Joseph Fielding Smith (1876)

Lawrence R. Flake

Lawrence R. Flake, Prophets and Apostles of the Last Dispensation [Los Profetas y Apóstoles de la Última Dispensación] (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2001), páginas 95-103.

foto de Joseph Fielding Smith

Nació: 19 de julio de 1876, en Salt Lake City, Utah

Quórum de los Doce Apóstoles: 7 de abril de 1910 (a los 33 años de edad)

Presidente en Funciones del Quórum de los Doce: 30 de septiembre de 1950

Presidente del Quórum de los Doce: 9 de abril de 1951

Consejero adicional en la Primera Presidencia al Presidente David O. McKay y Presidente del Quórum de los Doce: 29 de octubre de 1965

Presidente de la Iglesia: 23 de enero de 1970 (a los 93 años de edad)

Falleció: 2 de julio de 1972 ( a los 95 años de edad) en Salt Lake City, Utah

Cuando Joseph Fielding Smith llegó a ser el Presidente de la Iglesia el 23 de enero de 1970, algunos miembros se preguntaban el por qué el Señor lo escogió para ser el presidente de la Iglesia; ¿por qué a la edad de 93 años se pusieron sobre sus hombros las cargas del reino? Hubo muchas respuestas a esta pregunta. Un artículo en la Sección de la Iglesia en el periódico Deseret News declaró: “Al preservar al Presidente Smith para que sucediera a su ilustre predecesor, el Presidente David O. McKay, el Señor conserva un puente invaluable entre las generaciones, manteniéndonos todavía muy cerca al Profeta José Smith y a los fundamentos de nuestra fe divinamente establecida. . . . El padre del Presidente Smith, cuando era niño, conoció bien al Profeta, y también conoció a la familia del Profeta. El padre del Presidente Smith, que vivió durante la época del martirio en el cual perdió a su propio padre, el Patriarca, le dio testimonios constantes a José Fielding Smith con respecto a la realidad de la obra [1]

El Presidente Harold B. Lee dio su testimonio acerca de la voluntad del Señor en el llamamiento de un anciano para ocupar ese puesto tan abrumador. “[El Señor] conoce a quien quiere que presida esta Iglesia, y no se equivoca. El Señor no hace las cosas por accidente. Nunca ha hecho algo accidentalmente.” [2]

El Señor preservó a propósito la vida de José Fielding Smith, que sobrevivió a 15 de los apóstoles que fueron llamados después que él, y estuvo en el Quórum de los Doce por más tiempo que ningún otro hombre en esta dispensación, ya que fue ordenado el 7 de abril de 1910. El Señor lo conservó a fin de que presidiera la Iglesia durante dos años y medio, dándole a los Santos su gran entendimiento de la doctrina de la Iglesia y su conocimiento de las escrituras, su obediencia a las normas y su compromiso inflexible hacia la verdad revelada.

Durante su presidencia, otro aspecto de su naturaleza se hizo evidente para los miembros de la Iglesia que pudieron haber tomado equivocadamente su seriedad y austeridad. Estaba lleno de amor, ternura, gentileza y bondad hacia sus semejantes. Frecuentemente les aconsejaba a los hermanos del sacerdocio, que si se equivocaban al juzgar, que fuera del lado de la misericordia. El Presidente Smith fue conocido entre sus asociados y su familia extendida de once hijos, numerosos nietos, bisnietos y tataranietos como un siervo de Dios bondadoso y misericordioso. Su segunda esposa, Ethel, escribió: “El hombre que conozco es un esposo y padre amoroso y bondadoso cuya mayor ambición en la vida es hacer feliz a su familia. . . . Es el hombre que arrulla al niño inquieto hasta que se duerme, que les relata cuentos a los pequeños, que nunca está tan cansado o tan ocupado para quedarse tarde en la noche o que se levante temprano en la mañana a fin de ayudar a sus hijos a resolver problemas escolares difíciles.

Cuando llegan las enfermedades, el hombre que conozco, ayuda y cuida tiernamente al afligido. Es por su padre, por quien claman los hijos; sentir su presencia es la panacea para todos las enfermedades.” [3] Su hija, Amelia McConkie recordó que “él nunca recurrió a los castigos físicos por motivo de nuestro mal comportamiento, sino que pondría sus manos sobre nuestros hombros y diría en tono herido: ‘me gustaría que mis hijos fueran buenos.’ Ese era el castigo mas eficaz que pudiera darnos y era peor que cualquier otro podría haber sido, simplemente el pensar que lo habíamos lastimado.” [4]

Su misericordia se extendía pronta y frecuentemente más allá de su propia familia. [Una vez] una vendedora llegó a su puerta ofreciendo alfileres, botones, cintas para zapatos y otras baratijas. Puesto que no traía nada que se necesitara en la casa, el niño que abrió la puerta la rechazó. Cuando el padre del niño [el Presidente Smith] supo lo que había sucedido, le dio un dólar al niño y le dijo que buscara a la vendedora y le comprara algo ‘aunque no lo necesitara’ y que nunca debían rechazar a alguien que estaba necesitado. [5]

Habiendo nacido el 19 de julio de 1876, un año antes de la muerte de Brigham Young, y habiendo vivido casi cien años de la historia de la Iglesia, José Fielding Smith había estado bajo la guía de todos los presidentes de la Iglesia que fueron llamados antes que él, excepto José Smith, pero su noble familia lo puso muy cerca de ese gran hombre. Hyrum, su abuelo, fue el hermano del Profeta, y su padre, Joseph F. Smith, fue el sexto presidente de la Iglesia. José Fielding sufrió las penurias de la vida de los pioneros y de los rigores de las tareas en la madrugada o tarde en la noche. Siendo un niño de siete años, por error “demostró” su capacidad para ordeñar y le asignaron esa tarea de forma permanente. Muchas veces sufrió la dureza de las noches frías y del sueño interrumpido, mientras uncía los caballos de su madre para que pudiera ir y desempeñar sus labores como partera. Supo de las privaciones en la Navidad; en particular en una cuando su padre anduvo recorriendo las calles de Salt Lake City en busca de alguna cálida sorpresa para sus hijos, pero regresó con las manos tan vacías como sus bolsillos. [6]

Siendo joven, se casó en abril de 1898 con Louie Shurtliff, una hermosa joven de pelo negro que se hospedaba con los Smith mientras asistía a la Universidad de Utah. Un año después, el joven esposo recibió el llamamiento para una misión en Inglaterra. Tanto él como su esposa, aceptaron la separación con valentía. En el año 1908, siete años después de su regreso, Louie murió, dejándolo con dos hijas pequeñas. Más tarde en ese mismo año se casó con Ethel G. Reynolds, y juntos tuvieron nueve hijos. Sin embargo, en el año 1937, ella también le fue arrebatada por la muerte. Jessie Evans Smith, una muy conocida cantante [contralto] y solista en el Coro Mormón del Tabernáculo, se convirtió en su esposa en el año 1938 y viajó con él, hablando y cantando, por todo el mundo. Ella también le precedió en la muerte.

El Presidente Smith, pasó toda su vida al servicio del Señor. Poco después de que regresó de la misión empezó a trabajar en la Oficina del Historiador de la Iglesia, llegando a ser el Asistente al Historiador de la Iglesia en el año 1906. Mientras ocupaba ese cargo, le llegó el llamamiento para llenar una vacante en el Quórum de los Doce, en el cual sirvió durante sesenta años antes de llegar a ser el presidente de la Iglesia en el año 1970. Fue el Historiador de la Iglesia durante medio siglo y también llegó a ser el Director de la Sociedad Genealógica y el Presidente del Templo de Salt Lake. Su yerno, Bruce R. McConkie, describió así su trabajo: “Quizás ningún hombre en esta dispensación ha viajado más millas, asistido a más reuniones, predicado más sermones, efectuado más ordenanzas, o escrito más abundantemente en proclamar las verdades de salvación, de lo que él lo ha hecho.” [7]

La lista de sus obras escritas comprende 25 volúmenes—la mayoría de los cuales se escribieron en respuesta a sus oyentes que le solicitaban copias de sus discursos—. Pasó su vida leyendo y estudiando las escrituras y siendo enseñado por el Espíritu del Señor; su erudición en los temas doctrinales no fue rebasada, ya que fue un ávido estudiante del evangelio desde su niñez. Él escribió: “Recuerdo que una de las cosas que hice desde que aprendí a leer y escribir, fue estudiar el evangelio. Leí y me aprendí de memoria todas las preguntas y respuestas acerca del evangelio en los libros de la primaria. Después leí la Historia de la Iglesia según se publicaba en el Millenial Star. También leí la Biblia, El Libro de Mormón, La Perla de Gran Precio y la Doctrina y Convenios, y toda la literatura que caía en mis manos.” [8]

Su vida cumplió bellamente la bendición patriarcal llena de promesas sublimes que le fue dada a la edad de veinte años. “Tu deber será sentarte en consejo con tus hermanos y presidir entre el pueblo. También será tu deber viajar mucho, en el país y en el extranjero, por tierra y agua, obrando en el ministerio, y te digo, levanta tu cabeza, eleva tu voz sin temor o favor según te dirija el Espíritu del Señor, y la bendición del Señor descansará sobre ti. Su Espíritu dirigirá tu mente y te dará las palabras y sentimientos para que confundas la sabiduría de los inicuos y reduzcas a la nada los concilios de los injustos.” [9]

Algunas de las muchas áreas que progresaron en la Iglesia durante los dos años y medio en que fue el líder son: la consolidación de todas las revistas de la Iglesia a Ensign,, New Era y Friend; la designación en toda la Iglesia de la noche del lunes como la Noche de Hogar Para la Familia; la instalación de las bibliotecas en los centros de reuniones; el establecer el Social Services Task Committee [Comité de Tareas de los Servicios Sociales] para ayudar a los miembros con problemas psicológicos en los que se necesitara ayuda profesional; la fundación de los Servicios de Salud de la Iglesia; y el efectuar conferencias de área.

El Presidente Smith murió en perfecta paz en la casa de su hija el 2 de julio de 1972. Toda su vida estuvo tan cerca del cielo, que pareció ser un acontecimiento gozoso el saber que había pasado a través del velo para reunirse con sus seres queridos. Consciente de que su vida mortal pronto terminaría, el Presidente Smith dejó a los miembros de la Iglesia su conmovedor testimonio en una sesión de la conferencia general poco antes de su muerte: “Mientras estoy ahora en . . . el ocaso de la vida, con la certeza de que en un día no muy distante seré llamado para dar un reporte de mi mayordomía mortal, doy testimonio, otra vez, de la verdad y la divinidad de esta gran obra. . . . Estoy seguro que todos amamos al Señor. Sé que Él vive, y espero ese día cuando veré su faz, y espero oír que su voz me diga: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” [10]

Notas

[1] “Another Prophet is Sent,” Church News, 31 de enero de 1970, página 16

[2] Conference Report, octubre de 1970, página 153.

[3] Bryant S. Hinckley, “Joseph Fielding Smith,” Improvement Era, junio de 1932, página 459.

[4] Francis M. Gibbons, Joseph Fielding Smith: Gospel Scholar, Prophet of God (Salt Lake City: Bookcraft, 1971), página 228.

[5] Joseph F. McConkie, True and Faithful: The Life Story of Joseph Fielding Smith (Salt Lake City: Bookcraft, 1971), páginas 72-73.

[6] Joseph Fielding Smith Jr. y John J. Stewart, The Life of Joseph Fielding Smith: Tenth President of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Salt Lake City: Deseret Book, 1972), páginas 54-55.

[7] Bruce R. McConkie, “Joseph Fielding Smith: Apostle, Prophet, Father in Israel,” Ensign, agosto de 1972, página 27.

[8] Joseph Fielding Smith, Answers to Gospel Question (Salt Lake City: Deseret Book, 1963), 4: v.

[9] A. William Lund, “Elder Joseph Fielding Smith: Forty Years an Apostle.” Improvement Era, abril de 1950, página 315.

[10] Joseph Fielding Smith, “Let the Spirit of Oneness Prevail,” Ensign, diciembre de 1971, página 136.