H Roberts, 2ª. edición revisada (Salt Lake City: Deseret Book, 1978) 2:6; tomado de “The Elders of the Church in Kirtland, to Their Brethren Abroad,” 22 de enero de 1834, publicado en Evening and Morning Star 2, núm 17, (febrero de 1834): página 135. Publicado en español en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, Salt Lake City: Intellectual Reserve, Inc., 2007) página 366.

[2] Smith, History of the Church, 5: 498; tomado de “La Causa del Éxito del Profeta—El Amor por sus Semejantes—discurso pronunciado por José Smith el 9 de julio de 1843 en Nauvoo, Illinois y reportado por Willard Richards. Esta cita se encuentra en Enseñanzas del Profeta José Smith publicado por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1954) página 382.

[3] “Sabed Que el Hombre Libre Está” Himnos de Sión (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1978), número 92.

[4] Véase BYU 2015 Religious Freedom Conference: “Fairness for All,” Events, Church News, lds.org/church/events/byu-2015-religious-freedom-conference-fainess-for-all-?lang-eng.

[5] Mateo 5: 48.

[6] Dallin H. Oaks, citado en el artículo de Sarah Jane Weaver, “Church Calls for Laws That Protect Religious Freedom,” en Church News, 27 de enero de 2015, lds.org/church/news/church-calls-for-laws-that-protect-religious-freedom?lang=eng.

[7] Juan 13: 34.

[8] Traducción de José Smith de Mateo 26:25.

[9] Juan 8: 11.